Carlos Ramela desató la polémica dentro de los partidos tradicionales al plantear que deberían buscar una estructura común.

"El país necesita que blancos y colorados pensemos juntos"

Carlos Ramela desató la polémica dentro de los partidos tradicionales al plantear que deberían buscar una estructura común. Para él, los votantes blancos y colorados ya están pensando así. "Hay un nuevo bipartidismo", describió. "Por un lado el Encuentro Progresista que obviamente fue una estrategia del doctor Vázquez y por otro están los partidos fundacionales", agregó.

(Emitido a las 9.10)

EMILIANO COTELO:
¿El Partido Colorado (PC) y el Partido Nacional (PN) necesitan repensar su futuro?

Los resultados de las últimas elecciones señalan –por lo menos– la necesidad de revisar la forma en la que han venido trabajando hasta ahora. ¿Pero se puede pensar en los dos partidos trabajando juntos, bajo un mismo esquema institucional, en una especie de "frente" común? ¿En qué medida la historia conspira contra un modelo de este tipo?

Vamos a hablar de eso porque la idea de crear un frente de los partidos tradicionales fue lanzada el viernes pasado por el doctor Carlos Ramela, asesor del ex presidente Jorge Batlle, desde una columna en el diario El Observador. En principio las reacciones fueron variadas en los diferentes sectores, pero lo cierto es que el tema quedó arriba de la mesa.

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Doctor Ramela, usted dice, entre otras cosas, que "ha llegado la hora de que los partidos fundacionales, sin perder su esencia y su propia individualidad, busquen la manera, objetiva e institucional, de actuar juntos en la vida política nacional". Y agrega: deben "buscar alianzas permanentes y formales que les otorguen unidad de gestión y representación".

Para que se termine de entender, especialmente quienes no leyeron el artículo, ¿puede ir a la síntesis de qué es lo que está buscando con este planteo?

CARLOS RAMELA:
Sin entrar en mecanismos formales o detalles que obviamente requieren un análisis más exhaustivo y que además pueden dar lugar a distintas hipótesis, lo que digo es algo que ha pasado y pasa en otras partes del mundo con partidos con tanta tradición e historia como el PC y el PN, que es que llegó el momento de buscar alguna forma institucional común, como usted decía, eventualmente un frente, una alianza, algún tipo de manera de actuar juntos, pero no sólo de cara a las elecciones sino en forma permanente.

EC - Usted dice "llegó la hora". ¿Por qué?

CR - Hay dos elementos que definen que llegó la hora. El primero –lo señalé hace ya muchos meses o años– es el mal funcionamiento que he percibido de la coalición de gobierno que respaldó al presidente Batlle, y por ende de los efectos del único balotaje presidencial que conoce la historia de este país. El hecho de que la unión entre colorados y blancos se hiciera en 10 o 15 días sobre la base de comparecer circunstancialmente juntos a una elección para elegir un presidente pero después que ese presidente siguiera siendo el presidente de un sector del PC y que no hubiese detrás una unidad orgánica, institucional, me pareció que demostró en ese momento que el sistema tal como se creó, que tuvo la virtud de llevar a la Presidencia al ciudadano más votado, adolece de fallas. Evidentemente con el balotaje le dimos una solución a un problema, pero no creamos un mecanismo que le otorgue a ese ciudadano la capacidad de gobernar que debe tener porque no hay ninguna articulación formal, organizativa, que respalde esa coalición.

EC - Usted mencionaba un hecho que avala su impresión de que llegó la hora de que los partidos tradicionales trabajen juntos. ¿Cuál es el otro?

CR - El segundo hecho y más determinante es que hace tiempo ya, no en esta sola elección municipal del domingo anterior sino hace mucho tiempo, se viene poniendo de manifiesto en el país que hay claramente dos bloques. El país, en un 50 por ciento, 48, 52, 47, está dividido en dos grandes corrientes que representan dos formas distintas de ver a Uruguay y su futuro. Claramente, más allá del origen histórico de los partidos, su esencia partidaria, que por supuesto que respeto, valoro y creo que hay que preservar, no cabe duda de que por un lado está lo que se ha aglutinado dentro del Encuentro Progresista (EP), que en definitiva es una suma de partidos, y por otro lado los blancos y los colorados.

