Entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer.

América Latina: ceguera periférica, ideologización y obsesión por el pasado

América Latina está guiada por "la ideología y obsesionada por el pasado, mientras que los países que más reducen la pobreza, son países que están guiados por el pragmatismo y obsesionados por el futuro. Es un simple dato de observación", dijo el periodista Andrés Oppenheimer. Pese a ese diagnóstico, señaló que hay oportunidades para la región.

(Emitido a las 9.11)

JOSÉ IRAZÁBAL:
En el mundo hay países pragmáticos y obsesionados con el futuro. Exitosos en crecimiento económico y en reducción de la pobreza.

Pero en el mundo también hay países ideologizados y obsesionados con el pasado. Sociedades que sufren de "ceguera periférica" y cuyas chances de alcanzar el éxito parecen estar bajo cuestión.

Lamentablemente, supongo que no tengo que decirles de qué lado vendría a estar la mayoría de los países de América Latina.

Pero, ¿a quién pertenecen estas reflexiones? Al periodista y analista político argentino Andrés Oppenheimer, que por estas horas se encuentra en Montevideo y que anoche dio una charla organizada por la Universidad ORT y la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay.

El título: "Los desafíos del Mercosur en la economía global".

¿Qué es esto de la "ceguera periférica"? ¿Cuáles son los principales elementos de su diagnóstico? ¿Por qué –pese a ese diagnóstico– es tan optimista sobre el futuro y las posibilidades de los países de este lado del mundo?

Vamos a conversarlo con el propio Andrés Oppenheimer.

Oppenheimer vive desde hace 30 años en Estados Unidos y actualmente es editor para América Latina y columnista del Miami Herald; analista político de la cadena CNN en Español; conductor del programa de televisión Oppenheimer Presenta; y ha escrito varios libros, el más reciente: Cuentos chinos.

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Señor  Oppenheimer, justamente el lanzamiento de ese libro nos llevó a conversar con usted allá por febrero de 2006, una entrevista que le realizó Emiliano Cotelo, en la que ya repasamos algunos de los conceptos de su visión sobre la marcha de la economía mundial.

De todos modos, hay algunos conceptos nuevos en su discurso que, entiendo, vale la pena repasar, porque invitan a la reflexión.

Para empezar, ¿cómo es esto de la "ceguera periférica"?

ANDRÉS OPPENHEIMER:
Porque los países latinoamericanos tendemos a mirarnos un poco el ombligo, estamos muy concentrados en nuestro presente y nuestro pasado y muy poco concentrados en ver lo que pasa a nuestro alrededor, y en un mundo globalizado en el que todos los países compiten por inversiones, por abrir mercados, si tú te quedas mirándote el ombligo y no ves lo que están haciendo los que están a tu alrededor, te quedas atrás. Ahí tenemos un problema, porque incluso en la forma como medimos la economía, decimos que América Latina creció 5% el año pasado, Uruguay creció X; cuando medimos la economía así está bien, pero es incompleto, porque estamos comparándonos con el año pasado o con hace dos años, pero no con el resto del mundo. Y si hacemos eso, vemos que América Latina creció 5% pero China está creciendo 10% u 11%, la India está creciendo 9%, los países de Europa del este, Polonia, República Checa, etcétera, están creciendo 7% u 8%, hasta África está creciendo más que América Latina. Tenemos que terminar con esa ceguera periférica, no medirnos solo con relación a nuestro propio pasado inmediato sino medirnos con el resto del mundo en desarrollo, porque en un mundo con una economía global donde todos competimos por recursos, por inversiones, por acceso a mercados, si tenemos ceguera periférica nos van a pasar como aviones, como nos están pasando.

AG - Y, según decía usted, parte de la explicación es que nuestra visión del mundo y de nuestras propias realidades está muy "ideologizada" y que, al mismo tiempo, estamos obsesionados con el pasado. ¿Por qué entiende que hay un vicio en este comportamiento? ¿Por qué está mal?

AO - Dije anoche en la charla que estamos guiados por la ideología y obsesionados por el pasado, mientras que los países que más avanzan (que más reducen la pobreza), son países que están guiados por el pragmatismo y obsesionados por el futuro. Es un simple dato de observación.

