En Primera Persona

Líderes políticos... ¿a la altura de sus responsabilidades?

Líderes políticos... ¿a la altura de sus responsabilidades?

En primera persona, por Emiliano Cotelo.

(Emitido a las 8.25).

EMILIANO COTELO:
¿Por qué se frustró la reunión que iba a realizarse el lunes entre senadores blancos y Gonzalo Fernández para que éste les informara sobre las investigaciones sobre los desaparecidos?
Difícil saberlo.

La versión que circuló el domingo de tarde, proveniente de fuentes de gobierno, decía que el presidente Tabaré Vázquez se había molestado por una presunta exigencia de Jorge Larrañaga para que el Partido Nacional recibiera una invitación por escrito.

El lunes de mañana intentamos entrevistar a Larrañaga y no pudimos localizarlo.
Ayer, cuando reporteamos al senador Luis Alberto Heber, que iba a ser uno de los representantes blancos en esa audiencia, yo no saqué nada en limpio.  Lo dije durante la nota: no logré entender el porqué de ese requisito planteado por el presidente del directorio nacionalista.  La cosa sonaba a un capricho o a un formalismo desmedido.

Después, en el correr del día, fuentes cercanas a Larrañaga me explicaron otros detalles del proceso.  Lo esencial, según esta versión, es que el viernes ya Fernández le había trasmitido a Larrañaga que Vázquez no estaba dispuesto a cursar la invitación por escrito pero le había aclarado que sí quería que la reunión se concretara. Larrañaga, bien dispuesto, le respondió que estudiaría la situación el lunes de mañana con los otros miembros del directorio.  O sea, enfatizaron estas fuentes, el viernes Larrañaga no descartaba concurrir a la audiencia aunque no hubiera invitación oficial. 
En ese punto quedaron las cosas, pero el domingo los blancos se enteran por la televisión que el primer mandatario había resuelto dejar sin efecto el encuentro invocando una posición inamovible de Larrañaga que, según éste, no era tal.
En definitiva, en el entorno del líder de Alianza Nacional se entiende que Vázquez terminó cancelando la audiencia quizás fastidiado por los dichos de Larrañaga en una entrevista que publicó El País el domingo, y en la cual entre otras cosas sostuvo que la investigación sobre violaciones a los Derechos Humanos era una "gran cortina de humo" del gobierno y que además hasta el momento ha tenido "muy escasos resultados".

Según este relato, el eje del problema no habría sido el pedido de una carta.
¿Dónde estuvo el escollo, entonces?
¿En Vázquez, que no tolera las críticas y reaccionó mal ante los dichos de Larrañaga en El País?
¿En Larrañaga, que se excedió con esas declaraciones?
¿En una jugada mediática del gobierno para mostrar a Larrañaga como un intransigente?
¿En celos y diferencias internas del Partido Nacional?
Yo he escuchado hablar de todas esas posibilidades.  Pero, realmente, no estoy en condiciones de dar una respuesta.

Pero hay una cosa que sí quiero decir, que me quedó atragantada desde ayer, y que es independiente de quién haya sido el culpable del fracaso de ese diálogo: No puede ser que resulte tan difícil la relación entre el gobierno y el principal partido de la oposición.

Afortunadamente ayer mismo el vicepresidente Rodolfo Nin Novoa y Larrañaga rompieron el hielo y se encontraron para conversar en el Palacio Legislativo. Porque el Uruguay necesita dramáticamente un diálogo fluido entre todos sus sectores, incluyendo, por supuesto, un diálogo fluido entre sus partidos políticos.
Padecemos, como nación, problemas muy serios que están trabando nuestra recuperación económica y nuestro desarrollo.  No podemos seguir abroquelados en posiciones irreductibles. 
Yo creo que represento a una buena parte de la población cuando me indigno ante la repetición de los diálogos de sordos, ante el cruce de acusaciones y señalamientos, ante la costumbre de deslindar responsabilidades y culpar al otro por las cosas que salieron mal.
Por eso, del mismo modo que durante la presidencia de Jorge Batlle aquí EN PERSPECTIVA reclamamos insistentemente el diálogo entre el gobierno y la izquierda, sobre todo antes de la crisis de 2002 y después de ella, ahora quiero volver sobre ese pedido de un intercambio serio y permanente entre el nuevo oficialismo, frenteamplista, y la nueva oposición blanco-colorada.
Desde el 1º de marzo ha habido, de los dos lados, torpezas, errores y eventualmente maniobras que fueron reduciendo la capacidad de entendimiento entre el gobierno y la oposición.  No sé de cuál lado está más pesada la balanza, pero evidentemente esta relación quedó ya muy cargada de lastres negativos, entre los cuales sin duda también pesan las mismas personalidades, muy duras, de Vázquez y Larrañaga.

Pero ya es suficiente.
¡Hasta cuándo vamos a seguir asistiendo a este espectáculo de las caras largas y los ceños fruncidos!

En este episodio de esta semana, por ejemplo, estaba de por medio uno de los temas que la actual administración ha priorizado: el intento por dar vuelta la página en una cuestión tan dolorosa como las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas durante la dictadura. No puede ser que hoy, 17 de agosto, ni el Partido Nacional ni el Partido Colorado ni el Partido Independiente hayan recibido directamente del Poder Ejecutivo los informes de las Fuerzas Armadas que, en cambio, sí circulan ya por la prensa.  Haya sido por la responsabilidad de quien haya sido, el cortocircuito no puede llegar a este extremo.
Y así como menciono este ejemplo, hay varios otros asuntos vitales, en lo económico y en lo social, que requieren un contacto permanente entre una mitad del país y la otra.
Porque no hay que olvidarse de esto último: las elecciones de octubre le dieron el triunfo en primera vuelta al EP-FA, sí, pero dejaron al país dividido en dos partes casi iguales. Y esas dos partes no pueden quedar separadas por un muro.

Ya vivimos el fracaso de las negociaciones para la participación en los directorios de los entes, que fue para el país una muy mala noticia.
Pero, bueno, eso ocurrió hace más de tres meses.
Ha transcurrido casi medio año de gobierno.
Es hora de que las dos partes aflojen en sus susceptibilidades y nos muestren a los ciudadanos que están a la altura de sus responsabilidades.