Medidas para la reactivación
económica en Argentina, anunciadas por el presidente Fernendo
de la Rúa el jueves 01.11.01 en cadena de radio televisión
nacional
"Llevamos
años de profunda recesión y estamos al límite
de lo que podemos resistir. Tenemos una deuda que nos dejó
estancado desde hace décadas, sin credibilidad, sin crédito
y sin crecimiento, pero tenemos voluntad de cambiar.
Desde todos los sectores políticos y económicos se
venía pidiendo generar las condiciones para tratar la deuda
pública.
Esas condiciones se están dando en el plano internacional,
donde hay comprensión y predisposición para apoyar
a nuestro país y resolver el problema de fondo.
Pero somos nosotros,
la dirigencia argentina, políticos, sindicalistas, empresarios,
periodistas, los primeros que tenemos que reaccionar a favor de
nuestros intereses. Si no logramos solucionar este enorme problema,
no tendremos dinero para los planes sociales, las políticas
de reactivación, la modernización de la educación
o la vivienda.
Convoco pues, a toda la dirigencia, a quienes están de un
lado o del otro, para que comprendan que es necesario su apoyo para
el plan que estamos presentando. No es el plan de un gobierno, es
el plan de la Argentina.
Algunos perciben
la gravedad del momento. Sin un amplio consenso nos será
difícil mejorar nuestras perspectivas negociadoras con los
organismos internacionales. La deuda argentina es producto de la
acumulación de malas decisiones, de las que gran mayoría
de los dirigentes nacionales de una u otra forma somos parte.
No hay nadie que pueda ponerse al margen de la situación,
ni hablar como si no tuviera una cuota de responsabilidad y hacerse
el distraído. Aceptar con humildad la responsabilidad compartida
es dar un paso en la buena dirección.
Todos contribuimos
de algún modo a generar la deuda que hoy nos asfixia. La
hemos generado y la hemos gastado entre todos, y entre todos tenemos
que resolverla. En los últimos días he revisado propuestas
y alternativas de los más diversos sectores. Sé mejor
que nadie las urgencias y presiones para que el país y el
mundo conozcan las medidas y sepan bien que la coherencia es fundamental.
Estos días
fueron decisivos para definir el paquete de medidas que afronte
y resuelva los problemas estructurales que tenemos. Pero había
que encararlos a todos porque todos están encadenados entre
sí. Tenemos que resolver conjuntamente la crisis social,
la crisis fiscal, la crisis financiera y la crisis de la recesión,
dotando al Estado de la fuerza y la estructura que necesita para
ello.
En primer lugar
están las medidas sociales, que configuran lo que será
un nuevo contrato social entre el Estado y los argentinos
con necesidades básicas insatisfechas. Su objetivo primario
es la inclusión de los excluidos que ha capturando y catapultado
el rol del Estado como protector de los más débiles.
Hay un sector muy grande de la población que necesita respuestas
inmediatas, sectores que sufren el desempleo, las inundaciones,
el hambre, niños que no van a las escuelas, jubilados sin
asistencia básica suficiente y ancianos fuera del sistema
y que no tienen una mínima jubilación. Para la burocracia
no existen.
Ellos también
van a recibir mensualmente los beneficios del plan. En término
sociales, las medidas son absolutamente revolucionarias porque hacen
de la solidaridad una política de Estado. No quiero que la
asitencia social sea considerada como un dádiva. Es un derecho
establecido para los que nos los tienen o no tienen nada.
Comenzaremos
por las familias: casi cinco millones de niños, más
de 500 mil abuelos serán los beneficiarios de esta transformación
que vendrá a reparar años de desprotección
de la familia argentina.
En segundo lugar
está el conjunto de las medidas fiscales. Hoy la Argentina
es un país sin crédito. No hay plata para la Argentina.
Ni los bancos nacionales, ni los extranjeros, ni los organismos
oficiales nos prestan por nuestra deuda, que venimos
haciendo crecer irresponsablemente desde hace muchos años.
