Desde su aparición en el sistema político uruguayo, la figura de Edgardo Novick ha dado que hablar. En sintonía con la emergencia de ‘outsiders’ de los partidos políticos que logran carreras meteóricas a puestos de conducción del Estado de máxima importancia, Uruguay también vio surgir a su propio empresario devenido en político.

Tal vez esto sorprenda más que en otras partes, porque en términos comparados Uruguay ha tenido siempre el sistema de partidos más institucionalizado del continente, así como en su conjunto los partidos lograban que la enorme mayoría de la ciudadanía se sintiera representada con sus ofertas e incluso presentara altísimos niveles de identificación partidaria, lo cual es excepcional en el contexto latinoamericano.

Pero de la mano de la oportunidad que significó el Partido de la Concertación en Montevideo, donde a la oposición le ha costado mucho desafiar la hegemonía del Frente Amplio, apareció nuestra versión criolla del empresario rico que quiere "trasladar" su éxito financiero a la conducción del Estado y Novick.

En los últimos años, Novick empezó a aparecer mencionado en las encuestas de opinión de voto y a construir su Partido de la Gente, principalmente a través de la captación de dirigentes de segunda línea del resto de los partidos políticos, lo que incluso le permite tener una pequeña bancada parlamentaria, a fuerza de diputados escindidos del PC y del PN.

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