Esa realidad es tan cierta que si uno analiza la forma como vota la gente, se va a dar cuenta de que dentro de ese segundo bloque los votos hace tiempo que se están prestando para un lado y para otro, que el ciudadano ya no se siente encasillado simplemente en el origen partidario, más allá de que lo respeta y lo valora. La prueba está en esta elección municipal, pero ocurrió en otras anteriores, hubo votos que cambiaron de una mano hacia la otra en forma automática y radical. El éxito de la votación de Pedro Bordaberry lo confirma. Aquellos departamentos donde el PC prácticamente desapareció, ponen de manifiesto que la gente anticipó un balotaje, votó colorados y blancos juntos en la instancia del 8 de mayo porque no había otra posterior y porque sienten que están identificados frente a otra alternativa de país.

Yo creo que esa realidad, que en definitiva es una realidad que rompe los ojos y está sobre la mesa, no se puede desconocer porque en definitiva hay un nuevo bipartidismo, hay por un lado el Encuentro con todos esos partidos que se aglutinaron en una especie de cooperativa de votos en lo que obviamente fue una estrategia del doctor Vázquez para llegar al poder, y por otro están los partidos tradicionales o fundacionales más algún otro partido más.

EC - Desde el punto de vista formal, volviendo a algo que usted ya mencionó al pasar, usted estaría pensando en la creación de una especie de frente de los partidos fundacionales o tradicionales, algo similar a lo que hizo en su momento el Frente Amplio que cuando se creó no implicó la muerte de sus miembros, como el Partido Comunista o el Partido Socialista.

CR - Por supuesto; hay ejemplos también a nivel regional, en Chile funciona algo parecido. Los partidos se pueden unir dentro de determinadas formas de funcionamiento institucional y permanente, no circunstancial y de cara a una segunda vuelta para ver cómo acomodo el cuerpo, sino en forma real, concreta y coordinada, y no tienen por qué perder su individualidad. El Partido Socialista sigue siendo el Partido Socialista y tiene sus autoridades, el Partido Comunista sigue siendo el Partido Comunista y tiene sus autoridades, el Partido por la Victoria del Pueblo sigue siendo un partido independiente. Nada impide que los partidos Colorado y Blanco, reitero, respetando su esencia, su historia, su individualidad, su propia estructura interna, definan, en vez de en esa primera vuelta para después alinearse en un balotaje, una forma de relacionamiento. Porque justamente, el balotaje es un mecanismo algo egoísta, un mecanismo meramente electoral, un mecanismo para ganar o definir una elección. Tiene legitimidad por cierto y le otorga la presidencia al candidato más votado, pero no tiene otro contenido, se agota ahí.

Yo estoy hablando de que en esta situación de país que estamos viviendo, incluso no para las elecciones ni para ser gobierno, para ser oposición durante cinco años ahora, debería existir otra coordinación, otra forma de funcionamiento, otra forma de estructurar las posiciones de ese bloque de país que se siente identificado desde el punto de vista ideológico.

EC - Vayamos a algunas de las objeciones que su idea ha merecido. Usted –lo recordaba recién– basa buena parte de su tesis en la constatación de que actualmente existen en nuestro sistema político dos grandes bloques que representan dos modelos de país francamente diferentes. ¿Pero efectivamente el tablero político uruguayo está dividido de esa manera? Episodios como la elección del 31 de octubre, ¿confirman ese análisis suyo? Se lo pregunto porque alguien podría decir que dentro del PN la opción más votada, la del doctor Larrañaga, no tiene una propuesta necesariamente de derecha y que su modelo de país quizás esté más cerca del EP que el de la lista 15 o el del Herrerismo. Y lo mismo se podría plantear respecto de coincidencias que existen entre el Foro Batllista y la izquierda en cuanto al modelo de país. Recordemos, por ejemplo, el plebiscito sobre la ley de empresas públicas del año 1992, que mostró al Foro junto con el Frente votando por la derogación. ¿Entonces el país está tan claramente dividido desde el punto de vista político como usted lo marca?

CR - En términos generales sí, siempre surgirán zonas más relativas o más en el límite. Pero justamente, la articulación clara y precisa de dos bloques permitirá que la gente emigre de uno a otro si no se siente representada.

EC - Ah, usted admite la posibilidad de que en el caso de ir por el camino que propone el PC tenga sus escisiones que marchen hacia el Frente y el PN también tenga fugas que marchen hacia la izquierda.

