Mensaje
del presidente George Bush sobre el Estado de la Unión
Señor presidente (de la Cámara de Representantes),
vicepresidente Cheney, miembros del Congreso, distinguidos invitados
y conciudadanos:
Mientras estamos reunidos esta noche, nuestra nación está
en guerra, nuestra economía está en recesión
y el mundo civilizado encara peligros sin precedentes. Sin embargo,
el estado de nuestra Unión nunca ha sido más fuerte.
Nos reunimos por última vez en un momento de consternación
y sufrimiento. En cuatro cortos meses, nuestra nación ha
consolado a las víctimas, ha comenzado a reconstruir Nueva
York y el Pentágono, ha reunido a una gran coalición,
ha capturado, arrestado y librado al mundo de millares de terroristas,
ha destruido los campamentos de adiestramiento terrorista en Afganistán,
ha salvado del hambre a un pueblo y ha liberado un país de
la opresión brutal.
La bandera norteamericana ondea otra vez sobre nuestra embajada
en Kabul. Los terroristas que una vez ocuparon Afganistán
ocupan ahora celdas en la Bahía de Guantánamo. Y los
líderes terroristas que urgieron a sus seguidores sacrificar
sus vidas huyen para salvar la propia.
Norteamérica y Afganistán son ahora aliados contra
el terrorismo -- seremos socios en la reconstrucción de ese
país -- y esta noche le damos la bienvenida al distinguido
líder provisional de un Afganistán liberado: el presidente
Hamid Karzai.
La última vez que nos reunimos en este recinto, las madres
e hijas de Afganistán eran cautivas en sus propios hogares,
se les prohibía trabajar o ir a la escuela. Hoy las mujeres
son libres y son parte del nuevo gobierno de Afganistán,
y le damos la bienvenida a la nueva ministra de Asuntos de la Mujer,
doctora Sima Samar.
Nuestro progreso es un homenaje al espíritu del pueblo afgano,
a la resolución de nuestra coalición y al poderío
de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Cuando llamé a
nuestras tropas a la acción, lo hice con completa confianza
en su valor y destreza y esta noche, gracias a ellas, vamos ganando
la guerra al terrorismo. Los hombres y mujeres de nuestras fuerzas
armadas han entregado un mensaje que es ahora claro para cada enemigo
de Estados Unidos: aun a casi once mil kilómetros de distancia,
a través de océanos y continentes, sobre la cima de
las montañas y dentro de cuevas, ustedes no escaparán
a la justicia de esta nación...
Para muchos norteamericanos estos cuatro meses han sido de aflicción
y dolor que nunca desaparecerán por completo. Cada día
un bombero jubilado vuelve al punto cero para sentirse más
cerca de sus dos hijos que murieron allí. En un monumento
recordatorio en Nueva York, un muchachito dejó su balón
de fútbol con una nota dirigida a su padre muerto: "Querido
papá, por favor, lleva esto al cielo. No quiero jugar fútbol
hasta que algún día pueda jugar contigo otra vez".
El mes pasado, ante la tumba de su marido Michael, oficial de la
Agencia Central de Inteligencia e infante de marina que murió
en Mazar-E-Sharif, Shannon Spann dijo estas palabras de despedida:
"Semper fi(delis), amor mío". Shannon está
aquí con nosotros esta noche.
Shannon, te aseguro a ti y a todos los que han perdido un ser querido
que nuestra causa es justa y que nuestro país nunca olvidará
la deuda que tenemos con Michael y con todos los que dieron sus
vidas por la libertad.
Nuestra causa es justa y continúa. Nuestros descubrimientos
en Afganistán confirmaron nuestros peores temores y nos demostraron
el verdadero alcance de la tarea que hay por delante. Hemos visto
la profundidad del odio de nuestros enemigos en videos en los que
ríen de la pérdida de vidas inocentes. Y la profundidad
de su odio va a la par con la locura de destrucción que conciben.
