Sergio Abreu afirmó que la visita de Lula fue "una palmada paternalista con una amenaza".

Abreu: Uruguay ha perdido su "inteligencia molesta" en política exterior

El senador blanco Sergio Abreu afirmó que la visita de Lula fue "una palmada paternalista con una amenaza" para no negociar con terceros mercados. "¿El tema de las fábricas de celulosa es ambiental? No. Hace a la visión del Uruguay que tiene tecnología y exporta a terceros países. ¿Ese es el rol industrial que quieren Brasil y Argentina del Uruguay? No", ejemplificó.

(Emitido a las 8.30)

EMILIANO COTELO:
La reunión que este lunes mantuvieron Lula y Vázquez en Anchorena fue para el gobierno altamente satisfactoria.

Entre los puntos que se destacan está que Lula reconoció que su gobierno ha descuidado el proceso de integración del Mercosur y prometió una mayor atención a los problemas que existen en el bloque. Además, directamente le dio la razón a nuestro país en varios de sus planteos a propósito de las asimetrías. Incluso no se cerró a la posibilidad de que Uruguay negocie con otros países, pese a que advirtió que deben cumplirse los mecanismos previstos en el Mercosur.

Después del encuentro, el entusiasmo del presidente Tabaré Vázquez fue evidente.

(Audio)

"TABARÉ VÁZQUEZ:
Hemos comprobado y lo decimos con enorme alegría que es un tiempo histórico en el que se produce una profunda inflexión en el relacionamiento entre nuestros dos países".

(Fin del audio)

"Una profunda inflexión en el relacionamiento", decía Vázquez. Evidente satisfacción.

Pero, ¿cómo se evalúa la cumbre de Anchorena desde la oposición? ¿Qué reflexión les merece este nuevo posicionamiento del gobierno brasileño y la actitud que asumió el Poder Ejecutivo de nuestro país? Vamos a averiguarlo.

Estamos con el doctor Sergio Abreu, senador de la República, dirigente de Alianza Nacional, Partido Nacional y ex canciller.

***

Senador Abreu, ¿usted comparte el optimismo del gobierno?

SERGIO ABREU:
Mire yo comprendo el optimismo porque todo presidente debe decir que una relación y una visita importante tiene resultados positivos. No puede decir que ha sido un resultado decepcionante. No sé si la "profundidad de la inflexión" puede ser compartida en cuanto al resultado de la reunión, por variadísimas razones.

EC – ¿A ver algunas?

SA – Una de ellas es que en realidad la discusión central de dónde está ubicado el Uruguay en el proceso de integración, no quedó definida. Es decir, no hay una línea clara sobre dónde el Uruguay va ni qué espacio le corresponde dentro de este Mercosur. Esto es muy importante porque la relación bilateral con Brasil se puede trabajar en determinados aspectos de cooperación pero el tema era la discusión de la esencia del proceso de integración.

Uruguay tiene tres aspectos que tiene que defender. Un acceso al mercado irrestricto, es decir, no tener dificultades en las exportaciones a la región porque para eso se hizo el proceso y eso tiene su sentido fundacional. En segundo lugar, nivelar el campo de incentivos a las inversiones para que el Uruguay tenga también posibilidades de que las inversiones se radiquen en el país y por tanto aprovechar no sólo el mercado interno o el regional sino también el mercado externo como plataforma de inserción hacia afuera. Y, en tercer lugar, el tema de la flexibilidad. ¿Qué quiere decir la flexibilidad? Que como el Uruguay admite que teniendo una situación asimétrica económica reconocida por los otros países, puede tener cierta flexibilidad para poder acceder a otros mercados.

EC – Veamos cada uno de esos tres puntos. En cuanto al restablecimiento de la transparencia en el comercio, ¿usted dice que no hubo resultados satisfactorios?

SA – No hubo resultados y, entre otras cosas, hay resultados muy negativos.

EC – El presidente Lula ha admitido y distintos gobernantes brasileños han admitido que hay problemas efectivamente y han puesto en marcha conjuntamente con Uruguay mecanismos de monitoreo para atacar esos inconvenientes.

