Uruguay y la nueva frontera, artículo de Carlos Romay en Opinar
El derecho a la información se democratizó por una nueva realidad donde la frontera, tal como la conocimos, ha dejado de existir.
Toda frontera ha sido una zona de conflictos, donde se manifestaba el poder de una tribu o el poder de un hombre. Cualquier frontera se establece desde el momento en que alguien ejerce sobre un territorio determinados derechos o la razón de la superioridad o la fuerza.
En el mundo moderno, las fronteras de los estados han nacido por múltiples razones. Podemos ir a la época que se quiera y veremos que siempre hubo quien ejerció poder en determinada área y en un momento llegó al borde, llegó a la frontera. A medida que el imperio romano y el imperio otomano se enfrentaban en el campo de batalla, uno corría su frontera sobre la del otro y por tal motivo, uno de los dos se debilitaba y era derrotado por la sencilla razón de que su frontera estaba siendo penetrada.
El juego de las fronteras es el mismo juego del poder y la geopolítica, entendida como la historia de la geografía aplicada a las relaciones de los seres humanos.
El mundo del Siglo XXI tiene nuevas fronteras. Nuestro país, también posee una nueva frontera que está más permeable que nunca por los adelantos científicos y tecnológicos.
Pido al lector que recuerde -tal como nos enseñaron en la escuela- los límites de nuestro país. Pues bien, eso no corre más, no solo para nosotros, sino también para los demás países.
Esto puede verse como una fortaleza o como una debilidad, pero me atrevo a afirmar en forma categórica que es una fortaleza para aquellos que se atreven y asumen los desafíos.
Este nuevo mundo es para quien razona más rápido, es más inteligente y aplica los conocimientos insertándolos en esta era. Es un mundo para quien actúa con mayor rapidez, incluso para aprender de si mismo, para reprogramarse, para reciclarse cada cuatro años.
Esta nueva frontera hace posible que las transacciones se realicen sin intervención de los gobiernos, porque no hay barreras aduaneras para el conocimiento, cuyo producto intangible, fruto de la inteligencia, se envía de un país a otro con un "clic" de la tecla de una computadora.
Nadie puede detener este nuevo mundo.
Eso hace que tengamos nuevas fronteras, que exista la educación a distancia, sin que pueda intervenir ninguna autoridad de mi país controlando lo que se aprende.
¡Ni hablar sobre lo que puedo informar y la información que puedo recibir!
El derecho a la información se ha democratizado, por una nueva realidad donde la frontera, tal como la conocimos, ha dejado de existir.
Por eso han caído, caen y caerán muchas entidades que parecían invencibles como el imperio inglés o el español. Salvando las distancias, pienso en el Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional, organismos con menos vigencia al caer las fronteras.
Una aldea sin fronteras
Hay quienes esgrimen falsos nacionalismos y exacerbados patrioterismos, afirmando que somos víctimas de un ataque y que por tal motivo perdemos identidad propia.
Opino que pierde identidad propia aquel que no es capaz de difundir su cultura, aquel que no es capaz de trasladar a las generaciones próximas las escalas de valores que identifican a un estado nación.
Una sociedad que demuestra capacidad, no debe temer a la caída de las fronteras; muy por el contrario, debe estar feliz, con la gran convicción de que va a trasponer las fronteras de los otros y no lo contrario.
No hablamos de ansias de poder o expansionismo desmedido. La presión sobre las fronteras existió, existe y existirá siempre, porque el hombre presionará por ambición o por necesidad.
Es un acto de libertad y de responsabilidad que debemos asumir porque a esa libertad la podemos disfrutar todos al acceder a la sociedad de la información.
El hombre habita una aldea -el planeta tierra- donde cada día que pasa van cayendo las fronteras y se verá en pocas décadas, que en lugar de 200 estados-nación, habrá muchísimos menos.
Que se borren las fronteras, o que se transforme en una frontera permeable, no significa que perdamos posición en la Región o en el Mundo.
Todo lo contrario. Puede ser una plataforma de lanzamiento al éxito porque todas las fronteras están en la misma condición y aquellos que les va bien, es porque supieron atravesar las demás fronteras y posicionarse a lo largo y ancho del planeta, en el cual 11.000 km. ya no es una distancia, porque la instantaneidad de la información y la rapidez de las noticias, hacen que esto sea absolutamente viable.
Las Bolsas del mundo y los negocios, se realizan a la velocidad de la luz y hay sólo una cosa que tiene que ir más rápido: la información para tomar esas decisiones adecuadas.
