Discurso de Tabaré Vázquez
en el acto del 31 aniversario del Frente Amplio
"Queridas
uruguayas, queridos uruguayos, queridos compañeros y queridas
compañeras frenteamplistas, constituye para mí un
honor poder dirigirme a todos ustedes en nombre de nuestra fuerza
política y además tengo el gusto y el placer de poder
decir a todos los compañeros y compañeras frentamplistas:
feliz aniversario, muy feliz aniversario.
La
sabiduría del pueblo uruguayo clama en la calle para cambiar
la política económica que este gobierno está
llevando adelante.
Los trabajadores, los productores, los empresarios, los comerciantes,
los cooperativistas, alzan su voz en las plazas pidiendo esos cambios.
En los principales lugares de reunión la gente a viva voz
le pide al gobierno uruguayo que cambie el rumbo de la política
económica que lleva adelante. En las entradas de las puertas
de las ciudades de Uruguay, las intersociales, las intergremiales,
los movimientos de vecinos, los transportistas están pidiendo
a este gobierno que cambie su política económica.
Hoy aquí esta fuerza política y toda la gente, compañeras,
compañeros, uruguayas y uruguayos que nos acompañan,
y son miles de uruguayas y uruguayos, pedimos el ancho promedio
de Agraciada, con el permiso de la Intendencia Municipal de Montevideo.
De fachada de casa a fachada de casa, sin contar este ensanche hay
23 metros de ancho. Los compañeros de organización
me acaban de decir que más de cuatro cuadras hay de gente
acompañando este acto. Pese al mal tiempo calculamos que
aproximadamente hay unos 7.000 metros cuadrados cubiertos de uruguayas
y uruguayos cubriendo este acto. Y como están apretaditos,
la televisión lo puede mostrar, si calculamos entre tres
y cuatro ciudadanos por metro cuadrado vamos a tener más
de 25.000 personas en este acto, esta noche de frío, lluvia
y tormenta.
Este es un acto formal de festejo del 31 aniversario de nuestra
fuerza política. Hace un año en el Velódromo
Municipal decíamos: 'No somos mesiánicos, pero ¿se
puede concebir al Uruguay de nuestros días sin nuestro Frente
Amplio? ¿Cómo sería Uruguay si no existiera
este Frente Amplio? Pensémoslo un solo momento'. ¿Verdad
que de pensarlo mete miedo? El Uruguay sin este Frente Amplio defendiendo
a su gente, al trabajo, a la producción, al patrimonio nacional.
Y esta fuerza política, por suerte para Uruguay y los uruguayos,
existe, tiene su recuerdo, su pasado, sus raíces, esas raíces
que nos permiten estar fuertemente unidos en este presente y entre
todos tejer, bordar, el futuro.
En estas circunstancias tan especiales, no hace muchas semanas,
en la apertura del Congreso del Partido Socialista, decíamos
en estas circunstancias tan particulares para el mundo, la región,
el país, donde el siglo XX no terminó nada bien, y
el siglo XXI no empezó mejor, es en esta oportunidad, en
estas circunstancias, que esta fuerza política quiere hablar.
Queremos hablar, queremos decir cuál es nuestro pensamiento,
cuál es nuestro diagnóstico, cuál es nuestro
planteamiento, cuál es nuestro compromiso de acción
presente y futura. Lo vamos a hacer y para poder explicarnos mejor
analizaremos seis capítulos.
El primero de ellos, Uruguay cómo está en estos días.
El segundo, cuáles son las causas por las cuales el Uruguay
está como está. El tercer capítulo es qué
actitud han desarrollado en estos últimos años los
gobiernos nacionales, colorados, blancos, blanquicolorados. En cuarto
lugar, qué actitud ha adoptado nuestra fuerza política.
El quinto capítulo, qué es lo que quiere, qué
es lo que reclama la gente; y el sexto capítulo, las propuestas
de nuestra fuerza política. Comencemos con este primer capítulo,
cómo está Uruguay de estos días. Quizá
muchos de ustedes pueden decir con mucha fuerza como el compañero
que 'no hay trabajo, que no hay laburo'. Tenés razón,
no hay laburo. Entonces los invito a que hagamos un ejercicio de
abstracción, que nos olvidemos por un momento que estamos
en este país, que nos alejemos de los acontecimientos diarios
y no pensemos que somos uruguayos y que tratemos de ver la realidad
desde más lejos.
Remontémonos en el espacio y miremos el mundo, y observemos
en él un país con tres millones de personas, donde
el 24% de su población total vive por debajo de la línea
de pobreza, vive en situación de pobreza. Donde el 47% de
los niños nacen en hogares pobres e irremediablemente van
a reciclar y repetir la pobreza en la que viene. Donde el 10% de
los niños que nacen en los hospitales públicos tiene
bajo peso al nacer, producto de que sus madres tienen importantes
carencias nutricionales.
Donde una de cuatro adolescentes es madre precoz, y el 63% de ellas
ni trabaja ni estudia, y el 37% no tiene pareja estable. Piensen
uruguayos en un país donde 66 mil jóvenes, mujeres
y hombres, no estudian ni trabajan, donde 500 mil personas tienen
problemas con el trabajo, desocupación, ocupación
precaria, inestabilidad laboral, informalismo, donde 150 mil personas
viven en viviendas precarias e insalubres, piensen en un país
cuya industria manufacturera cayó un 22% en 2001 comparado
con el año 2000 y donde las exportaciones en ese mismo período
cayeron un 9%. Nos preguntamos cómo vemos a ese país.
Es un país que está devastado, que está en
la lona, que está absolutamente quebrado. Y ese país
no es ni Bangladesh, ni Sierra Leona, ni Haití. Ese país
es Uruguay. Esos dramáticos números somos nosotros,
y detrás de cada número, uruguayas y uruguayos, hay
una persona, hay un ser humano, con sus grandezas y debilidades,
con sus esperanzas y sueños, con sus derechos y obligaciones,
pero más con sus derechos cercenados, que con las obligaciones
que se les exige pese a estar en esa situación de marginación
y exclusión social. Este es el Uruguay de nuestros días.
¿Y quién puede decir que no es así? ¿Quién
puede decir que inventamos esos números? Esta es la realidad,
la dramática realidad del Uruguay de nuestros días.