Hemos encontrado diagramas de plantas nucleares e instalaciones
públicas de suministro de agua norteamericanas, instrucciones
detalladas para preparar armas químicas, mapas catastrales
de ciudades norteamericanas y descripciones completas de sitios
importantes de Norteamérica y el mundo entero.
Lo que hemos encontrado en Afganistán confirma -- y está
lejos de terminar allí -- que nuestra guerra al terrorismo
apenas si comienza. La mayoría de los 19 hombres que secuestraron
los aviones el 11 de septiembre fueron adiestrados en campamentos
en Afganistán, y así lo hicieron otros miles. Miles
de homicidas peligrosos, adiestrados en los métodos del asesinato,
a menudo apoyados por regímenes al margen de la ley, se han
desparramado ahora por todo el mundo como bombas de tiempo, preparadas
para estallar sin previo aviso.
Gracias a la labor de nuestros funcionarios de ejecución
de la ley y asociados de la coalición, han sido arrestados
centenares de terroristas -- pero decenas de miles de terroristas
adiestrados están todavía en libertad. Estos enemigos
consideran todo el mundo como un campo de batalla, y debemos perseguirlos
dondequiera que estén. En tanto operen los campamentos de
adiestramiento, en tanto haya naciones que dan refugio a los terroristas,
la libertad está en peligro y Norteamérica y nuestros
aliados no deben permitirlo, y no lo permitirán.
Nuestra nación seguirá siendo firme y paciente y
persistente en la búsqueda de dos grandes objetivos. Primero,
clausuraremos los campamentos terroristas, desbarataremos los planes
terroristas y llevaremos a los terroristas ante la justicia. Segundo,
debemos impedir que los terroristas y los regímenes que tratan
de obtener armas químicas, biológicas o nucleares
amenacen a Estados Unidos y al mundo.
Nuestras fuerzas armadas han puesto fuera de operaciones los campamentos
de adiestramiento terrorista en Afganistán, pero todavía
hay campamentos en por lo menos una docena de países. Un
submundo terrorista, que incluye grupos como Hamas, Hezbollah, la
Yijad Islámica y Jaish-i-Mohammed opera en junglas y desiertos
remotos, y se esconde en el centro de grandes ciudades.
Si bien la acción militar más visible ocurre en Afganistán,
Norteamérica actúa en otras partes. Tenemos ahora
tropas en las Filipinas, ayudando a adiestrar a las fuerzas armadas
de ese país para que vayan tras las células terroristas
que ejecutaron a un norteamericano y todavía retienen rehenes.
Nuestros soldados, en colaboración con el gobierno bosnio,
capturaron a terroristas que conspiraban para bombardear nuestra
embajada. Nuestra marina patrulla la costa de Africa para bloquear
el envío de armas y el establecimiento de campamentos terroristas
en Somalia.
Mi esperanza es que todas las naciones escucharán nuestro
llamado y eliminarán los parásitos terroristas que
amenazan sus países y el nuestro propio. Muchas naciones
actúan con energía. Pakistán reprime ahora
el terrorismo, y admiro el liderazgo del presidente Musharraf. Pero
algunos gobiernos serán tímidos frente al terrorismo.
Que no se engañen: si no actúan, Norteamérica
lo hará.
Nuestro segundo objetivo es impedir que los regímenes que
patrocinan el terrorismo amenacen con armas de destrucción
en masa a Norteamérica o a nuestros amigos y aliados.
Algunos de estos regímenes se han mantenido muy tranquilos
desde el 11 de septiembre. Pero conocemos su verdadera naturaleza.
Corea del Norte es un régimen que se arma con misiles y armas
de destrucción en masa, mientras mata de hambre a sus ciudadanos.
Irán busca con decisión adquirir estas armas y exporta
el terrorismo, mientras unos pocos que no han sido elegidos reprimen
la esperanza de libertad del pueblo iraní.
