El piloto del vuelo que se llevó Â"un proyecto de paísÂ"
Hace 32 años, Wilson Ferreira debía emigrar del país hacia un exilio desde el que fue uno de los protagonistas de la resistencia. Lo hizo en un avión piloteado por Jorge Henderson, protagonista anónimo que hoy recordó aquella odisea. Â"En ese vuelo se fue un proyecto de país (...) El Uruguay de Ferreira era un Uruguay de alta productividad y posibilidad de distribuir la riqueza (que) quedó rigurosamente bloqueadoÂ", afirmó.
(Emitido a las 9.10)
EMILIANO COTELO:
Un 29 de junio como hoy pero de 1973 llegaba al aeropuerto Don Torcuato, Argentina, una avioneta que había volado clandestinamente desde Uruguay. En su interior, acompañado de su esposa, Wilson Ferreira Aldunate daba comienzo a su exilio político. Un exilio que duraría 11 años, desde el cual el líder blanco sería un pilar fundamental de la resistencia a la dictadura.
Aquel aterrizaje ocurrió hace hoy 32 años, apenas dos días después del golpe de Estado.
Esta mañana, les proponemos reconstruir cómo fue aquella peripecia. Pero sobre todo nos interesa conocer al protagonista anónimo de esa salida, el hombre que se arriesgó personalmente para que Wilson pudiera llegar a Buenos Aires.
Se trata de quien piloteó aquel avión, Jorge Henderson, alguien que hasta ahora casi no ha hablado públicamente y que hoy será nuestro invitado.
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Henderson, usted tiene 65 años, toda su vida estuvo vinculado a la actividad agropecuaria. Hoy, concretamente, ¿a qué se dedica?
JORGE HENDERSON:
A la actividad agropecuaria, sigo en lo mismo; no estoy más en la industria.
EC - Ah, porque en los años sesenta y setenta fue además industrial frigorífico.
JH - Exacto, en 1968 mis hermanos y yo compramos un frigorífico, el Frigorífico Cruz del Sur, que después fue el que pagó los platos rotos de todo este viaje, porque en definitiva fue allí donde nos atacaron, como atacaban a todas las personas que estaban vinculadas a Ferreira para debilitarlas económicamente.
EC - Después vamos a hablar de las consecuencias de aquel vuelo. Ubiquémonos ahora en los años previos al golpe de Estado; usted ya había sido, antes del golpe, transportista de Wilson.
JH - Claro; yo era blanco, entonces Wilson Ferreira, después de hacer todo su proceso Âyo era muy joven en esa época en el Ministerio de Ganadería, adonde había traído la CIDE (Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico), que era un desprendimiento de la Alianza para el Progreso de John Fitzgerald Kennedy. Después cierto poder mató a los Kennedy y después cierto poder impidió que Wilson llegara a la Presidencia de la República en 1971, y después cierto poder hizo que Wilson Ferreira estuviera preso en las elecciones de la apertura a la democracia. Es una cosa que siempre me ha chocado muchísimo.
¿Cómo conocí a Wilson? Así, me parecía que era el hombre que interpretaba al Partido Nacional y le pedí a su amigo y cofundador de Por la Patria, Radiccioni, que me lo presentara, fuimos a almorzar juntos y le puse a su disposición mi persona, un piloto y mi avión para trasladarlo en el Uruguay de aquellos años, 1968, 1969.
EC - Era el avión del frigorífico.
JH - No, era mi avión.
EC - Era un Cesna 180.
JH - Correcto.
EC - Y usted era, en ese momento, piloto, pero piloto amateur.
JH - Sí, siempre fui piloto amateur, nunca fui profesional. Profesional era el piloto Pedro Barrios, que volaba para nosotros, volaba en ese avión también para nosotros en el frigorífico, porque era una empresa familiar, y volaba para Ferreira, hasta que al final. En el año 1973, antes del golpe, lo metieron preso y lo interrogaron intensamente para ver qué vinculación tenía Wilson con el general Seregni, es decir qué vinculación tenía Wilson con la sedición, una cosa bastante insólita de pensar hoy, pero así ocurrió en aquella época. Y creo que esto está dirigido a muchos muchachos que no conocen lo que es sentir la presión de la represión, del control, para que sepan que una vez ocurrió.
(...)