Pero analicemos en un segundo capítulo las causas por las
que Uruguay está así. Hace doce años y poco,
en 1989, cuando comenzábamos la campaña electoral
para disputar al gobierno y la Intendencia de Montevideo, en aquel
entonces decíamos qué ha pasado con la tacita de plata
--se acuerdan que así le cantaba Romeo Gavioli a Montevideo--,
que estaba en un deterioro y en una caída atroz. Aquel Montevideo,
un Montevideo oscuro, más de 1.700 basurales en los barrios,
las plazas públicas devastadas, vaya, cuántos de ustedes
habrá visto jugar al fútbol en la Plaza del Entrevero
al mediodía, en aquellos años. El transporte colectivo
que se caía a pedazos, las playas contaminadas, los ciudadanos
de Montevideo eran simplemente contribuyentes y no participaban
de la vida real, de la construcción del Montevideo de aquel
entonces. Por suerte la gente eligió al Frente Amplio en
aquel momento para gobernar Montevideo. Y las cosas cambiaron, vaya
si cambiaron. Basta recorrer Montevideo, no lo vamos a decir nosotros,
para decir que las cosas cambiaron y cambiaron para bien. Pero hoy,
doce años y medio después, nos preguntamos qué
pasó con la Suiza de América, qué pasó
con aquel Uruguay, con aquel Uruguay comparado con las cifras que
acabamos de manejar. Yo sé que ustedes saben, que tienen
la respuesta clara y precisa para esta pregunta. Pero lo que ha
pasado en Uruguay, no es producto de un castigo divino, ni de un
cataclismo cósmico, ni es culpa exclusiva de males ajenos.
No hubo una guerra, no fue un accidente, no fue casual ni tampoco
--y lamentablemente-- es transitorio.
Lo que Uruguay ha sufrido fue el desarrollo constante por los últimos
gobiernos nacionales, de políticas económicas que
han dado los resultados que hoy vimos. La aplicación obcecada
y obsecuente de políticas económicas que privilegian
los números en detrimento de las personas y esto no es casualidad.
Esto no es casualidad.
Vamos a referirnos a alguno de estos aspectos para documentar lo
que queremos decir.
Este país se define por una apertura indiscriminada al exterior,
por una desregulación financiera, por privatizaciones, por
un achicamiento del Estado y por un dejar todo librado a que el
libre mercado asigne recursos y distribuya riquezas.
El desmantelamiento del aparato productivo que el país había
logrado construir mediante el esfuerzo de varias generaciones de
uruguayos no es un garrón, para utilizar la expresión
no demasiado académica utilizada por el doctor Batlle hace
pocos días, sino que es la consecuencia lógica de
la aplicación obsecuente y obcecada de una política
económica contraria a los intereses de la nación.
Obsecuente por su procedencia. Es cierto que el Uruguay no es un
centro de poder, somos muy pequeñitos, pero no por ello sus
gobierno se han de resignar a comprar todos los espejitos y vidrios
de colores que vienen del norte. Pero lamentablemente lo han estado
haciendo sin ni siquiera cuestionarse por qué quienes le
dicen lo que tienen que hacer no aplican esas recetas en su propia
casa.
Hace pocas horas, el gobierno anunció que para el próximo
viaje del presidente de la República a EEUU, a entrevistarse
con Bush, llevaba una valija cargada de propuestas. Ojalá
le vaya muy bien. Ojalá podamos vender todo lo que hacemos
a Estados Unidos, al Nafta, al mundo. Necesitamos empujar e impulsar
nuevamente nuestra economía, pero más vale que en
lugar de esa valija con tantas propuestas lleve dos preguntas, que
si traen una respuesta franca y leal seguramente estaremos en condiciones
de empezar a vivir mejor los uruguayos. Que le pregunte al presidente
de EEUU por qué nos hace llevar adelante políticas
económicas que en su país no practican. Por qué
pone un cupo a las importaciones de los productos uruguayos a los
Estados Unidos. Por qué hay trabas en la comercialización
de nuestros productos al gigante del norte; y que le pregunte por
qué si aplicamos la política que ellos aplican, intentan
sancionarnos. Si viene la respuesta leal a esa pregunta entonces
empezaremos a abrir los ojos para caminar por el sendero que el
Uruguay debe seguir.
Además de una política obsecuente, por la ortodoxia
con que la han aplicado, han sido más realistas que el rey.
Los resultados de tanto fundamentalismo económico están
a la vista. Primero, la tasa de desempleo más alta que conozcamos.
Segundo, la mayor inseguridad laboral de que tengamos memoria: Recuerdan
cuando hace algunos años el entonces presidente Sanguinetti
proclamó que nunca había perdido un conflicto laboral.
Tercero, el aparato productivo del país desmantelado. Un
documento presentado el 13 de diciembre pasado por 18 gremiales
empresariales que reclaman un acuerdo nacional para el crecimiento
productivo del país expresa: 'La economía uruguaya
está virtualmente paralizada'. Cuarto, tenemos un Estado
gordo e ineficiente, pero así lo moldearon blancos y colorados
a lo largo de la historia del país. Ellos lo hicieron, no
lo hicimos nosotros, si no nos dejaron ni opinar. ¿O es que
en el último presupuesto nacional nuestros compañeros
legisladores pudieron siquiera introducir alguna propuesta?
Un Estado gordo e ineficiente que no recauda y que para gastar
debe endeudarse más aún y esto va a ser una herencia
maldita para el próximo gobierno nacional, cualquiera sea
su signo.
Quinto, generalizada sensación de abatimiento y desesperanza
de la población ante una situación que parece no tener
salida, no tener fin.
Sexto, los únicos sectores que pueden tener ganancias son
los que menos han arriesgado, los grandes importadores y los banqueros.
El semanario Búsqueda, en un artículo publicado en
su edición 1.136 correspondiente al 31 de enero de este año,
titula: 'Pese a la recesión, el sector financiero se mantuvo
en expansión, con balances positivos y aumento de sucursales'.
En ese artículo da cuenta que en enero-setiembre, la banca
oficial perdió 172 millones de dólares, los 20 bancos
privados dieron ganancias por 108.300.000 dólares y el resto
de las casas financieras, cooperativas de off shore, ganaron 24
millones de dólares. Fueron los únicos que ganaron
en este país pero aún estas ganancias son frágiles.