Iraq sigue haciendo gala de su hostilidad hacia Norteamérica
y sigue apoyando el terrorismo. El régimen iraquí
ha conspirado durante más de una década para desarrollar
ántrax, gas neurotrópico y armas nucleares. Se trata
de un régimen que ya ha usado gas venenoso para asesinar
a miles de sus propios ciudadanos, dejando los cadáveres
de las madres amontonados sobre sus hijos muertos. Se trata de un
régimen que ha aceptado las inspecciones internacionales,
para luego expulsar a los inspectores. Se trata de un régimen
que tiene algo que ocultarle al mundo civilizado.
Estados como éstos, y sus aliados terroristas, constituyen
un eje de maldad que se arma para amenazar la paz del mundo. Al
tratar de conseguir armas de destrucción en masa, estos regímenes
plantean un peligro grave y creciente. Podrían proveerles
estas armas a los terroristas, dándoles los medios de ponerse
a la altura de su odio. Podrían atacar a nuestros aliados
o tratar de extorsionar a Estados Unidos. En cualquiera de estos
casos, el precio de la indiferencia sería catastrófico.
Colaboraremos estrechamente con nuestra coalición para negarles
a los terroristas y los estados que los auspician los materiales,
la tecnología y la pericia para fabricar y utilizar armas
de destrucción en masa. Desarrollaremos y desplegaremos defensas
antimisiles efectivas para proteger de ataques repentinos a Norteamérica
y nuestros aliados. Y todas las naciones deberían saber que
Norteamérica hará lo que sea necesario para garantizar
la seguridad de nuestra nación.
Actuaremos con deliberación, pero el tiempo no está
de nuestro lado. No esperaré por los acontecimientos, mientras
se cierne el peligro. No me mantendré a la expectativa, mientras
el peligro se acerca más y más. Los Estados Unidos
de Norteamérica no permitirán que los regímenes
peligrosos del mundo nos amenacen con las armas más destructivas
del mundo.
Nuestra guerra al terrorismo ha comenzado bien, pero es sólo
el comienzo. Esta campaña no puede concluir en nuestra época,
pero debe librarse y se librará en nuestra época.
No podemos parar antes de terminar. Si paramos ahora -- dejando
campamentos de terroristas intactos y estados terroristas sin controlar
-- nuestro sentido de seguridad sería falso y temporal. La
historia ha llamado a Norteamérica y nuestros aliados a la
acción, y es nuestra responsabilidad y nuestro privilegio
librar esta lucha por la libertad.
Nuestra primera prioridad debe ser siempre la seguridad de nuestra
nación, y eso se reflejará en el presupuesto que envío
al Congreso. Mi presupuesto apoya grandes objetivos para Norteamérica:
ganaremos esta guerra, protegeremos el territorio nacional y revitalizaremos
nuestra economía.
El 11 de septiembre sacó a relucir lo mejor de Norteamérica
y lo mejor de este Congreso. Me sumo al pueblo norteamericano para
aplaudir vuestra unidad y resolución. Ahora los norteamericanos
merecen que este mismo espíritu se dirija a atender problemas
aquí en nuestro país. Soy miembro orgulloso de mi
partido, pero, al actuar para ganar la guerra, proteger a nuestro
pueblo y crear empleos en Norteamérica, debemos actuar, en
primer lugar y por encima de todo, no como republicanos, no como
demócratas, sino como norteamericanos.
Cuesta mucho librar esta guerra. Hemos gastado más de mil
millones de dólares al mes -- más de 30 millones de
dólares al día -- y debemos estar preparados para
futuras operaciones. Afganistán demostró que las armas
caras de precisión derrotan al enemigo y salvan vidas inocentes,
y necesitamos más de esas armas. Necesitamos reemplazar aviones
viejos y hacer nuestro ejército más ágil para
poner a nuestras tropas en cualquier lugar del mundo rápidamente
y sin riesgo. Nuestros hombres y mujeres de uniforme merecen las
mejores armas, el mejor equipo y el mejor entrenamiento, y merecen
también otro aumento de sueldo. Mi presupuesto incluye el
aumento más grande en gastos de defensa en dos décadas
porque, si bien el precio de la libertad y la seguridad es alto,
nunca es demasiado alto -- pagaremos cueste lo que cueste para defender
a nuestro país.
