En Primera Persona

El año 2005 en Uruguay. Todo en discusión, todos en aprendizaje.

Por Emiliano Cotelo

(Emitido a las 08.28)

Estamos llegando al final de un año que en Uruguay fue esencialmente político. 

Es que el debut del Frente Amplio en el gobierno nacional, contando además con mayoría propia en el Parlamento, implicó una novedad muy fuerte, que a casi nadie le resultó indiferente.

No se esperaba que Tabaré Vázquez pusiera en marcha una revolución y, efectivamente, su administración ha mantenido un cierto grado de continuidad con las anteriores. Pero, al mismo tiempo, es claro que su gestión muestra un cambio, tanto en la orientación de algunas políticas como en el estilo mismo de gobernar.
Esa mezcla de "continuidad y cambio" ha mantenido en vilo a todos los partidos políticos y a la sociedad uruguaya en general. Y así todo, absolutamente todo, ha quedado abierto a la discusión. 
 
No sé si ustedes se percataron de ese detalle: Casi no hay aspecto de la realidad uruguaya que no esté cuestionado. Es una particularidad de este año 2005 sobre la que se ha hablado poco. Y por eso me parece un ángulo interesante para desarrollar en este comentario de hoy.
Ojalá sea un aporte que sume a los diferentes balances del año político que por estos días se están escuchando y leyendo en los medios uruguayos.

Todo

La instalación del gobierno del Frente Amplio, sumado al avance notable que la izquierda tuvo en la conquista de gobiernos municipales, llevó a que la agenda del debate público se convirtiera en algo prácticamente infinito.  Algo casi inabarcable. 
Les propongo recorrer un punteo rápido, seguramente incompleto, además.

El gobierno

Para empezar, se discuten las iniciativas lanzadas por las nuevas autoridades, que abarcan buena parte del espectro de acción del Estado. Iniciativas que, por una parte, remiten al futuro, como es el caso de varias reformas; algunas de ellas viejas asignaturas pendientes. Pero que también llevan a discutir el pasado: el pasado más reciente, con el revisionismo de lo hecho en gobiernos anteriores; y el pasado más lejano, con el intento por cerrar las investigaciones sobre la represión durante la dictadura militar.

En algunos casos, esos debates parten de proyectos terminados y pensados cuidadosamente por sus impulsores. En otros, el gobierno ha optado por negociaciones en ámbitos bipartitos o tripartitos, con representantes de sectores sociales y ha preferido presentar sólo lineamientos generales. 
Por último, hay numerosos casos de propuestas presentadas con apresuramiento y sin el estudio suficiente, que provocan revuelos y que se van corrigiendo sobre la marcha.
Esa forma dispar que mostró el gobierno a la hora de trabajar sus propuestas, ha contribuido a amplificar esa sensación de que "todo está en discusión".

Justamente, el estilo de gobierno de la administración Vázquez ha sido uno de los temas de mayor polémica.  Los cuestionamientos de colorados, blancos e independientes han abarcado desde la actitud y la dedicación del propio presidente de la República, pasando por los tropezones de aprendizaje de varios jerarcas y llegando, por supuesto, al escaso espacio que el oficialismo deja para los aportes de la oposición.

Los partidos tradicionales

Ahora, también los partidos y en particular los partidos tradicionales han estado, ellos mismos, en discusión.

El más comprometido, en ese sentido, es el Partido Colorado, enfrentado al desafío de la autocrítica luego de haber pasado, hace un año, por la peor votación de su historia.  ¿Cómo y cuándo irán cediendo espacio Julio Maria Sanguinetti y Jorge Batlle?  Mientras la procesión de la renovación va por dentro, al mismo tiempo los colorados deben resolver su propio perfil dentro de la nueva oposición. Y deben hacerlo en una situación con pocos precedentes, por la representación parlamentaria muy reducida que les ha quedado y porque ni siquiera ocupan puestos en los entes autónomos o servicios descentralizados.

Paralelamente, el Partido Nacional salió más entero de la elección del 2004: obtuvo el 34% de la votación pero además renovó su oferta y sus liderazgos. Eso es cierto. Sin embargo, también se encuentra en una encrucijada. Porque debe resolver cómo ejercer su papel de primera fuerza de la oposición: ¿cómo hacer para no quedar atrapados en el `No´ y en la denuncia de las contradicciones entre el Frente Amplio de hoy y el del pasado?.
Y aún tiene pendiente, además, asentar su nueva realidad interna, de grupos y de figuras. Jorge Larrañaga es el nuevo presidente del Directorio, pero ¿su conducción está consolidada?  No parece tan claro en la medida que, notoriamente, son varios los dirigentes blancos que ya están corriendo la carrera presidencial rumbo al año 2009.

