La prisión como venganza
Un informe del periodista Carlos Tapia publicado ayer en El País sobre el tratamiento que reciben los adolescentes infractores en el INISA, es sobrecogedor.
Las torturas y malos tratos que se describen en los 52 expedientes abiertos por la institución contra diferentes funcionarios, parecen más propios de un centro de detención en dictadura que de un organismo que funciona en democracia.
Uruguay es el país de la región con el índice de prisionización de menores (cantidad de adolescentes privados de libertad cada 100 mil menores) más alto de la región: 52,5. Le siguen Perú con 36,1, Brasil 35,1 y Chile 33,9, según datos de Unicef.
Es cierto que muchos menores detenidos han cometido crímenes aberrantes. Pero esos jóvenes recuperarán la libertad más que temprano que tarde.
El problema entonces, es que con el trato que reciben saldrán mucho peor de lo que entraron. Su carga de odio será mayor.
Por eso mientras usemos la prisión como forma de venganza social, nada bueno lograremos a futuro. En forma más gráfica lo dijo el comisionado parlamentario para el sistema penitenciario, Juan Miguel Petit quién sostuvo: "Estamos apagando un incendio con gasolina".