CR – Quizás sí corresponde eventualmente; capaz que también el EP tenga sus fugas de personas que vengan hacia los partidos tradicionales. Por ejemplo la misma "contradicción" que puede existir entre Larrañaga y Jorge Batlle, entre Larrañaga y el mismo Lacalle, existe sin duda entre Astori y Sendic o Astori y Mujica o Astori y Cores o Astori y Marina Arismendi. Esto no es nuevo en el país, recuerde la ley de lemas que permitía que votaran juntos Aguerrondo y Carlos Julio Pereyra, Pacheco Areco y una línea más de izquierda. El país en aras de mantener esa identidad partidaria ya ha visto situaciones donde, como decíamos muy bien cuando defendíamos la reforma de candidato único por partido y balotaje, uno vota a Juan y termina votando a Pedro. O sea que los partidos vayan adquiriendo mayor coherencia, mayor unidad, mayor identidad ideológica es bueno y saludable.

EC - Se lo preguntaba porque puede ocurrir que en ese intento de conformar un frente de los partidos tradicionales ese frente termine siendo menos del 50 por ciento, bastante menos del 50 por ciento, si es que se producen esas escisiones de las que hablábamos recién.

CR - No creo que sea así, no lo demuestra la historia de esta elección municipal, en definitiva si mal no recuerdo las encuestas que había en su momento si hubiese un balotaje, los votantes de Larrañaga no derivaban tanto para el EP. Pero si así es, que sea así, porque no podemos creer que el ombligo del mundo son las elecciones y ganar las elecciones, la realidad es que tenemos que tener partidos con ciertas identidades, con ciertas similitudes, con ciertas coincidencias, que trabajen juntos orgánica, institucionalmente, no que se sienten frente a un balotaje a plantear un reparto de cargos y ver cómo se juntan circunstancialmente por algunos meses y después empiezan las diferencias. Lo que el país necesita frente a un bloque que se ha podido mantener unificado a pesar de sus diferencias y que tiene el 50,5 en la elección de octubre o el 47,8 según la de mayo, otro bloque enfrente que no reniegue de Saravia, de José Batlle y Ordóñez, de Herrera, por supuesto que no, que mantenga su individualidad y su esencia, pero que actúe coordinadamente, con una forma institucional común, que pueda tener un funcionamiento orgánico común.

EC - En la tertulia de ayer estuvimos comentando esta propuesta suya, y uno de los integrantes de la mesa, Juan Miguel Petit, dejaba entrever su oposición a la idea, especulaba además con el papel que en este tipo de iniciativas pueden estar jugando los líderes históricos de su partido, como el propio doctor Jorge Batlle.

(Audio)

"JUAN MIGUEL PETIT:
Yo veo mal, primero que no sé, pero Ramela surgió también como un dirigente de una nueva generación y al final muchas veces quedó muy pegado a las propuestas y eran globos sonda que tiraba el presidente Batlle. Eso ha sido parte de los problemas que tiene el PC en este momento, es que sus líderes históricos, Batlle y Sanguinetti, siguen con la nave en el fondo del río, intentando pilotearla desde allí y arrastrando a toda una nueva generación de otros dirigentes. Creo que esto es como querer plantearse, después de haber perdido dos partidos de fútbol, ‘si hacemos el arco más grande o más chico capaz que mejoramos, si cambiamos esta regla’. Lo que hay que hacer es jugar mejor al fútbol, no cambiar las reglas."

(Fin.)

EC - Había dos grandes asuntos allí. Por ejemplo, ¿el doctor Jorge está detrás de esta iniciativa?

CR - Le contesto los dos porque los dos son tristemente equivocados. Y tengo mucho respeto y afinidad por Petit, lo conocí cuando el trabajo de la Comisión para la Paz, colaboró con nosotros, es una muy buena persona, pero lo primero es... yo con el doctor Batlle no hablo desde hace un mes, un mes y medio. Pero además Carlos Ramela existe, no es un riñón del doctor Jorge Batlle. Parece que el amigo Petit me mutila la posibilidad de opinar o de hablar por el hecho de que fui asesor del presidente Batlle. Él olvida seguramente que yo durante tres años escribí columnas y tuve posiciones públicas muy críticas hacia el PC y hacia el gobierno. Me dejó de saludar buena parte de la dirigencia de la lista 15 por las advertencias y las cosas que dije. Es como si yo dijera que como Petit surgió a la vida en forma indirecta o directa de la mano del doctor Julio María Sanguinetti, cada vez que habla él habla Sanguinetti.

