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La seguridad y los "vende humo"

La seguridad y los "vende humo"

Hace tiempo que la figura del ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani sobrevuela en Uruguay. Ayer uno de sus colaboradores vino de la mano de Edgardo Novick, su declarado admirador. Pero el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, ya se había reunido con Giuliani años atrás.

El diario La República del 9 de setiembre del 2012 recoge declaraciones de Bonomi en las que afirma " Nosotros trajimos a uno de los principales asesores de Giuliani, quien es profesor de la Universidad de Cambridge, Laurens Sherman, que es criminólogo desde 1971". Y reconoció que a partir de entonces "el eje fue el patrullaje por puntos calientes, cambiando de lugar y de hora, y otro punto importante fue el CompStat, la unificación y el mando de zonas".

Que como todos sabemos no resultó y debió ser cambiado por el PADO.

La política de tolerancia cero del ex alcalde fue dirigida contra los más pobres, los que vivían en las calles, en beneficio de los más ricos. Pero el delito no se extinguió. De hecho, el mayor atentado contra la seguridad de los habitantes de Nueva York ocurrió con el voladura de las Torres Gemelas, ocurrida durante su mandato.

Pero claro, tolerancia cero suena lindo a los oídos de los uruguayos avasallados por delincuentes. Hace tiempo que ya no nos suenan despreciables algunos términos como "ajuste de cuentas" o "justicia por mano propia".

Uruguayos que terminan reclamando lo peor, aun a costa de libertades conquistadas con mucha sangre también.

Son muchos los que  aplauden que vaya preso un pibe que robó un acondicionador de pelo de 200 pesos, pero no se inmutan cuando se les muestra que dos tipos hicieron una estafa por 81 millones de dólares contra la DGI.

Se reclama publicar la foto de un ladrón de motos, pero defienden a ladrones de cuello blanco porque son de su partido político.

Este Uruguay es raro, confuso, que vive su bipolaridad política  de tal manera que o se convierte a Bonomi en un meme para reírse de él o se le defiende a ultranza porque cualquier crítica a su gestión se percibe como una crítica al colectivo o el oculto deseo de que gane Lacalle.

Ni tan peludo, ni tan calvo. Bonomi ya probó todo, hasta a Giuliani, pero no ha logrado resolver lo que más se reclama: prevenir el delito.

Uruguay tiene históricos problemas con la seguridad, pero como no se están recordando todos los días hay quién cree que el espanto nos abrazó hoy.

Y también tiene un problema con la hipocresía que está en su ADN. Porque reclama que no lo roben más, pero si le aparece la oportunidad no duda en comprar algo sospechoso de ser robado.

Nos vendieron un nuevo Código del Proceso Penal y lo compramos como garantista de los derechos humanos. Pero resulta que va preso un pobre pibe  que robó 200 pesos pero quién robó 500.000 dólares y lo devuelve en cuotas, no solo queda libre sino que extingue su delito.

Los operadores deberían ponerse de acuerdo porque el mensaje que recibe el ciudadano es el peor.

Ya no se trata de recursos, personal o dinero. Se trata de las cabezas, de cómo se piensa este Estado, si es que alguien está pensando.

Vivimos en un país vigilado. Estoy absolutamente seguro que en un par de horas hay quien puede saber a qué hora salimos de casa, con quién, si  viajamos en ómnibus, taxi, Uber o el coche propio; adonde fuimos, que compramos y tal vez hasta qué comimos.

Pero no se puede vigilar a los que delinquen. ¿Es raro no?

La seguridad es un gran negocio, uno de los más grandes en los países de la región, para no hablar del mundo.

La inseguridad tiene profundas causas sociales, que no se resuelven en poco tiempo. Pero hay que por lo menos conocerlas y encararlas.

Personalmente me cansé de los discursos explicativos con citas a catedráticos y expertos que seguramente viven mucho mejor que la mayoría.

Me agotan las explicaciones largoplacistas que dejarían cualquier solución para el año 2050.

Ya son insoportables las experimentaciones permanentes.  

Nadie sensato puede creer que esto se resuelve con represión y cárcel. Sería pan para hoy y hambre para mañana.

Al gobierno lo elegimos para que trabaje en mejorar las condiciones de vida de su pueblo. No para que viva preocupado en ganar elecciones y cuidándose las espaldas.

En realidad no necesitamos más vendehumo como Giuliani y como Bonomi.

Necesitamos otra policía, que prevenga el delito, que cuide a los ciudadanos, que no los golpee o balee arbitrariamente.

Necesitamos una política de desarme.

Necesitamos que jueces y fiscales piensen menos en sus carreras funcionales y más en la aplicación de justicia.

Nadie parece percibir que la inoperancia sólo alienta los peores sentimientos.

Los vendehumo solo piensan en su negocio, como Giuliani, o en como mantener su estructura política como Bonomi.