Hace unos meses estuve en la India, hace un año y medio estuve en China, estuve en todos los países de Europa del este, e incluso en Estados Unidos, donde vivo desde que me fui en Argentina en 1976. Nunca escucho que el presidente diga "hay que hacer tal cosa porque Jefferson decía que hay que hacerlo"; en China no escuché a nadie hablar de Mao, que ya está enterrado; en la India no escuché decir "hay que hacer tal cosa porque Gandhi lo decía". Pero en América Latina estamos en un nivel ridículo de obsesión con el pasado.

Daba el caso de Bolívar, el presidente Chávez, en Venezuela, le cambia el nombre al país, habla de un cuadro de Bolívar, justifica todas sus acciones porque lo habría hecho Bolívar. Es un disparate absoluto. El señor Bolívar, que debe de haber sido un héroe en su momento, un hombre muy meritorio, digno de ser estudiado, digno de ser citado, no tengo ningún problema con aprender de la historia, pero tomarlo como referente para el mundo de hoy es un delirio absoluto. Bolívar murió más de cien años antes de la invención del teléfono, más de 140 años de la invención de internet. ¿Qué puede decirnos Bolívar en un mundo en que un joven de 24 años en Wall Street aprieta un botón y saca 600 millones de dólares de un fondo de pensión de Uruguay para ponerlos en Singapur, o viceversa, en menos de un instante?

El mundo es otro y los referentes del pasado son buenos como mitos cohesivos, como hombres que pueden enseñar mucho para entender la cultura de los países, para entender el pasado de los países, pero no mucho para enseñarnos el camino al futuro. Y repito, esto no es fruto de ninguna elucubración ideológica, es fruto de lo que veo cuando voy a países comunistas, como China, o socialistas como la India, o capitalistas como Irlanda. Están enfocados en el futuro, están pensando en el futuro, no en el pasado.

AG - ¿Entiende que esto es responsabilidad de los líderes políticos, o directamente son las sociedades las que están obsesionadas con el pasado?

AO - Los líderes políticos utilizan el pasado para justificar sus propios proyectos. Cuando un líder se quiere perpetuar en el poder por veinte años, saca una cita histórica, casi siempre fuera de contexto, y la convierte en justificación para cerrar un canal de televisión o hacer lo que quiere. En mi afán de hacer pensar a la gente y de ser un poco provocador no quiero faltar el respeto a la historia, me parece excelente que los países tengan sus referentes, sus héroes, pero cuando los líderes políticos utilizan, casi siempre en su beneficio, frases o una visión de un héroe para justificar proyectos autoritarios o anclados en un mundo que dejó de existir hace muchísimo tiempo, es un disparate y es un factor que contribuye al atraso. No es casualidad que las sociedades que más avanzan, que más reproducen la riqueza, y que más disminuyen la pobreza (y esto no tiene nada que ver con derecha ni izquierda, porque los hay de todos los colores, desde China y Vietnam comunistas, hasta la India socialista, hasta España socialista democrática, Chile socialista democrático, Irlanda súper capitalista, súper conservadora, etcétera) tengan en común el mirar hacia adelante y competir en un mundo global para ganar más mercados, ganar más inversiones y reducir más la pobreza. Ellos son los que están avanzando más y nosotros los que estamos avanzando menos.

AG - Sobre la base de ese diagnóstico usted dijo ayer que en general los "think tanks" estadounidenses, esos centros de reflexión, de análisis, formadores de opinión, son muy escépticos sobre el futuro de los países latinoamericanos, y que la visión es que tienden a perder cada vez más peso en el concierto internacional. Peso económico, peso comercial, peso político. ¿En qué medida eso es un problema para los países de América Latina cuando se señala que el centro de gravedad mundial se va a correr algunos grados hacia oriente?

