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Crisis del 2002 ¿cerca o lejos?

Crisis del 2002 ¿cerca o lejos?

El portal Ecos publica una entrevista al Ingeniero Agrónomo Guillermo Franchi, uno de los voceros del grupo de los denominados "autoconvocados" en el que alerta sobre cese de pago y posible crisis peor a la del 2002.

En principio sorprende tal afirmación, porque más allá de la crisis en ciernes los números de la realidad son muy diferentes a los que teníamos 16 años atrás.

El economista y columnista de Caras y Caretas, Carlos Luppi lo explica así en una entrevista publicada en el año 2012 al cumplirse 10 años de aquél fatídico 2002.

"La Crisis de 2002 –que tuvo las mismas causas y consecuencias que la de 1982 o "de la tablita"- dejó consecuencias económicas y sociales irreversibles y provocó el empeoramiento de nuestro colectivo nacional, instituciones y expectativas. Nuestro país enfrenta hoy fenómenos de marginalidad, delincuencia, drogadicción y violencia, decadencia generalizada de los valores éticos y falta de confianza de los jóvenes en la actividad política, que fueron impulsados notablemente por la Crisis de 2002. La brecha social se amplió hasta límites insospechados, y nació una "cultura de asentamiento irregular". Y también la pasta base", decía Luppi..

Agregó: "Las cifras cantan: el Producto Bruto Interno (PBI) cayó 11% durante la crisis, pasando de U$S 25.385 en 1999 a U$S 13.603 en 2002; la tasa de desempleo llegó a la cima histórica de 22% de la Población Económicamente Activa (PEA), unas 250.000 personas, mientras el subempleo y el empleo informal afectaban a unas 450.000 más, pese a la emigración de no menos de 35.000; la población bajo la línea de pobreza llegó al 37%; el salario real cayó 10,9%; los suicidios llegaron a su récord histórico, con 21,5 por cada 100.000 habitantes; la inflación (el principal impuesto, que afecta sobre todo a los salarios y jubilaciones), alcanzó el 25,9%; la devaluación fue del 93,7%; el "riesgo país" llegó a 3.000 puntos básicos; la cotización de los bonos cayó hasta un 75% sobre su valor nominal; las reservas del Banco Central pasaron de U$S 3.100 millones a U$S 772 millones; las exportaciones cayeron un 38% y las importaciones un 15%; en tanto que la deuda pública superó el 101% del PBI".

Ninguno de esos números coinciden con los macronúmeros actuales. Pero Luppi también explica lo que a su juicio fueron las causas de la crisis. Y allí surgen algunas señales de alerta.

"Durante diez años imperó en el inconsciente colectivo uruguayo la idea de que la trágica crisis de 2002 había sido causada por "accidentes financieros en mercados lejanos", lo cual dejaba implícitamente sin responsabilidad a los agentes locales del desastre, gobernantes, altos funcionarios y economistas del régimen. Fue difundida desde diciembre de 2002 por Ernesto Talvi, y reafirmada hace poco por Carlos Sténeri en su libro "Al borde del abismo". Esa fue "la historia oficial", que exculpa a los responsables y a los que se enriquecieron con la crisis", dijo Luppi.

Vale señalar que tanto Talvi como Steneri olvidaron que los Peirano, como lo contamos en Plan B en el 2002 mientras transcurría la crisis, habían cometido fraudes, violaron las leyes vigentes, eludieron los controles estatales, hicieron triangulaciones irregulares e ilegales con dinero de ahorristas desde una oficina ubicada en Zonamerica y capitalizaron sus propias empresas en plena corrida e hicieron transferencias de millones de dólares sin orden ni permiso de los clientes.

Y ya que ayer hablamos de Techint, vale recordar que los Peirano fueron – no sabemos si aún lo son – de los principales accionistas de Techint y Siderar.

"Nuestra tesis – dice Luppi - desarrollada en el libro "2002 2012 La historia No Oficial de la Crisis/y una lección pendiente", es que la crisis de 2002 tuvo causas endógenas, originadas en malas decisiones de los gobiernos uruguayos entre 1985 y 2005: sobrevaluación de la moneda (o atraso cambiario, que disminuye las exportaciones y aumenta las importaciones), apertura unilateral de la economía (que eliminó decenas de miles de puestos de trabajo en industrias como la textil y el calzado, echando semillas de la marginalidad, la violencia y la delincuencia), y el privilegio absoluto al sistema financiero, obviamente sobre el sector productivo. Estas tres políticas llevaron al Uruguay a la postración, y aquí podemos hacer una comparación. La atmósfera está repleta de virus, pero el organismo enferma sólo si está débil. Lo mismo ocurre con las economías nacionales: las crisis están a la orden, pero si se tienen fundamentos sólidos, no entran.

Uruguay sufría "atraso cambiario", desde 1989. Sobrevaluar la moneda nacional con relación al dólar ha sido comparado con la pasta base: provoca euforia al principio, y destrucción al final. Con un dólar barato aumenta el PBI (que se mide en dólares, y crece más si éste es barato), se pagan menos intereses, la población compra más bienes importados y puede viajar por el mundo. Los bancos y los importadores, contentísimos. Esto debilita la producción nacional y disminuye la competitividad, fomenta las importaciones y disminuye las exportaciones, aumenta el déficit, la deuda y el desempleo, hasta que estalla.  Lo entiende un niño, entonces ¿por qué le pasa cada tanto a Uruguay?", se pregunta el economista.