Entrevistas

Batlle: Bush extendió "una especie de cheque en blanco" a Uruguay

Batlle: Bush extendió "una especie de cheque en blanco" a Uruguay

El ex presidente Jorge Batlle opinó que el ofrecimiento de Bush a Vázquez para que "lo que precise, levante el teléfono" y se lo pida "significa muchísimo más de lo que uno puede imaginar". "Es una especie de cheque en blanco imponente para cualquier gobernante", aseguró. Y sostuvo que lo único que Vázquez le puede pedir a Bush es "hacer un Tratado de Libre Comercio".

Emitido a las 9.12

EMILIANO COTELO:

Durante su gobierno, el doctor Jorge Batlle desarrolló una relación personal muy cercana con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Entre ambos se fue conformando una amistad que terminaría siendo tabla de salvación para el país en el año 2002, en el momento más dramático de la crisis económica y financiera.

Aquella sintonía Batlle-Bush cosechó críticas, algunas muy mordaces, en la izquierda uruguaya. Sin embargo, ahora parece tener su continuación en el vínculo entre el presidente Tabaré Vázquez y Bush.

¿Qué dice Batlle después de los gestos tan cordiales que intercambiaron el sábado en Anchorena los dos presidentes? ¿Cómo analiza el resultado de esta reunión, sumada a la de mayo del año pasado en la Casa Blanca?

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¿Cómo observa la buena relación que el gobierno del presidente Tabaré Vázquez viene desarrollando con Estados Unidos?

JORGE BATLLE:

Está bien, en primer lugar porque hay que tratar de mantener una buena relación con todo el mundo, incluso, más allá de que uno tenga discrepancias ideológicas con los distintos gobiernos. Nosotros tuvimos discrepancias ideológicas con la Unión Soviética y, sin embargo, siempre manejamos las cosas con buena relación, como corresponde.

Me da la impresión de que en este caso concreto hay algo muy trascendente, ya que la pelota está en el campo uruguayo. El presidente Bush llega y le dice al presidente de Uruguay: "Lo que ustedes quieran hacer, agarren el teléfono y me lo comunican".

EC - Usted escuchó directamente esa frase el sábado en la residencia del embajador de Estados Unidos.

JB - Por cierto, la escuché claramente y no cabe duda de lo que eso significa.

EC - ¿Qué significa para usted?

JB – En primer lugar, que si estamos interesados en volver a plantear el tema Tratado de Libre Comercio (TLC), el gobierno de Estados Unidos está dispuesto a llevarlo adelante rápidamente. Significa muchísimo más de lo que uno puede imaginar, cuando el presidente de un país que se supone que sigue siendo el más importante del mundo le dice al presidente del país al que visita (que es un pequeño país con el que ha tenido relaciones permanentes, estables y positivas): "Lo que precise, levante el teléfono y me lo pide"... Dios mío, es una especie de cheque en blanco imponente para cualquier gobernante.

EC - Un gobernante que en este caso es de izquierda, es el primer presidente del Frente Amplio (FA) que tiene la historia uruguaya.

JB - Exacto.

EC - ¿Cómo se entiende que el presidente de Estados Unidos, con quien la izquierda tiene diferencias notorias, mantenga esta posición?

JB - El presidente de Estados Unidos ha firmado un acuerdo de libre comercio con Vietnam, país con el que estuvo en guerra, una guerra que perdió. El gobierno americano no hace distingos desde el punto de vista político cuando se trata de cuestiones de carácter comercial. Cosa que me parece que no hace nadie en este mundo; yo no veo a nadie que diga "con fulano no comercio porque ideológicamente no me sirve".

Salvo la situación entre Estados Unidos y Cuba, que por otra parte es muy original porque los cubanos permanentemente se quejan de que Estados Unidos no tiene un comercio abierto con ellos, pero al mismo tiempo, desde hace muchos años, dicen que Estados Unidos es la representación del mal sobre la Tierra. Parecería un contrasentido querer mantener relaciones comerciales estables e importantísimas con el representante del mal sobre la Tierra.