En el caso de los importadores, están sustentadas más
por la operación financiera del negocio que por la venta
del producto importado, la que tiende a reducirse en el marco actual
de depresión económica.
En el caso de los banqueros, la ganancia se sustenta en la cobrabilidad
de sus créditos ligada a la capacidad de pago de los deudores
que cada vez se achica más.
Esta es la situación que vive nuestro Uruguay. ¿Y
qué actitud han tenido los sucesivos gobiernos ante este
proceso de deterioro del país? Durante décadas han
aplicado una política económica obsecuente y obsecada.
Pero, ojo, ninguno de esos gobiernos actuó sin saber lo que
hacía, ni desconociendo las consecuencias de sus actos. Sabían
muy bien lo que estaban haciendo y sabían muy bien lo que
iba a pasar. Como dicen los partes policiales, aquí se actuó
con premeditación y alevosía aunque ahora, cuando
el modelo se desploma, se cae en mil pedazos, algunos pongan cara
de 'yo no fui' o pretendan deslindar responsabilidades hablando
de factores externos o hablando de garrones.
Claro, no ignoramos la incidencia de la compleja realidad internacional
y regional sobre nuestros país, ni desconocemos los efectos
adversos de las sequías, las inundaciones o el brote de fiebre
aftosa que ha padecido Uruguay pero no culpemos exclusivamente al
clima de nuestros resfríos. Es evidente que si uno anda en
julio en bermudas, camiseta y ojotas se va a resfriar. Pues bien,
salvando las diferencias ante un mundo cada vez más complejo
y competitivo, los sucesivos gobiernos blancos y colorados han dejado
indefenso al país. Y para no ir demasiado lejos en el pasado,
tomemos el caso del gobierno del doctor Lacalle de 1990 a 1995.
En ese período se privilegió el objetivo de bajar
la inflación para lo cual se procedió a controlar
el valor del dólar, luego vendría el famoso atraso
cambiario, y se recurrió al ajuste fiscal, inaugurando una
cultura de ajuste permanente y siempre pagan los pobres, siempre
pagan los que tienen menos.
Impuestos transitorios que aún perduran, como el Impuesto
a las Retribuciones Personales, se ajustaron al alza, por supuesto,
las tarifas públicas, no se le quitó el impuesto al
gasoil para los productores rurales como se había prometido
en la campaña electoral, se recordó la inversión
estatal, se usaron reservas para pagar deuda externa, el llamado
Plan Brady, y se recurrió a más endeudamiento para
mitigar los efectos sociales del ajuste. Ciertos sectores aprovecharon
que Argentina perdía competitividad para tener sus quince
minutos de gloria. Pero la competitividad de las empresas uruguayas
en otros mercados y el endeudamiento final del sector privado fueron
quienes pagaron el costo de la ilusión de que 'con los blancos
se vive mejor'.
Y si el costo no fue mayor se debió a que el pueblo frenó
en el plebiscito sobre empresas públicas, realizado en 1992,
la estampida privatizadora del gobierno y de otros que no estaban
en el gobierno pero que apoyaban la singular manera de reformar
el Estado dilapidándolo, por ejemplo, nuestro actual Presidente
de la República, Jorge Batlle. Y las cosas no cambiaron demasiado
con el retorno del doctor Sanguinetti a la Presidencia de la República.
Su gobierno no quiso, no supo o no pudo poner al país en
un camino de crecimiento económico. Prefirió seguir
dolarizando la economía, engordando el Estado -alias contratos-,
alentando el consumo suntuario y financiando el derroche con más
impuestos a la producción y a los consumos básicos.
Si sería así que el crecimiento del momento, del doctor
Sanguinetti, lo medía en autos cero kilómetros uno
atrás de otro, y en litros de Coca Cola que se consumían.
¿Cuántos autos cero kilómetro se venden hoy?
Y todos ustedes saben lo que está pasando con la Coca Cola.
Había que pasar de aquello de 'con los blancos se vive mejor'
a qué 'con los colorados también se vive mejor'.
Y después Batlle con su "gobierno divertido", sus
leyes de urgente consideración y sus presupuestos caóticos,
aprobados en el Parlamento gracias a la mano de yeso de la bancada
oficialista. Sus idas y venidas en materia de política exterior
y económica: por ejemplo el lunes nos habla de reinstalar
el Virreinato del Río de la Plata y enojarnos con Brasil,
el martes dejamos Argentina y nos recostamos al Mercosur, el miércoles
rompemos con el Mercosur y con la Comunidad Económica Europea
y nos vamos con el Nafta, el jueves dejamos el Nafta, arreglamos
con EEUU mano a mano y el viernes nos volvemos a región porque
es mejor el Mercosur que andar por el mundo buscando respaldo. En
política económica de repente nos van a bajar el IVA
del 23 al 19%, pero de repente nos ponen IVA del 23% hasta al agua,
a las bananas, los kiwis y los ananás, como si fuera un lujo.
Todas estas cosas desacomodan muchas veces hasta a sus propios ministros
de esas carteras. Las piruetas para desmantelar lo que queda del
Estado uruguayo olvidándose de aquel plebiscito de 1992,
y su más reciente ocurrencia que tuvo el buen gusto de llamarlo
"paquete de medidas de responsabilidad fiscal", a partir
de lo cual uno puede suponer que hasta ahora se actuó con
irresponsabilidad fiscal. Ahora van a cambiarla por la responsabilidad.
Es cierto, reconocemos en Batlle un hombre inteligente y afable,
es cierto que es así, a un político coherente con
el dogma ultraliberal, tan ultraliberal que resulta ultraconservador
y que lo inspira desde hace décadas, y a un gobernante con
gran capacidad de trabajo. Pero aquí no están en juego
las virtues del doctor Batlle, lo que está en juego es el
futuro del país, es el destino de todos los uruguayos, incluso
el suyo aunque él diga que está en la estación
Carnelli. Es el destino de nuestros hijos y nuestros nietos, y de
los hijos y nietos del doctor Batlle lo que hoy está en juego.
