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31.01.2002
















Mensaje del presidente George Bush sobre el Estado de la Unión

Señor presidente (de la Cámara de Representantes), vicepresidente Cheney, miembros del Congreso, distinguidos invitados y conciudadanos:

Mientras estamos reunidos esta noche, nuestra nación está en guerra, nuestra economía está en recesión y el mundo civilizado encara peligros sin precedentes. Sin embargo, el estado de nuestra Unión nunca ha sido más fuerte.

Nos reunimos por última vez en un momento de consternación y sufrimiento. En cuatro cortos meses, nuestra nación ha consolado a las víctimas, ha comenzado a reconstruir Nueva York y el Pentágono, ha reunido a una gran coalición, ha capturado, arrestado y librado al mundo de millares de terroristas, ha destruido los campamentos de adiestramiento terrorista en Afganistán, ha salvado del hambre a un pueblo y ha liberado un país de la opresión brutal.
La bandera norteamericana ondea otra vez sobre nuestra embajada en Kabul. Los terroristas que una vez ocuparon Afganistán ocupan ahora celdas en la Bahía de Guantánamo. Y los líderes terroristas que urgieron a sus seguidores sacrificar sus vidas huyen para salvar la propia.

Norteamérica y Afganistán son ahora aliados contra el terrorismo -- seremos socios en la reconstrucción de ese país -- y esta noche le damos la bienvenida al distinguido líder provisional de un Afganistán liberado: el presidente Hamid Karzai.

La última vez que nos reunimos en este recinto, las madres e hijas de Afganistán eran cautivas en sus propios hogares, se les prohibía trabajar o ir a la escuela. Hoy las mujeres son libres y son parte del nuevo gobierno de Afganistán, y le damos la bienvenida a la nueva ministra de Asuntos de la Mujer, doctora Sima Samar.

Nuestro progreso es un homenaje al espíritu del pueblo afgano, a la resolución de nuestra coalición y al poderío de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Cuando llamé a nuestras tropas a la acción, lo hice con completa confianza en su valor y destreza y esta noche, gracias a ellas, vamos ganando la guerra al terrorismo. Los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas han entregado un mensaje que es ahora claro para cada enemigo de Estados Unidos: aun a casi once mil kilómetros de distancia, a través de océanos y continentes, sobre la cima de las montañas y dentro de cuevas, ustedes no escaparán a la justicia de esta nación...

Para muchos norteamericanos estos cuatro meses han sido de aflicción y dolor que nunca desaparecerán por completo. Cada día un bombero jubilado vuelve al punto cero para sentirse más cerca de sus dos hijos que murieron allí. En un monumento recordatorio en Nueva York, un muchachito dejó su balón de fútbol con una nota dirigida a su padre muerto: "Querido papá, por favor, lleva esto al cielo. No quiero jugar fútbol hasta que algún día pueda jugar contigo otra vez". El mes pasado, ante la tumba de su marido Michael, oficial de la Agencia Central de Inteligencia e infante de marina que murió en Mazar-E-Sharif, Shannon Spann dijo estas palabras de despedida: "Semper fi(delis), amor mío". Shannon está aquí con nosotros esta noche.

Shannon, te aseguro a ti y a todos los que han perdido un ser querido que nuestra causa es justa y que nuestro país nunca olvidará la deuda que tenemos con Michael y con todos los que dieron sus vidas por la libertad.

Nuestra causa es justa y continúa. Nuestros descubrimientos en Afganistán confirmaron nuestros peores temores y nos demostraron el verdadero alcance de la tarea que hay por delante. Hemos visto la profundidad del odio de nuestros enemigos en videos en los que ríen de la pérdida de vidas inocentes. Y la profundidad de su odio va a la par con la locura de destrucción que conciben. Hemos encontrado diagramas de plantas nucleares e instalaciones públicas de suministro de agua norteamericanas, instrucciones detalladas para preparar armas químicas, mapas catastrales de ciudades norteamericanas y descripciones completas de sitios importantes de Norteamérica y el mundo entero.

Lo que hemos encontrado en Afganistán confirma -- y está lejos de terminar allí -- que nuestra guerra al terrorismo apenas si comienza. La mayoría de los 19 hombres que secuestraron los aviones el 11 de septiembre fueron adiestrados en campamentos en Afganistán, y así lo hicieron otros miles. Miles de homicidas peligrosos, adiestrados en los métodos del asesinato, a menudo apoyados por regímenes al margen de la ley, se han desparramado ahora por todo el mundo como bombas de tiempo, preparadas para estallar sin previo aviso.