Eso fue antes de 1973, Barrios estuvo detenido en plena democracia. Recuerdo que el ministro era Ravena y que Ferreira lo llamaba poco menos que todos los días diciéndole Â"poneme a este hombre en libertadÂ", porque lo interrogaron, lo tuvieron preso cerca de Carrasco, no sé dónde. Lo interrogaron severamente básicamente sobre eso: qué vinculación tenía Ferreira con Seregni. Yo creo que Ferreira y Seregni fueron enemigos políticos y amigos personales.
EC - Sí, los dos hablaron de esa relación tan particular que tuvieron.
Entonces, usted tenía ese Cesna 180, pero el viaje que sacó a Wilson hacia Argentina se hizo en un Cesna 182, ¿no?. Un avión similar pero que no era suyo.
JH - No era mío, porque mi avión estaba en reparación, en una época del año esas avionetas siempre se para un tiempo para repararlas. Y yo no tenía avión, de manera que cuando me llamaron al campo donde estaba, en la ruta 26, me tuve que tomar Copay, después la ONDA, después llegué a Montevideo; por eso demoré, por eso Wilson durmió una noche en el barco del doctor Vidal, creo que lo llevó Ignacio de Posadas.
EC - Sí, la primera noche después del golpe Âel mismo lo contóÂ durmió en un barco en el puerto del Buceo.
JH - Exacto, un barco propiedad del doctor Ricardo Vidal Aradas. Y al otro día fue a una casa en Carrasco, de Rachetti, donde estuvieron y decidieron sacarlo para Punta del Este; intervino Lafite. Fueron los vehículos de Martinelli y lo llevaron a Punta del Este.
EC - En una primera instancia había manejado la idea de pernoctar en una casa en Laguna del Sauce, pero terminó en un chalet en la propia Punta, llamado Zapicán, que queda al lado de donde está hoy el restaurante El Viejo Marino. Esas fueron las primeras 48 horas de Wilson después del golpe, cuando las Fuerzas Armadas ya estaban detrás de él.
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(Audio)
"SUSANA SIENRA:
La noche del golpe, hubo una reunión en casa de un amigo íntimo aquí en Pocitos. Ignacio de Posadas lo sacó del Palacio y Juan Raúl (Ferreira) y (Enrique) Cadenas agarraron el auto nuestro para despistar a la policía. Ellos fueron detenidos, pero Ignacio de Posadas nos trajo a casa de un amigo donde había una reunión para ver qué se hacía con Wilson. Y entonces, uno que no era de nuestro Partido, era un socialista divino - no recuerdo el nombre, la verdad - muy generosamente nos ofreció su lancha para que pasáramos la noche allí, en el buceo. Pasamos la noche en el buceo sin saber lo que había pasado, completamente aislados del mundo - no teníamos radio ni nada - y después de allí nos sacaron unos amigos. Recuerdo que le pusieron un gorro tejido para que quedara bien desconocido y lo llevaron a Carrasco. Allí se decidió que había que llevarlo a Punta del Este, que era lo mejor. Fuimos en tres autos a Punta del Este. El primero tenía que hacer señas con faroles si lo detenían. En el segundo iba yo con un sobrino y en el otro iba Wilson con un amigo. Llegamos a Punta del Este a casa de un amigo, pero enseguida se supo. Punta del Este era un pueblito en aquella época. Al otro día fue otro amigo que sabía, y golpeó, y una señora de enfrente que no lo conocía dijo: "Allí no hay nadie. ¿Usted no sabe que esa casa está vacía? ¡Váyase enseguida!". Entonces cuando este amigo entró dijo: "Miren, ya sabe que está acá, evidentemente". Entonces de ahí fuimos a la Laguna del Diario, cerca de Maldonado, a la casa de un amigo también. Y de ahí al aeropuerto donde esta esperando Henderson con un avión. Muy corajudo Henderson se ofreció a sacarlo, salió del aeropuerto que estaba lleno de militares. Hizo una maniobra como si tuviera que parar por algo, abrió la portezuela y nos metimos en el avión".
(Fin del audio)
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JH - Pero yo me encontré con Wilson en la Laguna, en la casa del arquitecto Sienra, hermano de Susana, la esposa de Ferreira.