Y para hacer frente al futuro del país, el contador Bensión
apela a más de lo mismo, que nos ha llevado a la situación
en la que estamos: más ajuste, más impuestos, más
aumentos de tarifas públicas. Y como entre tantas subas algo
tiene que bajar, reduce el número de los telefonos celulares
y los vehículos oficiales del Estado. No está mal
que lo haga pero se trata de una gota en el mar.
Y ante tal monótono recurso, tan repetido a lo largo de
las décadas con medidas que van a aumentar la recesión
sin dudas del país, la respuesta a nivel de la coalición
de gobierno ha sido rutinaria. Como ya es costumbre, el Foro Batllista,
que oscila entre la batucada oficialista y el silencio opositor
según le convenga, ha optado en esta oportunidad por un silencio
atronador.
También, como ya es habitual, legisladores del Partido Nacional
han expresado públicamente sus reservas en algunos casos
y rechazo en otros a las medidas de responsabilidad fiscal. Incluso
fueron a hablar con el Presidente de la República iniciando
un nuevo episodio de negociación que al día de hoy
no sabemos qué resultado ha obtenido, si es que obtuvo alguno.
Pero la coalición de gobierno no improvisa, el modelo que
la inspira y la política económica que instrumenta,
tiene objetivos precisos cuyos resultados están a la vista.
Es necesario que muchos pierdan mucho, para que pocos ganen muchísimo
más de lo que ganan.
Claro que en todas estas conversaciones, de reactivación
económica y desarrollo humano, nada de nada. Hasta ahora
no conocemos propuestas de ninguna medida que tienda a reactivar
nuestra economía y a mejorar el desarrollo humano.
El desarrollo no puede delegarse en el liderazgo de actores trasnacionales
ni en las fuerzas que operan en el orden global. No existe ninguna
experiencia histórica significativa que pruebe lo contrario.
Salimos alegremente a decir que nos integrábamos, que abríamos
nuestras puertas, que competíamos libremente, y salimos a
pelear con un tenedor en la mano, y así nos fue, y así
estamos.
Y en el cuarto capítulo de nuestro análisis queremos
decir, queremos explicar cuál ha sido nuestra actitud ante
ese mismo proceso. Oponerse a todo, dicen algunos, promover la cultura
del No, acusan otros, criticar lo ajeno sin hacer propuesta alguna
afirman ciertos opinólogos, proponer medidas inspiradas en
buenas intenciones pero acientíficas, anacrónicas
e inviables, expresan los más benévolos de nuestros
críticos. Por suerte no somos perfectos y no nos molestan
las críticas sensatas, por el contrario, aprendemos de ellas
pero pongamos las cosas en su lugar.
Para que quede bien claro: es cierto que nos oponemos, somos oposición
a este modelo de política económica. ¿Cómo
no nos vamos a oponer a este modelo de país que hace agua
por todos lados y está ahogando a los uruguayos? Y además
somos oposición porque la ciudadanía así lo
decidió en las pasadas elecciones nacionales. Pero no somos
vocacionales de la oposición ni adictos a pasar la vida juntando
firmas, pero no titubeamos en hacerlo cuando en la feria neoliberal
se pretende poner en venta al patrimonio nacional, al patrimonio
de todos los uruguayos. Por eso impulsamos el referéndum
por Antel y por eso también haremos lo que tengamos que hacer
para que Ancap siga siendo de los uruguayos, mejor pero nuestra,
de los uruguayos.
Nuestra oposición se rige por criterios de lealtad institucional
y responsabilidad política. Dentro de la Constitución
todo, incluso los plebiscitos, las leyes de iniciativa popular,
y el reclamo de actualizar la composición de la Corte Electoral
y el Tribunal de Cuentas para que éstos además de
leales sean legítimos, asunto que al parecer molesta a algunos.
Fuera de la Constitución y de la ley, nada, dentro de la
Constitución y de la ley, todo.
Segundo, también es cierto que proponemos, no sólo
nos oponemos, proponemos. Y para no irnos demasiado lejos repasemos
lo que hemos propuesto al actual gobierno desde el inicio del año
2000. La agenda social en agosto de 2000, medidas para la reactivación
económica en setiembre del 2000, análisis preliminar
sobre situación y perspectivas de Antel en enero de 2001.
A estas propuestas, algunas de las cuales entregamos personalmente
al Presidente de la República, hay que sumarle muchas otras
que ha formulado nuestra bancada nacional y en el marco de sus competencias,
el intendente municipal de Montevideo, arquitecto Mariano Arana.
¿Conocen ustedes alguna respuesta a las mismas? Nosotros
tampoco. La única referencia que tenemos son declaraciones
del ministro de Economía, que las ha descalificado por considerarlas
acientíficas. El contador Bensión no es para nosotros,
que al fin y al cabo representamos a más del 40% de la ciudadanía
uruguaya, no es el más adecuado, no es el referente político
más adecuado. No dudamos de su honorabilidad y reconocemos
que es un buen portavoz del fundamentalismo neoliberal en el Uruguay.
Pero nosotros nos manejamos políticamente y la política,
sin la cual no hay democracia, ni crecimiento económico,
ni desarrollo humano, no es el punto más fuerte del contador
Bension.
A esas propuestas hay que sumarles las que hemos hecho a la sociedad
uruguaya, entre ellas las medidas para la reactivación económica
y plan de contingencia para la emergencia social, presentada en
el encuentro con comunidades religiosas, cooperativismos, etcétera.
Casi siete meses han transcurrido desde entonces. El diagnóstico
que hicimos en esa oportunidad no solamente se ha confirmado sino
que se ha agravado alarmantemente en siete meses. Pero la confirmación
del diagnóstico, siendo importante, no es lo más importante.
Lo importante es que sucesivos pronunciamientos de muchas de las
instituciones participantes de aquella reunión del 18 de
julio han reflejado su acuerdo con nuestras propuestas de entonces.
Propuestas que ya no son nuestras exclusivamente sino que expresan
los reclamos, los intereses, las esperanzas y el compromiso de vastos
sectores de la sociedad uruguaya con un proyecto auténtico
de crecimiento económico y desarrollo humano. Si hasta al
propio Partido Nacional entre las 57 medidas que presentara el 11
de octubre pasado al Presidente de la República, se le coló
alguna de las medidas que habíamos presentado en aquella
oportunidad. Y nos alegra que haya sucedido pues le hace bien al
Partido Nacional y sobre todo le hace bien al país.