AO - La historia lamentablemente lo está demostrando, porque por nuestra ceguera periférica tendemos a estar contentos con las cifras macroeconómicas de que crecimos 5% o 6%, y efectivamente, en los últimos cuatro o cinco años América Latina ha tenido un crecimiento sostenido, el mejor en muchísimos años. Pero lamentablemente eso se debe a factores externos, como los altos precios de las materias primas, las bajas tasas de interés internacionales, las remesas, y estamos creciendo menos que el resto del mundo en desarrollo. Cuando América Latina en los años setenta representaba 17% del comercio mundial y hoy representamos 7%. Cuando en los años setenta América Latina recibía 55% de todas las inversiones del el mundo en desarrollo, hoy recibimos 33%. Los asiáticos, los europeos del este y ahora incluso los africanos están avanzando muy rápido, mucho más que nosotros, nos están sacando buena parte de la tajada, porque nos quedamos dormidos, estamos mirándonos el ombligo, mirando el pasado, discutiendo ideologías, cuando en mis viajes a China comunista yo hablaba con muchísimos funcionarios de gobierno y ellos tienen claro, tienen un discurso hacia fuera, comunista pero eso para mí es una excusa para mantener una dictadura de partido único, porque cuando hablás con los funcionarios de China comunista parecen más capitalistas que los de Wall Street. China en los próximos cinco años va a privatizar 100.000 empresas públicas, en China empiezan a enseñar inglés obligatorio a partir del tercer grado, en China las universidades son pagas, los estudiantes universitarios tienen que pagar en la universidad estatal. Es un capitalismo sin derecho de huelga.

AG - En Uruguay vivimos discutiendo sobre educación, por estas horas, en tiempos de presupuesto, más que nunca. Usted se refirió a esta brecha que se está abriendo con países como China, la India o los de la ex Europa Oriental y manejó tres conceptos que me parecieron interesantes vinculados con este tema, en la comparación de nuestros países con aquellos que hoy se presentan como nuestros competidores. Me gustaría repasar esos conceptos con usted.

Para empezar, hay uno que refiere a la enseñanza del idioma inglés. ¿Por dónde viene su preocupación?

AO - Eso lo cuento en mi último libro, Cuentos chinos. Me sorprendió muchísimo cuando estuve en China enterarme de que hace dos años instauró el inglés obligatorio en todos los colegios públicos, estatales, a partir de tercer grado de primaria, cuatro horas por semana. Cuando volví a China y fui a México, a Argentina y a varios países de nuestra región y les pregunté a los ministros de Educación cómo es la cosa por acá, me dicen que no, en la mayoría de los países latinoamericanos se empieza en séptimo grado dos horas por semana. Entonces digo: caramba, ¿cómo puede ser que China, un país comunista, en la otra punta del planeta, con otro alfabeto, esté empezando a enseñar inglés cuatro años antes que México, vecino de Estados Unidos, con un tratado de libre comercio con Estados Unidos, con el mismo alfabeto que Estados Unidos? Vamos a perder como en la guerra cuando se trata de competitividad en el mundo.

Puse ese ejemplo y puse el ejemplo de las familias chinas, cómo están invirtiendo todo su dinero, todo su tiempo, no es solo el gobierno. Y no es solo China, lo mismo está pasando en Corea del Sur, en la India, en los tigres asiáticos, la cultura, la gente está invirtiendo todo su dinero y todo su tiempo en la educación de sus hijos, porque sabe que por ahí pasa la cosa, que ese va a ser el mecanismo de ascenso social en el futuro, ya lo es, entonces están enfocados en eso, no solo los gobiernos, también la gente.

AG - O sea que el principal diferencial en materia de inversión en educación aparece por el lado de una actitud, un comportamiento social, de las familias, que resuelven jugarse todos los boletos a la educación.

AO - Hay una cultura de eso. Este año, hace unos meses, estuve en la India. Llegué a Nueva Delhi, compré el periódico y lo primero que vi fue un gran debate sobre el examen de ingreso al jardín de infantes, empiezan a competir los chicos, pobrecitos, para el jardín de infantes. Nosotros no tenemos examen de ingreso para la universidad. Ellos tienen una meritocracia educativa, la competencia empieza en la cuna, y aquí ni hablar del desastre que son las grandes universidades latinoamericanas comparadas con las chinas o las indias. Si tú mirás el ranking mundial de universidades (hay dos rankings mundiales de universidades, el de The London Times y el de la Universidad de Shangai, de China), no hay ninguna universidad latinoamericana en sus primeros puestos, ni en los primeros cien puestos. Ahora hay una, la UNAM, de México, que entró dentro de los primeros 100, en el puesto 90 y pico. Pero, caramba, México es la economía número once del mundo, no tendría que tener una universidad en el puesto 95. Ninguna otra.