La siguiente prioridad de mi presupuesto es hacer todo lo posible
para proteger a nuestros ciudadanos y fortalecer nuestra nación
de la constante amenaza de otro ataque. El tiempo y la distancia
que nos separen de los sucesos del 11 de septiembre no nos harán
más seguros a menos que actuemos basados en sus lecciones.
Norteamérica ya no está protegida por vastos océanos.
Nos protegemos de los ataques únicamente con acción
enérgica en el extranjero y mayor vigilancia en el país.
Mi presupuesto casi duplica el financiamiento de una estrategia
sostenida de seguridad del territorio nacional, concentrada en cuatro
áreas claves: bioterrorismo, respuesta a emergencias, seguridad
de aeropuertos y fronteras e inteligencia mejorada. Crearemos vacunas
para luchar contra el ántrax y otras enfermedades mortíferas.
Aumentaremos los fondos para ayudar a estados y comunidades a entrenar
y equipar a nuestros heroicos policías y bomberos. Mejoraremos
la recopilación e intercambio de datos de inteligencia, expandiremos
las patrullas en nuestras fronteras, reforzaremos la seguridad de
los viajes por avión y usaremos la tecnología para
rastrear las llegadas y salidas de visitantes en Estados Unidos.
La seguridad del territorio nacional hará a Norteamérica
no sólo más fuerte sino, de muchas maneras, mejor.
El conocimiento adquirido de la investigación del bioterrorismo
mejorará la salud pública. Los departamentos de policía
y bomberos más fuertes significarán vecindarios más
seguros. La aplicación más estricta de la ley en la
frontera ayudará a combatir las drogas ilegales.
Y mientras el gobierno trabaja para darle mejor seguridad a nuestro
territorio nacional, Norteamérica seguirá dependiendo
de los ojos y oídos de los ciudadanos alertas. Unos pocos
días antes de Navidad, una asistente de vuelo observó
a un pasajero que encendía un fósforo. La tripulación
y los pasajeros sometieron rápidamente al individuo, que
había sido entrenado por al-Qaida y estaba armado con explosivos.
La gente en ese avión estaba alerta y, como resultado, probablemente
se salvaron cerca de 200 vidas. Y esta noche les damos la bienvenida
y las gracias a los asistentes de vuelo Hermis Moutardier y Christina
Jones.
Una vez que financiemos nuestra seguridad nacional y la seguridad
del territorio nacional, la última gran prioridad de mi presupuesto
es la seguridad económica del pueblo estadounidense. Para
lograr estos grandes objetivos nacionales -- para ganar la guerra,
proteger el territorio nacional y revitalizar nuestra economía
-- nuestro presupuesto tendrá un déficit que será
pequeño y a corto plazo siempre que el Congreso restrinja
los gastos y actúe de una manera fiscalmente responsable.
Tenemos prioridades claras y debemos actuar en el país con
el mismo propósito y decisión que hemos mostrado en
el extranjero: Prevaleceremos en la guerra y derrotaremos esta recesión.
Los norteamericanos que han perdido sus empleos necesitan nuestra
ayuda y apoyo, la extensión de los beneficios por desempleo
y la ayuda directa para cubrir el cuidado de la salud. Pero los
trabajadores norteamericanos quieren algo más que cheques
del desempleo -- quieren un cheque de pago constante. Cuando Norteamérica
trabaja, Norteamérica prospera, de modo que mi plan de seguridad
económica puede resumirse en una palabra: empleos.
Los buenos empleos empiezan con las buenas escuelas, y aquí
hemos tenido un excelente comienzo. Republicanos y demócratas
colaboraron para lograr una histórica reforma educativa,
para que ningún niño quede rezagado. Me sentí
orgulloso de trabajar con miembros de ambos partidos: el presidente
John Boehner y el congresista George Miller. Y me sentí tan
orgulloso de mi trabajo, que hasta tuve cosas buenas que decir de
mi amigo Ted Kennedy (risas). Sé que la gente en el Crawford
Coffee Shop no podía creer que yo hubiera dicho semejante
cosa, pero nuestro trabajo en esta ley demuestra lo que es posible
si dejamos a un lado el asumir posturas y nos concentramos en los
resultados.