En tercer lugar, no sólo proponemos sino que también
hacemos. Hacemos en Montevideo, no nos olvidamos que somos el gobierno
por tercera vez consecutiva del departamento que tiene la mitad
de la población del país? Hacemos en Montevideo donde
hace más de 10 años la ciudadanía nos viene
confiando la responsabilidad del gobierno municipal. No vamos a
enumerar todas las obras realizadas y los servicios desarrollados
en este período, apenas mencionaremos los más recientes
y los más dirigidos a amortiguar algunos de los efectos más
nocivos de la política económica que pauta el gobierno
nacional, ya que la situación que estamos viviendo en todo
el país también afecta los recursos de la administración
de la Intendencia de Montevideo.
En la práctica se confrontan los dos proyectos de país,
ya que las medidas que el gobierno municipal lleva adelante parten
de premisas diametralmente opuestas a las que pretende adoptar el
gobierno nacional.
Si no, veamos. En primer lugar, como ha sido desde 1990 a la fecha,
el gobierno municipal no mira para el costado frente a la situación
que vive nuestro pueblo y continúa con las políticas
sociales que viene desarrollando y que procura incrementar. Hablábamos
en 1999-2000 de un 27% de inversión en políticas sociales
y ya en 2001 se aumentó a un 29% del presupuesto. Las cifras
frías o los porcentajes no reflejan fielmente el significado
y la importancia que tiene para los montevideanos las policlínicas
municipales, que crecen en atención diaria y han aumentado
su personal técnico. El fondo solidario de materiales, llevar
la cultura a todos los rincones de este departamento, así
como lo que significa brindar la primera oportunidad de empleo para
cientos de jóvenes en situación de riesgo y exclusión,
como lo está haciendo nuestro gobierno departamental.
Pero además de todo lo que los montevideanos ya conocen,
el gobierno municipal reforzará el apoyo alimentario a la
población y al empleo social e instrumentará un plan
de mejora de las condiciones de vida en los asentamientos precarios.
Al mismo tiempo el gobierno decidió no incrementar los tributos
y es más, a finales del año pasado se instrumentó
la suspensión del cobro de deudas de contribución
inmobiliaria y tasa general a familias de bajos ingresos.
A pesar de la disminución de los recursos financieros, los
trabajadores municipales no se verán perjudicados, ya que
acaban de definir un nuevo convenio con ellos. Convenio único
en el país en las actuales circunstancias ratificado en un
reciente plebiscito realizado por Adeom.
Se tratará además de afectar lo menos posible la
obra pública ya que todos sabemos que la misma genera puestos
de trabajo. Paralelamente, se realizarán los mayores esfuerzos
para lograr la mejora de gestión, lo que permitirá
optimizar los recursos existentes e incrementar los ingresos. La
gestión y el gobierno municipal seguirá siendo transparente
para los montevideanos, ya que el equipo de gobierno y los 18 gobiernos
locales seguirán discutiendo con los vecinos la planificación
del presupuesto y las necesidades prioritarias de la población
del departamento. Y además, hemos tenido superávit
en las cuentas de la intendencia del año 2001.
Llora el tiempo y el Uruguay en la noche del 5 de febrero pero
seguramente, con el esfuerzo de todos los uruguayos, en un tiempo
muy corto, estas lágrimas de tristeza por el Uruguay que
tenemos se transformarán en lágrimas de alegría
o de esperanza de un cambio en la vida de los uruguayos.
Comparen, uruguayos, comparen, comparen, los vecinos de Canelones,
aquí cerquita, comparen los canarios lo que ha hecho el gobierno
de Montevideo, comparen ellos que tienen enormes problemas con su
gobierno departamental. Y comparen los uruguayos esta actitud del
gobierno del Frente Amplio Encuentro Progresista de Montevideo,
con las medidas que impulsa el gobienro nacional. Con aciertos y
errores, de los que nos hacemos cargo, y pese a la grosera discriminación
por parte del gobierno nacional de la cual éste debe hacerse
cargo, hemos hecho y estamos haciendo mucho para que Montevideo
y los montevideanos estén mejor. Pero no estamos satisfechos,
sólo pueden estar satisfechos quienes se resignan a no mejorar
más. Y nosotros no nos resignamos a decir hasta aquí
llegamos y está todo bien. Queremos seguir trabajando para
mejorar más aun a este entrañable paisaje urbano y
humano que es Montevideo. Sólo triunfa quien nunca logra
todo lo que se propone.
En quinto lugar, qué reclama y espera la gente en esta situación.
Seguramente cada uno de ustedes puede contestar esta interrogante
clara y brevemente. Tienen derecho a hacerlo. Pero digamos la respuesta
a esa pregunta de un sector, especialmente importante, en la vida
de cualquier país que quiere desarrollarse como nación
pero es duramente postergado en el nuestro por el decadente modelo
neoliberal.
Escuchemos a los jóvenes, pero antes, recuerden... En un
país de población escasa y envejecida como el nuestro,
casi la mitad de los niños uruguayos nace en hogares pobres.
Uno de cada cuatro adolescentes es madre precoz; la mayoría
de ellas son pobres, no estudian no trabajan y no tienen pareja
estable. Apenas un tercio de los muchachos que inician estudios
secundarios en liceos públicos terminan el ciclo. Tenemos
casi 70 mil jóvenes, un estadio Centenario lleno, con muchachas
y muchachos que pueden ser nuestros hijos, que no estudian ni trabajan.
¿Qué hijos le dejamos a nuestro país? ¿Qué
país le dejaremos a nuestros hijos? Escuchemos a un grupo
de jóvenes frenteamplistas que quiere expresarse ante todos
ustedes.
Los gurises van al liceo y es poco lo que aprenden porque es poco
lo que al gobierno le conviene que aprendan. Les alcanza con darles
un oficio con el cual no piensen... Aquellos que tienen la suerte
de conseguir empleo laburan en negro, soportando ser pisoteados
por explotadores que les pagan dos pesos... A quienes no tienen
la oportunidad de emigrar, no les queda otra que vivir en un asentamiento...
Crece el descreimiento de los jóvenes hacia la política...
Los jóvenes frenteamplistas nos movilizamos en defensa de
las empresas públicas y nuestros derechos y llamamos a todos
los jóvenes a movilizarse política, sindical y gremialmente...
