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Layera: entre la inseguridad y la responsabilidad

Layera: entre la inseguridad y la responsabilidad

Las recientes declaraciones del Director Nacional de Policía, Mario Layera, provocaron un terremoto político y social.

Antes de sumarnos a los que quieren decapitar al jerarca, veamos en qué tiene razón. La tiene en la constatación harto evidente sobre la fragmentación social; también en que cada uno respeta sus propias normas pero no las colectivas; y en que todo este asunto está relacionado a la situación en las cárceles.

Dijo también que "el Estado se va a ver superado, la gente de poder económico creará su propia respuesta de seguridad privada, barrios enteros cerrados con ingreso controlado y el Estado va a disminuir su poder ante organizaciones pandilleras que vivan de los demás cobrando peaje para todo".

Layera debería visitar Maldonado, lugar donde desde los años 90 crecieron los barrios privados, con seguridad propia, con gente que viaja en sus costosos vehículos con vidrios polarizados, que tiene sus oficinas o lugares de compra a donde no accede toda la gente y que envía a sus hijos a costosos colegios privados. Layera no dijo nada que no sepamos.

En su momento se advirtió del daño social que eso provocaría. Pero nadie escuchó porque "generaba inversión y fuentes de trabajo".

También dijo que "el Estado va a disminuir su poder antes organizaciones delictivas" . Eso lo saben perfectamente los vecinos del barrio Rodríguez Barrios en San  Carlos o los que viven en el Casavalle.

Llorar sobre la leche derramada no tiene sentido.

Layera se equivocó en la metodología. Porque él es responsable de la policía y no debería reconocer ante "el enemigo" sus propias debilidades. Porque el Ministerio del Interior tiene el mayor presupuesto de la historia, infraestructura de última generación, toda la tecnología disponible y la mayor cantidad de funcionarios cada 100.000 habitantes de todas las Américas.    

O sea, hay un problema con la policía que Layera debe reconocer y mejorar como corresponde a su responsabilidad.

Por su lado los actores políticos también están obligados. El Frente Amplio a reconocer que ha fracasado en seguridad, educación y que sus políticas sociales no han sido eficientes. Y la oposición no debería intentar pequeños réditos electorales de esta situación. Porque en el medio está la gente como rehén.

Y porque además en este país no hay inocentes.