EC - Y ahí se planificó la salida. Wilson en una entrevista que concedió a la revista Guambia en el año 1985 contó por qué llegó a la conclusión de que tenía que irse. En las primeras horas después del golpe Â"hicimos cuatro o cinco reuniones intentando organizar la vida de mi partido desde la clandestinidad. Pero era un disparate, porque un partido político democrático está concebido para actuar en la publicidad (...) No hay nada más incompatible... Al poco rato ya me di cuenta que aquello era absolutamente imposible. En mi vida política he cometido muchos errores, y tengo algunos aciertos. Pero creo que, donde no me equivoqué, fue en darme cuenta que el campo de lucha en aquello que se iniciaba estaba en la primera etapa, evidentemente, en el exterior, por lo menos para quienes teníamos responsabilidad política de direcciónÂ". Esa era la situación entre el 28 y el 29 de junio de 1973.
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EC - Usted contaba que el grupo que estaba con Ferreira Aldunate en esos primeros días posteriores al golpe lo convoca se habían traslado hacia Laguna del Sauce, Punta del Este, y lo llaman a usted. Evidentemente estaba la idea de que había que salir y hacerlo en avión.
JH - Sí, tenían muy claro eso.
EC - ¿Y usted por qué se animó? ¿Por qué resolvió darle aquella mano a Wilson? Usted estaba ayudando a fugarse a un líder político enfrentado a la dictadura, al que ya se trataba de arrestar. Era un viaje muy riesgoso en sí mismo, porque además a usted podía traerle y efectivamente le trajo, consecuencias personales grave. ¿Por qué dijo que sí?
JH - Lo primero que entendí fue que al piloto que trabajaba con nosotros, que también era del partido, era wilsonista, yo no le podía encargar que lo llevara a Ferreira. Era un riesgo que tenía que correr yo a título personal, hacerlo o no hacerlo, y resolví hacerlo. Usted acaba de decir que Ferreira era un prófugo, y yo creo que no, que prófugos eran los otros que escapaban de la libertad, de la democracia, de la moral y de la ética, y que hasta el día de hoy lo están discutiendo. Los otros eran los prófugos, los que golpeaban de la derecha y de la izquierda, que eran los que nos golpeaban a Ferreira. A Ferreira lo golpeaban muy duramente el pachecato, como le decíamos en aquel tiempo Âdisculpen los señores pachequistas, a quienes tengo mucho respetoÂ, y la izquierda tupamara y la no tupamara, esa gente golpeaba muy duramente a Ferreira. Era muy difícil estar en el centro de la cosa. Y siempre nos fue a nosotros, y en particular a los blancos, esa posición de centro muy difícil de mantener. ¿Por qué saqué a Ferreira? Lo saqué porque creo que cumplí con mi país y con mi partido.
EC - ¿Tuvo algo de inconciencia aquel gesto?
JH - Tenía 30 años, yo qué sé.
(Risas)
EC - Lo digo porque usted tenía claro que este camino implicaba peligros. Es más, tengo entendido que insistió en que Wilson saliera por otra vía.
JH - Lo que me preocupaba muchísimo y me dio mucho miedo fue cuando Ferreira me dijo que no quería salir con otra gente que estaba allí, que era seguramente de la embajada americana.
EC - Porque se le había ofrecido ese otro canal para salir.
JH - Estaban allí los autos, había dos o tres autos de la embajada americana en la casa de la Laguna, ofreciéndole sacarlo, llevarlo al aeropuerto de Carrasco, subir en un avión de bandera americana y que se fueran Wilson y Susana. A mí me preocupaba mucho eso; Wilson estaba muy cansado, pero me dijo clara y terminantemente: Â"Quiero salir, pero quiero salir en un avión de bandera uruguaya, no quiero salir en un avión que no sea de la bandera de mi patriaÂ".
EC - Entonces usted aceptó.
JH - Yo le dije: Â"Pero entonces vamos a dejar que Susana se vaya en un avión de línea, porque corremos riesgos, nos van a atacar, nos pueden atacar, puede pasar cualquier cosaÂ". Me daba mucho miedo, porque tampoco hubiera embarcado yo a mi madre o a la madre de mis hijos, a mi hermana o a quien fuera. Pero por otro lado ese día también comprendí esa unión que tuvo él con Susana, que fue realmente admirable desde muchos puntos de vista, que yo mucho admiré.
EC - Sí, al punto que el propio Wilson contó la frase que le dijo a Susana cuando finalmente subieron al avión y tenían que agacharse para que no los vieran por la venta: Â"No te podrás quejar de que te di una vida aburridaÂ".