No puede haber ningún emprendimiento político que
no se sustente sobre la base sólida del relacionamiento humano...
Finalmente, en el último capítulo diremos la respuesta
que tenemos nosotros a esta demanda. Los jóvenes no por ser
jóvenes pueden esperar toda la vida para realizarse individual
y colectivamente. En cierto sentido, el futuro de ellos se define
de nuestro presente. ¿Cómo podemos desde nuestro presente
ayudarlos a construir su futuro?
Los documentos aprobados por el Cuarto Congreso del FA, esa apuesta
a circo romano que algunos hicieron y perdieron ante la madurez
con que los frenteamplistas procesamos una actualización
ideológica y un desarrollo programático que aún
continúa, son excelentes instrumentos de navegación.
Pero todo navegante sabe que la travesía tiene dirección
y sentido, rumbo y objetivos, horizonte y cercanía. La grave
situación que atraviesa el país determina que en esta
oportunidad hagamos referencia a esa cercanía que es imprescindible
resolver para seguir adelante.
Digámoslo en pocas palabras. El modelo neoliberal que inspiró
la política económica de los gobiernos anteriores
y el actual está agotado. Hay que cambiarlo. Ese cambio tiene
que ser inmediato, de lo contrario será demasiado tarde.
Y tiene que ser ante todo en clave política. ¿Y por
qué decimos que el modelo está agotado y que hay que
cambiarlo de inmediato? Primero porque es un modelo asimétrico
y contrario a los intereses nacionales. El modelo no es otra cosa
que una estrategia económica para favorecer la integración
acrítica e indefensa del país en una realidad mundial
y regional harto compleja. Nos abrimos indiscriminadamente a los
capitales financieros y a la importación pero no logramos
abrir nuevos mercados a los productos uruguayos. Por ejemplo, compramos
autos de procedencia japonesa ¿y qué nos compra Japón?
Segundo, está agotado porque es un modelo concentrador y
excluyente. El modelo se orienta a favorecer prioritariamente la
utilidad del capital, a concentrar los eventuales beneficios en
los sectores más poderosos de la población y vincularlos
a los círculos internacionales de riqueza en detrimento de
los sectores menos dotados de capital. No es necesario estudiar
estadísticas para detectar las consecuencias de esta política
económica.
Basta salir a la calle, basta recorrer los barrios de Montevideo,
de las ciudades del interior o recorrer el campo para percibirlo
en todo lo que ellas tienen de de doloroso. Modelo limitador de
la democracia por la exclusión social que conlleva. Es, pues,
un modelo contrario a las bases de nuestra identidad nacional republicana,
sustentada en las bases de democracia e integración social.
Tercero, porque ya no hay dinero para financiarlo. El déficit
fiscal del que tanto se habla no es un problema en sí mismo,
lo es cuando no puede financiarse. Un déficit del 2% cuando
se crece a razón de un 4% o 5% no representa un drama.
El drama viene cuando como sucede en nuestro país desde
hace tres años no hay crecimiento y no hay cómo financiar
ese déficit fiscal más que endeudándose y endeudándose
y eso lo vamos a tener que pagar con el tiempo todos los uruguayos.
Hay que reducir el déficit fiscal pero pretender reducirlo
por la vía del continuo recorte del gasto del Estado y el
aumento de impuestos a la producción y consumos básicos
es un ¡engañapichangas! Se trata de medidas que al
reducir la demanda interna y aumentar el costo de las empresas deteriorando
su competitividad empeoran la situación. Es peor la medicina
que la enfermedad.
Y cuarto, este modelo está agotado porque la aplicación
del mismo ha generado nefastas consecuencias en otros países.
El caso más cercano y reciente es el de la hermana República
Argentina pero antes estuvieron Brasil, México, etcétera,
y en estas situaciones no hay corralito que valga.
¿Qué hacemos? ¿Cómo evitar en Uruguay
las amargas experiencias que han vivido o están viviendo
países hermanos?
Uruguay reclama y merece una nueva estrategia económica
cuyo eje sea la reactivación económica de la producción
para generar empleos productivos y permanentes y de esa forma recuperar
y elevar los niveles de vida de la gente.
Esto es lo que quieren los urugayos: trabajo, salario digno y defensa
de nuestro patrimonio y nuestra riqueza.
Es cierto, claro que es cierto que ninguna economía se reactiva
por decreto pero también es cierto que una economía
puede ser hundida a decretos. Ejemplos sobran. Ya ha quedado suficientemente
demostrado que la estabilidad de precios, tan cara para el actual
equipo económico de gobierno, siendo importante no es suficiente
para generar inversión, ni empleo, ni crecimiento económico,
ni desarrollo humano. Continuar con la cultura del ajuste esperando
que amaine el temporal y el viento infle las velas de la prosperidad
nacional es, para decirlo con palabras del ministro de Economía,
utópico y acientífico. Puede ser muy placentero navegar
a vela pero también puede ser muy peligroso.
Y en estas circunstancias no hay que arriesgarse. Encendamos el
motor de la reactivación económica. El gobierno en
un vehículo, en un camión, está intentando
subir un difícil repecho. Se le ha apagado el motor, que
es el crecimiento económico, se ha quedado sin frenos y ha
puesto punto muerto a esperar que de ese repecho, en punto muerto
y sin motor, el camión retroceda y se estrelle en la parte
más baja. Hay que reactivar el motor de la economía
para salvar al país.
¿Y cuáles serían las claves más inmediatas
de esa estrategia económica basada en la reactivación
productiva del Uruguay?
Analizaremos tres capítulos, dos de propuestas y uno de
respuestas, pero que están fuertemente ligados entre sí.
Capítulo primero: el aumento vigoroso de su demanda interna
y externa. Recordemos la cita de Aldo Ferrer: "El desarrollo
no se importa".
En lo que se refiere a la demanda externa, exportaciones, la política
cambiaria debe dar mayor certidumbre a los exportadores sobre un
tipo de cambio realista, lo que no se logra con una banda del 12%,
ni con flotación, ni con dolarización. El gobierno
debe desarrollar una política agresiva de apoyo al sector
privado en la apertura de nuevos mercados utilizando para ello todos
los instrumentos disponibles. En lo que se refiere a la demanda
interna la inversión pública, directa o por concesión
de obra es la principal palanca, junto con medidas como las contenidas
en nuestra propuesta de Plan de Contingencia Social, especialmente
las dirigidas a la implementación de un programa de empleo
inmediato, que atiende un problema social y que además vuelca
dinero en el mercado interno.