EC - Usted destacaba que para Estados Unidos y en particular para el presidente George W. Bush las diferencias que puedan existir en el plano ideológico, por ejemplo, no existen, que la prioridad es lo comercial.

JB - Sin comercio el mundo no vive, los países no viven sin comercio, no es posible. Ningún país puede vivir sin un comercio abierto con el resto de la humanidad.

EC - ¿Y qué dice usted a propósito de la línea de interpretación según la cual lo que el presidente George W. Bush busca es aproximarse a determinado tipo de gobiernos de izquierda de América Latina, y que por eso fue a ver a Lula y después viene a ver a Vázquez?

JB - No es así, estamos olvidando un poco la historia. El señor Chávez estaba sentado al lado de mí en Québec; estábamos todos, los de izquierda, los de centro, recibiendo la continuidad de la oferta del mecanismo del ALCA. ¿Y qué es el ALCA sino el tratado de libre comercio bilateral que firmó Chile con Estados Unidos?

Cuando Clinton inició las tratativas por el ALCA, estaba ofreciendo un mercado común desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Cuando lo continúa el presidente Bush y se reúne en Québec es lo mismo. ¿Quiénes son los que dicen que no? ¿El presidente de Estados Unidos o los países de América del Sur? Son los países de América del Sur. Ecuador dice que no y luego dicen que no Brasil, Argentina, Uruguay, Venezuela y Bolivia en Mar del Plata. Por tanto, no es el gobierno de Estados Unidos que está seleccionando este sí, este no.

Estábamos todos involucrados en el ALCA, parece que hemos olvidado que estuvimos todos sentados en Québec cuando yo le dije a Chávez que lo que precisábamos era que nos diera un lugarcito en cada estación de nafta (de las 14.000 que tiene Venezuela en Estados Unidos) para vender carne.

EC - De todos modos, desde entonces hasta ahora se ha fortalecido la retórica del presidente Hugo Chávez en cuanto al enfrentamiento con Estados Unidos y ha ido tejiendo afinidades más fuertes con algunos de los otros gobiernos de izquierda de la región, como Bolivia y Ecuador. Y se ve a Lula en Brasil y a Tabaré Vázquez en Uruguay jugando de otra manera. ¿Qué dice de eso?

JB – Brasil, desde mucho antes que existiera Chávez en el escenario político, ya en tiempos de Fernando Henrique Cardoso, estuvo muy renuente a acuerdos con Europa y con Estados Unidos. Esta posición brasileña no surge a raíz de la presencia del presidente Chávez en el escenario político.

Cuando se constituyó la reunión Europa-América Latina en Río, Chirac fijó la fecha para empezar las conversaciones entre el Mercosur y Europa y todos nos quejamos de que era muy tarde. Al llegar la fecha (durante el período de gobierno en que yo fui presidente) Uruguay forzó la reunión, porque ni Brasil ni Argentina querían negociar con Europa.

Estamos desfasando la realidad del interés central de Brasil. Aquí no hay un acuerdo con Estados Unidos, ni siquiera el que se firmó con Bush padre, que fue ratificado por los parlamentos de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, porque el líder de la cosa comercial y económica en el Mercosur, que es Brasil, notoriamente no lo quiere hacer. Por tanto, no es que Venezuela diga "no lo quiero hacer", si Venezuela es la única que le vende a Estados Unidos, y en qué orden de magnitudes. Le vende todos los días 1.500.000 barriles de petróleo.

EC - Usted dijo, interpretando las palabras de Bush el sábado en la residencia del embajador de Estados Unidos, que allí había un mensaje en cuanto a que si el gobierno entendía que podía retomar las negociaciones por un TLC, él estaba a disposición. ¿Pero es viable eso en el nuevo escenario político de Estados Unidos, con la mayoría demócrata en el Congreso?

