La corrupción es el cáncer de la sociedad
La tendencia generalizada es ver la corrupción como un asunto unilateral. Por eso se cuestiona duramente a quién recibe un soborno, pero no se actúa de igual manera con quién lo paga. Aunque uno no existiría sin el otro.
En Uruguay el tema corrupción sólo sirve para descalificar adversarios en tiempos electorales, pero no hay conciencia social sobre el daño que ocasiona. Las coimas que se pagan salen generalmente de los sobreprecios o la mala calidad, por lo que no sólo se paga más por obras públicas sino que se resignan recursos que deberían ser empleados para resolver la situación de quienes menos tienen.
Al final, sólo los pobres son las víctimas de los corruptos.
Para enfrentar tan grave problema no sólo se necesitan leyes, sobre todo es necesaria la voluntad política para generar cambios entre quienes deben juzgar con independencia de poderes.
Si queremos curar este cáncer, que está destruyendo países enteros, hay que generar la convicción necesaria para enfrentar un problema de vida o muerte.
Porque, además, hay formas de corrupción que han pasado a ser parte de la "cultura popular" y por lo tanto no tienen censura social.
Veamos algunos ejemplos.