Durante mi gestión
la congelé, pero el monto y el peso de los intereses son
un lastre que está impidiendo el despegue. A nuestra situación
se agrega hoy la coyuntura internacional desfavorable con la tragedia
ocasionada por el terrorismo. Por eso, cuando alguien le diga que
no acepta el déficit cero, está pidiendo un cambio
que se traduce en pedir plata prestada para equilibrar cuentas.
Como eso no es posible porque no nos prestan, le está mintiendo.
Al que proponga
apartarse del déficit cero, pregúntele también
dónde consigue la plata y verá que es un engaño.
La Argentina no tiene otra elección. En esto no puede cambiarse
el camino emprendido. La única política fiscal posible
es repartir equitativamente lo que producimos y recaudamos por nosotros
mismos, administrar nuestros propios recursos garantizando el derecho
de los ciudadanos, haciendo todo para evitar afectar a los jubilados
y garantizar la salud y la educación.
Esto se logra
bajando el gasto superfluo del Estado y aumentando los ingresos
al combatir la evasión y el contrabando. No es tiempo para
detener las reformas del Estado, ni para ñoquis, ni para
resistirse a bajar el gasto político. Hoy bajar el gasto
del Estado es hacer política social, porque significa liberar
recursos para repartir entre quienes más lo necesitan.
Continuaremos
con los esfuerzos destinados a lograr un Estado más eficiente
en áreas claves, como la recaudación tributaria, la
regulación de servicios públicos y las obras sociales.
He decidido darle a la AFIP, el organismo recaudador de impuestos,
una mayor autarquía. Esto permitirá mecanismos más
ágiles y mejor inteligencia fiscal. Y, a su personal, beneficiarse
con el aumento de la recaudación, ya que los ingresos crecerán
en proporción.
En paralelo,
estoy creando un sistema especial para la recaudación de
la seguridad social. Apuntamos a utilizar de manera integral todas
las posibilidades que brinda la bancarización del sistema
del pago de salarios, facilitando los procedimientos para las empresas
y la detección de los evasores.
Esta reforma
requiere mucha flexibilidad y capacidad de gestión y, a través
de un nuevo ente, generaremos las condiciones para que las AFJP,
las ART y las obras sociales trabajen de manera mancomunada en la
lucha contra el empleo en negro.
En materia de
obras sociales, he dispuesto actualizar el padrón de beneficiarios,
la implementación eficiente de la libre elección del
afiliado y la reestructuración de las obras sociales en crisis.
Continuaremos con el proceso de reforma del Estado y desregulación,
para que quede completado al finalizar el período de delegación
de funciones legislativas que me concediera el Honorable Congreso.
El plan contempla
una serie de medidas fiscales y de reformas estructurales que les
estoy proponiendo que asumamos todos los dirigentes con sensibilidad
social. El consenso apura los tiempos, garantiza los resultados
y evita innecesarios perjuicios a la
gente.
El tercer problema
que debemos resolver es el que se da en el frente financiero. Tenemos
que bajar la incidencia de la deuda con sus intereses. Tenemos que
lograr que la carga de la deuda sobre nuestros presupuestos públicos
bajen sensiblemente. Para ello vamos a ofrecer nuevas garantías,
para que los tenedores de nuestra deuda pública se vean seducidos
a una reestructuración ordenada, generando más seguridad
sobre los títulos y bajando el costo de los intereses que
pagamos todos los meses.
Los que proponen
no pagar la deuda sencillamente proponen quebrar a la Argentina.
Vamos a ser un país sin futuro si no somos capaces de cumplir
con los compromisos adquiridos. El mundo no acepta conductas que
deshonran compromisos sin
penalizarlas fuertemente. Esto queda claramente demostrado a través
de mi decisión, para que nadie siga sosteniendo que el
Estado quiere restablecer su solvencia a costa del patrimonio de
los inversores en títulos públicos, para lo cual modifico
el
artículo 823 del Código Civil permitiendo la compensación
entre créditos y débitos con el Estado.
Vamos a poner
en marcha el plan de reducción del costo de la deuda pública.