JB - Lo primero que hay que hacer es ver el tratado y después ponérselo arriba de la mesa a los congresistas americanos para que asuman la responsabilidad de borrar con el codo lo que su propio correligionario, el presidente Clinton, inauguró. Yo quiero ver a la señora Hillary Clinton decir que la idea de su esposo es equivocada. Desde el punto de vista político no le sirve al Partido Demócrata decir que no a los acuerdos con Colombia, con Perú, a un eventual acuerdo con Uruguay, sería muy negativo en lo electoral. No hay que olvidar que hay una colonia hispana, una colonia latina muy importante, que vota y se fija en los intereses de su continente como un todo, y en algunos estados tiene una presencia muy fuerte.

El Congreso americano, cuando tiene mayoría demócrata, defiende lo que supone que son los puestos de trabajo de los obreros americanos. Pero eso es muy relativo porque las cosas con las que están presentes las economías de América del Sur en el mercado americano tienen un grado de evolución tecnológica muy por debajo del de aquellas que dan realmente trabajo en Estados Unidos. Toda la industria textil del mundo ha salido de los países más desarrollados, prácticamente todas las compañías textiles americanas están en México, queda alguna cosa subsidiada y sostenida en Carolina del Norte en el rubro algodón, pero en el rubro lana no hay nada.

O sea que no hay tanta dificultad política como se supone para que un país pequeño como Uruguay no esté bien visto hasta por los más grandes proteccionistas. Porque ¿Qué tenemos nosotros para ofrecer al mercado americano que pueda dañar la actividad del trabajo de Estados Unidos? Nada.

EC - Usted remarca que la pelota está en la cancha uruguaya.

JB - Sí, está en nuestra cancha, si el último jugador que pateó fue el señor presidente de la República, que dijo: "No vamos a hacer un acuerdo de libre comercio". Después viene el presidente de Estados Unidos y le dice: "Lo que precise, levante el teléfono y me lo pide". ¿Qué le puede pedir el presidente de Uruguay al presidente de Estados Unidos? Ayuda financiera no precisa porque ya la obtuvo y se devolvió en cuatro días. (Se acaba de publicar un precioso libro de Taylor que analiza todas las crisis posteriores a las Torres Gemelas, donde hay un capítulo dedicado a Argentina, Uruguay y Paraguay, que hemos traducido y vamos a poner en nuestra página web porque es muy interesante. Allí está el ejemplo de que nosotros devolvimos el dinero prestado en cuatro días).

EC - El crédito puente que otorgó el gobierno de Bush.

JB - ¿Qué le puede pedir el presidente de Uruguay al presidente de Estados Unidos? Vamos a hacer un Tratado de Libre Comercio, otra cosa no le puede pedir.

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EC - ¿Qué sintió cuando en la conferencia de prensa el sábado en Anchorena Vázquez le agradeció a Bush la ayuda que, en el año 2002, facilitó para sortear la crisis financiera de nuestro país?

JB - Me pareció una cosa acorde con la expresión de lo que realmente había pasado en Uruguay, que tanta gente negó o sostuvo que fue un grave error haber hecho las cosas como las hicimos. El propio presidente de la República, en su momento, declaró que habría sido mejor hacer lo mismo que hizo Argentina. Me pareció un acto de reconocimiento y de agradecimiento, demostrando la actitud que corresponde, que un país le agradezca a otro que, a cambio de absolutamente nada, lo sacó de los pelos cuando estaba a punto de ahogarse, que fue lo que hizo el gobierno americano al prestarnos 1.500 millones de dólares.

La verdad es que este gobierno americano, los anteriores y todos a quienes tanto se critica, se tacha de imperialistas y no sé qué otras cosas, son los únicos hacia los que todo el mundo da vuelta la cara para pedirles una mano. Porque nadie pone un peso arriba de la mesa para ayudar a nadie cuando los países están en crisis.

EC - ¿Usted esperaba ese reconocimiento del doctor Vázquez?

JB - No lo esperaba, pensé que sería una cosa protocolar, que el tema del presidente de Uruguay iba a ser fundamentalmente referido a la entrevista.

EC - De hecho significó que por primera vez, en público, un presidente de la República Oriental del Uruguay agradeció de manera expresa aquel gesto. Usted no pudo hacerlo en un acto de esas características porque no se produjo esa reunión entre los dos. Desde ese punto de vista fue un episodio llamativo.

