Iglesias evangélicas advierten que se está violando la laicidad
Los Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay envió una carta al presidente Tabaré Vázquez oponiéndose a la instalación del monumento a Juan Pablo II en Tres Cruces. La "separación" que creó "un Estado laico no se está respetando", dijo el reverendo metodista Óscar Bolioli. Criticó que hasta ahora el diálogo del gobierno "ha sido con un sector religioso" y hubo "una ignorancia total hacia los otros".
(Emitido a las 08.45)
EMILIANO COTELO:
La carta está fechada el 25 de abril de 2005 y lleva la firma de la Confraternidad de Iglesias Evangélicas Menonitas, la Congregación Evangélica Alemana de Montevideo, el Ejército de Salvación, la Iglesia Evangélica Luterana Unida, la Iglesia Evangélica Valdense en el Río de la Plata, la Iglesia Metodista en el Uruguay, la Iglesia Pentecostal Naciente y la Primera Iglesia Evangélica Armenia.
La carta dice:
"Sr. Presidente de la República
Dr. Tabaré Vázquez
Sr. Presidente:
Las iglesias integrantes de la Federación de Iglesias Evangélicas del Uruguay, queremos expresarle nuestra profunda perplejidad y disconformidad respecto a la manera en que vuestra Administración, democráticamente elegida, se conduce en asuntos que tienen que ver con la relación entre el Estado y las Iglesias. Lejos está de nosotros crear dificultades a su Gobierno, pero creemos que la crítica honesta y el expresar nuestro pensamiento es una forma de enriquecer el diálogo y colaborar en la construcción de una sociedad más justa y plena.
Nos permitimos dirigirnos con todo respeto a su persona e investidura, para transmitirle lo que pensamos y sentimos, basándonos en una compartida responsabilidad en la construcción de las identidades de un país, cuya diversidad cultural y religiosa es considerada como uno de los valores patrimoniales más preciados por uruguayos y uruguayas. Al punto que la separación entre el Estado y la Iglesia Católico-Romana a principios del siglo veinte, sigue siendo una de las insignias más sobresalientes que en ese aspecto le ha dado a nuestro país prestigio y reconocimiento internacional.
Por eso no dudamos en expresarle hoy, en una sociedad mucho más diversificada en sus expresiones culturales y religiosas que aquella de comienzos del siglo veinte, que vemos, con inmensa tristeza y preocupación, cómo frente al fallecimiento del Papa Juan Pablo II, la separación entre la esfera civil y la religiosa ha sido desplazada, por la vía de los hechos, hacia un modelo de Estado confesional.
Es evidente que de parte de la prensa ha habido un manejo monopólico de los hechos, que lamentablemente es una constante cuando se habla de cuestiones religiosas en el Uruguay. En lo mediático esto distorsiona la realidad confundiendo a las personas. De los hechos acaecidos en esta atmósfera, queremos puntualizar dos.
La misa organizada por la Embajada del Uruguay ante la Santa Sede en la Iglesia Dei XII Santi Apostoli en Roma. Una embajada es una extensión del territorio nacional y representación del Estado, por lo cual, no podemos menos que ver dicho acontecimiento como una falta de respeto a la ciudadanía uruguaya y más aún si hubiere sido la propia Embajada quien tomó la iniciativa de esta celebración de una actividad religiosa particular.
El segundo hecho es el traslado de la estatua de Juan Pablo II, propiedad de la Iglesia Católica, de un predio privado a un lugar público. Estamos en un Estado laico, desde el cual no podemos menos que plantear nuestra disconformidad a este hecho, considerándolo una violación al espíritu de respeto en el marco de la laicidad que queremos vivir todos los uruguayos y uruguayas. Los símbolos religiosos, fuera de los predios propios de sus respectivas iglesias o instituciones y colocados en lugares públicos, atentan contra la libertad de conciencia y la laicidad del Estado, minando sutil pero profundamente la convivencia social. Por otra parte, la Cruz es representativa de todo el cristianismo, así que, al colocar junto a ella la estatua de un Papa, reduce su simbología a una parte de la cristiandad, lo cual consideramos una seria modificación de su valor representativo.
Con todo respeto Sr. Presidente Vázquez, debe comprenderse que vivimos en un país que cuenta también con otras iglesias, credos y del invalorable aporte del libre pensamiento y la libre expresión y que, acciones como las mencionadas. aparecen confundiendo la esfera civil y religiosa, privilegiando un modelo de estado confesional.
Sobre este punto, recordamos que en 1934, un grupo de teólogos europeos elaboraron un documento denominado la "Confesión de Barmen", que fue clave para las Iglesias de la Europa de entonces y lo sigue siendo para las Iglesias en este momento, donde se llama la atención a dos peligros: uno, que el Estado transgrediendo su tarea particular, llegue a ser la organización única y total de la vida humana. El otro, que la Iglesia transgrediendo su tarea particular, se apropie del carácter estatal de tal forma que llegue a ser un órgano del Estado.
Sr. Presidente, Ud. ha reiterado el dialogo como instrumento fundamental de su administración. En lo que respecta a la Iglesia, esperamos que el mismo no se limite con un sector particular sino con otros sectores representativos de la misma.