En segundo lugar, hay que buscar la desdolarización de la
economía. La dolarización de la economía trae
profundos problemas, vaya si los uruguayos lo saben, si hasta las
planchas nos han vendido en cuotas y en dólares. Cosa más
ridícula no se puede pensar.
Los grandes problemas de la dolarización: primero, impide
tener política monetaria propia. Segundo: traslada el riesgo
cambiario al sector productivo y a las familias, haciendo vulnerable
al sistema financiero y generando la amenaza de socialización
de las pérdidas como sucedió en 1982. La pesificación,
otro término que ha surgido, expresión que no existe
en el diccionario de la lengua castellana pero que la crisis argentina
ha puesto de moda, no se justifica en Uruguay y además, no
es políticamente conveniente. No se justifica técnicamente
pues como única medida para atender el riesgo cambiario de
los deudores en las condiciones actuales, llevaría a que
el costo del crédito para éstos podría aumentar
considerablemente al pasar a moneda nacional las deudas.
Quienes hoy están endeudados en dólares han venido
pagando intereses menores, aun teniendo en cuenta la devaluación,
que si se hubieran endeudado en pesos. El problema ocurriría
si se diera un salto devaluatorio importante, mayor al 12% de la
banda, lo cual, por el momento, no parece estar en el horizonte.
Sería además, políticamente inconveniente porque
sugeriría la posibilidad de que se estuvieran favoreciendo
medidas tipo corralito. Es necesario aventar toda duda al respecto.
La desdolarización de nuestra economía no puede ser
repentina. Ha de encararse como un proceso evolutivo y gradual y
encierra en su seno el revalorizar el concepto del valor del peso
uruguayo por parte de nosotros, los uruguayos mismos, con medidas
que esta fuerza política está estudiando y que en
su oportunidad daremos a conocer.
En tercer lugar, bajar el llamado costo Uruguay. Eso implica entre
otras cosas reformar el Estado pero eso no es como cree la coalición
de gobierno: fustigarlo o venderlo al mejor postor. Se equivocan
quienes creen que puede aplicarse al Estado aquello de 'muerto el
perro, se acabó la rabia'. Ignoran que muerto el perro, no
hay más perro pero puede seguir habiendo rabia. Estas claves
no son exclusivas ni novedosas. Vienen siendo planteadas no sólo
por el EP-FA sino por otros sectores de la sociedad vinculados a
la producción y al trabajo pero son válidas y por
eso las reivindicamos. Tampoco son exclusivas ni novedosas algunas
medidas concretas que pueden instrumentarse desde ya, ahora, en
función de estas claves.
Repasemos algunas de ellas. Primero, atender la emergencia social,
destinando fondos de la reducción del gasto de funcionamiento
del Estado --principalmente Ministerio de Relaciones Exteriores
y de Defensa, Presidencia de la República y Poder Legislativo--
para subsidios especiales de desempleo, vinculándolos a planes
alimentarios y otros gastos familiares de sobrevivencia. Extensión
del beneficio del seguro de paro a los trabajadores rurales y programas
de creación de puestos de trabajo temporales en convenio
con el sector privado y con las intendencias del país. Llevemos
adelante un plan de obras públicas en infraestructura utilizando
los recursos asignados por la ley de presupuesto nacional al MTOP
y las concesiones de obra pública. Abogamos por la construcción
de diez mil viviendas asignadas al uso de sectores de bajos recursos
bajo la responsabilidad del Mvotma e intendencias municipales con
participación de cooperativas de ayuda mutua. Protección
de la producción nacional en el mercado interno mediante
la elevación de la tasa estadística que cobra el BROU.
La propuesta del Mercosur de elevar al 35% final el arancel externo
común a los bienes provenientes de extrazona y la licitación
para la importación de productos finales de extrazona competitivos
con nuestra industria nacional. Apoyo activo al sector exportador
mediante el fortalecimiento de su competitividad y obtención
de mercados. Para ello se debe aumentar la tasa de devolución
de impuestos indirectos y mejorar las condiciones para el crédito
de refinanciación de exportaciones, hoy afectado por una
reciente decisión gubernamental.
Pero además, uruguayas y uruguayos, compañeras y
compañeros, por sobre todo, que pague más el que tiene
más y que pague menos el que tiene menos. Ante la monótona
insistencia del gobierno con mayores o nuevos impuestos sobre los
sectores populares, reiteramos nuestra propuesta de establecer el
Impuesto a la Renta a los altos ingresos personales hoy no gravados
o gravados insuficientemente por el Impuesto a las Retribuciones
Personales, un impuesto a la concentración de la riqueza,
al patrimonio de las entidades financieras y otras alícuotas
de impuestos menores tales como a las famosas Sociedades Anónimas
Financieras de Inversión (SAFI).
Estas medidas no resuelven las imperiosas necesidades que padecen
vastos sectores de la población pero al menos las atenúan
y generan lo que todo ser humano necesita para vivir y cualquier
país necesita para progresar: confianza en sí mismo,
voluntad de superación, esperanza, objetivos, compromisos
ante sí y ante los demás.
Y muchos ya se estarán haciendo la pregunta del millón:
¿Cuánto cuestan estas medidas? Seguramente lo primero
que nos van a preguntar cuando nos bajemos de este escenario. Ya
lo han hecho otras veces y respondemos ¿cuánto le
cuesta al pueblo uruguayo no instrumentarlas? ¿Es que acaso
nuestro país y nuestra gente tiene un precio? ¿Acaso
la vida de los uruguayos es una mercancía que se ofrece en
el mercado? Por supuesto que ninguna de estas medidas es gratis,
pero ¿saben cuánto gastó el BPS por concepto
de pago de seguros de paro el año pasado? Ochenta millones
de dólares.
Mucho más habría valido que se hubieran destinado
80 millones de dólares para generar puestos de trabajo y
no para pagar seguros de paro.
