La soberbia, esa amiga sorda y ciega
El debate en Diputados sobre el proyecto de vivienda presentado por el diputado Eduardo Rubio de Unidad Popular dejó en evidencia que hay legisladores enamorados de su propio discurso.
Por ejemplo Alfredo Asti dijo: "Hoy la oposición unida a un legislador del FA logra votar 50 en 99 en general un proyecto presentado por la Unidad Popular sobre un Plan Nacional de Vivienda Popular. Es un proyecto que no prevé financiamiento y que por lo tanto no tiene viabilidad real además de prever soluciones regresivas al no considerar debidamente la capacidad contributiva y composición familiar. Se afecta la Institucionalidad que se ha creado desde el año 1968, olvidando y eventualmente postergando preceptos sustanciales del acceso a la vivienda como el cooperativismo, la ayuda mutua, la autoconstrucción y los subsidios diferenciados. Se suma en este caso visiones absolutamente contradictorias sobre el papel del Estado, el Gasto Público y la forma del financiamiento de las fuerzas políticas que lo acompañaron y solo parece buscar infrigir una derrota pírrica al FA y a su Gobierno generando expectativas que generarán frustraciones".
El diputado frenteamplista Edgardo Rodríguez subrayó la inconstitucionalidad del proyecto, justo quienes han votado más proyectos de ley con inconstitucionales.
La diputada Susana Pereyra dijo que este era un proyecto contra el gobierno. En realidad ir contra el gobierno sería apoyar a barrabravas o a empresarios que realizan actividades ilegales.
Pablo Gonzalez de la 711 dijo que: "La oposición vota en general un proyecto de ley de "vivienda popular". Pero no vota los artículos referidos al financiamiento, materiales y tierras. ¿Y ellos nos quieren gobernar?", se preguntó.
Bueno, nos gobernó un señor de la 711 que no solo mintió sobre su titulo, sino que gestionó mal Ancap y dilapidó dineros públicos con tarjetas corporativas y por eso debió renunciar.
Varios legisladores dijeron que el proyecto era otra carga para el Estado.
Los mismos legisladores que defendieron a Sendic y el despilfarro de centenares de millones de dólares. Que después hubo que resolver con un ajuste fiscal.
Cuando todos los reclamos de la gente empiezan a verse como conspiraciones contra el gobierno, es el gobierno el que está en problemas.
Desde las propias filas del oficialismo se reconoce que hay un déficit de por lo menos 50.000 viviendas. Y eso sin contar a los miles que viven en asentamientos.
Se mencionó la Ley de Vivienda social, pero no se dijo que esa ley sirvió para enriquecer a empresas constructoras pero no sirvió para que quienes necesitaban una vivienda accedieran a ellas, sencillamente porque no las pueden pagar. Y entonces terminaron en manos de especuladores que ahora las alquilan.
Asti mencionó a las cooperativas de viviendas. Pero olvidó decir las enormes dificultades burocráticas que tienen los que acceden a préstamos para autoconstrucción. Y que muchísima gente pasa años antes de obtener un predio y luego el préstamo.
Tampoco dijo que el BHU ya no soluciona el problema de vivienda a quién menos tiene, peor porque podría dejar a mucha gente en la calle si es que no se encuentra una urgente solución a 20.000 deudores en UR. Y que la Agencia Nacional de Viviendas vive su propio caos con empresarios inescrupulosos.
Los diputados malgastaron mucho tiempo para descalificar el proyecto de Rubio, tal vez porque no lo presentaron ellos. Hubiera sido mucho más positivo usar ese tiempo en buscar formas de financiamiento. Porque lo que no se puede discutir es que el núcleo central de esa ley es ayudar a quienes menos tienen.
Pero el enamoramiento con el discurso ocurre en otros ámbitos, por ejemplo con la Ley de Inclusión Financiera obligatoria. Hay un lío con los cajeros, se han dado varios motivos pero mientras tanto la gente deambula tratando de encontrar uno de donde retirar su dinero. Mientras Mario Bergara dice que es un problema de las empresas que se encargan de la reposición, Martín Vallcorba afirmó ayer que el problema quedará solucionado dentro de unas semanas. La gente deberá seguir esperando para hacerse de su plata.
El Frente Amplio no acepta las críticas sobre el estado de la educación; ni sobre el funcionamiento de la salud; ni acerca de la seguridad.
Ninguneó a mucha gente del campo que tiene verdaderos problemas. Y peor, los trató a todos como oligarcas cuando bien saben que la mayoría no lo son.
El gobierno tiene un problema con la realidad. Está convencido que sólo sus planteos son los justos y correctos. Y peor: todos los que critican son opositores de derecha. No son capaces de distinguir a amigos de adversarios.
Ese planteo lleno de soberbia les puede costar mucho en octubre del 2019.
Fue Simón Bolívar quién sostuvo que "El que manda debe oír aunque sean las más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir los males que produzcan los errores."