Ahí tenemos un problema muy serio de falta de enfoque, y eso es fundamental para el mundo del futuro, porque estamos en un mundo de la economía del conocimiento en el que los precios de las materias primas van a caer. Hoy mismo, incluso con este boom de las materias primas que estamos viviendo, que vivimos en los últimos años, las exportaciones de materias primas valen mucho menos que las exportaciones de productos del conocimiento, como software o patentes químicas y todo eso.

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AG - El diagnóstico parece bastante sombrío. Sin embargo usted se ha mostrado enfáticamente optimista. ¿Por dónde están las líneas de salvación para nuestro continente?

AO - Hay varios motivos para ser optimistas. En principio, antes de enumerarlos, soy escéptico sobre estas proyecciones que hacen los think tanks, que dicen que los países latinoamericanos estamos condenados al atraso, a quedarnos atrás. Porque esas proyecciones se han hecho sobre la base de fotografías del presente, y tú recordarás que hace 40 años se decía que Japón iba a ser la primera potencia mundial, que el mundo iba a sufrir el enfriamiento global, la edad de hielo. Cuando tú hacés una proyección a largo plazo sobre la base de una fotografía del presente te olvidás de que pasan cosas en el camino, entonces hay que tomarlas con un poquito de cuidado, aunque hay que tomarlas seriamente como síntomas de qué va a pasar si las cosas se mantienen como están.

Soy relativamente optimista porque estoy viendo varios fenómenos interesantes en América Latina. Uno es que a pesar de que hay una izquierda jurásica encabezada por Chávez con sus petrodólares que está yendo atrás en la historia, está espantando capitales cuando hasta los comunistas en China y Vietnam los están atrayendo como locos, se da otro fenómeno del que los periodistas estamos escribiendo menos porque no da para tantos titulares, que es el nacimiento de una izquierda moderna en Chile, en Brasil, en Perú y quizás en Uruguay. Ese dato es muy importante porque América Latina siempre ha sido el continente de los grandes bandazos, donde entraba un nuevo presidente y borraba todo lo que había hecho el anterior, y de repente estamos viendo que el presidente Lula, a quien yo entrevisté poco antes de que asumiera el poder y era un izquierdista jurásico, antediluviano, que creía que toda la culpa era de los de fuera, etcétera, cuando entró al gobierno cambió su política, por lo menos la que decía tener, siguió los pasos de su antecesor, dio una imagen de continuidad y hoy día Brasil está creciendo y reduciendo la pobreza, y puede presentarse al mundo y decir "señores, somos un país serio, como España, como Chile, donde gana la izquierda o la derecha, pero si usted invierte aquí va a poder conservar su inversión, hacerla crecer y demás". Es un dato nuevo en América Latina muy importante, el nacimiento y el crecimiento de una izquierda moderna y globalizada.

AG - Usted vive desde hace 30 años en Estados Unidos, y por más que crezcan países como China y la India, por más que Rusia asome, por más que Europa consolide su proceso de integración, la economía de Estados Unidos sigue siendo y seguramente va a seguir siendo la más importante del mundo. ¿Qué podemos esperar de Estados Unidos hacia América Latina?

AO - Estados Unidos en los últimos años lamentablemente no le ha prestado ninguna atención a América Latina. El presidente Bush vino aquí, dio besos de boca a todo el mundo, dijo que los quería mucho, pero macanas, Estados Unidos está totalmente concentrado en Irak, en el fiasco de esa guerra horrible en la que se ha metido el gobierno republicano de George Bush, entonces no creo que por ese lado avance mucho. Va a haber un mayor interés en el futuro fruto del electorado hispano en Estados Unidos, va a haber un interés futuro porque vamos a un mundo de economías en bloques, hay un bloque asiático, un bloque europeo y un bloque americano, va a ser el mundo de los bloques comerciales regionales, entonces va a tener que interesarse, preocuparse y ayudar, a la manera que hicieron los europeos, cada vez más a América Latina. Ahora no lo veo, pero a medida que nos acerquemos a las elecciones de 2008, del año que viene, vamos a ver quizás una nueva forma de pensar hacia aquellos países que quieran sumarse al mundo moderno. Aquellos que en aras de proyectos totalitarios o dictatoriales se escuden en ideologías del pasado para tener feudos semicoloniales irán por la suya.