***
(Audio)
"SUSANA SIENRA:
Nos tiramos en el piso del avión porque habían militares muy cerca del aeropuerto. Yo no se como no nos vieron. Y entonces me mira con esa sonrisa que tenía, fascinante, y me dijo: Â"no podrás quejarte, no te he dado una vida aburridaÂ". Y ahí me reí porque de aburrido no tenía nada, lo que estábamos pasando.
(Fin del Audio)
***
EC - Aburrida no era, precisamente.
JH - No, para nada, en absoluto. En el momento en que Wilson le dijo eso estábamos decolando. ¡Wilson era un inconsciente!
(Risas)
EC - ¿Wilson sí era un inconsciente?
JH - Sí, yo no. Claro, enfrentaba el peligro de una manera muy especial. Después fuimos muy callados en el vuelo.
EC - Entrando en el viaje en sí mismo, decíamos que se hizo en este avión Cesna 182, un avión de cuatro plazas en el que iban usted como piloto y como pasajeros Wilson y Susana Sienra. Un vuelo que partió del aeropuerto de El Jagüel, en Maldonado. ¿Por qué desde allí?
JH - Porque no había otro lugar de donde sacar a Ferreira en Maldonado. Usted conoce la topografía de Maldonado: piedra, lago, laguna, militares. Yo qué sé, no había un lugar, una pistita. Anduve buscando de mañana, anduvimos dando vueltas, donde había una canchita de carreras, de esas pencas cuadreras de campo, para aterrizar y levantarlo ahí e irme, decolar de El Jagüel, meterme en un instante e irme. No encontré ninguna por ningún lado. No me quedaba otra alternativa que sacarlo de El Jagüel y pude. Por suerte, encontré allí un aduanero con el que había tenido una vinculación muy íntima por un episodio muy triste: había muerto la madre y me pidió que lo llevara a Rivera al sepelio de su madre y lo llevé. Lo llevó el piloto pero yo lo mandé. Entonces el hombre quedó muy agradecido. Creo que por ese motivo ese día, cuando le pregunté a qué hora podía salir de allí sin peligro y sin decirle con quiénÂ...
EC - No le explicó de quién se trataba.
JH - No, para nada, le dije: Â"Yo tengo que salir sin que me vean. ¿A qué hora puedo salir de acá?Â". Me dijo: Â"Yo le voy a avisarÂ".
EC - Usted solía operar en El Jagüel.
JH - Claro, porque yo estaba separado de mi señora de aquella época y mis hijos vivían en Punta del Este, de manera que era habitual que yo fuera. A nadie le llamó la atención que yo aterrizara en Punta del Este, además yo iba a ver a mis hijos, mi ex mujer me fue a buscar y fue la que me llevó a la Laguna, lo trajo a Ferreira y lo puso allí, nos llevó con Radiccioni a cortar el alambrado para hacer el caminito por el que pudieron caminar Susana y Wilson porque si no, no hubieran podido llegar a la cabecera.
EC - ¿Cómo fue eso? Porque había un aspecto delicado de esta operación, que era cómo pasaban Wilson y Susana desde el auto hasta el avión, porque obviamente no iban a entrar por las oficinas, por el hall, por ese pequeño local que tenía el aeropuerto de El Jagüel en esa época. Tenían que entrar por otro lado. Ustedes habían elegido que subieran al avión en la punta de la pista.
JH - En la cabecera de la pista, donde los aviones giran 180 grados para quedar en posición de decolar, ahí yo vi que los yuyos eran muy altos, había chilcas, había espinas, era un lugar de mucha espina, de mucho pasto, no pasaban la máquina, no pasaban nada, entonces era muy alto de pasto y había mugre. Cortamos con Radiccioni; Dorila, la madre de mis hijos, nos dejó allí cerca del mediodía, cortamos el alambrado y cortamos bastante, todo lo que pudimos, para hacer un caminito, porque eso era casi un monte de malezas, para que Wilson y Susana pudieran caminar hasta el avión.
EC - Dejaron preparado esa noche ese ingreso.