El objetivo del plan es que en el año 2002 el costo de intereses
para el conjunto de la Nación y las provincias baje en 4.000
millones de pesos. Esto será posible porque ofrece mejores
garantías, incluida la afectación específica
de impuestos. Siempre y cuando los intereses se reduzcan a más
del 7 por ciento anual. Lo haremos de manera tranquila y ordenada,
en diálogo permanente con los acreedores.
Dicté
normas que dan al Ministerio de Economía las herramientas
necesarias para conducir esta delicada pero necesaria operación
en el marco de la más plena y estricta seguridad jurídica.
Necesitamos sin duda de respaldo internacional. Pero no
estamos solicitando ninguna asignación monetaria adicional
a las ya comprometidas por los organismos financieros externos.
Las garantías
o contragarantías a las que podamos acceder en el exterior
serán dadas por la Argentina. Lo que necesitamos de la comunidad
financiera y política internacional es comprensión
con nuestra problemática, y apoyo para conducir las negociaciones
en un clima de respeto a los intereses de cada parte y de la ley.
Reitero que
Argentina no va a caer en cesación de pagos. Va a honrar
sus compromisos. A los países que no lo hicieron, los salarios
reales les bajaron a menos de cien pesos por mes, y el desempleo
trepó al 40 o 50 por ciento. La cadena de pagos se rompe
y el producto bruto, o sea la riqueza que producimos, cae a la mitad.
Esto es bien sabido, incluso por los que irresponsablemente hablan
de no pagar.
Los que proponen
modificar la convertibilidad no tienen conciencia del espiral inflacionaria
que provocaría cualquier devaluación en nuestro país
que durante décadas no ha tenido una conducta monetaria,
y sufrió el flagelo de la inflación. Hoy tenemos el
1 a 1 y lo vamos a defender a rajatabla, porque es la esencia de
los ahorros y salarios de nuestra gente y una regla inviolable.
En síntesis,
le damos más fuerza a nuestra Ley de Convertibilidad. Cuanto
más seguridad logremos dar sobre nuestros títulos
y nuestro sistema monetario, menos serán los intereses a
pagar y más los recursos para hacer frente a nuestras obligaciones
como Estado. La seguridad depende, en gran medida, del consenso
que tenga el plan.
Los que atenten
contra el plan, los que produzcan incertidumbre le estarán
generando al país un costo de cientos de millones de pesos
que tendremos que pagar todos los argentinos. Pero por más
que ejecutemos el plan de inclusión de todos, por más
que podamos reestructurar nuestra deuda en su componente de intereses,
por más que logremos Nación y provincias el déficit
cero, necesitamos indefectiblemente crecer. Que haya reactivación
de nuestra economía.
Necesitamos
la reactivación económica, y este es el cuarto y gran
problema a enfrentar.
Tenemos que
producir medidas para una rápida reactivación. ¿Qué
hará el Estado? Se pondrá al frente de la reactivación
económica actuando en todos los ámbitos. Empresas
endeudadas, salarios, reducción de impuestos, competitividad
económica, obra pública, comercio exterior.
Pondrá
todo el esfuerzo de las políticas públicas activas
para nuestro máximo objetivo de lograr reactivación
y generar empleo. Vamos a ayudar a las empresas endeudadas a través
de mecanismos de capitalización para que consigan capital
y precios baratos y así produzcan más y vendan más.
El decreto que
acabo de firmar explicita los detalles y los instrumentos. Y para
que la producción encuentre demanda, vamos a aumentar la
capacidad de compra de la gente, rebajando por un año y prorrogando
por otro más del 11 al 5 por ciento el aporte de los trabajadores
al sistema de capitalización previsional.
De esta manera,
los sueldos de bolsillo aumentarán el 6 por ciento. Esto,
en estos momentos de recesión, tiene un fuerte sentido reactivador.
Las provincias podrán normalizar sus pagos de sueldos, jubilaciones,
aguinaldos y el pago a proveedores, poniendo en circulación
hasta 1.300 millones en LECOP. Esto también ayudará
a reactivar la demanda.
El frente impositivo,
se hace muy difícil en épocas de recesión.