Ese es el mundo en el que vivimos. Hay un razonamiento bien simple: Si entendemos este mundo, nos irá bien. Si no lo entendemos, nos irá muy mal.
Si nos va mal, será por nuestra culpa, porque tenemos la oportunidad para que nos vaya bien; sólo tenemos que adoptar realidades de otros que les fue bien a nuestra idiosincrasia y a nuestras posibilidades,
Es lo que hizo Don Pepe a principios del Siglo XX, adoptando experiencias de la realidad de Suiza, Francia e Inglaterra y nos proyectó al futuro, hizo que nos adelantáramos 70 años.
Hoy debemos tomar la realidad de Irlanda, Nueva Zelanda, Singapur, Corea del Sur, Finlandia y adoptarla a nuestra realidad.
Esa es la frontera exterior, pero tenemos una nueva frontera interior y si no la sabemos manejar, va a afectarnos a todos y especialmente a aquellos que estaban preocupados por lo que podía ocurrir con la otra frontera, para el estado nación.
Esta frontera que está surgiendo, sí que termina con el estado nación que conocemos y con el concepto de patria que podamos tener:
Es la frontera de la marginación, es la frontera del asentamiento precario.
Palanca de desarrollo
Es un desafío saber si somos dignos hijos de Artigas, porque es la herramienta más formidable que disponemos para corregir y enfrentar esta nueva frontera interior, es adaptar a nuestros tiempos, el ideario, el impulso y la acción de Don José Batlle y Ordóñez.
No me cabe la menor duda que la solución es mantener la movilidad en la escala social y esto depende exclusivamente de la igualdad de oportunidades que otorga exclusivamente la educación.
Quien sólo sabe leer y escribir es un perfecto analfabeto en el mundo moderno.
Cuando Aristóteles requería de un punto de apoyo para mover el mundo, el sabio de Siracusa solicitaba una palanca para mover el mundo.
Hoy se necesita una palanca para mover al Uruguay, para que la educación se modernice, se profundice el dominio de las herramientas de la Informática, del mundo del microchip, del mundo binario, del idioma inglés (convertido en idioma universal) y el mundo de internet.
Ese gran gobernante y gran batllista que fue Mario Carminatti, siempre hablaba de una "palanca de desarrollo" para hacer crecer y avanzar a su Departamento. ¡Y claro que lo hizo!
Hoy nos falta su coraje y su decisión para impulsar la palanca que mueva al Uruguay.
No es lo mismo
Hay quienes, no por mala voluntad sino por falta información, confunden marginalidad con pobreza. Hay quienes confunden el asentamiento de hoy con el cantegril de los 50 o 60, cuando su habitante era un compatriota que se encontraba en una situación límite desde el punto de vista económico, o porque venía del campo a la ciudad y no había podido insertarse o perdía su fuente de trabajo y quedaba radiado.
Debemos recordar que él tenía exactamente los mismos valores que el resto de la sociedad. Entonces el cantegril era de chapa y cartón, mientras que el asentamiento de hoy es de materiales sólidos, como sólidas son las convicciones de una nueva realidad y una nueva cultura. Son moradores de segunda o tercera generación en el asentamiento.
Debemos entender, clara y definitivamente, que tienen una cultura y una escala de valores diferente a nosotros.
Cifras que asustan
No puedo cometer la monstruosidad de proclamar que otro ser humano es inferior a mí, pero no puedo ser un cobarde, un inescrupuloso y no reconocer que son diferentes a nosotros y no por su exclusiva responsabilidad. Son diferentes por la realidad donde se crían, donde se educan y por la realidad del entorno; conocen una sola realidad que parte de la violencia, del alcohol y la droga como paradigma de su vida.
Entonces llegan a conclusiones elementales: enemigo afuera, amigo adentro.
Esa realidad indica que el más violento, necesariamente va a triunfar sobre aquel que no lo es.
Si no tomamos las medidas adecuadas con prontitud, la cultura del asentamiento va a dominar a la otra y entonces sí, el estado nación que conocemos, va a dejar de existir.
En Uruguay existen casi 700 asentamientos donde habitan más de 300.000 personas, donde nace el 49% de los niños y en el año 2016 van a ser más de 600.000.
Un 58% de los niños menores de 5 años que nacen en Uruguay lo hacen en hogares con carencias.
El problema se agudizó a partir de la crisis económicas del 2002 y ello trajo como consecuencia inmediata, una menor posibilidad de trabajo de la población económicamente activa, por lo que cada núcleo familiar comienza a percibir menores ingresos.