Hay más por hacer. Necesitamos preparar a nuestros niños
para leer y tener éxito en la escuela mediante los programas
mejorados Head Start y de desarrollo infantil temprano. Debemos
mejorar nuestros colegios de preparación de maestros y el
entrenamiento de los maestros e iniciar una campaña importante
de reclutamiento con una gran meta para Norteamérica: un
maestro de calidad en cada aula.
Los buenos empleos dependen también de la energía
confiable y costeable. Este Congreso debe actuar para alentar la
conservación, promover la tecnología, construir infraestructura,
y debe actuar para aumentar la producción de energía
dentro del país, para que Norteamérica sea menos dependiente
del petróleo extranjero.
Los buenos empleos dependen de la expansión comercial. Las
ventas en nuevos mercados crean nuevos empleos, de modo que le pido
al Congreso que apruebe finalmente la Autoridad de Promoción
Comercial. En estos dos temas claves, comercio y energía,
la Cámara de Representantes ha actuado para crear empleos,
y le urjo al Senado que apruebe esta legislación.
Los buenos empleos dependen de una política impositiva sólida.
El año pasado, algunos en este recinto pensaban que mi plan
de alivio impositivo era demasiado pequeño; algunos pensaban
que era demasiado grande. Pero cuando los cheques llegaron en el
correo, la mayoría de los norteamericanos pensaron que el
alivio impositivo era bastante justo. El Congreso escuchó
al pueblo y respondió reduciendo las tasas contributivas,
duplicando el crédito por hijos y terminando con el impuesto
a los fallecimientos. En beneficio del crecimiento a largo plazo
y para ayudar a los norteamericanos a planificar para el futuro,
hagamos permanentes estos recortes impositivos.
El camino para salir de esta recesión, el camino hacia la
creación de empleos, es que la economía crezca mediante
el estímulo a la inversión en fábricas y equipos,
acelerar el alivio impositivo de modo que la gente tenga más
dinero que gastar. En beneficio de los trabajadores norteamericanos,
aprobemos un paquete de estímulo.
Los buenos empleos deben ser el objetivo de la reforma del bienestar
público. A medida que renovamos la autorización de
estas importantes reformas, debemos recordar siempre que la meta
es reducir la dependencia del gobierno y ofrecerle a cada norteamericano
la dignidad de un trabajo.
Los norteamericanos saben que la seguridad económica puede
desaparecer en un instante si no están seguros los servicios
de salud. Le pido al Congreso que se una a mí este año
para aprobar una Declaración de Derechos de los Pacientes
para darle a los trabajadores que no tienen seguro ayuda para que
compren cubierta de salud para aprobar un aumento histórico
en el gasto en servicios de salud para los veteranos y para darles
a las personas de mayor edad un sistema de Medicare sólido
y moderno que incluya la cubierta de las medicinas que se expenden
por receta médica.
Un buen empleo debe llevar a la seguridad en la jubilación.
Le pido al Congreso que apruebe nuevas salvaguardias para los (programas
de retiro) 401K y los planes de pensión. Los empleados que
han trabajado arduamente y han ahorrado durante toda la vida no
deben arriesgar perderlo todo si su compañía fracasa.
Mediante normas de contabiliidad más estrictas y requerimientos
de revelación más severos, se debe hacer que la Norteamérica
corporativa sea más responsable para con sus empleados y
accionistas y se atenga a las normas de conducta más elevadas.
La seguridad de las jubilaciones depende también de mantener
los compromisos del Seguro Social, y los mantendremos. Debemos hacer
que el Seguro Social sea financieramente estable y debemos permitirles
cuentas de retiro personales a los trabajadores más jóvenes
que opten por ellas.
