"Nada". Eso es lo que ha hecho el Partido Colorado desde la derrota de 2004, según Ope Pasquet.

Pasquet pide adelantar la interna colorada a 2007

"Nada". Eso es lo que ha hecho el Partido Colorado desde la derrota de 2004, según Ope Pasquet. Dijo que Julio María Sanguinetti y Jorge Batlle son dirigentes "históricos" y que han cumplido su ciclo. "No son capaces de suscitar la confianza, la esperanza de la gente", afirmó. "Si nosotros no cambiamos, ¿por qué vamos a esperar que la gente cambie en su percepción de lo que es el PC?", preguntó.

(Emitido a las 9.10)

EMILIANO COTELO:
Más de un año después de las últimas elecciones nacionales, el Partido Colorado (PC) comienza a repensarse a sí mismo. Con el fantasma de la peor votación de su historia todavía rondando, los dirigentes buscan alternativas. Y, aunque la gran mayoría coincide en la necesidad de renovar el partido, no está claro todavía cómo hacerlo. Por ejemplo, ¿deben retirarse los líderes de los últimos tiempos? ¿Conviene anticipar para 2007 la elección interna? ¿O es mejor que los nuevos referentes surjan de manera espontánea?

Desde la minoría, el Batllismo Abierto (BA), que dirige Ope Pasquet, realizó un planteo muy frontal que dio bastante que hablar en estos primeros días de noviembre.

Sobre esa propuesta y sobre lo que viene, entre otras cosas sobre lo que puede ocurrir en la jornada de análisis que los colorados están preparando para el 17 de diciembre, vamos a conversar con el doctor Ope Pasquet, ex diputado y ex subsecretario de Relaciones Exteriores.

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EC - Antes de concentrarnos en el planteo que usted llevó al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) colorado el 1 de noviembre, me parece conveniente ubicar en qué contexto se inscribe. ¿Qué evaluación hace usted sobre la situación actual del PC?

OPE PASQUET:
Es una situación caracterizada hasta hoy –o hasta ayer, porque hoy ha trascendido la renuncia de Guillermo Stirling al CEN, es un hecho político significativo– por la inamovilidad. El partido sufrió el 31 de octubre de 2004 una derrota histórica, no hay término de comparación en la historia electoral del país, no es que perdimos el gobierno, perdimos el gobierno y perdimos la oposición, porque ni siquiera podemos llamar a sala a un ministro con nuestros propios votos. Y después de ese resultado tan fuerte, si uno se pregunta: ¿qué ha hecho el PC en respuesta a esa situación de un año a esta parte? La respuesta es: nada, todo ha seguido exactamente igual, como venía configurado desde antes del 31 de octubre de 2004.

EC - ¿Por qué dice que no se ha hecho nada? Algunas cosas han cambiado, por ejemplo en el funcionamiento interno del partido, que es un aspecto que a usted y a su sector siempre les preocupó, allí ha habido novedades.

OP – Sin duda y son de signo positivo: el CEN se reúne regularmente, la convención se ha reunido varias veces, lo seguirá haciendo, la mayoría de los comités ejecutivos departamentales –no todos– se reúnen también con cierta normalidad. Pero el centro del problema no está ahí, esas medidas son de reordenamiento interno pero no tienen impacto frente a la sociedad, frente a la opinión pública.

EC - ¿Entonces a qué se refiere con inmovilismo? ¿Qué es lo que debió haber ocurrido y no ha ocurrido?

OP – De un año a esta parte quienes representan al PC, quienes lo conducen, quienes hablan en su nombre, quienes le dan su imagen siguen siendo las mismas personas que lo hacían antes del 31 de octubre, es decir los dos líderes históricos de nuestra colectividad, los doctores Sanguinetti y Batlle. Eso no ha cambiado, eso se mantiene exactamente igual, y en esos términos lo que la opinión pública percibe es que el PC no tomó nota de la derrota electoral, que mantiene el rumbo, no lo varía ni un centímetro para un lado ni para el otro, seguimos como si nada hubiera pasado.

