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Wilson: un enemigo de la dictadura

Wilson: un enemigo de la dictadura

Ayer muchos ciudadanos recordaron el 30º aniversario de la muerte de Wilson Ferreira Aldunate . En tanto a las 17.30 horas de hoy  en el Museo de la Memoria (Avda. de las Instrucciones 1057) se presentará un libro llamado "Memorias de una vida por la democracia" que recoge cartas y diversos textos del caudillo blanco.

Seguramente como ocurre con todos los lideres, muchas posiciones de Wilson pueden ser objeto de debate. Pero lo que absolutamente nadie puede discutir es que, como lo prometió en la última sesión del Senado minutos antes de la disolución de las Cámaras aquél nefasto 27 de junio de 1973, fue un enemigo irreconciliable de la dictadura.

El periodista Samuel Blixen, que tuvo acceso al libro que se presentará hoy, recuerda hoy en Brecha un tramo de una carta fechada en Londres, dirigida a Carlos Julio Pereyra, Ferreira hace una especie de rendición de cuentas de las actividades desplegadas en Estados Unidos en los últimos meses de 1977: "Como verás, por los papeles adjuntos, me he andado moviendo por ahí haciendo a la dictadura todo el daño que a mi alcance está".

Fue Wilson quién logró que el Senado de los EE.UU aprobara un embargo en la venta de armas a Uruguay a partir de un planteo del senador Edward Koch.

Entonces los luchadores contra la dictadura no le preguntaban a nadie el color de su bandera. Y el caudillo blanco fue uno los defensores de esa idea. "No hay adversarios entre los compatriotas que luchan contra un único y común enemigo como lo es la dictadura", decía en uno de aquellos cassettes que llegaban a Uruguay y eran un hálito de esperanza y ánimo para continuar peleando contra la dictadura.

Más de una vez, tanto en Argentina como en EE.UU, los militares se propusieron eliminarlo físicamente. Su regreso a nuestro país quedó para la historia, acompañado por dirigentes y militantes blancos y otros tantos militantes de izquierda, fue detenido en el medio del Río de la Plata con un increíble dispositivo que implicó una impresionante movilización de las tres armas.

Pero en el puerto de Montevideo decenas de miles de uruguayos lo aguardaban agitando banderas blancas, coloradas y frenteamplistas.

La historia puso las cosas en su lugar. Juan María Bordaberry murió procesado, preso en su casa y despreciado. En tanto Gregorio Alvarez también murió estando preso con el desprecio ciudadano y ni siquiera tuvo honras militares. A los otros golpistas solo los recordamos como violadores a los DD.HH.

En cambio Wilson vive en la memoria y corazón de todos sus compatriotas que aman la libertad.