Miembros del Congreso, en los próximos meses trabajaremos
juntos en otros temas. Política agrícola productiva.
Un medio ambiente más limpio, más propietarios de
casas, especialmente entre las minorías, y medidas para alentar
la obra benéfica de los grupos caritativos y religiosos.
Les pido que nos unamos en estos importantes asuntos internos con
el mismo espíritu de cooperación que aplicamos a nuestra
guerra contra el terrorismo.
Durante estos últimos meses me he sentido humilde y privilegiado
al ver el verdadero carácter de este país en tiempos
de pruebas. Nuestros enemigos creyeron que Estados Unidos era un
país débil y materialista, que el miedo y el egoísmo
nos dividirían. Su equivocación fue tan grande como
su maldad.
El pueblo estadounidense ha respondido de manera magnífica,
con valentía y compasión, fuerza y determinación.
Cuando conocí a los héroes, abracé a los familiares
de las víctimas y miré los rostros cansados de los
rescatadores, sentí un respeto reverente por el pueblo estadounidense.
Y espero que ustedes se unan conmigo, espero que se unan para darle
las gracias a una estadounidense por la fortaleza y calma y consuelo
que ella brinda a nuestra nación en crisis, nuestra primera
dama, Laura Bush.
Ninguno de nosotros querrá nunca más vivir momentos
como los que pasamos el 11 de septiembre. Sin embargo, después
que Estados Unidos fue atacado, fue como si nuestro país
entero se mirara en un espejo y viera lo mejor de sí mismo.
Recordamos que éramos ciudadanos, con obligaciones para con
los demás, para con nuestro país y para con nuestra
historia. Comenzamos a pensar menos acerca de las cosas que podemos
acumular y más acerca del bien que podemos hacer.
Durante demasiado tiempo nuestra cultura ha sostenido que "si
te gusta, hazlo". Ahora Estados Unidos abraza una nueva ética
y un nuevo credo: "Sigamos adelante". En el sacrificio
de los soldados, la orgullosa hermandad de los bomberos y la valentía
y generosidad de los ciudadanos comunes hemos vislumbrado una nueva
cultura de responsabilidad. Queremos ser una nación que trabaja
por metas más grandes que el interés individual. Se
nos ha ofrecido una oportunidad única y no debemos dejar
que este momento pase.
Mi llamado esta noche es para que todos los estadounidenses se comprometan
por lo menos a dos años -- 4.000 horas a lo largo de su vida
-- de servicio a sus vecinos y a su nación.
Muchos ya lo están haciendo y les doy las gracias. Si no
saben cómo ayudar, les puedo dar un buen punto de partida.
Para mantener y extender lo mejor que ha surgido en Estados Unidos,
los invito a unirse al nuevo Cuerpo de Libertad de Estados Unidos.
Los Cuerpos de Libertad se concentrarán en tres áreas
de necesidad: responder internamente en casos de crisis, reconstruir
nuestras comunidades y extender la compasión estadounidense
a través del mundo. Uno de los propósitos de los Cuerpos
de Libertad de Estados Unidos será la seguridad interna.
Estados Unidos necesita médicos y enfermeros retirados que
puedan ser movilizados en emergencias mayores; voluntarios para
ayudar a los departamentos de policía y bomberos; obreros
bien entrenados de la industria del transporte y de la energía
que puedan detectar los peligros.
Nuestro país también necesita ciudadanos dispuestos
a trabajar para reconstruir a nuestras comunidades. Necesitamos
mentores que quieran a los niños, especialmente a aquéllos
cuyos padres o madres están presos. Y necesitamos más
maestros talentosos en las escuelas con problemas. Los Cuerpos de
Libertad de Estados Unidos expandirán y mejorarán
los buenos esfuerzos de Americorps y Senior Corps para reclutar
más de 200.000 voluntarios.
