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Benito Roggio, la patria contratista y su presencia en Uruguay

Ayer el juez federal argentino Sebastián Casanello procesó  ex funcionarios de AySA, la empresa pública de aguas, y a empresarios que ganaron dos licitaciones presuntamente digitadas; entre ellos, Tito Biagini, Carlos Wagner ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción y Aldo Benito Roggio.

Roggio no es un desconocido en Uruguay. A principio de los 90 integró un consorcio con la brasileña Odebrecht , la misma que ahora puede llevarlo a la cárcel, para la construcción del edificio donde está el hotel Conrad, hoy Enjoy en Punta del Este.

Luego ganaron la licitación 1050 de OSE para construir el nuevo tendido de la red de agua potable también en Maldonado, a un costo de 80 millones de dólares.

En 1990 el entonces intendente blanco de Maldonado, Domingo Burgueño, le adjudicó a la empresa Sol, propiedad de Roggio, la recolección de residuos del departamento. La adjudicación estuvo plagada de irregularidades según lo determinó el Tribunal de lo Contencioso Administrativo.

Roggio es dueño de la empresa uruguaya Taym S.A.  que se dedica a tareas de "Limpieza institucional, limpieza industrial, mantenimiento de áreas verdes, arbolado y gestión integral de residuos"

Según su web, esta empresa tiene como clientes a Presidencia de la República, el Parlamento, el Teatro Solís, Hospital Maciel, BPS, OSE, Facultad de Ingeniería y Ministerio de Turismo, además de varias reconocidas empresas privadas.

En el libro "El negocio político de la obra pública" de Luis Gasullo y Juan Parrilla, se revelan con muchísimos detalles los negociados de Roggio y otras connotadas empresas constructoras argentinas.

La empresa Benito Roggio, fundada en 1908 en Córdoba por el abuelo del ahora procesado, es un caso emblemático de lo que en Argentina se denomina "la patria contratista".

El periodista Lucho Aguilar recordaba en un informe que "Los Roggio llevan varias décadas haciendo negocios con la Argentina, pero fue desde los años ‘70 que los negociados con el Estado le permitieron multiplicar sus arcas.

Entre los más fabulosos están los que hicieron durante la dictadura militar. Los Roggio formaban parte de la Cámara Argentina de la Construcción, quienes junto a los empresarios nucleados en la APEGE llamaron al golpe militar. Entre 1976 y 1983, el grupo construyó ATC, la Central Térmica de Tucumán, el aeropuerto, los Tribunales y la Central de Policía de Córdoba, el estadio mundialista Chateaux Carreras y empezaron a recoger la basura gracias a su relación con el intendente de facto, Osvaldo Cacciatore. Ganaron en esa época 1.000 millones de dólares, se endeudaron con el Estado pero se beneficiaron con las maniobras del Banco Central"

Cuando el periodista Luis Majul le preguntó sobre esa etapa, Aldo Roggio aseguró que "yo parto de que acá hubo una guerra y en la guerra pasan cosas. En ese momento yo estuve de acuerdo con la guerra contra la subversión. Ha sido un parto doloroso pero necesario para el país…" (Luis Majul, Los dueños de la Argentina).

Desde los 70 hasta hoy, los Roggio fueron beneficiados por todos los gobiernos, aunque los de Menem y Kirchner les permitieron ganancias inconmensurables, siempre mediante el pago de coimas.

Los negociados más grandes los hicieron con los trenes. El gobierno de Néstor Kirchner le otorgó  a la empresa Metrovías, propiedad de Roggio, las operaciones del subte, parte de los ferrocarriles Belgrano Cargas y el San Martín, segura el periodista Aguilar.

Y para que no queden dudas sobre sus vínculos, Aldo Roggio contrató a Miguel Angel Rovira, ex integrante de la Triple A, como uno de los responsables de la seguridad de Metrovías.