Esta actitud que puede reclamar a su favor el argumento de la entereza, de la valentía: por adversas que sean las circunstancias, seguimos. Yo digo que el PC es como una legión romana: no importa lo que pase, mantiene la formación, mantiene la disciplina, se respetan los mandos y seguimos hasta el último. Está bien, pero esas son virtudes de legión romana, un partido político necesita otras cosas, lo que hacen los demás partidos políticos del mundo que uno ve por ahí: procuran interpretar el estado de la sociedad, las corrientes de la opinión pública y sintonizar con ellas. Y creo que esa tarea no la hemos venido haciendo en este año que ha pasado. Es mucho tiempo, yo no hice un planteo así y me negué a participar en algún otro que se insinuó al día siguiente de la derrota.

EC - ¿A qué se refiere? ¿Cuál fue el que se insinuó al día siguiente de la derrota?

OP – Hubo quienes entendieron que había que ir a la convención del 4 de diciembre de 2004 y reclamar allí que se fueran los principales dirigentes. Yo en ese momento dije que no participaba de esa opinión, que no era el momento, que no estaba bien, que había que dejar que el tiempo pasara, que los ánimos se serenaran y que la reflexión nos fuera indicando a todos el camino. He cumplido con eso, he esperado largamente, pero no veo señales de cambio y veo, al contrario, como que se va consolidando la convicción de que está bien así, todo está bien así, que hay que seguir en piloto automático hasta 2009 y en ese momento, en las elecciones internas primero, en las nacionales después, se producirá la renovación.

EC – Lo que está señalando en términos sencillos y concretos es que hay que dar pasos hacia la renovación ya, que debieron haberse dado ya. Y para eso, en definitiva, está reclamando que Batlle y Sanguinetti se corran a un costado. ¿Es eso?

OP – No, lo que reclamo lo he dicho y lo he planteado por escrito, fue expresado en el CEN. Me parece que si no hay cambios en la situación, la vía ancha natural y directa para producir esos cambios es la elección interna. ¿Cuándo hay elecciones internas? Debe haberlas en 2009, dice la Constitución; pero la Constitución no impide que se hagan antes, que un partido las haga antes si lo desea, por supuesto, sin perjuicio de hacer después la que la Constitución manda que se haga. Nada prescribe, nada impone que los partidos políticos sólo renueven sus autoridades cada cinco años, podríamos tener otro ritmo, como tienen otros partidos del mundo, podríamos proponernos: vista la situación en la que estamos, vamos a hacer una especie de elecciones internas de medio término y en 2007 anticipamos nuestras elecciones y vemos si el partido quiere renovarse o no, cómo están las cosas, quiénes son los que lo deben encabezar a partir de esa nueva etapa, si es que deben ser nuevas figuras, o si el partido entiende que debe mantenerse en el rumbo actual. Me consta que hay compañeros que piensan así, que todo está bien así y que así debemos seguir. Yo no pienso eso, pero no pretendo que mi voluntad se imponga a nadie, lo que digo es que la situación es tan grave –me parece a mí– que justifica una medida extraordinaria. Adelantemos las elecciones internas, vamos a 2007.

EC – Siendo franco, ¿usted esperaba, usted entendía que Sanguinetti y Batlle debían haberse ido para sus casas?

OP – En mi opinión personal sí, por supuesto.

EC – Ese era el gesto que usted esperaba, que usted entendía que había que concretar como reacción ante un resultado electoral como el del año pasado. En la medida que no ocurre plantea otro escenario posible, que esos mismos líderes y la dirección del partido convoquen a elecciones internas adelantadas.

OP – Es un camino franco, democrático, directo para replantear la cuestión y que la gente decida.

EC – A ver: Batlle ya anunció que no va a ser candidato nuevamente, y está bastante retirado del protagonismo público, más allá de alguna entrevista que cada tanto concede. ¿Usted entiende que debió haber hecho más que eso?

OP – El problema no son las candidaturas, el problema es el liderazgo. Me parece que es bastante clara la diferencia entre una cosa y otra, pero si alguien tiene dudas, miremos el año 2004, ahí está clarito. Había un candidato, que era el escribano Guillermo Stirling, pero no ejercía, evidentemente, el liderazgo del partido. La sociedad lo percibió así, "es el candidato que digitaron Sanguinetti y Batlle"; apreciación injusta para con los méritos de Stirling que es una excelente persona y todo lo demás, pero así fue visto. Entonces, no arreglamos la situación de hoy diciendo "no vamos a ser candidatos", porque es un hecho notorio, que se repite cada día, que ejercen el liderazgo. Y si volvemos a tener la separación liderazgo-candidatura la enmienda es peor que el soneto, porque ni siquiera los que conducen realmente dan la cara abiertamente, y la gente dice "el que está ahí es un candidato vicario, un representante de los otros, que están atrás pero siguen mandando". O sea que con esto no arreglamos, el tema es la conducción del partido.

