Tres años después, de sus promesas, sólo quedan las intenciones y algunos carteles callejeros.  

Para cumplir con la primera el intendente compró sin licitación a una empresa israelí un complejo sistema de videos cámaras de vigilancia por una cifra cercana a los 22 millones de dólares. Y aunque la Constitución no le otorga ingerencia en el tema a los gobiernos departamentales, Antía obtuvo el visto bueno y colaboración del Ministerio del Interior.

Pero como es casi imposible su contralor, sólo los directamente involucrados conocen como funciona. En los hechos, y alcanza con leer el parte diario emitido por la Jefatura, la seguridad no sólo desmejoró sino que peor, crecen los crímenes, balaceras y rapiñas. O sea las famosas cámaras de poco han servido.

Encima la pagan todos los padrones del departamento, pero solo funcionan en determinados lugares de las ciudades y en parte de la franja costera.

Para cumplir con la promesa de generar trabajo, Antía apostó a la construcción y a la inversión extranjera. Para ello logró el apoyo del Sunca y de los ediles que integran el sector liderado por el diputado frenteamplista Darío Pérez.

En este informe, les contamos como tres años después de asumir, esa promesa tampoco funciona.