SA – Yo le diría que eso está dentro de las trabas no arancelarias y de las dificultades que siempre son promesas que repiten los países. Después borran con el codo lo que escriben con la mano. Una cosa es lo que haga un país chico y otra cosa es lo que hace un país grande. Si a nosotros nos delimitan un acceso al mercado con productos, afectan toda una línea de producción y a veces un sector de la economía del país. Eso tiene efectos muy importantes.

Este es un tema administrativo que siempre se promete y nunca termina de cumplirse. Si no, veamos lo que sucede con muchos productos en el ámbito regional de Argentina y Brasil.

Pero acá el tema de fondo de comercio es que nosotros comenzamos nuestra integración en 1991, con un porcentaje de comercio con Brasil y Argentina de aproximadamente un 22-23%. Llegamos en 1998 a casi el 48-49% y hoy hemos vuelto al 21-22%. Es decir, que el Mercosur desde el punto de vista comercial, no ha tenido los resultados esperados para nuestra inserción en el mercado regional.

Es una buena noticia que el Uruguay al aumentar las exportaciones, diversifica los mercados. Pero esto no es una buena noticia para Brasil o Argentina porque, en particular Brasil, quieren manejar los temas con un criterio siempre de contracción de lo que son los mercados con los que se asocian.

A partir de la devaluación brasileña de 1999, exportamos aproximadamente 1.000 millones de dólares, bajaron a 500 millones, no se han recuperado aún incluso cuando la moneda brasileña tiene una cierta competitividad a nuestro favor e incluso se ha dado el récord en estos días de la inflación más baja de los últimos años apreciando la moneda brasileña y, por tanto, facilitando nuestras exportaciones.

Hoy el Uruguay exporta al Brasil 500-600 millones de dólares y está importando 1.000 millones de dólares. Es decir que tiene un déficit estructural muy importante. Exporta materias primas, exporta valor relativamente agregado en la cadena agroindustrial e importa siempre productos manufacturados.

Lo mismo sucede con Argentina donde nuestras exportaciones hoy están aproximadamente en unos 300 millones de dólares e importamos unos 600 millones de dólares. Es decir, estamos con un déficit estructural muy importante con la Argentina y con el Brasil y eso en materia de acceso al mercado nos ha perjudicado.

A partir de la crisis del 99 y a partir de la devaluación de Argentina e incluso de las medidas arancelarias y no arancelarias sobre todo restricciones de los mercados. Es decir, el Uruguay hoy tiene como posibilidades en su apertura otros mercados externos, ha sustituido unos mercados respecto de otros. Brasil compite en muchos productos agropecuarios en los que nosotros exportamos al Brasil, por ejemplo la carne, con Argentina sucede lo mismo; y nosotros somos importadores de manufacturas o de bienes intermedios. Esos que después exportamos entre otras cosas a la Argentina, con parte de los insumos importados desde ese mercado.

EC – En este punto, ¿qué debió haber traído Lula para que su presencia fuese efectivamente satisfactoria?

SA – Realmente definir qué tipo de proceso de integración quiere. La apertura clara, el acceso al mercado y las políticas comerciales comunes.

Estamos hablando de una unión aduanera. La unión aduanera supone un Arancel Externo Común y políticas comerciales comunes. No tenemos nada de esto. Tenemos sólo un Arancel Externo Común perforado en muchas instancias, nos faltan las políticas comerciales y obviamente cada país está tomando conductas unilaterales o bilaterales.

Brasil tiene que asegurar al Uruguay que no va a trabajar con Argentina en forma bilateral sobre acuerdos, por ejemplo, sobre la "Cláusula Competitiva", que no a recorrer caminos siempre laterales con los socios más grandes del Mercosur para disciplinar a Argentina como dicen los brasileños y olvidándose de que el tema de integración es una definición conceptual.

Lo que tenemos que definir nosotros los uruguayos, y no sólo Brasil, es pedirles qué tipo de proceso de integración queremos. Realmente cuál es el modelo que le sirve al Uruguay.