JH - Y lo dejé marcado para verlo, porque era muy difícil desde el avión ver dónde había abierto, dejé una ramita cortada que después busqué con el avión, y en el preciso instante en que yo llegué allí y paré el avión metiendo el ala por arriba de los yuyos, llegaba también Dorila con Radiccioni, con Wilson y con Susana, que se bajaron y fueron corriendo hasta el avión. Se tiraron en el suelo atrás para que no los vieran; ese avión tiene el asiento volcable, como los vehículos de ahora, volqué el asiento y allí se tiraron.
EC - Subieron en la cabecera de la pista cuando usted se preparaba para carretear y decolar.
JH - Exactamente, así fue.
EC - Efectivamente lograron que no los vieran.
JH - Lograron que no nos vieran, sí, más allá de que en el momento en que decolé, que Wilson le estaba diciendo esa frase a Susana, caminaba hacia la pista un militar; lo vi claramente pero creo que no nos vio.
EC - Repasemos ahora detalles del vuelo, un vuelo que fue hecho en clandestinidad. Ese día usted en ningún momento se rigió por las normas vigentes en el país en materia de aviación.
JH - No, en ningún momento, porque usted para volar tiene que decir a dónde va, y yo había puesto en la planilla de vuelo como destino el establecimiento mío en Paysandú, que era mi vuelo habitual. Traté de hacer todo lo habitual.
EC - Entonces arrancó para Paysandú.
JH - Volé rumbo a Paysandú, pasé al lado de Minas y seguí volando en ese rumbo hasta que después, en un momento que consideré oportuno, viré y me puse rumbo a Melilla, volé un rato rumbo a Melilla; el tiempo era muy bueno, era un día muy lindo.
EC - Era de tarde, ¿no?
JH - Era de tarde, a las 14.15 salimos de allí. Después me tiré sobre Colonia, crucé el río y entré en contacto, ahora sí, con la torre de Buenos Aires.
EC - ¿Cómo recuerda el ambiente en el avión? ¿Cómo fueron esa hora y media larga que duró el viaje?
JH - Muy triste.
EC - Usted estaba nervioso, tenía miedo, estaba preocupado.
JH - Sí, sí, yo pensaba que en cualquier momento iban a aparecer y nos iban a hacer aterrizar y eso es muy violento.
EC - Usted se imaginaba un avión de la Fuerza Aérea persiguiéndolos y obligándolos a aterrizar.
JH - Sí, sí.
EC - Sin embargo no llegó a tener ni siquiera una advertencia por radio.
JH - No, nada; además apagué la radio. Pero nadie me llamó para nada, no, en absoluto; me puse en contacto por radio con Baires Control, que controla el espacio aéreo argentino.
EC - Usted estaba preocupado, tenso, muy tenso. ¿Y cómo estaban Wilson y su esposa?
JH - Tranquilos, creo que ellos estaban tranquilos, de alguna manera adentro del avión se sintieron liberados de la presión que habían sentido a partir de la salida del Palacio Legislativo, donde en el auto de Wilson habían detenido al doctor Cadenas. Todo eso a Wilson le llegaba, estaba informado de todo lo que ocurría, que metían preso a fulano, a mengano, todo lo sabía o lo intuía. Entonces creo que en el avión se sintió más tranquilo, sintió que caminaba hacia su destino y que desde el exterior iba a defender, como lo hizo, la democracia en Uruguay.
EC - ¿Conversaron o conversaron poco?
JH - Conversamos muy poco, creo que casi no conversamos, porque yo me dediqué a volar y a mirar el cielo, entonces cuando usted vuela y mira el cielo atiende el avión y atiende dónde está, atiende el espacio aéreo... No es fácil al mismo tiempo mantener una charla si usted está tenso.
EC - ¿Cómo fue el aterrizaje en Don Torcuato?
JH - Fue normal, los argentinos me preguntaron de dónde procedía y yo no les dije, no les di la procedencia. Cuando usted se aproxima a un aeropuerto tiene que decir que viene de tal lugar y que va a llegar a tal hora, y que va tal. Ibamos a Don Torcuato.
EC - Usted no dio la procedencia, ¿y se lo toleraron?
JH - Sí, dos o tres veces me preguntaron y yo no la di nunca, siempre contesté con la matrícula y solicitando autorización para ir a Don Torcuato, y al final me la dieron. Lo que motivó que cuando aterrizamos en Don Torcuato tuviéramos a la Policía al lado del avión.
EC - ¿Y cómo fue esa gestión, ese trámite?