Y Estados Unidos necesita ciudadanos para extender la compasión
de nuestro país a todas partes del mundo. Por lo que renovaremos
la promesa de los Cuerpos de Paz, duplicaremos sus voluntarios durante
los próximos cinco años y les pediremos que se unan
a un nuevo esfuerzo para alentar el desarrollo, la educación
y las oportunidades en el mundo islámico. Estos momentos
de adversidad ofrecen un momento único de oportunidad, un
momento que debemos aprovechar para cambiar nuestra cultura. Con
el impulso aunado de millones de actos de servicio y decencia y
generosidad sé que podemos vencer al mal haciendo más
bien.
Tenemos en esta época de guerra una gran oportunidad de
guiar al mundo hacia los valores que traerán paz duradera.
Todos los padres y madres, en todas las sociedades, quieren que
sus niños se eduquen y vivan libres de la pobreza y la violencia.
Ningún pueblo de la tierra anhela ser oprimido, aspira a
la servidumbre o espera ansiosamente que la policía secreta
llame a la puerta a medianoche.
Si alguien duda de esto, que mire a Afganistán, donde --
el ciudadano común y corriente islámico -- acogió
la caída de la tiranía con canciones y celebración.
Que los escépticos miren la rica historia del Islam, con
sus siglos de conocimiento, tolerancia y progreso.
Norteamérica liderará la defensa de la justicia y
libertad porque son correctas, verdaderas e inmutables para la gente
de todas partes. Ninguna nación es dueña de estas
aspiraciones, y ninguna nación está exenta de ellas.
No tenemos ninguna intención de imponer nuestra cultura,
pero Norteamérica siempre defenderá enérgicamente
las demandas no negociables de la dignidad humana: imperio del derecho,
límites al poder del estado, respeto a la mujer, propiedad
privada, libertad de expresión, justicia equitativa y tolerancia
religiosa.
Norteamérica defenderá a las mujeres y hombres valientes
que abogan por estos valores en todo el mundo, incluyendo el mundo
islámico, porque tenemos un objetivo mayor que eliminar amenazas
y contener resentimiento. Buscamos un mundo sencillo y pacífico
más allá de la guerra al terrorismo.
En este momento de oportunidad, un peligro común borra las
viejas rivalidades. Norteamérica trabaja con Rusia, China
e India como nunca lo hizo antes, para lograr paz y prosperidad.
En cada región, los mercados libres, el comercio libre y
las sociedades libres prueban su poder de mejorar vidas. Junto con
amigos y aliados de Europa a Asia, de Africa a América Latina,
demostraremos que las fuerzas del terrorismo no pueden parar el
ímpetu de la libertad.
La última vez que hablé en este lugar, expresé
la esperanza de que nuestra vida volviera a la normalidad. En algunas
maneras ha vuelto. En otras, nunca volverá. Todos aquellos
que hemos vivido estos momentos de desafío hemos sido cambiados.
Hemos conocido verdades que nunca cuestionaremos: el mal es real
y debe ser combatido. Más allá de todas las diferencias
de raza o de creencias, somos un solo país en duelo que enfrenta
peligros. En lo profundo del carácter estadounidense hay
honor, y es más fuerte que el cinismo. Y muchos han descubierto
nuevamente que en una tragedia -- especialmente en una tragedia
-- Dios está cerca. En un solo instante nos dimos cuenta
de que ésta será una década decisiva en la
historia de la libertad, que hemos sido llamados a desempeñar
un papel único en los eventos de la humanidad. Raramente
el mundo ha enfrentado una opción más clara o trascendental.
Nuestro enemigos mandan a los hijos de otros en misiones de suicidio
y asesinato. Abrazan la tiranía y la muerte como una causa
y como un credo. Nuestra posición se basa en una elección
distinta, hecha hace muchísimo tiempo, el día de nuestra
fundación. Lo afirmamos otra vez hoy. Nosotros elegimos la
libertad y la dignidad de cada vida.
Con firmeza en nuestro propósito, seguimos adelante. Sabíamos
cuál era el precio de la libertad. Hemos demostrado el poder
de la libertad. Y en este gran conflicto, mis conciudadanos estadounidenses,
veremos la victoria de la libertad.
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