Nosotros no podemos salir hablando con Brasil en forma lateral sobre el tema de la energía. Hace tiempo que hablamos de la energía. Pero el corazón del proceso de integración es el comercio pero sobre todo la inversión. Ahí viene la gran discusión: ¿realmente las inversiones que el Uruguay recibe han sido facilitadas por el Mercosur? ¿Las han facilitado Brasil y Argentina? ¿O con estas trabajas que ellos permanentemente establecen lo que limitan es la capacidad de agregar valor a un proyecto de país productivo que todavía está basado, exclusivamente, en cadenas agroindustriales o en productos o en materias primas que se benefician por los precios internacionales?

EC – El gobierno de Brasil sí ha anunciado una serie de inversiones de origen brasileño en Uruguay, algunas provenientes del sector privado otras de una empresa del Estado como Petrobrás. Incluso ha anunciado que el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social va a facilitar alguna de esas inversiones.

SA – Las inversiones que ha hecho Brasil en los últimos tiempos no han sido inversiones nuevas en la economía del país. Ha comprado empresas, empresas funcionando. Es decir ha invertido, por ejemplo, en el ámbito financiero:  Banco de Bostón, Banco Itaú. Ha invertido en el ámbito de la energía: Conecta, Gaseba y además en otro tipo de infraestructura energética. Ha comprado la cadena agroalimentaria de la maltería y obviamente ahora está en el ámbito frigorífico.

¿Son inversiones que realmente dinamizan la economía del país? No, son compras lógicas, legítimas y estratégicas de la visión brasileña de interconectar cadenas para poder seguir invirtiendo pero sin alterar los índices y las variables básicas de la economía del país. Acá lo importante -y esto está vinculado con el tema de la flexibilidad- es qué Uruguay perciben Argentina y Brasil. Qué tipo de inversión, qué calidad de inversión y de qué forma esa inversión puede facilitar la visión productiva de país hacia terceros países. Eso es lo que nosotros tenemos como elemento casi diría más dificultoso.

Vinculamos acá el tema de la inversión con el tema de la flexibilidad. Más allá de los temas ideológicos y filosóficos, ¿cuál es el problema que tiene Brasil o Argentina? Simplemente, que si el Uruguay tuviera una cierta flexibilidad o un acceso a un mercado de tercer país -por ejemplo los Estados Unidos, Europa o lo que fuere, no pongamos el nombre al mercado-, que no fuera el mismo acceso al que tienen Brasil y Argentina para sus productos, muchas inversiones se radicarían en el Uruguay.

Usted imagine las inversiones brasileñas en el Uruguay tratando de exportar al mercado que no pueden exportar desde Brasil. Esa es la verdadera asimetría: cómo los países grandes comprenden al país más pequeño en esa visión. Entonces, esa es una visión industrial y estratégica.

El oyente va a entender este tema y lo vamos a entender todos. ¿Creemos que el tema de las fábricas de celulosa es solamente un tema ambiental? No, no lo es. Es un tema de la visión del Uruguay que tiene una tecnología importante, que agrega una gran industria, que utiliza insumos de la región y que exporta a terceros países. ¿Ese es el rol industrial que quiere Brasil y Argentina del Uruguay? No. Yo creo que es legítimo que lo puedan pensar pero también es cierto que es obligatorio por parte de un gobierno como el nuestro, desarrollar esto y sobre todo saber a dónde va.

Cuando quedamos en estos discursos ambiguos, muy típico de la diplomacia brasileña... Con todo respeto porque todo el mundo sabe que yo soy admirador y además tengo una buena cercanía con el Brasil. Pero Brasil tiene una frase que es terriblemente preocupante. Después que nosotros negociamos para firmar ellos firman para empezar a negociar. Entonces, a la semana que uno termina, escucha esa frase, esa palabra tan preocupante brasileña que dice: "infelizmente eu virei".

EC – "Infelizmente cambié".

SA – Y estos temas son parte de esta tradicional diplomacia luso-brasileña que no es negativa pero que es parte también de una realidad. A veces yo prefiero tener con los argentinos este tipo de confrontación más dura y no que nos saquen la camisa con el saco puesto y cuando vamos a ajustar la corbata no tenemos el cuello.

Este es un tema que tenemos que mirarlo en la profesionalidad de la política exterior del país. Tenemos que saber dónde vamos, no definir contra quién estamos. Saber contra quién estamos, es muy fácil.

