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Armarse, un mal consejo

Armarse, un mal consejo

Algunos socios de la Unión de Comerciantes de Maldonado han planteado la necesidad de armarse para enfrentar posibles actos delictivos, según confirmó su presidente Daniel Pígola.

Pero en lugar de desalentarlos, la organización ha promovido reuniones con un club de tiro para ser instruidos sobre el uso de armas y sus aspectos legales.

Hace 6 años y en relación a dos casos, El Observador recordaba en qué circunstancias se configura la legítima defensa. En un caso  una mujer fue absuelta por matar a su marido, ya que la jueza entendió que se había defendido legítimamente. En el otro condenó a un ciudadano suizo que salió fuera de su casa y mató a alguien que intentaba robar su auto y estaba desarmado.

Agregaba entonces: "El artículo 26 del Código Penal prevé que se tienen que dar tres requisitos simultáneamente para que se configure la legítima defensa:

1) Ser víctima de una agresión ilegítima.

2) Necesidad racional del medio empleado para repeler el daño.  El damnificado debe  defenderse con un medio proporcional al que utiliza el delincuente. Por ejemplo, si el agresor no está armado, y quien se defiende sí, la legítima defensa puede caer.

3) Debe haber falta de provocación suficiente por parte del que se defiende. Por ejemplo, si el agresor está afuera de la casa, no hay necesidad de que la víctima salga a buscarlo. Si lo hace, la legítima defensa cae".

Es absolutamente cierto que las rapiñas en Maldonado han crecido casi un 60% en el  primer semestre del año. El presidente de la Unión de Comerciantes dijo al portal Ecos que " cada uno de los 380 socios fue robado entre dos y tres veces en lo que va del año".

Además vecinos, locales y extranjeros,  de prácticamente todos los barrios se vienen reuniendo para reclamar mayor vigilancia, porque muchísimos han sido robados varias veces.

Y esta situación revela la falacia de las videocámaras de vigilancia instaladas por la intendencia a un costo de 22  millones de dólares. No han servido para evitar la ola delictiva.

Pero armarse no es la solución. El ciudadano no debería asumir el papel que le corresponde al Ministerio del Interior, en todo caso debe reclamarle con mayor énfasis  y presencia en las calles.

Con gente inexperta en el uso de armas las tragedias se multiplicarán.