Si hoy queremos saber quiénes son aquellos cuya opinión conduce y orienta al PC, son los mismos líderes de siempre, que tienen enormes méritos, una trayectoria prestigiosísima, nadie discute todo lo que han hecho por el partido y por el país pero, como pasa con tantas cosas humanas, han cumplido un ciclo, la sociedad así lo siente y no son ellos capaces de suscitar la confianza, la esperanza de la gente, fundamentalmente, que en otro tiempo sí supieron captar.

Frente a eso, ¿qué hace el PC? ¿Se mantiene aferrado al antiguo esquema y dice "seguimos hasta las últimas consecuencias"? Creo que es un camino peligrosísimo. Y hasta hoy, un año después de la elección, seguimos así, y si nosotros no cambiamos la gente tampoco cambia en su actitud nosotros, y es lo que las encuestas están demostrando. Por un lado dicen: si hubiera elecciones el próximo domingo, ¿cuántos votan al PC?, la intención de voto que registra una encuesta –Interconsult, la del ingeniero Doyenart– es de 8 por ciento; si después se mide la popularidad de los líderes –lo hizo Equipos Mori hace poco–, de los siete principales líderes políticos, digamos Vázquez, Astori, Mujica, Larrañaga, Lacalle, Sanguinetti y Batlle, los dos que están más abajo son los nuestros, que ni siquiera tienen una mayoría de simpatía al interior de su propio partido. Entonces, repito: si nosotros no cambiamos, ¿por qué vamos a esperar que la gente cambie en su percepción de lo que es el PC y en su actitud, en definitiva en su intención de voto hacia nosotros? Tenemos que cambiar nosotros. Frente a esto muchos compañeros hasta acá comparten el análisis, dicen "está bien, tiene que haber renovación, sí, pero tiene que producirse naturalmente".

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EC – A propósito de su planteo ha habido distintas reacciones, algunas sobre el fondo de su propuesta, y otras incluso sobre la autoridad de quien la hace. Empecemos por esta última discusión. Usted compareció en las elecciones internas del PC el año pasado impulsando, justamente, la renovación; y no le fue bien, electoralmente, en votos no le fue bien, hoy mismo en el CEN usted es uno en 15. Entonces, ¿desde qué representatividad se sostiene este camino hacia la renovación?

OP – En primer lugar, es cierto, en las internas no nos fue bien, empezamos a recorrer un camino; después, sin embargo, fuimos elegidos por la convención integrantes del CEN, lo cual significó un paso adelante, en la elección nacional aumentamos significativamente el caudal de la interna, aunque no fue suficiente para llegar al Parlamento, y en las elecciones de mayo obtuvimos 25.000 votos, la Tercera Vía obtuvo 25.000 votos y tiene un edil de los ocho que tiene el PC. O sea que si miramos la progresión hay un crecimiento evidente.

Pero el punto no es la cantidad de votos que se tenga o no se tenga, el punto es, primero, que yo tengo todo el derecho del mundo a decir lo que me parece que debo decir, guardando las formas y el respeto, como notoriamente lo hago. Yo no hago descalificaciones personales, es notorio; en eso sí incurren, en cambio, algunos de los que han salido a contestarme.

EC – Algunos de los dirigentes de los otros sectores colorados a quienes consultamos en estas horas respondían: "Si la propuesta de Pasquet se hubiese puesto a votación en el CEN habría sido derrotada, 14 a 1 o 13 a 2".