***

EC – Uno de los puntos centrales de la expectativa por esta presencia de Lula en el país era el famoso margen de flexibilidad para que Uruguay pudiera negociar con terceros países acuerdos de preferencias arancelarias. Eventualmente, por ejemplo, un TLC con Estados Unidos.

¿Qué dijo Lula a propósito de esto? Dijo: "Es preciso que cada país cuide sus intereses, teniendo en cuenta que tenemos reglas que nos obligan, en tanto Mercosur, a seguir un determinado procedimiento pero sin obstáculos a la libertad de cada país a hacer los negocios de acuerdo con los intereses soberanos que tenga. Así es que Brasil negocia con China, así es que Brasil negocia con los Estados Unidos, así es que Brasil negoció con la Unión Europea, es así que Brasil negocia con Uruguay y Uruguay negocia con Brasil".

¿Cómo interpretó usted esta frase de Lula?

SA – Es una típica ambigüedad diplomática. Es decir, en realidad de lo que está hablando es de no cercenar la capacidad bilateral de los países de relacionarse. Pero de ninguna manera hace relación a lo que es la facilidad que se le pueda dar a un país en un proceso de integración para poder negociar tratados de libre comercio con terceros países. Usted vio que Lula en este caso no menciona México. México es un tratado de libre comercio que tenemos, obviamente bajo el paraguas jurídico de la ALADI, pero es un weaver o una autorización que se le ha dado al Uruguay para poder tener un acceso al mercado mexicano. Entre otras cosas, parece hasta una broma lo que le ha sucedido en sus exportaciones el otro día con la actitud proteccionista casi irracional que tiene México.

Pero de todas maneras nosotros tenemos que ver que este tema tiene que estar mirado dentro de la flexibilidad que significa una excepción a lo que ellos llaman la "Resolución 32 del Mercosur", que establece la negociación en bloque.

EC – ¿Qué es lo que tendría que concederle el Mercosur a Uruguay para que se pudiera llevar adelante este tipo de negociaciones, por ejemplo, con Estados Unidos?

SA – Simplemente que el Uruguay pueda tener una zona de libre comercio o pueda tener un acuerdo comercial liberado de la negociación en conjunto, para tener concesiones distintas a las que se le puede dar a mercados más grandes.

Es decir, si nosotros negociamos como lo hicimos con México... México no le va a dar lo mismo que nos dio a nosotros al Brasil y a la Argentina. Esa es  la asimetría. Eso no es romper el Mercosur, es tratar de compensar esta situación económica y comercial que es absolutamente desfavorable, en conductas y en todo lo demás.

¿Cómo es posible que nosotros esperemos callados frente a las detracciones argentinas a las exportaciones? Paga mucho más el trigo, después paga menos la harina y después pagan menos los fideos. ¿Por qué? Simplemente porque lo que quieren allá es establecer un régimen de competencia distinto que afecta obviamente al proyecto industrial o al proyecto de valor agregado que el país pueda tener.

Estas cosas, internamente, las tenemos que manejar técnica y políticamente. Entonces si queremos flexibilidad no es para decir que estamos a favor de Estados Unidos o de Bush o de cualquier otro país, es simplemente para decir que queremos exportar a otros mercados sin hipotecar nuestra condición de país bisagra en el ámbito de la región. Somos hijos de la geografía y la geografía es madre de la historia. Entre otras cosas, no tenemos por qué renunciar a nuestro proyecto de Mercosur. Lo que no quieren los países más grandes en el caso del Uruguay es que el Uruguay desarrolle un tipo de proyectos distinto al aquellos inicialmente, primariamente tenían.

Entre otras cosas porque también los procesos de integración son entre países en vías de desarrollo. No estamos acá copiando lo que son los fondos estructurales europeos donde países desarrollados pueden ayudar a desarrollar a los demás. Acá estamos en países que tienen dificultades importantes. ¿Qué confianza le puede otorgar la Argentina a la comunidad internacional cuando destituyen al jefe de Estadística porque no dio el número que quería el presidente? Hoy leía que en el último "Economist internacional" que le toman el pelo a Argentina diciendo que modifica sus números más allá de su realidad o mejor dicho que cambia la gente.