Es feo, es triste que una persona joven en este país individualice los razonamientos en función del origen partidario, porque en este país todos aparecimos en la vida política de la mano de algún dirigente, pero que yo tengo capacidad de criterio propio, de opinión, que he sido crítico y he estado enfrentado al doctor Batlle con varios planteos es algo que en este país es público, que lo ha reconocido la gente.

EC - Una idea como esta, ¿se discute dentro del PC?

CR - Eso forma parte de otro error, porque él habla de la dirigencia y yo no integro ninguna dirigencia, no soy convencional, no soy diputado, no soy senador, no participé en las listas de la municipal, no formo parte del Comité Ejecutivo, no estoy en ningún lado, nunca lo estuve.

EC - Llevémoslo entonces a una pregunta más concreta: ¿sólo usted sale con esto? ¿No lo conversó con nadie antes de largarlo?

CR - Lo conversé con cuatro, cinco, seis amigos con los que me crucé, me preguntaron sobre qué iba a escribir este viernes y les dije "tengo ganas de escribir de esto, es un tema que hace tiempo vengo dando vueltas y postergando para que no se considere que es un planteo que afecta el clima electoral o la posición de los partidos frente a estas elecciones". Pero no lo consulté ni lo hablé hasta el día de hoy con el doctor Batlle ni con algunos otros dirigentes de la lista 15, porque, reitero, si alguien sigue mi trayectoria en estos cuatro o cinco años, como dice Petit, "surgí a la vida política de la mano del doctor Batlle", siempre tuve mi posición propia, siempre muy crítica, tan crítica que buena parte del sistema político no me saluda. Entonces no veo cómo Petit puede caer en el infantilismo de creer que yo hablo por boca de Jorge Batlle.

EC - Lo otro que decía Petit: "El problema del PC no es cambiar las reglas del fútbol sino jugar mejor al fútbol".

CR - Es otro error, porque Petit, como todos los que solamente tienen entre ceja y ceja ganar las elecciones, identifica mi propuesta con un planteo meramente electoral. Si él lee bien la columna, yo digo que no es un planteo meramente electoral, yo busco que dos partidos que piensan lo mismo, que tienen muchas similitudes más allá de las diferencias respetables y reconocibles que existen, terminen de estar jugando a vivir separados, se junten realmente y busquen los entendimientos que necesita el país, porque ahí está en el fondo, el final del problema. Esa mezquindad política de vivir pensando en figuras o referencias de hace 100 años hace que los partidos tradicionales no encaren juntos los desafíos que requiere el futuro del país.

Yo soy un convencido de que durante el gobierno del doctor Batlle –y le aviso a Petit que esto no me lo dijo Batlle, lo pienso yo– se perdió una posibilidad histórica de transformar al país, y se perdió en buena medida porque lamentablemente los partidos tradicionales no supieron actuar juntos, tuvieron una actuación referida casi exclusivamente a temas puntuales. Hoy el gran elogio es que votaron juntos cuatro o cinco leyes fundamentales en momentos en que el país se estaba incendiando y se caía a pedazos, pero no hubo una coalición de gobierno que funcionara como tal, no hubo una unidad institucional que marcara el ritmo de la gente que piensa igual. Pero además, más allá de lo que piensen los dirigentes partidarios, de lo que piense Petit, de lo que piensa Ramela, la gente con su voto, cuando votó en Montevideo un 35 por ciento a los blancos y ahora un 8, un 10 y votó a Bordaberry; en San José, en otros departamentos donde hay partidos que desaparecen, ¿qué está diciendo? Está diciendo que frente a la opción del otro bloque voto al que veo mejor posicionado de mi bloque. La gente como siempre está marcando el rumbo de la identificación que quiere encontrar.

EC - Le hago escuchar otro comentario de la tertulia de ayer, esta vez de un analista de izquierda, Marcelo Pereira, que planteaba las dificultades que puede llegar a enfrentar una iniciativa como la suya a la hora de generar una identidad común entre los dos partidos, especialmente si el elemento aglutinador es la oposición al Frente.