El partido de gobierno

Y si seguimos recorriendo el terreno partidario, es obvio que el oficialismo mismo se encuentra en un verdadero estado de asamblea. 
Empezando por el nombre, que volvió a ser Frente Amplio, luego de pasar por las variaciones del Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría. Y siguiendo por la propia esencia de la fuerza política, tensada al máximo por las obligaciones del ejercicio del poder. Los dilemas relativos a la cultura de gobierno cruzan la estructura frenteamplista de Norte a Sur y de Este a Oeste.  ¿A qué extremo llegará la oposición durísima lanzada por sus sectores más radicales y minoritarios, encabezados por el 26 de Marzo y la Corriente de Izquierda?  ¿Seguirá presente el riesgo del "perfilismo" agitado en estos días por el Partido Comunista? Son sólo dos preguntas que se añaden al fantasma de la división que planea sobre el MPP, el movimiento mayoritario, fruto de una estrategia aluvional que fue muy exitosa para triunfar en las urnas pero que –según sus propios dirigentes- hoy debe repensarse para trabajar en el escenario de la ética de la responsabilidad.

La sociedad

Como ustedes habrán ido viendo, no era exagerado decir que en este año 2005 en Uruguay todo está en discusión. Están en discusión los problemas del país y cómo encararlos.  Está en discusión el equipo de Tabaré Vázquez y su forma de gobernar. Están en discusión todos y cada uno de los partidos políticos, que deben aprender, a los tropezones, cómo moverse en un escenario muy diferente a los anteriores.

Y, por supuesto, ese aprendizaje no se queda sólo en las organizaciones partidarias. También las asociaciones gremiales están reformulándose y resolviendo, por el método de la prueba y el error, qué hacer y cómo plantarse frente al nuevo gobierno.

Por ejemplo, las cámaras empresariales recibieron con agrado el rigor de las políticas macroeconómicas, pero al mismo tiempo se encontraron con una reforma de las relaciones laborales que las descolocó y que, según alertaron, podría afectar seriamente la consolidación de la recuperación económica y, sobre todo, la creación de empleo.  ¿Se cumplirán esas premoniciones o quedarán sólo como una exageración dialéctica? ¿La oposición de las gremiales empresariales al gobierno seguirá en el tono tan duro que alcanzó en este mes de diciembre?

En la otra vereda, los gremios de trabajadores vieron fortalecida su posición por una serie de decisiones del gobierno, entre ellas la reinstalación de los consejos de salarios, la promoción del empleo formal y la ley de libertad sindical. Con esos mecanismos se cubrieron déficits que la sociedad uruguaya arrastraba pero... ¿no falta ahora compensar hacia el otro lado, regulando la actividad sindical o el derecho de huelga? 
Mientras eso se discute, el espacio que los sindicatos ganaron implica la responsabilidad de usarlo sin excesos. Varios conflictos, paros y ocupaciones mostraron que también los sindicalistas, sobre todo los surgidos ahora, tienen bastante que aprender sobre el uso de las herramientas que ahora tienen a su disposición.

Y los medios

Ahora, claro, un ambiente tan agitado como este que he tratado de retratar no podía dejar afuera a los medios de comunicación. 

En primer lugar porque los medios mismos han sido objeto de cuestionamientos.
Más de una vez, voceros del nuevo gobierno recriminaron a diarios, canales de TV o emisoras de radio por la forma como destacaron un hecho o minimizaron otro. Es más, llegó a denunciarse la existencia de un grupo de periodistas de diferentes empresas que se reunirían semanalmente para coordinar sus trabajos en contra de la nueva administración.  Pero antes que eso ocurriera, ya había todo un sector del público, afín a la izquierda, dedicado a buscar presuntas maniobras de desinformación, falseamiento o falta de equilibrio que pudieran formar parte de campañas destinadas a desacreditar al gobierno frenteamplista.
Pero no sólo desde ese lado se puso la lupa en los medios. También hubo connotados voceros colorados y blancos que advirtieron, alarmados, cómo algunos medios y periodistas habrían dejado a un lado su estilo independiente y se habrían convertido en defensores y propagandistas de las políticas del proyecto progresista.

Lo cierto es que este año también se ha discutido mucho sobre periodismo. Pero independientemente de esos debates, de esas críticas y sospechas, quienes nos dedicamos a esta profesión hemos tenido que llevar adelante nuestro propio aprendizaje.
 
Porque cambiaron los protagonistas. 
Porque es diferente la agenda de reformas. 
Porque debemos ir decodificando los criterios de comunicación del gobierno, que son distintos a los previos pero que, además, han tenido idas y venidas y van tomando forma muy de a poco. 
Porque tenemos que extremar el ingenio para encontrar espacio que nos permita darle cabida a todos esas discusiones que, como vimos en estos minutos, tienen lugar hoy en nuestro país.
Y porque tenemos un desafío aún mayor: discernir cuáles de esos temas son trascendentes y cuáles apenas ruido.