El ex presidente justificó la medida uruguaya "en función de las reiteradas situaciones de agresión del gobernador Busti".

Sanguinetti: Busti debe entender que no conduce las relaciones exteriores

"La medida tomada ayer no aparece como imprudente en función de las reiteradas situaciones de agresión del gobernador Busti", dijo el ex presidente y actual senador Julio María Sanguinetti. Destacó que ya hubo entendimientos entre ambos países pero "la campaña en Entre Ríos siguió igual porque el propósito inequívoco era dejar sin efecto esas plantas, lo cual Uruguay no puede aceptar".

(Emitido a las 9.15)

EMILIANO COTELO:
El gobierno uruguayo llamó en consultas al embajador Francisco Bustillo, nuestro representante diplomático en Buenos Aires. A su vez, muy pocas horas más tarde, el gobierno del presidente Néstor Kirchner hizo lo propio con el embajador Hernán Patiño Meyer, su representante diplomático en Montevideo.

No hay muchos antecedentes en las relaciones entre Uruguay y Argentina de la adopción de esa medida, que marca una señal de alerta, una señal amarilla en cuanto al estado de la relación entre dos países.

Por eso hoy En Perspectiva estamos tratando de ver dónde estamos y, sobre todo, para dónde puede salir, cuál puede ser el desenlace de esta coyuntura. Hemos conversado más temprano con el canciller Reinaldo Gargano, luego con el ex canciller Sergio Abreu, hoy senador del Partido Nacional, y ahora, también con la idea de conocer cómo evalúa la oposición lo que está pasando, el diálogo es con el doctor Julio María Sanguinetti, hoy senador del Foro Batllista, ex presidente de la República en dos períodos.

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Senador Sanguinetti, ¿cómo vio la decisión de ayer de la cancillería?

JULIO MARÍA SANGUINETTI:
Después de las declaraciones del gobernador Busti como casi inevitable. El gobierno uruguayo tenía que reaccionar en función de que esas declaraciones del gobernador Busti no eran un episodio aislado, sino que venían sucediéndose de un modo constante, con movilizaciones muy fuertes, con amenazas. Había llegado a decir cosas tanto o más graves que estas, cuando habló de cortar suministros, de cortar gas, de cosas de esa naturaleza, que van más allá de lo que pueda ser una discrepancia diplomática con un país vecino.

EC – Hace unos minutos el doctor Abreu señalaba que desde su punto de vista la Cancillería uruguaya debió haber actuado antes, por ejemplo llamando al embajador Patiño Meyer ante algunos de esos comentarios que en las semanas previas se habían escuchado.

JMS – Eso siempre se puede opinar, la política no es una ciencia exacta. Lo que digo es que en cualquier caso la medida tomada ayer no aparece como imprudente, como precipitada, en función de lo que eran las reiteradas situaciones de agresión del gobernador Busti. Naturalmente, había además otros episodios colaterales referidos al embajador argentino, que también había hablado y se había referido a temas de leyes nuestras y de asuntos nuestros, pero eso es aparte.

En este caso lo importante es que este tema viene manejado de muy atrás. En el gobierno anterior hubo ya una expresión de diferencia cuando se concretaron estas inversiones. El tema se discutió en la Comisión Administradora del Río Uruguay, luego pasó a la órbita de las propias cancillerías; en aquel momento el ministro Opertti y el canciller Bielsa tuvieron reuniones, llegaron a un entendimiento, se labró un acta de entendimiento, se constituyó una suerte de grupo binacional para monitorear la marcha del proceso. Uruguay presentó todos los estudios ambientales que a su vez había presentado la empresa, un expediente, una papelería enorme. Es decir, hubo sucesivas instancias, se llegó a entendimiento, se pusieron en marcha los mecanismos de diálogo y la campaña en Entre Ríos siguió igual, como si no ocurriera nada, porque era el propósito inequívoco dejar sin efecto esas plantas, lo cual Uruguay no puede aceptar de ningún modo, es el ejercicio natural de su soberanía económica.

Además es un largo proceso, porque quiero recordar, y lo hago con mucha satisfacción, que esta política comenzó en el año 1987, en nuestro primer gobierno, con la Ley Forestal. Se lanzó allí un proyecto de forestar al país con vistas a la industrialización, y ya entonces comenzamos a hablar de que vendrían las plantas de celulosa y luego vendría otro tipo de industrialización, es decir aprovechamiento de la madera en muebles, etcétera. Es decir que llevamos una política sostenida a lo largo de ya cuatro gobiernos, con la satisfacción incluso de que este gobierno actual, que había estado en contra de las plantas de celulosa en su momento, ahora está a favor y bienvenido que hoy tengamos un entendimiento nacional a este respecto.