Gracias a la labor de nuestros funcionarios de ejecución de la ley y asociados de la coalición, han sido arrestados centenares de terroristas -- pero decenas de miles de terroristas adiestrados están todavía en libertad. Estos enemigos consideran todo el mundo como un campo de batalla, y debemos perseguirlos dondequiera que estén. En tanto operen los campamentos de adiestramiento, en tanto haya naciones que dan refugio a los terroristas, la libertad está en peligro y Norteamérica y nuestros aliados no deben permitirlo, y no lo permitirán.

Nuestra nación seguirá siendo firme y paciente y persistente en la búsqueda de dos grandes objetivos. Primero, clausuraremos los campamentos terroristas, desbarataremos los planes terroristas y llevaremos a los terroristas ante la justicia. Segundo, debemos impedir que los terroristas y los regímenes que tratan de obtener armas químicas, biológicas o nucleares amenacen a Estados Unidos y al mundo.

Nuestras fuerzas armadas han puesto fuera de operaciones los campamentos de adiestramiento terrorista en Afganistán, pero todavía hay campamentos en por lo menos una docena de países. Un submundo terrorista, que incluye grupos como Hamas, Hezbollah, la Yijad Islámica y Jaish-i-Mohammed opera en junglas y desiertos remotos, y se esconde en el centro de grandes ciudades.

Si bien la acción militar más visible ocurre en Afganistán, Norteamérica actúa en otras partes. Tenemos ahora tropas en las Filipinas, ayudando a adiestrar a las fuerzas armadas de ese país para que vayan tras las células terroristas que ejecutaron a un norteamericano y todavía retienen rehenes. Nuestros soldados, en colaboración con el gobierno bosnio, capturaron a terroristas que conspiraban para bombardear nuestra embajada. Nuestra marina patrulla la costa de Africa para bloquear el envío de armas y el establecimiento de campamentos terroristas en Somalia.

Mi esperanza es que todas las naciones escucharán nuestro llamado y eliminarán los parásitos terroristas que amenazan sus países y el nuestro propio. Muchas naciones actúan con energía. Pakistán reprime ahora el terrorismo, y admiro el liderazgo del presidente Musharraf. Pero algunos gobiernos serán tímidos frente al terrorismo. Que no se engañen: si no actúan, Norteamérica lo hará.

Nuestro segundo objetivo es impedir que los regímenes que patrocinan el terrorismo amenacen con armas de destrucción en masa a Norteamérica o a nuestros amigos y aliados.

Algunos de estos regímenes se han mantenido muy tranquilos desde el 11 de septiembre. Pero conocemos su verdadera naturaleza. Corea del Norte es un régimen que se arma con misiles y armas de destrucción en masa, mientras mata de hambre a sus ciudadanos.

Irán busca con decisión adquirir estas armas y exporta el terrorismo, mientras unos pocos que no han sido elegidos reprimen la esperanza de libertad del pueblo iraní.

Iraq sigue haciendo gala de su hostilidad hacia Norteamérica y sigue apoyando el terrorismo. El régimen iraquí ha conspirado durante más de una década para desarrollar ántrax, gas neurotrópico y armas nucleares. Se trata de un régimen que ya ha usado gas venenoso para asesinar a miles de sus propios ciudadanos, dejando los cadáveres de las madres amontonados sobre sus hijos muertos. Se trata de un régimen que ha aceptado las inspecciones internacionales, para luego expulsar a los inspectores. Se trata de un régimen que tiene algo que ocultarle al mundo civilizado.

Estados como éstos, y sus aliados terroristas, constituyen un eje de maldad que se arma para amenazar la paz del mundo. Al tratar de conseguir armas de destrucción en masa, estos regímenes plantean un peligro grave y creciente. Podrían proveerles estas armas a los terroristas, dándoles los medios de ponerse a la altura de su odio. Podrían atacar a nuestros aliados o tratar de extorsionar a Estados Unidos. En cualquiera de estos casos, el precio de la indiferencia sería catastrófico.

Colaboraremos estrechamente con nuestra coalición para negarles a los terroristas y los estados que los auspician los materiales, la tecnología y la pericia para fabricar y utilizar armas de destrucción en masa. Desarrollaremos y desplegaremos defensas antimisiles efectivas para proteger de ataques repentinos a Norteamérica y nuestros aliados. Y todas las naciones deberían saber que Norteamérica hará lo que sea necesario para garantizar la seguridad de nuestra nación.