OP – Yo no tengo dudas acerca de cuáles son las mayorías hoy en el CEN y probablemente también en la Convención. Precisamente, ahí está el problema, ese es el problema del PC, que tiene una situación interna consolidada que lo distancia, lo separa y lo enajena de la opinión pública. Y si seguimos así como estamos y no hacemos nada, y seguimos en piloto automático, lo que va a pasar es que el partido va a estar peor en su peso político global pero las mayorías actuales van a aumentar su predominio. ¿Sabe lo que pasa? Los que no están conformes con el partido así como está, se van, votan a otros, hacen zapping electoral. Eso fue lo que nos pasó, la gente no está conforme y se va. ¿Quiénes quedan? Los colorados de fierro, entre los que me incluyo, por cierto. Pero esos colorados de fierro responden a los viejos liderazgos, y en la medida que se siga yendo gente –ahora se va Stirling–, los que van quedando son un grupito cada vez más chico, más reconcentrado, más recalcitrante, que está más separado del conjunto de la sociedad. Ese es el peligro de la situación política, entonces cuando alguien que no está obligado porque compareció desde la independencia promoviendo la renovación dice: señores, miren lo que está pasando, tenemos que reaccionar, la respuesta es lo que se llama el argumento al hombre, ad hominem, no dicen si yo tengo razón o no, dicen "mirá los votos que tuvo". Yo no pretendo tener más votos, pretendo tener razón, solamente.

EC – Vayamos al fondo de su propuesta, a las críticas o los argumentos en contra de su iniciativa. Por ejemplo, dirigentes varios del CEN han argumentado que la renovación tiene que ocurrir pero debe darse naturalmente, debe ir procesándose espontáneamente, no por la vía de forzar renuncias o de convocar a elecciones internas.

OP – Reitero, yo no he intentado, no he propuesto forzar ninguna renuncia. Eso es una manera muy fácil de tratar de contestar, le endilgan a uno lo que uno no sostiene, tratan de forzar una renuncia, entonces, claro, el oyente distraído dice "este está loco". No se trata de forzar nada, lo que estamos proponiendo concretamente es la anticipación de las elecciones internas, primer punto. Es una medida que a nadie puede molestar, es una medida absolutamente democrática y desde ese punto de vista conveniente y de acuerdo con la tradición colorada.

EC – Tiene inconvenientes, ¿no? Por ejemplo lo que ocurrió con la elección interna del año 1999, ese es otro de los argumentos: una elección interna que desarrolle por sí mismo, solo, un partido político, implica exponerse a que vengan de afuera a tratar de incidir en ese resultado.

OP – Pero estamos pensando los problemas de 2005 con la cabeza de hace 15 o 20 años. ¿Por qué? Porque cuando el PC había tenido el 41 por ciento de los votos en la última elección y va a la elección interna de 1989, entre Tarigo y Batlle, en la que se produce notoriamente ese fenómeno de que vota gente de afuera, el partido dice: "Caramba, somos el partido más votado, tenemos el 41 por ciento, no necesitamos que venga nadie de afuera a resolver nuestras cosas". Teníamos una justa molestia los que decíamos "no debe ocurrir así". Pero cuando después de tanto tiempo el partido pasa a ser el 10 por ciento, cambia la situación: nosotros necesitamos que la gente que hoy no se define como colorada y que no votó al PC en la elección pasada, mañana venga y vote con la esperanza de cambiar las cosas y acaso quedarse. Tenemos que darles la bienvenida a los que votan afuera, ¿o es que acaso el programa partidario que tienen algunos dirigentes es mantenernos en el 10 por ciento para mantener así su hegemonía? Si mañana hacemos una elección interna y sólo vota el 10 por ciento de la ciudadanía, esa elección interna será un fracaso. Algunos dirán: "Che, qué bien, no vino nadie de afuera, está todo igual". En ese caso estaríamos liquidando al PC, la apuesta es a crecer, no a quedarse en el 10 por ciento. Salvo que a alguien lo conforme el 10 por ciento, en fin, yo qué sé.

EC – Está bien, pero si se hace una elección interna sola del PC, no simultánea con las de otros partidos, como está previsto en la Constitución, si hace una elección interna sólo del PC y en ella vota el 40 por ciento del electorado y se llenó de votos de militantes frenteamplistas o nacionalistas que fueron a distorsionar la realidad interna de su colectividad, ¿cuál es su reacción?

OP – No me parece que eso vaya a ocurrir, no hay una conspiración de la sociedad uruguaya en contra del PC, yo no participo en esas visiones conspirativas, no creo que la ciudadanía esté pensando en perjudicarnos y esté perversamente pensando de qué manera nos embroma mejor. No creo que sea así, creo que si hacemos una elección interna anticipada el primer problema que vamos a tener va a ser el de generar expectativa, poner el tema en la opinión pública y hacer que la gente se interese. El riesgo es, al contrario, la indiferencia, la apatía popular, que no interese nada de lo que pasa en el PC y que voten cuatro. Esa es la objeción más seria. Pero si superamos esa barrera y generamos una cierta expectativa, un cierto interés de la opinión, bienvenido sea, y la apuesta será, como ha sido siempre la tradición del partido, a que esos que vienen, que la vez pasada no votaron al PC, que no saben lo que van a hacer pero que se entusiasman con un candidato o con varios que participan en la cosa, finalmente se queden. Es lo que precisamos, precisamos crecer.