¿Cuánto le costó al país desmantelar
la dirección de Sanidad Animal del MGAP en un país
que pretende ser productivo en el campo de la producción
de alimentos agrícola ganaderos? Claro que el gobierno ahorró
unos pesos desmantelando este servicio, dejando pocos funcionarios
en él. ¿Pero cuánto le costó a Uruguay
no estar preparado ante una epidemia de fiebre aftosa como tuvimos
en el último tiempo? ¿Cuánto le costó
no tomar medidas para desarrollar un correcto servicio de sanidad
animal en un país ganadero?
¿Saben, uruguayas y uruguayos, cuánto le costó
al país las medidas cambiarias tomadas hace algunas semanas
para contrarrestar algunos efectos de la crisis financiera argentina?
Le costó 150 millones de dólares, algo así
como el 5% del total de las reservas económicas del país.
¿Cómo no va a haber plata para tomar las medidas que
proponemos, para reactivar económicamente al país,
para sacar al país de donde estamos? Y después salen
alegremente a decir que nuestras propuestas son utópicas
y acientíficas.
El capítulo dos de las propuestas. El modelo que inspira
la política económica del gobierno se agotó.
Hay que cambiarlo y es posible hacerlo. El tiempo no sobra pero
existen alternativas. Hacer lo que hay que hacer requiere eso que
se llama voluntad política y que no es otra cosa más
que coraje político. Cambiar la política económica
es, como la expresión lo indica, una decisión política
que le reclamamos al señor Presidente de la República
con todo respeto. Tiene que ser resuelta en y por las instancias
políticas competentes en tan importante materia. No estamos
diciendo nada nuevo. Históricamente y en todas partes del
mundo, cada vez que la economía se ha metido en problemas,
y se ha metido muchas veces, ha sido la política quien la
ha rescatado.
¿Significa esto excluir de las decisiones a otras expresiones
de la sociedad? No. Precisamente es lo contrario. La política
es diversidad, tolerancia, encuentro, diálogo, negociación,
integración, resolución y acción a favor del
bien común. En una palabra, la política es democracia.
Eso es lo que no entiende el contador Bensión. Para ser ministro
de Economía, especialmente en circunstancias como las actuales,
por supuesto hay que ser buena persona y buen técnico pero
también hay que tener dimensión política o
por lo menos respetar a la política de los políticos
o por lo menos respetar a esta fuerza política, la primera
fuerza política electoral del país. No se nos puede
'ningunear', no se nos puede ignorar, no hay derecho a ridiculizarnos.
Hemos hecho propuestas concretas, precisas, serias, responsables,
creíbles, posibles.
Un cambio de rumbo en la política económica implica
necesariamente un relevo en el equipo económico. Hay que
cambiar también al equipo económico y no se trata
de tirar un ministro para darnos el gusto de ganarle una al gobierno.
Se trata de evitar la incómoda situación para el país,
para el gobierno y para el propio jerarca involucrado de que un
ministro de gobierno tenga que conducir una política que
no comparte. Sabemos que ese tipo de jerarcas versátiles
existen pero sabemos también que el contador Bensión
no entra en esa penosa categoría.
Pero más importante que la salida del actual equipo económico
es que el país salga de la crisis económica que lo
agobia desde hace varios años. Y como de esa grave crisis
salimos en clave política o no salimos, nosotros retomamos
nuestra propuesta de convocar al Consejo de Economía Nacional
previsto en el artículo 206 de la Constitución de
la República en tanto instancia de concertación entre
quienes queremos un país productivo y además, de asesoramiento
al gobierno en materia económica. Que el gobierno llame a
los productores, a los comerciantes, a los trabajadores, a los industriales,
a los exportadores y junto con ellos, participativamente desarrolle
una nueva política económica que reactive la economía
del país. En tal sentido nuestra bancada parlamentaria está
promoviendo un proyecto de ley que reglamente la convocatoria, integración
y funcionamiento de dicho consejo.
Y en tercer lugar, nuestra propuesta y nuestra respuesta. Llamamos
a un diálogo a los distintos sectores de la sociedad comprometidos
con un proyecto de auténtico crecimiento económico
y desarrollo humano en Uruguay. En tal sentido es compromiso ético
y tarea militante de todo frenteamplista trabajar para la concurrencia,
para conformar un espacio común de todos los uruguayos, de
todas las expresiones de la vida del país que estén
en desacuerdo con el actual modelo económico e impulsar un
proyecto alternativo creíble y de desarrollo económico
y social profundamente humano.
Mientras tanto, compañeras y compañeros, el tiempo
que viene para los frenteamplistas y los encuentristas --como nos
ha sucedido a lo largo de nuestros 31 años de historia--
nos encuentra con mucho para hacer. En nuestra propia casa, el FA,
optimizar su funcionamiento, sanear finanzas, mejorar nuestra comunicación,
instrumentar resoluciones del Cuarto Congreso, desarrollarnos programáticamente,
llevar adelante las próximas elecciones internas. En el EP
consolidarlo, ampliarlo, seguir llevándolo barrio a barrio
y pueblo a pueblo por todo el país. En el gobierno departamental
de Montevideo, encabezado por nuestro compañero Mariano Arana.
En el Parlamento Nacional, cuya Cámara de Representantes
presidirá en el año 2002 nuestro compañero
Guillermo Alvarez. En las Juntas Departamentales y Locales de todo
el país. Continuar el pueblo a pueblo, el barrio a barrio,
para dialogar con la gente, para aprender con ellos, para tejer
juntos nuestro futuro.
¿Qué mejor manera de celebrar nuestro aniversario
que encarando el futuro?
Dice la Biblia en otro de sus libros, el Eclesiastés, en
el Capítulo III, versículos I y II: 'Todo tiene su
tiempo y todo
lo que se quiere debajo del cielo, tiene su hora. Tiempo de nacer
y tiempo de morir. Tiempo de plantar y tiempo de recoger lo plantado'.
Para nosotros es tiempo de hacer, es tiempo de trabajar, es tiempo
de redoblar nuestro esfuerzo. Con ganas, con fuerza. Vamos todos
juntos frenteamplistas, vamos que podemos, vamos a cambiar a este
Uruguay para el bien de todos los uruguayos. Gracias por escucharnos
y hasta la victoria, compañeros. Hasta la victoria, siempre".
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