"Mi hijo el funcionario de la IMM"
Comprobado:
Montevideo no tiene gobierno. Desde hace más de un año que yo sospechaba que la ciudad de Montevideo había perdido su municipio (en una maraña burocrática y política, seguramente) dado el estado de las calles y espacios públicos, pero hoy, miércoles 27 de junio de 2007, lo comprobé al tener que ir después de mucho tiempo al Palacio Municipal y encontrarme con las oficinas cerradas. Esta vez no tengo idea de cuales serán las pretensiones de los empleados municipa, quienes no solo sortearon ilesos la crisis económica que vivimos el resto de los uruguayos en el 2002 sino que son un conglomerado, una elite, en aumento, con sus beneficios tributarios y sus sueldos también en aumento y a prueba de todo tipo de cataclismos, la prueba está. Una cosa si tengo muy clara: cuanto me aumentó este año la contribución inmobiliaria y cuanto más le doy a la IMM por la osadía mía de mantener abierto mi pequeño comercio, en lugar de irme del país como lo han hecho tantos. Tuve que regalar mi auto y postergo indefinidamente arreglos en mi vivienda por causa de los impuestos disparatados.
En la ciudad obras nuevas no se hacen y tampoco hay mantenimiento ninguno, pero se recaudan millones. ¿A dónde se va tanta plata? ¿solo en sueldos y más sueldos? ¿beneficios y premios? ¿cuantos miles de empleados hay?
Fíjense en el estado de las calles en el centro; son tierra de nadies; cualquiera puede apropiarse de un banco o de un espacio para instalar un puesto de venta; cualquier letrero sirve; las cebras se borraron y nadie pinta nuevas; el pavimento de las plazas de deshace; los árboles de la vereda fueron desapareciendo y los que van quedando dan lástima; hay bosta y basura desparramada por todos lados. Montevideo es un caso único, surrealista; una administración gigante que no existe, o mejor dicho, que se la ve solamente a la hora de cobrar impuestos, pagar sueldos, inaugurar una obra financiada por otro país, anunciar otras que nunca se hacen y salir a buscar nuevos fieles para las próximas elecciones. Con el nivel de educación y de auto estima a la baja y con la devoción ideológico-religiosa en alza, no vislumbro ninguna mejora para Montevideo.
Antonio