JH - Muy amable, había un policía de muchos grados allí que se acercó. Yo me acerqué a él y le dije que traía conmigo al senador Ferreira y a su señora, me dijo que le trajera los documentos, fui al avión, le pedí los documentos a Wilson, se los entregué al policía, los invitó a bajar, bajaron, nos pusimos todos a conversar ahíÂ...
EC - Usted estaba transportando pasajeros que habían salido ilegalmente, clandestinamente de Uruguay; ¿eso no fue notado, no fue objetado?
JH - Sí, fue notado, y después se hizo muy evidente. Claro que fue notado, pero yo le expliqué, nos quedamos conversando con este oficial de la Policía argentina Ânunca supe el nombre y con Wilson, y yo le pedí si me podía hacer un favor; y me dijo: Â"¿Qué me va a pedir?Â" Â"Le voy a pedir que me deje irme de acá ya, sin más trámite, sin dejar nada anotado ni escrito ni nada en ningún ladoÂ". El policía no quería, dijo: Â"Pero yo no puedo hacer esoÂ". Wilson lo convenció con ese poder que tenía de convencer a la gente. Lo convenció, el policía aceptó, me despedí de ellos, me subí al avión, lo puse en marcha, aceleréÂ... y rompí la hélice en un pozo que estaba escondido en el pastito en el borde entre el asfalto y la tierra, el taxiway.
EC - ¿Entonces?
JH - Entonces el vuelo se canceló.
***
(Audio)
"SUSANA SIENRA:
Fuimos al aeropuerto Don Torcuato, cerca de Buenos Aires. Nos recibieron fabulosamente bien. Henderson explicó que había tenido que salir del Uruguay de apuro por el Golpe de Estado. Imposible más amabilidad. Y de allí nos tomamos un auto para ir a Buenos Aires, que era bastante cerquita, como Carrasco, digamos. Y llegamos al hotel y mientras Wilson se bañaba yo bajé a comprar una muda de ropa para cada uno - por lo menos, ¿no?, - y el portero me dijo: "Mire, no, ya están los cambios cerrados, pero no se preocupe que yo le presto". Y nos prestó para comprar ropa. Increíble, el portero, el encargado de recibir a los huéspedes. Y todo lo que recibimos los primeros años, hasta que vino el Golpe de Estado maldito en Argentina también, fuimos tratados con todo cariño. Como todos los uruguayos que llegaban allá en esas condiciones. Y estaban... - me acabo de acordar - Wilson quedó colorado porque yo pregunté si habían otros exiliados uruguayos que hayan llegado así. Y a Wilson quedó con vergüenza por la pregunta que había hecho. Y el hombre me dijo que sí. Estaban (Héctor), el "Toba" Gutiérrez Ruiz y el gordo Furés, ¡que estaban viviendo en el mismo hotel!. Increíble, ¿no?"
(Fin del audio)
***
EC - ¿Cómo volvió a Montevideo?
JH - Volví después en Austral, aterricé en Carrasco dos días después. Estaba Juan Pivel esperándome en el aeropuerto y me dijo que estaba requerido por las Fuerzas Conjuntas, por las Fuerzas Armadas, que si podía que me fuera. Estaban mi hermana y mi padre esperándome en el aeropuerto, tarde en la noche, en aquel vuelo que llegaba a las 10 de la noche.
EC - Y ahí pegó la vuelta otra vez.
JH - Al otro día estaba otra vez, llevado por unos amigos, entre otro Pedro Barrios, a Buenos Aires. Estuve de vuelta por allá por unos cuantos meses, hasta que levantaron el requerimiento. Mientras tanto el general Raymúndez, por supuesto, se entretenía en hacer diabluras desde el Banco República contra el frigorífico, contra mí. Había empezado la historia.
EC - ¿Cuántos meses de exilio pasó en Buenos Aires? Fue un exilio breve.
JH - Sí, fueron unos meses, creo que antes de fin de año ya estaba en Uruguay de vuelta.
EC - Pero acá tendría después inconvenientes; ¿cuáles? Preso no fue.
JH - No, preso no fui nunca, interrogado tampoco.
EC - ¿Cómo interpreta eso?
JH - No sé, supongo que estará vinculado a mi trayectoria, yo nunca fui hombre vinculado a la sedición ni al ejército, era un blanco que vivía de mi trabajo, que vivía haciendo lo que tenía que hacer y nada más. Pienso que eso habrá pesado, con una posición además netamente anticomunista que tuve siempre y sigo teniendo ahora, más allá de que pienso que tiene y actuar, como lo están haciendo.