Actuaremos con deliberación, pero el tiempo no está de nuestro lado. No esperaré por los acontecimientos, mientras se cierne el peligro. No me mantendré a la expectativa, mientras el peligro se acerca más y más. Los Estados Unidos de Norteamérica no permitirán que los regímenes peligrosos del mundo nos amenacen con las armas más destructivas del mundo.
Nuestra guerra al terrorismo ha comenzado bien, pero es sólo el comienzo. Esta campaña no puede concluir en nuestra época, pero debe librarse y se librará en nuestra época.

No podemos parar antes de terminar. Si paramos ahora -- dejando campamentos de terroristas intactos y estados terroristas sin controlar -- nuestro sentido de seguridad sería falso y temporal. La historia ha llamado a Norteamérica y nuestros aliados a la acción, y es nuestra responsabilidad y nuestro privilegio librar esta lucha por la libertad.

Nuestra primera prioridad debe ser siempre la seguridad de nuestra nación, y eso se reflejará en el presupuesto que envío al Congreso. Mi presupuesto apoya grandes objetivos para Norteamérica: ganaremos esta guerra, protegeremos el territorio nacional y revitalizaremos nuestra economía.

El 11 de septiembre sacó a relucir lo mejor de Norteamérica y lo mejor de este Congreso. Me sumo al pueblo norteamericano para aplaudir vuestra unidad y resolución. Ahora los norteamericanos merecen que este mismo espíritu se dirija a atender problemas aquí en nuestro país. Soy miembro orgulloso de mi partido, pero, al actuar para ganar la guerra, proteger a nuestro pueblo y crear empleos en Norteamérica, debemos actuar, en primer lugar y por encima de todo, no como republicanos, no como demócratas, sino como norteamericanos.

Cuesta mucho librar esta guerra. Hemos gastado más de mil millones de dólares al mes -- más de 30 millones de dólares al día -- y debemos estar preparados para futuras operaciones. Afganistán demostró que las armas caras de precisión derrotan al enemigo y salvan vidas inocentes, y necesitamos más de esas armas. Necesitamos reemplazar aviones viejos y hacer nuestro ejército más ágil para poner a nuestras tropas en cualquier lugar del mundo rápidamente y sin riesgo. Nuestros hombres y mujeres de uniforme merecen las mejores armas, el mejor equipo y el mejor entrenamiento, y merecen también otro aumento de sueldo. Mi presupuesto incluye el aumento más grande en gastos de defensa en dos décadas porque, si bien el precio de la libertad y la seguridad es alto, nunca es demasiado alto -- pagaremos cueste lo que cueste para defender a nuestro país.

La siguiente prioridad de mi presupuesto es hacer todo lo posible para proteger a nuestros ciudadanos y fortalecer nuestra nación de la constante amenaza de otro ataque. El tiempo y la distancia que nos separen de los sucesos del 11 de septiembre no nos harán más seguros a menos que actuemos basados en sus lecciones. Norteamérica ya no está protegida por vastos océanos. Nos protegemos de los ataques únicamente con acción enérgica en el extranjero y mayor vigilancia en el país.

Mi presupuesto casi duplica el financiamiento de una estrategia sostenida de seguridad del territorio nacional, concentrada en cuatro áreas claves: bioterrorismo, respuesta a emergencias, seguridad de aeropuertos y fronteras e inteligencia mejorada. Crearemos vacunas para luchar contra el ántrax y otras enfermedades mortíferas.

Aumentaremos los fondos para ayudar a estados y comunidades a entrenar y equipar a nuestros heroicos policías y bomberos. Mejoraremos la recopilación e intercambio de datos de inteligencia, expandiremos las patrullas en nuestras fronteras, reforzaremos la seguridad de los viajes por avión y usaremos la tecnología para rastrear las llegadas y salidas de visitantes en Estados Unidos.
La seguridad del territorio nacional hará a Norteamérica no sólo más fuerte sino, de muchas maneras, mejor. El conocimiento adquirido de la investigación del bioterrorismo mejorará la salud pública. Los departamentos de policía y bomberos más fuertes significarán vecindarios más seguros. La aplicación más estricta de la ley en la frontera ayudará a combatir las drogas ilegales.