Por eso el pilar de nuestras políticas reactivantes es la
rebaja de impuestos. Dispuse la devolución de 5 puntos del
IVA en las ventas minoristas que se paguen con tarjetas de débito
cuando correspondan a cuentas originadas en el pago de sueldos,
jubilaciones y pensiones, asignaciones familiares y otras prestaciones
sociales. La rebaja será del 3 por ciento para todo el resto
de ventas con tarjeta de débito.
Esta medida
significa la bancarización de todas las prestaciones sociales.
A partir del 1 de abril del año 2003 entrará en vigencia
el cien por ciento de las exenciones impositivas conducentes al
incremento de la competitividad. Es decir, habrán desaparecido
totalmente los impuestos sobre intereses y el impuesto a la renta
mínima presunta, eliminada ya para los sectores que firmaron
programas de competitividad y empleo.
Además,
la contribución patronal a la seguridad social será
el crédito IVA en un ciento por ciento para toda la economía,
con lo cual la alícuota efectiva del impuesto al valor agregado
salarial habrá disminuido definitivamente del 27 al 21 por
ciento. También hemos creado fondos específicos para
obras de infraestructura, caminos, obras contra las inundaciones,
los ferrocarriles, el agua potable, que garantizarán decenas
de miles de puestos de trabajo. Así, no se interrumpirán
las obras por falta de financiamiento que se están ejecutando
en todas las provincias argentinas.
He creado el
Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes, para darle mayor impulso
a la industria del turismo, al desarrollo de la cultura y el deporte,
con sus efectos económicos. Argentina está preparada
para recibir millones de turistas, ofreciendo sus escenarios naturales,
su cultura, sus calidades deportivas, la cordialidad de su gente.
Otro pilar que
da sustentabilidad a la reactivación de la economía
es el crecimiento del comercio internacional. A través del
aumento de la exportación de bienes y servicios Argentina
disminuirá la vulnerabilidad externa, que tanto ha preocupado
a nuestros acreedores.
Durante mi gestión
he puesto particular énfasis en alentar el crecimiento de
las exportaciones, profundizando la presencia en mercados tradicionales
y desarrollando otros nuevos mercados. Las exportaciones crecieron
13 por ciento el año pasado y han seguido creciendo otro
4 por ciento este año, lo que permitirá alcanzar un
récord histórico, a pesar de las dificultades del
momento.
Para consolidar
este progreso estamos actuando en todos los ámbitos, en el
Mercosur, ALCA, en acuerdos biregionales como el que llevan adelante
el Mercosur con la Unión Europea y Estados Unidos y el Mercosur.
Quiero dirigirme
expresamente a la comunidad internacional de negocios para reiterar
la seguridad de que honraremos nuestras obligaciones. Reconocemos
que es tarea de todos mejorar nuestra credibilidad, dando solución
a los problemas internos. Por eso estamos haciendo un gran esfuerzo,
demostrando disciplina fiscal y resolviendo nuestros problemas de
la mejor manera, pese a la difícil situación que vive
el mundo y a los cuatro años de contínua recesión
que sufrimos en nuestro país.
Estoy seguro
que haremos todo lo necesario, y con el compromiso y la colaboración
de la comunidad internacional saldremos adelante. Si el Estado está
haciendo y va a hacer todo esto, yo necesito ahora pedirle su contribución.
Necesito que usted, que cada una de las familias que me escuchan,
tengan confianza en sus esfuerzos y en el esfuerzo común
de todos. Que el que puede consumir un poco más que lo haga,
que el que puede invertir y crear empleo que lo haga, que el que
pueda ahorrar para que los bancos les puedan prestar al que necesita
para invertir y crear riqueza, que lo haga.
Que todos hagamos
más de lo que sentimos que podemos. Que todos paguemos los
impuestos que correspondan, que todos seamos socios en la causa
de la lucha contra el contrabando, que todos seamos partícipes
de la gran causa de la reactivación de nuestra economía,
de la reactivación de nuestro mercado interno, del trabajo,
de la empresa.
