Sin remedio
La verdad es que, aunque pida consejo médico, José Mujica no tiene remedio. Inventó un personaje y se lo creyó. Y ya no sabemos quién gobernó: si él o el personaje.
En esta suerte de filósofo de la posmodernidad en que se convirtió, se permite sostener asuntos que terminan siendo agraviantes.
Mujica intenta dar lecciones en todo el mundo. Pero nada de lo que prometió durante su presidencia se concretó: Ni la educación, ni AFE, ni el puerto de aguas profundas, ni la regasificadora.
Cerró Pluna y logró que quienes cumplieron sus órdenes fueran procesados. Fue quien impulsó a Raúl Sendic y ese impulso nos ha costado hasta ahora 900 millones de dólares. Y otro procesado.
Despreció todo lo que fuera cultura: a los maestros, a lo bachilleres, a los académicos, a todo aquél que elaborara pensamiento crítico.
Como buen caudillo generó un entorno que se conduce con cierto fanatismo. Y todo el que cuestiona a Mujica es un facho, un enemigo.
Hizo campaña contra el poder mediático, pero le adjudicó sin más trámite canales digitales a las empresas que cuestionó. Y fue una fuente de privilegio de la publicación más denostada por la izquierda.
Un tipo disfrazado de pato era parte de la comitiva presidencial y se toleró que hiciera negocios para sí. Ahora que ya se sabe que es un estafador fugado, nadie lo encuentra.
Defendió a una empresa formada por sus compañeros que se convirtió en la principal intermediaria de los negocios con Venezuela.
Defendió a los militares torturadores diciendo que no quería "viejos presos", que la justicia "hedía" a venganza, pero jamás dijo una palabra sobre una enorme cantidad de militares que se jugaron la vida, estuvieron presos o fueron destituídos por defender a la democracia
Nada dijo sobre 500 trabajadores que fueron expoliados por empresarios que tenían sólidos vínculos con él. Una empresa debía ser controlada por un integrante del MPP, pero cuya esposa trabajaba para los controlados.
Por primera vez en la historia un presidente decide perdonar una enorme deuda fiscal. Y peor, aceptó que esos deudores le corrieran a un ministro.
Nunca se le escuchó hablar en colectivo de su gobierno ."yo hice, yo quise, yo no pude" .Jamás mencionó al Frente Amplio, la fuerza que lo llevó al gobierno, salvo ahora cuando necesita los votos.
Es altamente probable que en el marco de la gestión de un gobierno, muchas veces se tengan que hacer cosas a contrapelo del pensamiento. Porque en política y en democracia, siempre se debe negociar.
Pero a lo que no tiene derecho Mujica es a despreciar a todo aquel que no actúe o piense como él. Su expresión "me tuve que bancar a estos 5 locos de Guantánamo" no sólo no está en consonancia con lo que ha sido un pensamiento y una política sobre DD.HH., termina siendo patética por la ausencia de respeto por la vida de otros.
Finalmente todos los críticos fuimos unos nabos, unos chorizos, no nos gusta laburar o somos unos locos.
Ese pensamiento mujiquista ha derramado sobre parte de la sociedad.
Creció una forma de pensamiento hemipléjico que condiciona el quehacer colectivo. Y Mujica es uno de sus principales exponentes.