"Si usted negocia con quien viola la norma jurídica una vez, va a tener que negociar siempre", afirmó el senador Jorge Larrañaga.

Larrañaga: no se puede negociar con el piquete

El libreto escapó a los libretistas. Así definió el senador Jorge Larrañaga al estado del conflicto entre Uruguay y Argentina. Para él, se debe recurrir a lo diplomático y llamar "en consulta" al embajador en Buenos Aires. "No se puede negociar con los piquetes", exigió. "Si usted negocia con quien viola la norma jurídica una vez, va a tener que negociar siempre", agregó.

(Emitido a las 8.40)

EMILIANO COTELO:
¿Cómo se observa esta situación desde el lado del Partido Nacional? ¿Qué dice el principal partido de oposición?

Estamos en diálogo con el senador Jorge Larrañaga, líder de Alianza Nacional y presidente del Directorio blanco.

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Senador Larrañaga, ¿cómo recibió usted la noticia de que se suspendía la cumbre Kirchner-Vázquez prevista para hoy en Anchorena?

JORGE LARRAÑAGA:
Hemos recibido la noticia con perplejidad, con enorme preocupación. Evidentemente nadie podía pensar que una reunión de esas características se iba a suspender en virtud de que cuando se programó se habían adoptado todos los pasos tendentes a que la misma prosperara y pudiera tener el éxito correspondiente. Esto agrega una nota de enorme improvisación de los dos gobiernos. Hay también una debilidad del nuestro y de la Cancillería, que está inexistente, absolutamente ausente de todo este tema, desperdiciando toda la profesionalidad de la cartera. Esto prueba que el acuerdo de Chile fue algo improvisado, rápido, que se dio y después se intentó negar, lamentablemente.

Pero hay algo que me parece trascendente: que a partir de la legitimación del piquete en Argentina y de la exigencia del gobierno argentino legitimando los piquetes, como en definitiva es de estilo en aquel país, pero en este caso imponiéndonos a nosotros esa lógica piquetera, Uruguay –a nuestro juicio– venía cediendo al chantaje de los piquetes.

El país ha tenido enormes daños, todo el verano y la temporada estival con pérdidas que algunos estimaron en más de 200 millones de dólares, y ahora una suspensión de hasta 90 días, como se había anunciado, que va a terminar pagando el país, los uruguayos. Seguramente va a aterrizar en el Senado y en la Cámara de Diputados una ley con seguro de paro para los trabajadores que no tienen el derecho en función del poco tiempo de trabajo en la empresa. Por lo tanto es una situación muy compleja.

EC - ¿Qué hay que hacer ahora? Usted ha llegado a sugerir que el Poder Ejecutivo llame en consulta al embajador uruguayo en Buenos Aires, Francisco Bustillo. ¿Por qué?

JL - La reunión de ayer, que estaba preparada, se suspendió seguramente por exigencias nuevas de la República Argentina, por mayor definición en la línea del acuerdo que motivó la suspensión. De otro modo no se justifica que en la tarde de ayer el presidente Vázquez haya salido poco menos que eufórico a decir que confiaba en los resultados positivos de la reunión, y en la tardecita la reunión se haya suspendido.

EC - ¿Por qué hay que llamar al embajador en consulta?

JL - Porque no se puede continuar negociando con los piquetes. ¿Quiénes son estos ciudadanos de Gualeguaychú? ¿Qué legitimidad tienen para imponerle a un país extranjero, el nuestro, su reclamo vía la subversión de la norma jurídica nacional e internacional? Si usted negocia con quien viola la norma jurídica una vez, va a tener que terminar negociando siempre.

EC - Entonces, ahora, ¿cuál es el camino? ¿Cómo han quedado planteadas las cosas?

JL - Seguir buscando el diálogo, pero advertirle claramente al gobierno argentino --debió haberse hecho hace bastante tiempo– que Uruguay no tolera más esta situación, que además nos impone el estilo del presidente Kirchner, tan propenso a la atropellada, al pechazo; nos lo pretende imponer a los uruguayos porque seguramente la actitud no hubiera sido la misma con Chile, con Brasil o con alguno de los países de mayor porte. Esta es la realidad.

Nosotros decimos que Uruguay tiene que negociar, discutir, analizar, buscar un entendimiento que vemos cada vez más complejo y más difícil.

EC - ¿Cómo le resulta la solución de un mediador?

JL - Es posible, pero para que se imponga la solución de un mediador es necesario que los dos países coincidan, primero, en que es el instrumento idóneo para llevar adelante y, segundo, en el mediador, lo cual no termina siendo algo cercano y posible. Por tanto Uruguay debe ser firme en esa postura como país chico, reclamar la vigencia del orden jurídico internacional y el respeto a la libre circulación de bienes y mercaderías, y proceder a algunas instancias diplomáticas. El presidente uruguayo el año pasado, con motivo de las declaraciones del señor gobernador Busti, que fue el gran impulsor de todo este lío, que arrancó como reclamo provincial, después se subió el canciller Bielsa en la campaña electoral, y después, en esa suerte de malvinización del conflicto, terminó subiendo también el gobierno argentino, con Kirchner, a quien le encanta todo este tipo de situaciones vinculadas con demostrar su fuerza, y es fuerte con sus reclamos hacia afuera pero termina legitimando los piquetes en un impulso al desorden permanente...

EC - ¿Por qué recuerda el antecedente de aquellas declaraciones de Busti?

JL - Porque aquello motivó una enérgica decisión del gobierno –que apoyamos en aquel momento– del doctor Vázquez convocando al embajador uruguayo en régimen de consulta, que es un reclamo diplomático muy fuerte. Lo hicimos por las declaraciones de un señor gobernador al que quizás le tendría que haber contestado algún intendente del litoral, y no lo hacemos cuando se lesiona el orden jurídico internacional y se generan enormes perjuicios para el país. No da para más este tema, dialoguemos todo lo que tengamos que dialogar, pero el país tiene que iniciar fuertemente un camino de reclamo diplomático firme y quizás proceder al retiro de su embajador en Argentina, convocarlo en régimen de consulta, atento a la gravedad de la situación que está dándose en esta relación que usted calificaba más temprano como culebrón, pero el libreto escapó a los libretistas.

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Edición: Mauricio Erramuspe