EC - Pero las consecuencias vinieron por otro lado.
JH - Las consecuencias fueron económicas, la persecución fue económica, lo primero que hizo Raymúndez desde el Banco República fue exigir que yo viniera a firmar una garantía, que la firmé en Buenos Aires, la trajeron, la presentaron, y dijeron: Â"No, tienen que venir los hermanos Henderson a firmar esta garantía acá, al mostrador del bancoÂ". Con lo cual se iniciaba mi detención y se inició la persecución del frigorífico. Esta cifra habla por sí sola, un día se hizo una refinanciación de aquello que era una industria frigorífica, era una situación bastante caótica la de la industria frigorífica en ese tiempo, era nueva, había generado pasivos. Y se hace una refinanciación en el República; fijan una retención del 3 por ciento para la totalidad de la industria, menos para el Frigorífico Cruz del Sur, que era el nuestro, ese tenía que pagar el 16 por ciento, lo cual decretó la muerte del frigorífico.
EC - Lisa y llanamente esa fue la consecuencia.
JH - Lisa y llanamente. A los pocos años eso se terminó. Y debo decir que jamás recibí un reproche de mi familia, nunca.
EC - ¿Hubo otras consecuencias?
JH - Me dejaron sin pasaporte, me dejaron sin certificado de buena conducta, me cortaron todas las líneas de créditos personales que tenía. Me pegaron muy fuerte, me dejaron muy mal económicamente, esa es la realidad de las cosas. Nunca jamás he hecho un reclamo.
***
EC - Usted me decía fuera de micrófonos que además de la historia, además de los hechos de hace 32 años, usted quería hacer una reflexión un poco más general, algo enigmáticamente mencionó sobre qué fue lo que usted terminó transportando en aquel avión, qué fue lo que se fue en aquel avión. ¿A qué se refiere?
JH - Como le dije, durante el vuelo me dediqué al vuelo, no a pensar en esto, esto lo pensé después, lo sentí después, lo empecé a pensar después y evolucionó en mí: ¿qué se fue conmigo en ese vuelo? Y conmigo se fue en ese vuelo un proyecto de país que nunca jamás se llevó a cabo, eso es lo que se fue conmigo, aquella reforma agraria en la que había trabajado el actual ministro de Economía, por encargo de Ferreira.
EC - Sí, Danilo Astori integró aquel equipo de Wilson ministro.
JH - Y también el contador Iglesias, Buchelli y muchos otros que estuvieron trabajando en eso. Todo ese proyecto de país, que era un programa muy bien hecho, muy elaborado, lo trancaron con el fraude electoral que existió o no, no lo sé y no lo afirmo, digo nomás porque la voz del pueblo debe ser la que tiene la verdad y lo dice todo el mundo. En ese momento dije: acá se trancó el episodio más importante de Uruguay, Uruguay tomó por otro camino. Y ese otro camino hasta ahora no ha resuelto los problemas de la gente; al contrario, se han multiplicado los problemas de la gente. El Uruguay de Ferreira era un Uruguay de alta productividad y de una alta posibilidad de distribuir la riqueza, esa cosa tan difícil que es distribuir la riqueza. Eso quedó rigurosamente bloqueado, primero por la derecha y después por la izquierda; así lo veo, así lo digo.
EC - Usted dice primero por la derecha y después por la izquierda, ¿cómo es ese razonamiento?
JH - Claro, lo bloqueó en las elecciones de 1971 la derecha, y lo bloqueó en las eleccionesÂ... nunca hubiera salido el Pacto del Club Naval si el Frente Amplio no hubiera estado sentado pactando con los militares la prisión de Ferreira. Esto a mí me habla ¿de qué? ¿Qué me dice esto? Me dice de lo importante que era aquel proyecto, y me dice de cómo está unido al asesinato de los Kennedy en Estados Unidos ese proyecto de Alianza para el Progreso, que yo creo que fue la única cosa realmente seria y profunda y buena Âsi se puede usar la palabra buena, no sé, no es muy aplicable tal vez para los latinoamericanos, que se dió allí. Y acá quedó Ferreira en esa situación; en otros lugares de América Latina ocurrió lo mismo. Esto es lo que yo pienso.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Alexandra Hahn