A continuación se transcribe completo el capítulo sobre "Gutiérrez Ruiz y los lingotes" incluido en el informe de Búsqueda del 21.09.06
En agosto de 1997, Marcos Gutiérrez, uno de los hijos de Héctor Gutiérrez Ruiz, le contó en Búsqueda al periodista César di Candia todo lo que sabía acerca de la relación de su padre con los tupamaros, que habían robado lingotes de oro a la familia Mailhos, en el marco de una acción guerrillera. Según Marcos Gutiérrez, su padre mantuvo conversaciones con los Jefes tupamaros mientras éstos estaban actuando en la clandestinidad y luego fue secuestrado por un comando del MLN. El diario blanco "El Debate", que era dirigido por Gutiérrez Ruiz, "tenía un desfinanciamiento grande y los tupamaros que se habían robado el oro de Mailhos tenían dificultades lógicas para convertir ese dinero". "Hasta donde yo sé, hubo un acuerdo político por el cual mi padre les consiguió un contacto para poder vender uno o más lingotes y a cambio de eso el MLN financió un tiempo 'El Debate", relató Marcos Gutiérrez. El hijo de Gutiérrez Ruiz, un profesor de Historia que falleció a los 37 años de edad a fines de octubre del 2000 a raíz de un accidente, incluso narró a Di Candia un par de anécdotas sobre los problemas que su padre tuvo como consecuencia de haber estado en posesión de los lingotes hurtados por los tupamaros. "Una de las veces que papá anduvo con los lingotes encima, salía de la Ciudad Vieja con un gran amigo cuyo nombre me reservo dadas las circunstancias históricas, cuando se topó con la gente de la Armada que había armado una "pinza" en determinadas calles y revisaba a todos los que pasaban por allí", dijo. "En ese momento los controles eran muy rigurosos y nadie se zafaba. ¿Te das cuenta lo que podría haber pasado si sorprendían al Presidente de la Cámara con los lingotes en su portafolios?", preguntó Gutiérrez. Y prosiguió: "Lo concreto es que papá se enfrentó al Oficial y le dijo quién era. El dialogado fue muy duro porque la persona que estaba a cargo del operativo no quería hacer excepciones. Finalmente mi padre pudo mostrarle su carné de representante nacional y tanto él como su amigo lograron pasar, imagino que sudando la gota gorda". Gutiérrez Ruiz protagonizó otro episodio tragicómico a raíz de su relación comercial con los tupamaros. "También tuvo lugar con otro lingote. Los tupamaros le pasaron el dato acerca de dónde había que ir a buscarlo y fue con este mismo amigo", relató Marcos Gutiérrez. "El lugar era insólito: una casa pobre en un barrio apartado. Llegaron, tocaron el timbre y salió una típica ama de casa uruguaya, gorda y retacona. Papá le dijo quién era y le dio el nombre, en clave supongo, de las personas que lo habían enviado a buscar el tesoro. Ante su asombro, la señora desde la puerta de su casa y sin la menor discreción les gritó: "¡Ah, ustedes son los que vienen a llevarse el lingote! ¡Vengan conmigo, pasen por acá! ¡Lo tengo enterrado en el fondo!" Todo esto dicho en medio de un estado de inconsciencia absolutamente angelical. Fueron hasta el fondo y ella con una pala hizo un pocito no demasiado profundo, sacó el lingote y se lo dio a mi padre. "Acá tiene, don. Le deseo buena suerte". Ni siquiera le puso un papel para disimularlo, se lo entregó así nomás en la mano. Tan fuera de lo esperado fue el asunto, que papá y su amigo tuvieron que ir a la esquina y comprar unos diarios del día para envolverlo". Gutiérrez relató que "se llevaron aquel socotroco pesadísimo", pero adelantó que "lo mejor sucedió unos días después". "Antes de que se le encontrara forma de colocar, los tupamaros le avisaron a mi padre que tenían un comprador y que debía devolvérselos. El día en que debía hacerlo, el mismo amigo de antes y él venían con el lingote de oro en el auto por la rambla y al subir por esa calle donde hoy está la Facultad de Economía, en el cruce con Gonzalo Ramírez, chocaron espectacularmente y el coche se dio varias vueltas. El amigo de mi padre quedó medio atolondrado y cuando se repuso, se dio cuenta de la gravedad de la situación. Tomó el portafolios y sin soltarlo, no fuera cosa que alguien se lo llevara, trató con la mano libre de sacar a papá que era tres veces más grande que él, de adentro del auto. Mi viejo estaba inconsciente, así que lo reanimaron en un boliche con un par de grapas y un café fuerte. Se había quebrado la clavícula, pero no bien volvió del desmayo le dijo a su amigo que desapareciera de inmediato con el lingote y lo entregara en Rivera y Soca, en una dirección que ellos dos sabían", dijo. Pero, añadió, "esta persona llamó a otro amigo y le dijo que se viniera de inmediato al lugar del choque con un portafolios vacío de color negro. Y así sucedió: el primer amigo se fue con el lingote y el segundo lo sustituyó".