Y no creo que América Latina tenga que esperar que Estados Unidos la ayude o la saque del pozo. Hace falta que Estados Unidos, al igual que hizo Europa con los países más pobres, piense en algo más que comercio, porque el libre comercio es bueno, ayudó muchísimo a México, a Chile, pero no alcanza. Estados Unidos tendría que tener un rol muchísimo más activo en América Latina, tal como lo tuvieron en su momento Francia y Alemania con los países más pobres de Europa.

AG - Pero por estas horas está sobre la mesa la ley de inmigración, y esa importancia que usted decía del electorado hispano no se nota en el Congreso a la hora de levantar la mano y darle vía libre a un proyecto como ese.

AO - En este momento hay una ofensiva de los sectores más antiinmigrantes, más conservadores, de la derecha más rancia del Partido Republicano en Estados Unidos que está intimidando a los senadores. Pero se nota por el solo hecho de que se haya presentado un proyecto que los críticos dicen que es una virtual amnistía para 12 millones de personas. Se nota y se va a notar cada vez más. No me extrañaría que este proyecto de ley fuera reflotado, porque, si no lo es, va a haber muy pocos hispanos dispuestos a votar por el Partido Republicano y va a ser muy difícil que los republicanos ganen una elección sin 10% de la población en un país donde las elecciones se ganan por menos de 1% y cuando los hispanos están en los cinco estados de más peso en el Colegio Electoral: California, Nueva York, Florida, Texas e Illinois. Creo que en el futuro va a tener peso, y también en el presente.

AG - Anoche en la conferencia que dio en el Radisson estaba presente el ministro de Economía, Danilo Astori, y usted aprovechó para ponerle en la agenda una idea, una propuesta que, según dijo, "les abre oportunidades extraordinarias a los países de América Latina". ¿Por dónde viene esa idea?

AO - Es una de las tantas ideas que creo podrían ayudar enormemente a todos. La idea viene por las proyecciones demográficas, en Estados Unidos se van a jubilar 100 millones de personas en los próximos 30 años, hay un pico de población que se va a jubilar toda junta, al mismo tiempo, y muchos países, Uruguay entre ellos, podrían seguir el modelo español. ¿Por qué crece tanto España, por qué crece mucho más que Alemania y que Francia? En parte porque tiene una colonia impresionante de decenas de miles, cientos de miles de suecos, alemanes, franceses, que viven seis meses al año allí gastando su jubilación, su seguro médico.

Si un país como Uruguay pudiera atraer un mínimo de esa población haciendo un convenio con Estados Unidos, por el cual Estados Unidos certificara diez hospitales uruguayos y permitiera que sus jubilados usaran su seguro médico en Uruguay, imaginate lo que eso podría significar, no solo para el hospital: para la industria de la construcción, para los restaurantes, para los negocios, para todo. Estaríamos hablando de un turismo prolongado, siguiendo el modelo español. México, los países de Centroamérica ya se están preparando para eso, y yo creo que la próxima ronda, la próxima ronda de negociaciones no va a ser por el libre comercio sino por una cooperación en materia de salud, de hogares de ancianos.

Ahí ganan todos, gana el país receptor, como España, gana el país emisor, porque a Estados Unidos con el tremendo déficit presupuestario que tiene le convendría mandar a sus jubilados a atenderse en un hospital uruguayo por 100 dólares por noche antes que pagar 1.000 dólares por noche en Estados Unidos. Claro, el lobby de los hospitales y de los médicos en Estados Unidos pondría el grito en el cielo, pero se podría hacer. Y gana el jubilado que, como en el caso de Europa, vive en un país con un clima más cálido, en un ambiente mejor, con mejor calidad de vida y más barato. Ahí hay una solución de cooperación en la que podrían ganar las tres partes, es el modelo de España en Europa, que ha funcionado muy bien allí y es una oportunidad increíble. Una de las tantas que mencioné ayer, muy interesante para América Latina.

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Edición: Mauricio Erramuspe