Seamos patriotas
para defender nuestro presente y nuestro futuro. No hay una sola
persona que esté en condiciones de proponer una alternativa,
porque no la hay. La única es oponerse, criticar; oponerse,
criticar. Pero eso no ayuda a los argentinos.
Convoco por
tanto a todos los dirigentes, nacionales y provinciales, productores,
empresarios, sindicalistas, trabajadores, periodistas, políticos,
líderes religiosos, a levantar la moral y hacer un frente
común para ayudar a este programa.
Serenidad, fuerza,
coraje, unidad y sobre todo patriotismo son las consignas que le
pido a cada argentino frente a este momento. Ha llegado la hora
que enfrentemos problemas que veníamos postergando de hace
50 años. Si lo hacemos unidos, está garantizado el
éxito. Si nos dividimos, sólo veo el horizonte del
fracaso para todos.
Confío,
pues, en el patriotismo de todos. Sé que detrás de
las críticas, la bronca y el descontento, todos sienten en
su corazón que esta es la verdad, que es nuestra oportunidad
de poner en blanco la verdad. Sé que detrás de la
bronca y la angustia reconocen el momento definitorio, decisivo
en que nos encontramos. Sé que muchos no están contentos
con el gobierno, que no les gusta mi forma, mi estilo. Sé
también que no creen en los políticos o que no les
gusta cómo se maneja la dirigencia. Esta es la oportunidad
de toda la dirigencia de interpretar el mensaje de las urnas. Millones
de personas que votaron cuestionaron a la política.
Ustedes saben
que nos enfrentamos a la verdad y que no hay soluciones mágicas.
Este es el plan social, fiscal, financiero y reactivante. Son medidas
trabajadas, estudiadas, y que incorporan el aporte de distintos
sectores. Este es el plan de Argentina, un verdadero cambio de mi
gobierno, de la dirigencia política y del país hacia
una reactivación con justicia social.
Les digo humildemente
que creo estar interpretando los cambios que el pueblo reclamó
a mi gobierno en las últimas elecciones y confío que
el resto de la dirigencia sabrá responder al reclamo de cambio
que a ellos también les toca. Es la República Argentina
la que está en juego, no mi destino, ni el de ningún
político particular. Dejemos de ser conocidos en el mundo
por ser el país más endeudado, el de más riesgo,
el de la inestabilidad fiscal y la amenaza de default. No es lo
que nos merecemos.
Somos un país
serio, de gente trabajadora. Tomemos decisiones serias y vamos a
ver cómo nos empiezan a respetar en el mundo y cuántas
oportunidades de trabajo genera eso para nuestro pueblo. Reconstruyamos
la marca argentina y avancemos en una integración comercial
y política con los bloques más importantes del mundo,
que están esperando que reaccionemos. Esto no termina aquí.
Nuestra oportunidad empieza aquí si somos capaces de resolver
lo que nos toca. Arreglemos nuestro querido país y salgamos
a conquistar nuevos mercados, para que los productores rurales,
nuestra industria, nuestros empresarios puedan volver a vender sus
productos fruto de la mano de obra, del trabajo de los argentinos.
Estamos a un
paso de concretar los acuerdos con Estados Unidos y la Comunidad
Europea. Esto abrirá un nuevo mundo para todos, pero si queremos
nuevos acuerdos que beneficien a nuestra gente, tenemos que estar
dispuestos a cambiar esto, a dar soluciones serias a nuestros problemas
más graves, porque nadie lo va a hacer por nosotros.
Dejemos de lado
las agresiones a nosotros mismos. Seamos solidarios y responsables
con el destino de la Patria. Esta batalla es la batalla de todos
y estamos cerca de ganarla, convencidos de que ahora estamos hablando,
maduramente, con la verdad.
Por eso y porque tengo fe en que Dios nos ayudará en este
gran esfuerzo solidario, creo de todo corazón que puedo transmitirles
mi confianza sincera de que estamos frente a una gran oportunidad.
Hagámosla
nuestra y seamos todos protagonistas de este gran cambio. Muchas
gracias".
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