Todas esas cosas son parte de esta flexibilidad que tenemos. Ahora lo que sucede es que esto es una fuga hacia delante. En vez de enfrentarnos al tema, politizamos, ideologizamos. ¿Sabe lo que sucede con el presidente de Brasil que vino a discutir aquí el tema de la flexibilidad del Uruguay? Es que no va a decidir nada el presidente de Brasil ni va a laudar, si antes no lauda el Uruguay internamente en su gobierno. La profesionalidad brasileña sabe muy bien que acá hay dos posiciones, una en el Ministerio de Economía y otra en la Cancillería, con sus adeptos laterales. Uno que quiere flexibilidad y una zona de libre comercio con terceros países y el otro que habla del Mercosur profundizado y politizado y más vinculado al proyecto ideológico que al proyecto comercial.

En esta división no se va a meter el Brasil que ya tiene una posición definida. Si yo soy canciller Amorín le digo al presidente Lula: "no vayas a decir una sola palabra sobre este tema porque el Uruguay no ha laudado sus problemas no seas tú el que vas a laudar los problemas que no han decidido los uruguayos".

EC – ¿Esa es su interpretación de por qué Brasil no se pronuncia?

SA – No se pronuncia entre otras cosas porque quiere tener esta grifa del Mercosur y quiere mantener entre otras cosas a la Argentina disciplinada.

EC – ¿Cómo juegan estos factores que usted acaba de mencionar?

SA – Analicemos por ejemplo la visita de Bush. Viene al Uruguay pero más importante es la visita de Bush al Brasil. Esa es una visita importante donde el etanol es un centro de discusión, donde la política de combustibles de alguna manera está en sintonía entre Estados Unidos y Brasil, los principales productores. Basta leer el discurso del presidente Chávez de la semana pasada, donde se despachó duramente contra el tema del etanol, contra la política agrícola de producción de combustible y donde, entre otras cosas, hizo una crítica muy fuerte a las fábricas de pasta de celulosa porque podían terminar en generación de energía.

Pero la respuesta de la visita de Bush acá, es la respuesta de Chávez a Kirchner. Es decir, aquí hay un tema de juego de poder en una América Latina totalmente desvinculada de los temas comerciales. Tenemos un país rico transitoriamente, efímero... Venezuela no es el país eje del ámbito de la economía, son México y Brasil. Dijera Ricardo Lagos "como es un populismo con chequera" está en posibilidades como el caso de la deuda Argentina o de Sancor y se ha desnaturalizado todo. Ha ingresado incluso Venezuela al Mercosur sin ni siquiera hacer una concesión en materia económica y comercial. Para ingresar Venezuela con productos necesitamos licencias de importación, está todo digitado. Entonces hemos desnaturalizado el Mercosur y el proyecto de Chávez es salir a cruzar en el ámbito de América para ver si ese "eje bolivariano" como lo llama él, se enfrenta al otro eje en el que entre otras cosas participa en forma pacífica Brasil, más allá de cierta sintonía de carácter filosófico ideológico.

Brasil tiene un modelo de desarrollo comercial nacionalista, de no intervención -los brasileños dicen de "no indiferencia", aunque nosotros hemos sufrido seriamente la indiferencia con la pasta de celulosa-, y en tercer lugar de equilibrio.

Venezuela desarrolla un principio de intervención en los asuntos internos de los Estados, fragmentación de América Latina -por decir "el que no está conmigo es mi enemigo y además está a favor de los Estados Unidos"- y potencia además un desarrollo de conflicto en algunos casos con contribución y compra y facilitación de armamento que pone a América, al continente, en una situación de fragmentación difícil de administrar.

EC – El presidente Lula insistió en estos días en que no hay una competencia por el liderazgo entre Brasil y Venezuela.

SA – Es que no puede haber, lo que se alimenta aquí es un espacio distinto que está ganando Venezuela, o por lo menos con facilidades en materia de dar dinero a todos los demás pero no con el modelo de integración que nosotros queremos definir que son reglas de juego claras, señales claras a los inversores.