Y mientras el gobierno trabaja para darle mejor seguridad a nuestro territorio nacional, Norteamérica seguirá dependiendo de los ojos y oídos de los ciudadanos alertas. Unos pocos días antes de Navidad, una asistente de vuelo observó a un pasajero que encendía un fósforo. La tripulación y los pasajeros sometieron rápidamente al individuo, que había sido entrenado por al-Qaida y estaba armado con explosivos. La gente en ese avión estaba alerta y, como resultado, probablemente se salvaron cerca de 200 vidas. Y esta noche les damos la bienvenida y las gracias a los asistentes de vuelo Hermis Moutardier y Christina Jones.

Una vez que financiemos nuestra seguridad nacional y la seguridad del territorio nacional, la última gran prioridad de mi presupuesto es la seguridad económica del pueblo estadounidense. Para lograr estos grandes objetivos nacionales -- para ganar la guerra, proteger el territorio nacional y revitalizar nuestra economía -- nuestro presupuesto tendrá un déficit que será pequeño y a corto plazo siempre que el Congreso restrinja los gastos y actúe de una manera fiscalmente responsable. Tenemos prioridades claras y debemos actuar en el país con el mismo propósito y decisión que hemos mostrado en el extranjero: Prevaleceremos en la guerra y derrotaremos esta recesión.

Los norteamericanos que han perdido sus empleos necesitan nuestra ayuda y apoyo, la extensión de los beneficios por desempleo y la ayuda directa para cubrir el cuidado de la salud. Pero los trabajadores norteamericanos quieren algo más que cheques del desempleo -- quieren un cheque de pago constante. Cuando Norteamérica trabaja, Norteamérica prospera, de modo que mi plan de seguridad económica puede resumirse en una palabra: empleos.

Los buenos empleos empiezan con las buenas escuelas, y aquí hemos tenido un excelente comienzo. Republicanos y demócratas colaboraron para lograr una histórica reforma educativa, para que ningún niño quede rezagado. Me sentí orgulloso de trabajar con miembros de ambos partidos: el presidente John Boehner y el congresista George Miller. Y me sentí tan orgulloso de mi trabajo, que hasta tuve cosas buenas que decir de mi amigo Ted Kennedy (risas). Sé que la gente en el Crawford Coffee Shop no podía creer que yo hubiera dicho semejante cosa, pero nuestro trabajo en esta ley demuestra lo que es posible si dejamos a un lado el asumir posturas y nos concentramos en los resultados.
Hay más por hacer. Necesitamos preparar a nuestros niños para leer y tener éxito en la escuela mediante los programas mejorados Head Start y de desarrollo infantil temprano. Debemos mejorar nuestros colegios de preparación de maestros y el entrenamiento de los maestros e iniciar una campaña importante de reclutamiento con una gran meta para Norteamérica: un maestro de calidad en cada aula.

Los buenos empleos dependen también de la energía confiable y costeable. Este Congreso debe actuar para alentar la conservación, promover la tecnología, construir infraestructura, y debe actuar para aumentar la producción de energía dentro del país, para que Norteamérica sea menos dependiente del petróleo extranjero.

Los buenos empleos dependen de la expansión comercial. Las ventas en nuevos mercados crean nuevos empleos, de modo que le pido al Congreso que apruebe finalmente la Autoridad de Promoción Comercial. En estos dos temas claves, comercio y energía, la Cámara de Representantes ha actuado para crear empleos, y le urjo al Senado que apruebe esta legislación.

Los buenos empleos dependen de una política impositiva sólida. El año pasado, algunos en este recinto pensaban que mi plan de alivio impositivo era demasiado pequeño; algunos pensaban que era demasiado grande. Pero cuando los cheques llegaron en el correo, la mayoría de los norteamericanos pensaron que el alivio impositivo era bastante justo. El Congreso escuchó al pueblo y respondió reduciendo las tasas contributivas, duplicando el crédito por hijos y terminando con el impuesto a los fallecimientos. En beneficio del crecimiento a largo plazo y para ayudar a los norteamericanos a planificar para el futuro, hagamos permanentes estos recortes impositivos.

El camino para salir de esta recesión, el camino hacia la creación de empleos, es que la economía crezca mediante el estímulo a la inversión en fábricas y equipos, acelerar el alivio impositivo de modo que la gente tenga más dinero que gastar. En beneficio de los trabajadores norteamericanos, aprobemos un paquete de estímulo.

Los buenos empleos deben ser el objetivo de la reforma del bienestar público. A medida que renovamos la autorización de estas importantes reformas, debemos recordar siempre que la meta es reducir la dependencia del gobierno y ofrecerle a cada norteamericano la dignidad de un trabajo.