(Audio)

"MARCELO PEREIRA:
Si la apuesta de ellos es construir una sola identidad, que no se construye de un día para otro, la identidad política que armó el Frente Amplio le llevó un buen período histórico, dictadura incluida. Pero elegir construir identidad simplemente por el común denominador de estar en contra de la coalición de izquierda me parece que deja muchas cosas por el camino, que seguramente alguien se las va a apropiar, porque en política los significados no quedan nunca en banda, alguien se los apropia si la gente no los cuida, ya les pasó esto. Entonces el común denominador programático que podrían encontrar los elencos bastante variados del PN y el PC hoy deja afuera más cosas aun de las que ya han dejado por el camino, y corren el riesgo de que esas cosas también se las apropie la izquierda."

(Fin.)

EC - ¿Qué dice usted?

CR - Entiendo las dificultades que puede tener una propuesta de esta naturaleza, pero creo que primero eso de que el Frente creó su identidad en 30 años, dictadura inclusive, es cierto con respecto a un grupo. Pero Nin Novoa, Michelini que se fue, nunca más iba a volver y volvió, todos esos aglutinamientos posteriores son bastante más recientes, pero el tema de fondo es que no veo a la identificación como la oposición al Encuentro, la veo como una realidad política.

El país tiene que reconocer determinadas realidades políticas, hoy hay dos bloques, hay un sector que piensa de determinada manera, que mal o bien es la mitad del país, y hay otro sector que piensa de otra manera. No tenemos por qué juntarnos solamente en aras de oponernos al otro sector, tenemos unidad de criterios, pensamos un país relativamente parecido, tenemos coincidencias importantes. Por algo si uno estudia y analiza los grandes temas que han ocurrido en el país en los últimos 15 años, colorados y blancos han votado en general juntos. Entonces no veo por qué, más allá de que reconozco que el razonamiento es válido y que el peligro puede estar sobre la mesa, tenemos que creer que esa unidad será simplemente a los efectos de oponerse a algo y no para generar una corriente de coincidencia que permita que esas coincidencias se planteen, se promuevan, se impulsen y se manejen con más fuerza en el país, que es el lado positivo de la propuesta.

EC - Desde el sistema político su propuesta recibió más bien rechazos en estas horas. Por ejemplo el diputado de la lista 15 Daniel García Pintos fue escéptico argumentando que los dos partidos tienen diferencias en la forma de manejar su superestructura; el diputado herrerista Luis Lacalle Pou dijo "es una payasada" y argumentó que en el futuro van a quedar dos grandes bloques que enfrentarán al nacionalismo por un lado y al neobatllismo por otro, y ubicó en el neobatllismo al EP y al Foro Batllista, recordando entre otras cosas la ley de empresas públicas de 1992; el diputado herrerista Pablo Abdala dijo que se trata de un planteo "trasnochado" y puso el énfasis en que el PN es distinto del PC más allá de que ambos tienen un origen que se ubica en la misma etapa histórica; el senador quincista Juan Justo Amaro consideró que es demasiado apresurado pensar en estrategias comunes entre los partidos tradicionales, ya que este es un momento de reflexión y análisis hacia la interna. "No debemos hacernos trampas al solitario, antes hay que hacer una autocrítica a fondo", opinó.

No le voy a pedir que usted responda a todos estos aspectos. Mi pregunta es: ¿recibió usted comentarios positivos desde el sector político, desde el PC o el PN?

CR - Le voy a decir una cosa: en casi todas las personas con que hablé antes –entre las cuales no estuvo el doctor Jorge Batlle–, que habrán sido 10 o 15, blancas y coloradas, encontré una recepción positiva. Es más, esta realidad es algo que algunos políticos hablan informalmente todos los días, lo que pasa es que en este país es más fácil decir verdades a medias, callarse y ser hipócrita que decir de frente las cosas que se sienten y se piensa. Yo respeto profundamente a la gente que esté en contra de esta postura, y respeto que algunas personas crean –como dice por ejemplo el senador Amaro, lo que me parece muy lógico– que primero hay que hacer una profunda autocrítica, por cierto que hay que hacerla, yo no estoy planteando esto como una única agenda y único punto de la claridad política nacional. Las últimas elecciones, pero no las últimas, un proceso que lleva ya 15 o 20 años está demostrando que hay cosas que tienen que replantearse, que tienen que analizarse y que hay verdades que tienen que decirse, que son muy duras. Por eso recibo todas las críticas bien, yo soy un liberal, entiendo que en materia de ideas y conceptos soy tolerante y flexible; no así en materia de principios y valores. Me causan un poquito de sorpresa algunos calificativos de payasada, de trasnochado, de frivolidad, como dijo ayer un ex presidente de la República.