¿Qué alternativas se nos proponen?, porque yo no estoy encerrado en una sola idea. Se me dicen: "Las cosas van a ser de otra manera, hay otro plan para la renovación". De repente me convencen, yo no escuché ninguno.

EC – Usted ha hecho este planteo desde su posición, que es una posición minoritaria dentro del CEN. ¿Ha tenido, a partir de esa propuesta, invitaciones a conversar, ha participado en negociaciones, en un intento por encarar la renovación de alguna manera, por intentar acordar otra forma?

OP – Conversaciones se tienen siempre en la vida política, por supuesto que las he tenido antes y las sigo teniendo después de hacer el planteo. Son muchos los compañeros que reconocen que efectivamente debe haber renovación y, como dicen algunos con mayor precisión, en ideas, en organización y en hombres, el asunto es cómo se hace. Y ahí viene el tema de "naturalmente". A mí esto de naturalmente me suena un poco a los liberales en materia económica que dicen "la mano invisible se va a ocupar"; yo no creo mucho en la mano invisible, es hasta ahí no más. En política tampoco, si uno no hace nada lo que va a ocurrir es que usted acepta que sean otros lo que decidan, si yo no decido, si me enajeno del proceso de acción y decisión porque digo que las cosas deben ocurrir naturalmente, paso raya y el resultado es: ocurrirá lo que otros decidan que pase. Está bien, yo comprendo esa posición porque la emiten personas que por razones de lealtad, por razones históricas están vinculadas con los principales líderes de hoy, esas personas no pueden cuestionar a quienes han seguido toda la vida. Lo entiendo, humanamente es comprensible y respetable, pero políticamente necesitamos actuar. Salvo que tengamos una percepción distinta de la realidad y haya quienes entiendan –parece que los hay– que el PC está bien así como está, que lo único que hay que hacer es mantener el rumbo, que la gente solita va a volver porque se va a dar cuenta del enorme error que cometió al no votarlo. Yo no creo que eso sea así, creo que no estamos bien, que si seguimos en este rumbo vamos mal, que la gente no mira cada vez mejor al PC, no veo ningún indicio que me haga presumirlo así, y creo que necesitamos hacer lo que hacen tantos partidos políticos del mundo cuando la situación les es adversa: intentan un cambio para decirle a la ciudadanía: "ok, recibimos el mensaje, entendemos que así como estamos ustedes no nos quieren, vamos a cambiar para que ustedes vuelvan a confiar en nosotros. Eso es lo que hay que hacer".

***

EC - ¿Usted ha coordinado algo con el escribano Stirling? Esta salida que ahora se conoce del escribano Stirling del Foro Batllista y del CEN, ¿tiene algo que ver con conversaciones con usted?

OP – No, absolutamente nada. Pero, más allá de que no haya existido ninguna coordinación, es un hecho político que demuestra que no somos solamente los de la Tercera Vía los que advertimos que las cosas no están bien.

EC – Y la reunión que se está programando para el 17 de diciembre, esa jornada de reflexión, ¿le despierta expectativas?

OP – Sí, porque el partido tiene que ser capaz de procesar estas cosas en su seno serena y respetuosamente. No es cuestión de que cada cual hable por su lado y no haya una instancia de encuentro, de diálogo, de decir "a mí me parece que es así, a vos te parece que es de otra manera, ¿en qué podemos coincidir?". Eso es lo que hace un partido, no me parece que sea buena cosa que hable cada cual por su lado en monólogos paralelos y no se llegue a ese intercambio de opiniones que es parte esencial del funcionamiento orgánico y democrático de un partido político. Así que me parece muy buena cosa que tengamos esta reunión del 17 de diciembre, que fue promovida por el señor Fau en algún momento; vamos allí con la expectativa de avanzar en este camino, no con la expectativa de llegar al final del camino, de llegar al humo blanco. Habrá que seguir discutiendo, habrá que seguir conversando, pero la inquietud existe, se nota en el partido que existe, y llegado el momento fructificará.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Alexandra Hahn