Los norteamericanos saben que la seguridad económica puede desaparecer en un instante si no están seguros los servicios de salud. Le pido al Congreso que se una a mí este año para aprobar una Declaración de Derechos de los Pacientes para darle a los trabajadores que no tienen seguro ayuda para que compren cubierta de salud para aprobar un aumento histórico en el gasto en servicios de salud para los veteranos y para darles a las personas de mayor edad un sistema de Medicare sólido y moderno que incluya la cubierta de las medicinas que se expenden por receta médica.

Un buen empleo debe llevar a la seguridad en la jubilación. Le pido al Congreso que apruebe nuevas salvaguardias para los (programas de retiro) 401K y los planes de pensión. Los empleados que han trabajado arduamente y han ahorrado durante toda la vida no deben arriesgar perderlo todo si su compañía fracasa. Mediante normas de contabiliidad más estrictas y requerimientos de revelación más severos, se debe hacer que la Norteamérica corporativa sea más responsable para con sus empleados y accionistas y se atenga a las normas de conducta más elevadas.

La seguridad de las jubilaciones depende también de mantener los compromisos del Seguro Social, y los mantendremos. Debemos hacer que el Seguro Social sea financieramente estable y debemos permitirles cuentas de retiro personales a los trabajadores más jóvenes que opten por ellas.
Miembros del Congreso, en los próximos meses trabajaremos juntos en otros temas. Política agrícola productiva. Un medio ambiente más limpio, más propietarios de casas, especialmente entre las minorías, y medidas para alentar la obra benéfica de los grupos caritativos y religiosos. Les pido que nos unamos en estos importantes asuntos internos con el mismo espíritu de cooperación que aplicamos a nuestra guerra contra el terrorismo.
Durante estos últimos meses me he sentido humilde y privilegiado al ver el verdadero carácter de este país en tiempos de pruebas. Nuestros enemigos creyeron que Estados Unidos era un país débil y materialista, que el miedo y el egoísmo nos dividirían. Su equivocación fue tan grande como su maldad.
El pueblo estadounidense ha respondido de manera magnífica, con valentía y compasión, fuerza y determinación. Cuando conocí a los héroes, abracé a los familiares de las víctimas y miré los rostros cansados de los rescatadores, sentí un respeto reverente por el pueblo estadounidense. Y espero que ustedes se unan conmigo, espero que se unan para darle las gracias a una estadounidense por la fortaleza y calma y consuelo que ella brinda a nuestra nación en crisis, nuestra primera dama, Laura Bush.

Ninguno de nosotros querrá nunca más vivir momentos como los que pasamos el 11 de septiembre. Sin embargo, después que Estados Unidos fue atacado, fue como si nuestro país entero se mirara en un espejo y viera lo mejor de sí mismo. Recordamos que éramos ciudadanos, con obligaciones para con los demás, para con nuestro país y para con nuestra historia. Comenzamos a pensar menos acerca de las cosas que podemos acumular y más acerca del bien que podemos hacer.

Durante demasiado tiempo nuestra cultura ha sostenido que "si te gusta, hazlo". Ahora Estados Unidos abraza una nueva ética y un nuevo credo: "Sigamos adelante". En el sacrificio de los soldados, la orgullosa hermandad de los bomberos y la valentía y generosidad de los ciudadanos comunes hemos vislumbrado una nueva cultura de responsabilidad. Queremos ser una nación que trabaja por metas más grandes que el interés individual. Se nos ha ofrecido una oportunidad única y no debemos dejar que este momento pase.
Mi llamado esta noche es para que todos los estadounidenses se comprometan por lo menos a dos años -- 4.000 horas a lo largo de su vida -- de servicio a sus vecinos y a su nación.

Muchos ya lo están haciendo y les doy las gracias. Si no saben cómo ayudar, les puedo dar un buen punto de partida. Para mantener y extender lo mejor que ha surgido en Estados Unidos, los invito a unirse al nuevo Cuerpo de Libertad de Estados Unidos. Los Cuerpos de Libertad se concentrarán en tres áreas de necesidad: responder internamente en casos de crisis, reconstruir nuestras comunidades y extender la compasión estadounidense a través del mundo. Uno de los propósitos de los Cuerpos de Libertad de Estados Unidos será la seguridad interna. Estados Unidos necesita médicos y enfermeros retirados que puedan ser movilizados en emergencias mayores; voluntarios para ayudar a los departamentos de policía y bomberos; obreros bien entrenados de la industria del transporte y de la energía que puedan detectar los peligros.
Nuestro país también necesita ciudadanos dispuestos a trabajar para reconstruir a nuestras comunidades. Necesitamos mentores que quieran a los niños, especialmente a aquéllos cuyos padres o madres están presos. Y necesitamos más maestros talentosos en las escuelas con problemas. Los Cuerpos de Libertad de Estados Unidos expandirán y mejorarán los buenos esfuerzos de Americorps y Senior Corps para reclutar más de 200.000 voluntarios.