Sin otro particular y confiando en el éxito de su gestión, le saludan atentamente,
Rev. Armin Ihle
Vicepresidente
Rev. Oscar Bolioli
Presidente
Confraternidad de Iglesias Evangélicas Menonitas
Congregación Evangélica Alemana de Montevideo (IERP)
Ejército de Salvación
Iglesia Evangélica Luterana Unida
Iglesia Evangélica Valdense en el Río de la Plata
Iglesia Metodista en el Uruguay
Iglesia Pentecostal Naciente
Primera Iglesia Evangélica Armenia
Uno de los firmantes de la carta es el reverendo Óscar Boglioli, presidente de la Iglesia Metodista".
***
Reverendo Bolioli, en esta carta ustedes toman dos elementos centrales para hacer esta advertencia: uno, la misa que se ofició en la embajada uruguaya en el Vaticano en ocasión de los homenajes a Juan Pablo II luego de su fallecimiento, y dos, esto que está ocurriendo hoy, el visto bueno del Poder Ejecutivo para el traslado de la estatua de Juan Pablo II a efectos de conformar un monumento bajo la cruz, en Tres Cruces.
ÓSCAR BOLIOLI:
Correcto.
EC - ¿Por qué?
OB - Porque nos parece que son dos elementos dentro de una serie de situaciones que se dan a principios de abril, que son muy claras en lo que entendemos una no aceptación o una no conformación de lo que ha sido una regulación en nuestro país desde principios del siglo pasado: la separación entre Iglesia y Estado.
No creemos que una embajada, que es extensión del territorio nacional y por lo tanto está bajo sus propias leyes, tenga mandato de hacer celebraciones religiosas particulares. Creemos que eso no es un rol del Estado, es un rol de las iglesias. El Estado (no debería) ponerse a hacer celebraciones religiosas determinadas.
Segundo, en el tema del monumento a Juan Pablo II, nos parece que hay dos cosas. Una, ni siquiera a pocos días del fallecimiento del Papa se decide trasladar un monumento que es propiedad de la Iglesia Católica a un lugar público; no se habían hecho todavía un análisis y un juicio de la personalidad de Juan Pablo II cuando ya estábamos poniendo honores y en forma muy visible.
EC - En ese mismo lugar ya existía la cruz. ¿Cuál es la diferencia?
OB - La cruz es un símbolo para los protestantes así como para los católicos, y creemos que no se debe identificar. La Reforma ha sido muy clara en que la cruz que nosotros tenemos es la cruz vacía, porque creemos en la resurrección, no hacemos tanto énfasis en la crucifixión. El hecho de poner la cruz junto al papa pareciera que quiere hacer la identificación de que la cruz es solamente católica.
EC - Mientras estuvo la cruz sola, la cruz despojada, ¿no podían entender otros sectores de la sociedad que se estaba haciendo un monumento al cristianismo, por ejemplo, y por lo tanto se había autorizado o se había transgredido también la frontera en la relación tradicional en Uruguay entre el Estado y las religiones?
OB - Usted recuerda que hubo mucha polémica cuando la colocación de esa cruz. Yo soy partícipe de que ni siquiera la cruz se coloque en un lugar público, creo que cada religión tiene su ámbito para expresarse y la simbología tiene que tener respeto a todas las personas. Hay una variedad de opiniones en nuestro país, hay personas que no creen. Y creo que ese respeto nos permite una convivencia como la que estamos tan orgullosos en nuestro país de tener. Se puso la cruz, pero ahora se agrega una estatua que identifica a la cruz con un sector. La estatua está muy bien donde está colocada, es muy visible, todo el que pasa por Tres Cruces la ve.
EC - Usted dice que perfectamente podía haber quedado en la parroquia.
OB - Perfectamente. Y creo que la Iglesia Católica tiene todo el derecho de venerar a sus personalidades, pero dentro de su ámbito. Cuando cruzamos ese ámbito es el problema.
EC - Entonces, a partir de este diagnóstico que ustedes hacen, de esta constatación o estas constataciones, ¿qué pretenden sugerirle al presidente de la República?
OB - Lo que hemos querido sugerir es que aquí estamos hablando no de hechos sino de principios. Y creemos que un principio que ha sido muy caro a la sociedad uruguaya es la separación de Iglesia y Estado, y esa separación creando un Estado laico en este momento no se está respetando.
EC - ¿Van a solicitar algún tipo de audiencia con el presidente para hablar de estas cosas?
OB - Creemos que este era el primer punto, poner nuestra posición en claro. Segundo, tendremos que ver qué reacción tiene la Presidencia. Y posiblemente, si no hay reacción, intentemos tener un diálogo, buscar el diálogo. Si no, lo que tendremos que hacer, como hemos hecho en muchas ocasiones donde una mayoría religiosa se impone sobre los pensamientos de minorías, es decir mantener nuestras posturas. A mí me ha llamado mucho la atención la unanimidad de los votos en este momento en cosas que han sido muy polémicas.
EC - ¿Usted alude a la unanimidad que se dio en la Junta Departamental de Montevideo cuando se votó está autorización?
OB - Correcto. Me llama la atención una cosa muy apresurada, estas unanimidades. Creo que si se hiciera un consenso en una sociedad como la nuestra, tan pluralista, no sé si hubiera habido esa unanimidad. Pero aquí hay una propuesta, se ha votado, yo respeto mucho la ley; lo que no quiere decir que como iglesia estemos satisfechos con una situación en la que hasta ahora el diálogo ha sido con un sector religioso y una ignorancia total hacia otros sectores religiosos.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe