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02.11.2001
















Medidas para la reactivación económica en Argentina, anunciadas por el presidente Fernendo de la Rúa el jueves 01.11.01 en cadena de radio televisión nacional

"Llevamos años de profunda recesión y estamos al límite de lo que podemos resistir. Tenemos una deuda que nos dejó estancado desde hace décadas, sin credibilidad, sin crédito y sin crecimiento, pero tenemos voluntad de cambiar.
Desde todos los sectores políticos y económicos se venía pidiendo generar las condiciones para tratar la deuda pública.
Esas condiciones se están dando en el plano internacional, donde hay comprensión y predisposición para apoyar a nuestro país y resolver el problema de fondo.

Pero somos nosotros, la dirigencia argentina, políticos, sindicalistas, empresarios, periodistas, los primeros que tenemos que reaccionar a favor de nuestros intereses. Si no logramos solucionar este enorme problema, no tendremos dinero para los planes sociales, las políticas de reactivación, la modernización de la educación o la vivienda.
Convoco pues, a toda la dirigencia, a quienes están de un lado o del otro, para que comprendan que es necesario su apoyo para el plan que estamos presentando. No es el plan de un gobierno, es el plan de la Argentina.

Algunos perciben la gravedad del momento. Sin un amplio consenso nos será difícil mejorar nuestras perspectivas negociadoras con los organismos internacionales. La deuda argentina es producto de la acumulación de malas decisiones, de las que gran mayoría de los dirigentes nacionales de una u otra forma somos parte.
No hay nadie que pueda ponerse al margen de la situación, ni hablar como si no tuviera una cuota de responsabilidad y hacerse el distraído. Aceptar con humildad la responsabilidad compartida es dar un paso en la buena dirección.

Todos contribuimos de algún modo a generar la deuda que hoy nos asfixia. La hemos generado y la hemos gastado entre todos, y entre todos tenemos que resolverla. En los últimos días he revisado propuestas y alternativas de los más diversos sectores. Sé mejor que nadie las urgencias y presiones para que el país y el mundo conozcan las medidas y sepan bien que la coherencia es fundamental.

Estos días fueron decisivos para definir el paquete de medidas que afronte y resuelva los problemas estructurales que tenemos. Pero había que encararlos a todos porque todos están encadenados entre sí. Tenemos que resolver conjuntamente la crisis social, la crisis fiscal, la crisis financiera y la crisis de la recesión, dotando al Estado de la fuerza y la estructura que necesita para ello.

En primer lugar están las medidas sociales, que configuran lo que será un nuevo contrato social entre el Estado y los argentinos
con necesidades básicas insatisfechas. Su objetivo primario es la inclusión de los excluidos que ha capturando y catapultado el rol del Estado como protector de los más débiles. Hay un sector muy grande de la población que necesita respuestas inmediatas, sectores que sufren el desempleo, las inundaciones, el hambre, niños que no van a las escuelas, jubilados sin asistencia básica suficiente y ancianos fuera del sistema y que no tienen una mínima jubilación. Para la burocracia no existen.

Ellos también van a recibir mensualmente los beneficios del plan. En término sociales, las medidas son absolutamente revolucionarias porque hacen de la solidaridad una política de Estado. No quiero que la asitencia social sea considerada como un dádiva. Es un derecho establecido para los que nos los tienen o no tienen nada.

Comenzaremos por las familias: casi cinco millones de niños, más de 500 mil abuelos serán los beneficiarios de esta transformación que vendrá a reparar años de desprotección de la familia argentina.

En segundo lugar está el conjunto de las medidas fiscales. Hoy la Argentina es un país sin crédito. No hay plata para la Argentina. Ni los bancos nacionales, ni los extranjeros, ni los organismos oficiales nos prestan por nuestra deuda, que venimos
haciendo crecer irresponsablemente desde hace muchos años.

Durante mi gestión la congelé, pero el monto y el peso de los intereses son un lastre que está impidiendo el despegue. A nuestra situación se agrega hoy la coyuntura internacional desfavorable con la tragedia ocasionada por el terrorismo. Por eso, cuando alguien le diga que no acepta el déficit cero, está pidiendo un cambio que se traduce en pedir plata prestada para equilibrar cuentas. Como eso no es posible porque no nos prestan, le está mintiendo.

Al que proponga apartarse del déficit cero, pregúntele también dónde consigue la plata y verá que es un engaño. La Argentina no tiene otra elección. En esto no puede cambiarse el camino emprendido. La única política fiscal posible es repartir equitativamente lo que producimos y recaudamos por nosotros mismos, administrar nuestros propios recursos garantizando el derecho de los ciudadanos, haciendo todo para evitar afectar a los jubilados y garantizar la salud y la educación.

Esto se logra bajando el gasto superfluo del Estado y aumentando los ingresos al combatir la evasión y el contrabando. No es tiempo para detener las reformas del Estado, ni para ñoquis, ni para resistirse a bajar el gasto político. Hoy bajar el gasto del Estado es hacer política social, porque significa liberar recursos para repartir entre quienes más lo necesitan.

Continuaremos con los esfuerzos destinados a lograr un Estado más eficiente en áreas claves, como la recaudación tributaria, la regulación de servicios públicos y las obras sociales. He decidido darle a la AFIP, el organismo recaudador de impuestos, una mayor autarquía. Esto permitirá mecanismos más ágiles y mejor inteligencia fiscal. Y, a su personal, beneficiarse con el aumento de la recaudación, ya que los ingresos crecerán en proporción.

En paralelo, estoy creando un sistema especial para la recaudación de la seguridad social. Apuntamos a utilizar de manera integral todas las posibilidades que brinda la bancarización del sistema del pago de salarios, facilitando los procedimientos para las empresas y la detección de los evasores.

Esta reforma requiere mucha flexibilidad y capacidad de gestión y, a través de un nuevo ente, generaremos las condiciones para que las AFJP, las ART y las obras sociales trabajen de manera mancomunada en la lucha contra el empleo en negro.

En materia de obras sociales, he dispuesto actualizar el padrón de beneficiarios, la implementación eficiente de la libre elección del afiliado y la reestructuración de las obras sociales en crisis. Continuaremos con el proceso de reforma del Estado y desregulación, para que quede completado al finalizar el período de delegación de funciones legislativas que me concediera el Honorable Congreso.

El plan contempla una serie de medidas fiscales y de reformas estructurales que les estoy proponiendo que asumamos todos los dirigentes con sensibilidad social. El consenso apura los tiempos, garantiza los resultados y evita innecesarios perjuicios a la
gente.

El tercer problema que debemos resolver es el que se da en el frente financiero. Tenemos que bajar la incidencia de la deuda con sus intereses. Tenemos que lograr que la carga de la deuda sobre nuestros presupuestos públicos bajen sensiblemente. Para ello vamos a ofrecer nuevas garantías, para que los tenedores de nuestra deuda pública se vean seducidos a una reestructuración ordenada, generando más seguridad sobre los títulos y bajando el costo de los intereses que pagamos todos los meses.

Los que proponen no pagar la deuda sencillamente proponen quebrar a la Argentina. Vamos a ser un país sin futuro si no somos capaces de cumplir con los compromisos adquiridos. El mundo no acepta conductas que deshonran compromisos sin
penalizarlas fuertemente. Esto queda claramente demostrado a través de mi decisión, para que nadie siga sosteniendo que el
Estado quiere restablecer su solvencia a costa del patrimonio de los inversores en títulos públicos, para lo cual modifico el
artículo 823 del Código Civil permitiendo la compensación entre créditos y débitos con el Estado.

Vamos a poner en marcha el plan de reducción del costo de la deuda pública. El objetivo del plan es que en el año 2002 el costo de intereses para el conjunto de la Nación y las provincias baje en 4.000 millones de pesos. Esto será posible porque ofrece mejores garantías, incluida la afectación específica de impuestos. Siempre y cuando los intereses se reduzcan a más del 7 por ciento anual. Lo haremos de manera tranquila y ordenada, en diálogo permanente con los acreedores.

Dicté normas que dan al Ministerio de Economía las herramientas necesarias para conducir esta delicada pero necesaria operación en el marco de la más plena y estricta seguridad jurídica. Necesitamos sin duda de respaldo internacional. Pero no
estamos solicitando ninguna asignación monetaria adicional a las ya comprometidas por los organismos financieros externos.

Las garantías o contragarantías a las que podamos acceder en el exterior serán dadas por la Argentina. Lo que necesitamos de la comunidad financiera y política internacional es comprensión con nuestra problemática, y apoyo para conducir las negociaciones en un clima de respeto a los intereses de cada parte y de la ley.

Reitero que Argentina no va a caer en cesación de pagos. Va a honrar sus compromisos. A los países que no lo hicieron, los salarios reales les bajaron a menos de cien pesos por mes, y el desempleo trepó al 40 o 50 por ciento. La cadena de pagos se rompe y el producto bruto, o sea la riqueza que producimos, cae a la mitad. Esto es bien sabido, incluso por los que irresponsablemente hablan de no pagar.

Los que proponen modificar la convertibilidad no tienen conciencia del espiral inflacionaria que provocaría cualquier devaluación en nuestro país que durante décadas no ha tenido una conducta monetaria, y sufrió el flagelo de la inflación. Hoy tenemos el 1 a 1 y lo vamos a defender a rajatabla, porque es la esencia de los ahorros y salarios de nuestra gente y una regla inviolable.

En síntesis, le damos más fuerza a nuestra Ley de Convertibilidad. Cuanto más seguridad logremos dar sobre nuestros títulos y nuestro sistema monetario, menos serán los intereses a pagar y más los recursos para hacer frente a nuestras obligaciones como Estado. La seguridad depende, en gran medida, del consenso que tenga el plan.

Los que atenten contra el plan, los que produzcan incertidumbre le estarán generando al país un costo de cientos de millones de pesos que tendremos que pagar todos los argentinos. Pero por más que ejecutemos el plan de inclusión de todos, por más que podamos reestructurar nuestra deuda en su componente de intereses, por más que logremos Nación y provincias el déficit cero, necesitamos indefectiblemente crecer. Que haya reactivación de nuestra economía.

Necesitamos la reactivación económica, y este es el cuarto y gran problema a enfrentar.

Tenemos que producir medidas para una rápida reactivación. ¿Qué hará el Estado? Se pondrá al frente de la reactivación económica actuando en todos los ámbitos. Empresas endeudadas, salarios, reducción de impuestos, competitividad económica, obra pública, comercio exterior.

Pondrá todo el esfuerzo de las políticas públicas activas para nuestro máximo objetivo de lograr reactivación y generar empleo. Vamos a ayudar a las empresas endeudadas a través de mecanismos de capitalización para que consigan capital y precios baratos y así produzcan más y vendan más.

El decreto que acabo de firmar explicita los detalles y los instrumentos. Y para que la producción encuentre demanda, vamos a aumentar la capacidad de compra de la gente, rebajando por un año y prorrogando por otro más del 11 al 5 por ciento el aporte de los trabajadores al sistema de capitalización previsional.

De esta manera, los sueldos de bolsillo aumentarán el 6 por ciento. Esto, en estos momentos de recesión, tiene un fuerte sentido reactivador. Las provincias podrán normalizar sus pagos de sueldos, jubilaciones, aguinaldos y el pago a proveedores, poniendo en circulación hasta 1.300 millones en LECOP. Esto también ayudará a reactivar la demanda.

El frente impositivo, se hace muy difícil en épocas de recesión. Por eso el pilar de nuestras políticas reactivantes es la rebaja de impuestos. Dispuse la devolución de 5 puntos del IVA en las ventas minoristas que se paguen con tarjetas de débito cuando correspondan a cuentas originadas en el pago de sueldos, jubilaciones y pensiones, asignaciones familiares y otras prestaciones sociales. La rebaja será del 3 por ciento para todo el resto de ventas con tarjeta de débito.

Esta medida significa la bancarización de todas las prestaciones sociales. A partir del 1 de abril del año 2003 entrará en vigencia el cien por ciento de las exenciones impositivas conducentes al incremento de la competitividad. Es decir, habrán desaparecido totalmente los impuestos sobre intereses y el impuesto a la renta mínima presunta, eliminada ya para los sectores que firmaron programas de competitividad y empleo.

Además, la contribución patronal a la seguridad social será el crédito IVA en un ciento por ciento para toda la economía, con lo cual la alícuota efectiva del impuesto al valor agregado salarial habrá disminuido definitivamente del 27 al 21 por ciento. También hemos creado fondos específicos para obras de infraestructura, caminos, obras contra las inundaciones, los ferrocarriles, el agua potable, que garantizarán decenas de miles de puestos de trabajo. Así, no se interrumpirán las obras por falta de financiamiento que se están ejecutando en todas las provincias argentinas.

He creado el Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes, para darle mayor impulso a la industria del turismo, al desarrollo de la cultura y el deporte, con sus efectos económicos. Argentina está preparada para recibir millones de turistas, ofreciendo sus escenarios naturales, su cultura, sus calidades deportivas, la cordialidad de su gente.

Otro pilar que da sustentabilidad a la reactivación de la economía es el crecimiento del comercio internacional. A través del aumento de la exportación de bienes y servicios Argentina disminuirá la vulnerabilidad externa, que tanto ha preocupado a nuestros acreedores.

Durante mi gestión he puesto particular énfasis en alentar el crecimiento de las exportaciones, profundizando la presencia en mercados tradicionales y desarrollando otros nuevos mercados. Las exportaciones crecieron 13 por ciento el año pasado y han seguido creciendo otro 4 por ciento este año, lo que permitirá alcanzar un récord histórico, a pesar de las dificultades del momento.

Para consolidar este progreso estamos actuando en todos los ámbitos, en el Mercosur, ALCA, en acuerdos biregionales como el que llevan adelante el Mercosur con la Unión Europea y Estados Unidos y el Mercosur.

Quiero dirigirme expresamente a la comunidad internacional de negocios para reiterar la seguridad de que honraremos nuestras obligaciones. Reconocemos que es tarea de todos mejorar nuestra credibilidad, dando solución a los problemas internos. Por eso estamos haciendo un gran esfuerzo, demostrando disciplina fiscal y resolviendo nuestros problemas de la mejor manera, pese a la difícil situación que vive el mundo y a los cuatro años de contínua recesión que sufrimos en nuestro país.

Estoy seguro que haremos todo lo necesario, y con el compromiso y la colaboración de la comunidad internacional saldremos adelante. Si el Estado está haciendo y va a hacer todo esto, yo necesito ahora pedirle su contribución. Necesito que usted, que cada una de las familias que me escuchan, tengan confianza en sus esfuerzos y en el esfuerzo común de todos. Que el que puede consumir un poco más que lo haga, que el que puede invertir y crear empleo que lo haga, que el que pueda ahorrar para que los bancos les puedan prestar al que necesita para invertir y crear riqueza, que lo haga.

Que todos hagamos más de lo que sentimos que podemos. Que todos paguemos los impuestos que correspondan, que todos seamos socios en la causa de la lucha contra el contrabando, que todos seamos partícipes de la gran causa de la reactivación de nuestra economía, de la reactivación de nuestro mercado interno, del trabajo, de la empresa.

Seamos patriotas para defender nuestro presente y nuestro futuro. No hay una sola persona que esté en condiciones de proponer una alternativa, porque no la hay. La única es oponerse, criticar; oponerse, criticar. Pero eso no ayuda a los argentinos.

Convoco por tanto a todos los dirigentes, nacionales y provinciales, productores, empresarios, sindicalistas, trabajadores, periodistas, políticos, líderes religiosos, a levantar la moral y hacer un frente común para ayudar a este programa.

Serenidad, fuerza, coraje, unidad y sobre todo patriotismo son las consignas que le pido a cada argentino frente a este momento. Ha llegado la hora que enfrentemos problemas que veníamos postergando de hace 50 años. Si lo hacemos unidos, está garantizado el éxito. Si nos dividimos, sólo veo el horizonte del fracaso para todos.

Confío, pues, en el patriotismo de todos. Sé que detrás de las críticas, la bronca y el descontento, todos sienten en su corazón que esta es la verdad, que es nuestra oportunidad de poner en blanco la verdad. Sé que detrás de la bronca y la angustia reconocen el momento definitorio, decisivo en que nos encontramos. Sé que muchos no están contentos con el gobierno, que no les gusta mi forma, mi estilo. Sé también que no creen en los políticos o que no les gusta cómo se maneja la dirigencia. Esta es la oportunidad de toda la dirigencia de interpretar el mensaje de las urnas. Millones de personas que votaron cuestionaron a la política.

Ustedes saben que nos enfrentamos a la verdad y que no hay soluciones mágicas. Este es el plan social, fiscal, financiero y reactivante. Son medidas trabajadas, estudiadas, y que incorporan el aporte de distintos sectores. Este es el plan de Argentina, un verdadero cambio de mi gobierno, de la dirigencia política y del país hacia una reactivación con justicia social.

Les digo humildemente que creo estar interpretando los cambios que el pueblo reclamó a mi gobierno en las últimas elecciones y confío que el resto de la dirigencia sabrá responder al reclamo de cambio que a ellos también les toca. Es la República Argentina la que está en juego, no mi destino, ni el de ningún político particular. Dejemos de ser conocidos en el mundo por ser el país más endeudado, el de más riesgo, el de la inestabilidad fiscal y la amenaza de default. No es lo que nos merecemos.

Somos un país serio, de gente trabajadora. Tomemos decisiones serias y vamos a ver cómo nos empiezan a respetar en el mundo y cuántas oportunidades de trabajo genera eso para nuestro pueblo. Reconstruyamos la marca argentina y avancemos en una integración comercial y política con los bloques más importantes del mundo, que están esperando que reaccionemos. Esto no termina aquí. Nuestra oportunidad empieza aquí si somos capaces de resolver lo que nos toca. Arreglemos nuestro querido país y salgamos a conquistar nuevos mercados, para que los productores rurales, nuestra industria, nuestros empresarios puedan volver a vender sus productos fruto de la mano de obra, del trabajo de los argentinos.

Estamos a un paso de concretar los acuerdos con Estados Unidos y la Comunidad Europea. Esto abrirá un nuevo mundo para todos, pero si queremos nuevos acuerdos que beneficien a nuestra gente, tenemos que estar dispuestos a cambiar esto, a dar soluciones serias a nuestros problemas más graves, porque nadie lo va a hacer por nosotros.

Dejemos de lado las agresiones a nosotros mismos. Seamos solidarios y responsables con el destino de la Patria. Esta batalla es la batalla de todos y estamos cerca de ganarla, convencidos de que ahora estamos hablando, maduramente, con la verdad.
Por eso y porque tengo fe en que Dios nos ayudará en este gran esfuerzo solidario, creo de todo corazón que puedo transmitirles mi confianza sincera de que estamos frente a una gran oportunidad.

Hagámosla nuestra y seamos todos protagonistas de este gran cambio. Muchas gracias".

 





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