De modo que es una larga política que el país viene desarrollando y, a su vez, en el episodio concreto plantas de celulosa, hubo todos los pasos diplomáticos, en los organismos adecuados, como la CARU, en las cancillerías, hubo actas, hubo entendimientos, hubo acuerdos, hay numerosísimos documentos que yo he visto a lo largo de los meses sobre este tema. Desgraciadamente el gobernador Busti siguió para adelante con esto, con una suerte de cruzada cívica que no ha tenido barreras. Porque no es que hoy sólo insulte al gobierno haciendo insinuaciones de incentivos, antes habló de cortar el suministro de gas a Uruguay, nada menos, lo cual era una suerte de declaración de guerra.

EC – En el momento actual, y a partir de su experiencia como ex presidente de la República, ¿cómo califica la relación Argentina-Uruguay?

JMS – Es una relación que en este momento está con una situación de deterioro, que hay que tratar naturalmente de restañar, porque las relaciones entre Argentina y Uruguay son inevitablemente estrechas.

EC - ¿Usted recuerda antecedentes de llamado en consultas de los respectivos embajadores?

JMS – En los últimos años no recuerdo, por lo menos no recuerdo ningún otro episodio desde la época del primer período de gobierno de Perón, allá por los cincuenta. Puede ser que haya habido, pero no recuerdo ningún otro antecedente.

EC – Llama la atención que la relación Uruguay-Argentina llegue a este extremo.

JMS – Muchos años antes fue bastante trabajosa y difícil, no creo que esto es tan extravagante, porque en los años veinte un famoso canciller argentino, Estanislao Ceballos, quería la frontera seca, es decir que Argentina era dueña de todo el río, y eso motivó –estamos hablando de la presidencia de Serrato, 1924– que se produjeran incluso unas maniobras militares argentinas frente a la isla de Flores, y estaba la gente agolpada en la rambla acá protestando. Fue un lío muy importante, en el cual terció Brasil de un modo muy vigoroso, por eso hay tantos homenajes al barón de Rio Branco en Uruguay, porque el barón de Rio Branco entonces apareció resolviendo todos los conflictos de límites que tenía Uruguay, generosamente: la laguna Merín, la navegación del río Tacuarí, el Cebollatí, entonces Argentina quedó fuera de contexto y finalmente se resolvieron las cosas.

EC – Claro, pero eso fue hace ochenta años.

JMS – Sí, está bien, lo que usted quiera, pero mire que en estos temas del Estado el tiempo pasa y no pasa. Con Entre Ríos hemos tenido siempre una relación muy particular, porque si hay dos lugares que son iguales son Entre Ríos y Uruguay, en su paisaje, en su campaña, en sus características, en su idiosincrasia, en su historia, la bandera de Entre Ríos es la bandera de Artigas; si hay dos lugares muy parecidos somos Entre Ríos y Uruguay. Lo que pasa es que el gobernador hizo de esto una cruzada, con la cual se envolvió en una suerte de bandera nacionalista que le dio su rédito electoral y después las palabras atan, porque en política las palabras son hechos, a veces la gente piensa que las palabras se las lleva el viento, y se las lleva a veces, pero en política, y en diplomacia mucho más, las palabras son hechos.

EC - ¿Y ahora cómo se encauza este diferendo que ha venido subiendo temperatura de esta manera?

JMS – Se tiene encauzar por las cancillerías.

EC - ¿Qué tipo de fórmula imagina usted?

JMS – Yo imagino que los cancilleres, y eventualmente los presidentes, el presidente nuestro se va a reunir con el presidente argentino dentro de muy pocos días en la Cumbre de las Américas, de modo que allí inevitablemente se va a ver, el presidente argentino va a ser el anfitrión...  Yo supongo que para entonces esto estará más o menos zanjado, así debiera ser, y si no esa será una instancia para hacerlo. Pero vuelvo a decir, los mecanismos ya están, porque ya estaban, no es que este tema salte como un conejo de la galera de un mago.

EC – Está bien, pero ¿qué tendría que hacer el gobierno argentino en estas horas?

JMS – Me parece que lo primero sería dar una voz que explique realmente, no sólo su posición, sino que le dé una satisfacción a Uruguay.

EC – No alcanza con el comunicado aclaratorio que emitió el gobernador Busti.

JMS – No; ¿sabe por qué?, porque ya el presidente argentino, en el curso de esta campaña electoral, había hecho algunas expresiones también de algún modo ratificatorias de los dichos que venía haciendo Busti. Y cuando las cosas llegan a este plano y a este nivel el gobierno es quien tiene que actuar. Además la fraternidad y la necesaria vinculación histórica entre los dos países imponen que los gobiernos no puedan ser indiferentes a esta situación, como no lo son. Vuelvo a decir: ya estaban trabajando, ya había una comisión, ya había un grupo binacional, no es que no había nada, había todo eso, había habido reuniones, actas, acuerdos de los cancilleres uruguayo y argentino. De modo que hay un camino abierto, hay que reponer el tema en ese camino y a su vez que el gobernador Busti entienda que las relaciones exteriores de Argentina las conduce el gobierno, no él.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe