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Carta de Esteban Valenti publicada en La Repúblia en la que se responsabiliza por la contratación de un coche parlante con el que se emitieron consignas contra la presencia de los activistas de Gualeguaychú en Montevideo, el lunes 5

"Autocrítica

Me informé a través de mis lecturas diarias que diversos medios de prensa y aparentemente un juez quieren conocer quién fue el responsable de contratar un coche parlante para que circunvalara la Plaza Independencia el día de la llegada de los piqueteros a nuestro país. Para evitarles trabajo y arduas búsquedas les informo que fui yo personalmente, que pagué 500 pesos, que las consignas también son de mi creación.

No era ningún secreto, se lo debo haber dicho a decenas de amigos. Lo hice por iniciativa personal, sin consultar a nadie y sin discutirlo con nadie. Es uno de los privilegios de mi actual situación política. Copia de esta nota la estoy enviando al juzgado correspondiente.

Así como digo esto, quiero aclarar varias cosas para que la especulación no agote a nadie. Yo no tuve nada que ver, ni siquiera invité a uno de mis amigos y conocidos a concurrir a la plaza. Si lo hubiera hecho lo estaría reconociendo en esta misma carta.

Acostumbro asumir mis responsabilidades.

En vena de confesión debo decir autocríticamente que subestimé a los "uruguayos de siempre". Creí que una avanzada de piqueteros vendría al Uruguay, luego de varios meses de agresiones físicas ­pues cerrar el paso a personas y cosas es clara y definitivamente una agresión física­ y de las otras, pues nos han tratado a todos los uruguayos, de vender nuestra salud, nuestro futuro y el de nuestros vecinos al vil precio de una inversión papelera, y que no habría reacciones de ningún tipo.

Me disculpo con mis compatriotas, reaccionaron, con inteligencia, con mesura, con los límites que nos impone nuestra sólida cultura cívica, pero reaccionaron. Como lo demuestran claramente las pericias médicas realizadas a los piqueteros, no hubo la más mínima lesión. Los gritos y las reacciones espontáneas de la gente ­y cualquiera con un mínimo de sentido común se da cuenta que desde los carteles hasta las manifestaciones desde los balcones fueron totalmente espontáneos­ son parte de esa mesura y equilibrio. A la que se sumó la inteligente acción de la Policía, que fue más sabia que yo y supuso que no habría tal pasividad y que por la sangre de los uruguayos sigue corriendo un líquido rojo y espeso mientras seguimos teniendo el mismo equilibrio y mesura de siempre.

La mesura y el equilibrio que determinaron que en ninguna de las oportunidades que ganamos en La Haya, en el Banco Mundial, en el Tribunal arbitral del Mercosur, nadie, absolutamente nadie salió a festejar. Ni en Fray Bentos. Y les iba la vida.

La misma actitud que tuvimos cuando ante los murales insultantes pegados en la Argentina por un grupo de ultra derecha contra el Uruguay y también para afectar al peronismo bonaerense, le contestamos con murales y volantes amistosos hacia nuestros hermanos argentinos, o cuando las madres de la zona norte de Montevideo se tomaron un ómnibus bajo una lluvia torrencial, cruzaron el puente y con la ayuda de los obispos de ambas orillas llevaron mensajes de fraternidad.

Si alguien se hubiera propuesto convocar en serio a una concentración no tan espontánea para el día de marras en la Plaza Independencia, hubiera tenido un éxito desbordante.

Los gobiernos tienen sus obligaciones y parece que se encaminan por la senda del diálogo. Es la máxima aspiración de la aplastante mayoría de los argentinos y los uruguayos. Incluso las declaraciones de ambos gobiernos en las últimas semanas y del propio embajador argentino son una amplia ventana de esperanza.

Los ciudadanos tenemos también nuestros derechos; uno de ellos es a la libre manifestación de nuestras ideas, por escrito, pegadas en las paredes o propaladas por un coche parlante. Y a asumir nuestras responsabilidades.

Yo creo firmemente que si vienen primero siete piqueteros ­sin importar su edad o su estatura­ luego de insultarnos y de utilizar la violencia desde hace meses, llegan a nuestro país y no hacemos nada de nada, pues al otro día vendrán en siete ómnibus y allí la cosa no será tan sencilla. Comparto totalmente las palabras que sobre el tema de no provocar pronunció el Presidente Kirchner.

Adjunto las consignas utilizadas:

Piqueteros argentinos

¿Por qué no van a repartir volantes al Riachuelo, que es una cloaca a cielo abierto, el río más contaminado de América?

¿Los volantes que están repartiendo se fabrican con la celulosa de alguna de las 15 empresas contaminantes que funcionan en vuestro país?

Ustedes no representan al pueblo argentino. Este año vendrán a nuestro país más de un millón de argentinos, y a ellos sí los tratamos como hermanos.

Ustedes pueden repartir volantes en Uruguay porque nosotros respetamos el derecho a la libre circulación, el mismo que ustedes violan sistemáticamente en vuestro país.

¿Por qué no van a repartir volantes ante vuestro parlamento reclamando una ley de defensa del medio ambiente tan exigente como la ley uruguaya?

Con cordiales saludos

Esteban Valenti"