Brasil tiene un piloto automático. Brasil en su estructura y en su dirección está regido por la industria brasileña, por las Fuerzas Armadas brasileñas y por Itamaratí. ¿Qué le ha pasado a Itamaratí? Se ha dividido. El ejemplo más claro es la lucha que se ha planteado a partir de la destitución del embajador Abdenur en Estados Unidos que ha levantado una bandera contra la orientación del canciller Amorín y que tiene seguidores tales como el ex canciller Lampregui, Botafogo Gonçalves, el embajador Barbosa. Es decir, la línea vieja de Itamaratí que estaba mucho más en la estrategia que en la ideologización. Ese giro que ha dado Itamaratí le ha creado cierta debilidad en el planteo pero sigue siendo un país con una visión estratégica de mediano plazo y no con una visión filosófica de confrontación.

Este tema de la visita de Bush es una prueba clara con la respuesta de Chávez a Kirchner. Ahora, el problema de Kirchner es cómo recibe en este momento a Chávez cuando Argentina tampoco es un país que tiene el mismo discurso que tiene Venezuela, entre otras cosas, porque no le conviene seguir enfrentándose con los Estados Unidos. Pero como Kirchner funciona en clave interna -es decir, a ver si gana o pierde las elecciones como sucede en la política argentina, donde la concentración de poder es el objetivo-, va a aprovechar en algún momento a Chávez para poder sintonizar entre otras cosas... En el último latinobarómetro dicen que Argentina es el país que tiene más sentimiento anti norteamericano. Entonces de repente lo utiliza así. Pero tampoco se puede confundir. Acá el tema juega en todas las puntas y fíjese lo que es Chile.

EC – Entonces, ¿cómo juega este cuadro de la región en el examen que estamos haciendo de lo que dejó la presencia de Lula en Uruguay y en lo que son los reclamos de Uruguay en particular dentro del Mercosur?

SA – Mire yo no estoy para dar consejos, estoy para recibir. Pero sí estoy para opinar y creo que es bueno que lo hagamos con un sentido hasta nacional. No le podemos poner una camiseta partidaria a la política exterior. La política exterior del país no es una expresión de partido ni de sector.

EC – ¿Por qué usted mencionaba todos esos ingredientes de Venezuela, Kirchner, la situación dentro de Itamaratí incluso con divisiones? ¿Cómo juega todo eso a la hora de un resumen en cuanto a las posibilidades uruguayas?

SA – El Uruguay no ha definido a dónde va y eso lo saben todos. El Uruguay tiene dos aspectos claramente definidos, vuelvo a insistir, y que todavía no han sido laudados y establecidos por el presidente de la República. Otros países pueden tener esta ambigüedad, un país chico como el Uruguay no lo puede tener. Eso es primero.

Lula seguramente salió satisfecho entre otras cosas, como lo dijo Valor Económico ayer, porque de alguna forma nos dejó una palmada de paternalismo con una amenaza velada. Es el viejo sistema del manejo imperial, en el buen sentido, que realiza el Brasil con su profesionalidad y su historia.

Y, en segundo lugar, el Uruguay al no tener esta definición no tiene capacidad de propuesta. Del Uruguay salió el Grupo de Contadora, el Grupo de Río, la Ronda Uruguay, el propio Mercosur y la incorporación del Paraguay fue obra entre otras cosas del propio Uruguay que estaba teniendo su visión estratégica: los ríos, la Cuenca del Plata, el Martín García, todo lo que significa... Pero nosotros hemos perdido esa capacidad de propuesta.

El Uruguay se destaca por su inteligencia molesta, la hemos perdido y la hemos perdido anestesiados en una lucha entre dos sectores de un gobierno: uno que todavía está aferrado a Stalin y otro que está pensando que Gorbachov tenía razón, para explicarlo en términos burdos pero tampoco descalificativo. Y eso es fatal para un país pequeño, frágil y que además tiene dificultades tan grandes porque resulta que se ha comprobado que los países no tienen amigos, porque los socios que teníamos y que festejaron que el presidente Tabaré Vázquez fuera el presidente de la República así nos tratan, así nos llevan y así nos consideran.

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Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Guzmán Gordillo