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Seguridad e impunidad

Ayer mientras discutían sobre payasos y fantasmas en la Cámara de Senadores y el ministro Eduardo Bonomi insistía con sus estadísticas para mostrarnos que en relación a otros países no estamos  tan mal, afuera de ese palacio de mármol ocurrían otras cosas.

Tres delincuentes robaron una sucursal del Scotiabank  en Trinidad, ubicada....frente a la Jefatura y se llevaron el equivalente a unos 45.000 dólares.

En San Luis robaron 700.000 pesos de un super y huyeron....en bicicleta y luego a pie.

En Araminda balearon a un comerciante.

En San Carlos asesinaron a otro hombre en el barrio Rodríguez Barrios donde los vecinos viven un infierno generado por dos bandas de narcos que se enfrentan a plena luz del día y a los que todos conocen. Es el tercer crimen ocurrido en Maldonado en 6 días.

Intentaron robar la casa de Susana Giménez y como los perros y el casero lo  impidieron, robaron una casa vecina.

En La Barra de Maldonado delincuentes identificados que viven....a dos cuadras de la comisaría, han cometido decenas de robos.

En Montevideo volaron el tercer cajero en dos días.

En Salto intentaron copar el aeropuerto.

En Minas y el Chuy los narcos se matan a balazos

Seguramente hubo otros hechos que no consignamos aquí, pero de los que fueron víctimas mujeres y hombres.

Y para no olvidar, el día anterior fueron asesinadas dos mujeres por sus parejas, que luego se suicidaron y también se suicidó en la cárcel el asesino de la niña Brisa. Por lo menos en un caso, falló el protocolo policial.

Anoche en dos barrios de Maldonado, vecinos acosados y desesperados, se reunieron para organizarse y enfrentar a los delincuentes.

Esta es la tragedia nacional. No me vengan con el 8.5% o el 30%, o con comparaciones extraterritoriales, esos números no dicen nada porque lo que el ciudadano uruguayo necesita es sentirse seguro, no tener miedo.    

Bonomi insiste con que tenemos una mejor policía, más profesional y mejor equipada. Y es cierto. Pero el problema es que el ciudadano no lo percibe.

Tenemos el más alto número de policías cada 100.000 habitantes de todas las Américas. Ese si es número interesante, porque revela que algo está muy mal.

Es cierto, arrastramos gravísimos problemas sociales que no fueron atendidos en su momento. Bonomi reclamó un shock de políticas sociales. Y uno se pregunta qué otra cosa ha estado haciendo el Mides durante los últimos 13 años.

Pero también es cierto que pobreza no es sinónimo de delincuencia. De hecho los más grandes ladrones de este país no vivían en un barrio marginal, precisamente.

A nuestro juicio la situación actual tiene que ver con la impunidad y la consolidación  de una cultura consumista, en la que sólo importa tener no importa cómo.

También ha crecido la cultura del delito en determinados sectores, donde la vida no tiene valor y solo se trata de hoy. Allí da prestigio ser reconocido como delincuente, no como laburante. Porque robando o traficando se consigue más rápido el auto, las pilchas, el plasma, el celular.

"Es un bandido, pero mirá que auto tiene", dicen. Frase que también he oído referida a algunos actores políticos.

Los actores judiciales tampoco dan buenas señales. En los últimos tiempos han estado más ocupados mirando la pelusita de su ombligo.

Mientras el Estado, es decir todos, hemos destinados millones en recursos para equipamiento, armas, aviones, códigos, cámaras, funcionarios, la gente a quién deberían servir esos recursos, vive aterrada, encerrada, rodeada de rejas, alarmas, perros, armas.

No ignoramos que esto mismo ocurre en gran parte del mundo. Y que con toda seguridad vivimos muchísimo mejor que en Siria, Haití o el Congo. Pero el asunto es que siendo tan poquitos, hay soluciones que podrían estar al alcance de nuestras manos.

El mayor problema es que no tenemos ningún acuerdo sobre cuáles serían esas soluciones. Mientras tanto, los delincuentes actúan con impunidad, se sienten impunes, ya le midieron el  aceite a la policía y se ríen en su cara.

Ayer Bordaberry y Bonomi discutieron sobre seguridad. Nadie pareció percibirlo pero ambos tienen más acuerdos que desacuerdos. Ambos están de acuerdo con la política represiva.

Los ciudadanos no queremos más muertos. Solo queremos que se prevenga el delito, que se atienda a aquellos lugares del país históricamente abandonados por el Estado, que se persiga a los verdaderos delincuentes y no sólo a los que roban una maquinita de afeitar, que las condenas sean ejemplarizantes,  que los ciudadanos se sientan protegidos, que se termine con la impunidad de civiles y de militares también.

Y que los dirigentes y legisladores piensen más en los ciudadanos que los pusieron allí y no en miserables rencillas personales.      

El Frente Amplio no es el culpable de todos los males, pero es quién está en el gobierno y tiene la obligación de asumir responsabilidades.