Y Estados Unidos necesita ciudadanos para extender la compasión de nuestro país a todas partes del mundo. Por lo que renovaremos la promesa de los Cuerpos de Paz, duplicaremos sus voluntarios durante los próximos cinco años y les pediremos que se unan a un nuevo esfuerzo para alentar el desarrollo, la educación y las oportunidades en el mundo islámico. Estos momentos de adversidad ofrecen un momento único de oportunidad, un momento que debemos aprovechar para cambiar nuestra cultura. Con el impulso aunado de millones de actos de servicio y decencia y generosidad sé que podemos vencer al mal haciendo más bien.

Tenemos en esta época de guerra una gran oportunidad de guiar al mundo hacia los valores que traerán paz duradera. Todos los padres y madres, en todas las sociedades, quieren que sus niños se eduquen y vivan libres de la pobreza y la violencia. Ningún pueblo de la tierra anhela ser oprimido, aspira a la servidumbre o espera ansiosamente que la policía secreta llame a la puerta a medianoche.

Si alguien duda de esto, que mire a Afganistán, donde -- el ciudadano común y corriente islámico -- acogió la caída de la tiranía con canciones y celebración. Que los escépticos miren la rica historia del Islam, con sus siglos de conocimiento, tolerancia y progreso.

Norteamérica liderará la defensa de la justicia y libertad porque son correctas, verdaderas e inmutables para la gente de todas partes. Ninguna nación es dueña de estas aspiraciones, y ninguna nación está exenta de ellas. No tenemos ninguna intención de imponer nuestra cultura, pero Norteamérica siempre defenderá enérgicamente las demandas no negociables de la dignidad humana: imperio del derecho, límites al poder del estado, respeto a la mujer, propiedad privada, libertad de expresión, justicia equitativa y tolerancia religiosa.

Norteamérica defenderá a las mujeres y hombres valientes que abogan por estos valores en todo el mundo, incluyendo el mundo islámico, porque tenemos un objetivo mayor que eliminar amenazas y contener resentimiento. Buscamos un mundo sencillo y pacífico más allá de la guerra al terrorismo.

En este momento de oportunidad, un peligro común borra las viejas rivalidades. Norteamérica trabaja con Rusia, China e India como nunca lo hizo antes, para lograr paz y prosperidad. En cada región, los mercados libres, el comercio libre y las sociedades libres prueban su poder de mejorar vidas. Junto con amigos y aliados de Europa a Asia, de Africa a América Latina, demostraremos que las fuerzas del terrorismo no pueden parar el ímpetu de la libertad.

La última vez que hablé en este lugar, expresé la esperanza de que nuestra vida volviera a la normalidad. En algunas maneras ha vuelto. En otras, nunca volverá. Todos aquellos que hemos vivido estos momentos de desafío hemos sido cambiados. Hemos conocido verdades que nunca cuestionaremos: el mal es real y debe ser combatido. Más allá de todas las diferencias de raza o de creencias, somos un solo país en duelo que enfrenta peligros. En lo profundo del carácter estadounidense hay honor, y es más fuerte que el cinismo. Y muchos han descubierto nuevamente que en una tragedia -- especialmente en una tragedia -- Dios está cerca. En un solo instante nos dimos cuenta de que ésta será una década decisiva en la historia de la libertad, que hemos sido llamados a desempeñar un papel único en los eventos de la humanidad. Raramente el mundo ha enfrentado una opción más clara o trascendental.
Nuestro enemigos mandan a los hijos de otros en misiones de suicidio y asesinato. Abrazan la tiranía y la muerte como una causa y como un credo. Nuestra posición se basa en una elección distinta, hecha hace muchísimo tiempo, el día de nuestra fundación. Lo afirmamos otra vez hoy. Nosotros elegimos la libertad y la dignidad de cada vida.


Con firmeza en nuestro propósito, seguimos adelante. Sabíamos cuál era el precio de la libertad. Hemos demostrado el poder de la libertad. Y en este gran conflicto, mis conciudadanos estadounidenses, veremos la victoria de la libertad.

 





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