Como efecto colateral, se observa un comienzo del deterioro del núcleo familiar, según la concepción aceptada tradicionalmente, esto es, un padre de familia con su esposa e hijos, incrementándose la cantidad de divorcios.
Estas familias, imposibilitadas económicamente de llevar adelante su estilo de vida, comienzan a degradarlo, mudándose a asentamientos, empobreciendo su alimentación, descuidando su salud y sus hijos, descuidan también su educación o simplemente desertando del sistema educativo.
De cada 100 alumnos que iniciaron 1er. Año de Secundaria en 1998, tan solo 45 terminaron 3ro. en el 2000, mientras que 33 abandonaron los estudios y 22 se atrasaron.
De cada 100 alumnos que ingresaron a Secundaria en 1996, solamente 20 estaban en condiciones de terminar bachillerato.
¿Qué ocurre con aquellos que vienen de los sectores de menores ingresos? Sólo el 30% de quienes empiezan el ciclo consiguen terminarlo, cualquiera sea el tiempo que demoren.
Una consideración personal: destaco la labor de esforzados uruguayos que trabajan en los asentamientos, buscando revertir la situación de sus habitantes, especialmente Juan Pedro Rivas, quien merece el apoyo de todos.
Hijos del asentamiento
Queda claramente establecido que cuando superen el 30% de la población, una cultura chocará con la otra, la cultura más fuerte y agresiva, predominará sobre la otra. Las rejas en las ventanas no serán una frontera.
Ni hablar que en algún momento, un hijo del asentamiento, simplemente por cuestiones numéricas, terminará ocupando posiciones importantes y va a actuar en función del asentamiento y de la cultura que allí adquirió, con los valores que trae de su familia, de su barra de amigos, de la calle, del barrio.
El resultado es inquietante.
Si soñamos con una sociedad justa, solidaria, tolerante, con paz y valores consensuados, advertimos a quienes guiarán a nuestros hijos y las próximas generaciones, que debemos enfrentar en forma decidida el problema de esta nueva frontera interior.
Todos sabemos que se habla de este tema, pero tangencialmente, porque compromete, porque complica a quien lo trata y por eso le tienen miedo.
Denle una oportunidad a la (misión de) paz
¿Queda acaso la resignación?
Cuando tuve la inmensa fortuna de ingresar en el CALEN, en la generación del 2000, allí pude vivir, aquilatar un corte transversal de la sociedad, pude convivir con seres humanos con quienes hoy en día me une una amistad.
Ahí nació esta vocación que ya tenía implícita desde mi vida de servicio, pero allí se me desplegó como hacerlo, en contacto directo con la realidad del asentamiento y desde allí me vengo preguntando como solucionarlo.
Hay una forma para terminar con el problema de los asentamientos y que nadie se escandalice: Instrucción militar, no para mandar a los jóvenes a la guerra, sino para sacarlos de la calle, para capacitarlos, para enseñarles valores, para el empleo positivo de su tiempo libre, para realizar actividad física y para darles otras opciones al consumo irresponsable de alcohol y de sustancias sicoactivas.
Si nuestros hombres de armas son eficientes en las misiones de paz en el exterior, debemos concretar una misión de paz interior. ¿Y quién más indicado para sembrar valores que los custodios de las Banderas de la Independencia y la República? En definitiva los custodios de nuestros valores como estado independiente y soberano.
¡Pobres de aquellos pueblos en que sus fuerzas armadas dejan de representar estos valores para ser brazos ejecutores de políticos y o grupos de poder!
¿Quiénes son los mejores para actuar en situaciones extremas y de emergencia, administrar recursos humanos y logísticos, concretar obras de infraestructura que los propios militares?
Tienen toda la educación, la formación, los medios y de ninguna manera actuarán como un ejército de ocupación interior.
Si es necesario, se destinará más presupuesto. Nadie mejor para administrarlo que aquellos que trabajarán bajo nuestra bandera, porque no pesan las influencias partidarias, y por consiguiente serán los representantes de todos los uruguayos y evitaremos que esta solución sea utilizada como un acto de politiquería barata.
Proponemos que las Fuerzas Armadas sean el brazo ejecutor de un verdadero, eficaz y serio plan de emergencia social, para actuar en cada asentamiento en forma pacífica, sin tanques, sin tiros, pero imponiendo su presencia, porque esto es una espiral perversa que se alimenta y retroalimenta.