Un incendio, 8 muertos y una estafa contra UTE
Era la noche del viernes 13 de agosto de 1993, cuando los pisos 8, 9 y 10 del edificio de la calle Paraguay 2431, sede de UTE eran devorados por las llamas. 5 mujeres empleadas de una empresa de limpieza murieron asfixiadas y calcinadas encerradas en un baño del 9º. piso donde estaban los despachos del directorio.
"Fue como si en 20 minutos se hubieran prendido fuego cuatro manzanas, una de las peores catástrofes que vi en mi vida", decía a El País el entonces inspector principal de bomberos Reynaldo Albornoz.
El informe de Bomberos concluyó que la causa sería accidental y manejaron varias opciones. La más probable es que haya sido un corto circuito ocurrido en los tubo lux. Además se consideró que podría haber quedado enchufado alguno de los hornitos eléctricos que el personal de limpieza utilizaba para derretir la cera que aplicaban a pisos y lambrices.
La actitud heroica de pilotos de la Fuerza Aérea y Bomberos permitió salvar la vida de cinco personas atrapadas en la azotea del emblemático edificio. Vale recordarlos: los pilotos del helicóptero eran el Capitán Jorge Jackson y el Tte.1º Bernardo Recoba; los cabos Luis A.Curcho y José M. Villarrueta, operaban la grúa y equipos de auxilio y dos Bomberos, el Subcomisario Walter Alzugaray y el Bombero de 1ª. Carlos Caravaca fueron quienes descendieron a la azotea para salvar a los atrapados.
Cuatro plantas enteras fueron destruidas. Tres por el fuego y uno por el agua empleada por bomberos. El fuego también se llevó convenientemente miles de archivos.
Entonces también se evidenció que el edificio no sólo no contaba con medidas eficaces para enfrentar un incendio, sino que además no había rutas de escape.
Diez días después, exactamente el 23 de agosto, fue secuestrado el empresario Luis Ernesto González cuando salía de su oficina en la avenida 18 de Julio rumbo a la Ciudad Vieja. Lo acompañaba el ex policía Washington de María, quién hasta 1990 se había desempeñado como escolta del ex presidente Julio María Sanguinetti.
El 26 de agosto De María fue detenido por orden del jefe de Policía de aquella época, el inspector Máximo Costa Rocha. Este dispuso su inmediato arresto a rigor en Granaderos por constatarse que era la última persona que lo había visto con vida.
El 30 de agosto de 1993 la Policía sacaba el cuerpo de González del interior de un aljibe en una finca de Los Cerrillos. Tenía un balazo en la cabeza.
Tras el hallazgo comenzó a develarse la verdadera historia de Luis Ernesto González. Este hombre, bajo la fachada de un empresario escondía a un delincuente de guante blanco. Tenía dos free shopp, uno en Rivera y otro en el Chuy por donde canalizaba los delitos de contrabando de oro, whisky y drogas. Ya había sido procesado en dos oportunidades por estafas y era especialista en el fraude de los seguros, consistente en desaparecer contenedores con valiosa mercadería que en realidad estaban rellenos de arena. Por aquel entonces, González estaba requerido por la Justicia por una maniobra con cheques sin fondos concretada contra una empresa crediticia. Según las investigaciones de la época, era un engranaje de una poderosa organización delictiva radicada en Buenos Aires denominada "Círculo Húngaro". De María, como oficial del Departamento de Operaciones Especiales, estaba tras la pista de este "personaje" y procuraba obtener pruebas de muchos de sus delitos.
González también estuvo vinculado al lavado de unos 1.200 millones de dólares mediante contrabando de oro en una operación encabezada por un miembro del Càrtel de Medellín, el argentino Raúl Vivas propietario del Cambio Italia detenido en Punta del Este un día de febrero de 1989.
Poco tiempo después González trabó contacto con Manuel Gómez un empresario español radicado en Argentina. El contacto Gómez-González se establece a través de policías argentino-uruguayos de Interpol, de conocimiento de González; personajes de gran poderío económico empresarial, con aceitados contactos con el poder político, policial y de aduanas", según afirman en una denuncia penal los abogados Gerardo Terrel y Martín Etcheverry, el mismo que ahora defiende a la familia del profesor de inglés Edward Vaz asesinado hace algo más de un mes, aquí en Maldonado en la causa conocida como "Reina Gitana".
Los empresarios González y Gómez se dedicaban a falsificar documentación destinada a la acreditación de exportaciones ficticias, a fin de obtener, fraudulentamente, reintegros del Banco de la República Oriental del Uruguay.
La investigación del asesinato de González tuvo diferentes alternativas. Se sospechó de una maniobra de su esposa, nunca probada, para cobrar un importante seguro; con más certeza se investigó a un grupo de policías.
Cuando el cuerpo del empresario fue retirado del aljibe ubicado en Cerrillos por los bomberos en aquella lluviosa mañana del lunes 30 de agosto, participaban del procedimiento varios jerarcas policiales. Entre ellos, Yamandú Castro, que por ese entonces era el jefe de Policía de Canelones. Se encontraba también el entonces director de Investigaciones, inspector Alberto Royer Biscardi; el jefe de Hurtos y Rapiñas, comisario José Lemos y el legendario sargento Milton Coito, de activa participación en varios hechos delictivos que lo llevaron a la cárcel por varios años. Coito es uno de los pocos que sabe todo respecto al caso y hoy está en libertad. En aquella mañana estaba junto al aljibe cuando sacaron el cuerpo de González, quien tenía en su muñeca izquierda su costoso reloj Rolex detenido justamente en la hora de su muerte, cuando lo tiraron al pozo.
Cuando uno de los siete jueces que intervinieron en el caso preguntó por el reloj, nadie pudo dar cuenta de su paradero, ignorando que González lo llevara puesto. Pero la foto de la víctima donde aparecía el Rolex había sido publicada por la prensa. El forense de Las Piedras, llamado para revisar el cuerpo de Gónzalez, indicó que la muerte del empresario era muy reciente, entre 24 y 48 horas. E incluso dijo que practicó una incisión en el cuello de la cual manó sangre, lo que no hubiera ocurrido de tener varios días de muerto.
Ese dictamen del forense sería fundamental ya que en ese caso De María estaba preso cuando se habría cometido el asesinato.
Pero finalmente fueron procesados y remitidos a prisión el ex policía Washington de María, quién todavía está detenido y que aún hoy dice ser inocente; y el ex capitán del ejército Walter Carmona quién primero fue baleado frente al centro Tacoma durante una salida transitoria y luego asesinado al mediodía del 11 de enero del 2006 por un balazo en la cabeza, hecho ocurrido en la calle Andes cuando ingresaba a la casa de su entonces compañera.
Uno de los jueces intervinientes, el doctor Jorge García, fue prendido fuego por su esposa el 15 de diciembre de 1995 y murió cuatro días después. El hecho aparentemente no tenía vinculación con la investigación, sino con asuntos de la vida privada del magistrado.
El asesinato del empresario Luis González es un caso único en la judicatura uruguaya que pasó por las manos de siete magistrados y ninguno logró desenredar la madeja y aclarar definitivamente las circunstancias y los responsables.
Pero ustedes se preguntaran ¿dónde se unen el asesinato del empresario González con el incendio del Palacio de la Luz?
Investigando el incendio, la periodista María Urruzola encontró una información sorprendente. Su nota fue publicada en Brecha el 16 de febrero de 1996, bajo el título: "UTE y la estafa que nadie investigó".
Toda la información en esta columna.
FUENTES:
-Periodista María Urruzola
-Diarios El País y La República
-Archivo propio