JB - Fue un episodio que honra a Uruguay y al presidente de la República, porque reconocer y ser agradecido es de las cosas más importantes de la vida de las personas y de las naciones. Sobre todo, por parte de un presidente a quien integrantes importantes de su gobierno estaban insultando de manera muy dura.

El propio ministro de Ganadería dijo que si no hubiera tenido que recibirlo habría estado en la marcha contra Bush. Fue la necesidad de decirle: "Lo recibimos manteniendo nuestra discrepancia con usted. Pero reconocemos que Estados Unidos recibe con los brazos abiertos y da soluciones de vida a miles y miles de uruguayos, y que cuando tuvimos la situación más difícil, más dura de nuestra historia desde la Guerra Grande, usted nos tendió una mano como nadie imaginó que alguien pudiera tender para salvarnos la democracia".

EC - ¿Cómo vio la réplica de Bush, que elogió el manejo económico de este gobierno, destacando que la economía uruguaya está creciendo a 7%? "Yo lo felicito, señor, por crear las condiciones para que la gente sienta que puede hacer inversiones. Eso impulsa a la economía", dijo Bush.

JB - Es una expresión muy clara de cómo el presidente Bush cree que se debe manejar la macroeconomía. Da la impresión (es casi notorio, porque el ministro Astori ha recibido críticas por ello dentro de su propio partido) de que lo que se ha hecho en materia macroeconómica es una continuidad absoluta de lo que se venía haciendo a partir de 2003.

En ese sentido, el país básicamente no ha cambiado y se ha beneficiado notoriamente, como nos beneficiamos nosotros en 2004, con los precios en los mercados internacionales que permitieron que la agricultura se expandiera. En el primer año de gobierno exportamos 800.000 dólares en soja y en el último, 70 millones. No fue el gobierno que intervino, fue el mercado que demandó el producto. El gobierno intervino en el sentido de que no hubo retenciones en Uruguay como las hubo en Argentina, entonces se produjo (cosa que quizás muchos uruguayos no conozcan) una gran revolución agrícola de la mano de la presencia entre nosotros de los mejores agricultores argentinos, con organizaciones tan importantes en el mundo como Tejar, que es sin duda la expresión de la más alta tecnología agrícola. Eso ha cambiado muchísimo el horizonte agrícola de Uruguay en muchos departamentos, y además ha sostenido a la economía. Las economías de América Latina y América Central están creciendo a 5%, 6%, 7% debido a estos fenómenos de precios del exterior.

EC - ¿Cómo le cae la relación personal que Tabaré Vázquez ha ido construyendo con George W. Bush, que parece muy fluida, muy cálida?

JB - Me cae muy bien, porque beneficia al Uruguay. Cuando el señor presidente Vázquez me preguntó en la visita en Suárez si yo estaba dispuesto a ayudar, le dije: "Le voy a decir una cosa: yo soy como la estufa. Sí, como la estufa (que estaba detrás de nosotros): soy un bien inmueble por accesión propiedad de la República Oriental del Uruguay. O sea, en todo lo que sea para ayudar a la República Oriental del Uruguay me va a encontrar a favor".

¿Por qué hemos defendido desde el primer día el acuerdo de libre comercio? Porque nos pareció que era muy bueno para Uruguay. Aunque también va a ser muy bueno para el gobierno, porque va a encontrar aumento del trabajo, disminución del desempleo, aumento de la inversión y eso es buenísimo desde el punto de vista electoral. Sin embargo, estamos de acuerdo con que lo haga y lo empujamos.

Así que esta buena relación, por encima de las diferencias que pueda tener, determina en primer lugar que esto puede concluir con un acuerdo de libre comercio y eso le hace bien al país. Y si le hace bien al país hay que apoyarlo. No podemos hacer lo mismo que hizo el Frente durante 50 años, decir que no a absolutamente todo, a lo que ahora dice que sí. Antes estaba mal y ahora está bien el Fondo Monetario, las plantas de pasta de celulosa, los acuerdos con Estados Unidos, todo. Tenemos que ser coherentes con lo que siempre hemos dicho, si esto es bueno para el país hay que hacerlo.