EC - Allí usted se refiere al doctor Luis Alberto Lacalle.

CR - Luis Alberto Lacalle. De esa manera los políticos en general –porque estos son tres casos de políticos– están demostrando que siguen atados a una actitud y a una forma de encarar los temas que la ciudadanía no siente ni comparte, porque yo puedo estar de acuerdo o en contra, puedo disentir, se puede considerar que esta propuesta es un verdadero disparate, pero hablar de frivolidad, de payasada, parece algo que está un poco reñido con lo que deberían ser las normas civilizadas y correctas de hablar de propuestas y cosas.

EC - Pero justamente, algunas de esas objeciones venían a propósito de la oportunidad. ¿Es el momento? ¿Por qué es el momento? ¿No hay una señal equívoca o negativa que se puede estar dando al electorado? Entre otras cosas se lo pregunto porque el PC es el que está en la posición más débil para iniciar esta negociación, esta búsqueda de la conformación de un frente común con el PN. El PC está en el 8 por ciento, está reducido a su mínima expresión histórica. ¿Puede negociar desde ahí?

CR - Esa realidad les puede importar a quienes cuotifican el poder y las propuestas en función del interés partidario. Yo pienso en el país, no pienso en el PC ni en el PN, pienso en el país y pienso cómo puede haber casi una mayoría en muchos departamentos, casi una mayoría a nivel del país, porque estamos iguales, y sin embargo estamos separados y vemos cómo al país lo van a gobernar y manejar otros mientras nosotros seguimos haciendo referencia a cosas que pasaron hace 100 años.

EC - Mire qué curioso este mensaje que llega desde la audiencia. Jorge, de La Blanqueada, recuerda que el general Seregni había pronosticado que el sistema político uruguayo iría hacia dos bloques como los que usted ahora propone. Fue un discurso del año 1985, 1986, al comienzo del primer período del regreso a la democracia. Y termina diciendo: "Mi mensaje entonces es un homenaje al pensamiento de Seregni".

CR - Es muy probable, Seregni era un hombre muy lúcido y muy inteligente, pero además todos los politólogos y todos los dirigentes políticos están viendo esa realidad y la reconocen. La prueba está en que todos buscan la forma como jugar frente a las elecciones atrayendo los votos del otro partido, diciendo siempre que tenemos diferencias pero que hay muchas cosas que nos unen, que fuimos los partidos que hicimos la patria, que coincidimos en la defensa de la libertad y la democracia. Y resulta que toda esa realidad de discurso electoral después cuando tienen que hacer una unión más profunda, más firme, más eficaz para el país, provoca toda esa repulsión.

Usted me hizo una pregunta muy interesante, ¿por qué el momento? Justamente porque yo no especulo con los resultados electorales y creo que esto no hay que hacerlo dentro de tres años cuando las encuestas demuestren que si no hacemos algo seguimos perdiendo, hay que hacerlo ahora porque hay que hacerlo de cara a lo que el país precisa, sin estar especulando con el peso electoral de cada partido, si soy más o soy menos. Hay que buscar una forma de que haya un 50 por ciento del país que se sienta representado y expresado por un partido con fuerza, que haga valer sus opiniones, y no por dos partidos divididos que sean claramente minoría frente a un partido mayoritario. Me planteé mucho la oportunidad, pero si usted habla con determinados estrategas políticos, éstos que son tan fáciles para calificar, nunca llega la oportunidad, porque viven adentro de su chacrita y su interés personal, y sacan la calculadora y hacen la cuenta a ver si este momento es mejor que aquél para ellos, o si es mejor tener siete ediles que cuatro.

A mí no me importan los ediles ni los cálculos, me importa el país, y el país necesita que blancos y colorados pensemos juntos y analicemos juntos el futuro y actuemos, de la forma que nos sea más eficaz, pero no para ganar una elección como quieren los que se abrazan en un balotaje pero después dicen odiarse y no poder vivir juntos, sino siempre y en forma permanente.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe