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06.02.2002
















Discurso de Tabaré Vázquez en el acto del 31 aniversario del Frente Amplio

"Queridas uruguayas, queridos uruguayos, queridos compañeros y queridas compañeras frenteamplistas, constituye para mí un honor poder dirigirme a todos ustedes en nombre de nuestra fuerza política y además tengo el gusto y el placer de poder decir a todos los compañeros y compañeras frentamplistas: feliz aniversario, muy feliz aniversario.

La sabiduría del pueblo uruguayo clama en la calle para cambiar la política económica que este gobierno está llevando adelante.

Los trabajadores, los productores, los empresarios, los comerciantes, los cooperativistas, alzan su voz en las plazas pidiendo esos cambios. En los principales lugares de reunión la gente a viva voz le pide al gobierno uruguayo que cambie el rumbo de la política económica que lleva adelante. En las entradas de las puertas de las ciudades de Uruguay, las intersociales, las intergremiales, los movimientos de vecinos, los transportistas están pidiendo a este gobierno que cambie su política económica. Hoy aquí esta fuerza política y toda la gente, compañeras, compañeros, uruguayas y uruguayos que nos acompañan, y son miles de uruguayas y uruguayos, pedimos el ancho promedio de Agraciada, con el permiso de la Intendencia Municipal de Montevideo. De fachada de casa a fachada de casa, sin contar este ensanche hay 23 metros de ancho. Los compañeros de organización me acaban de decir que más de cuatro cuadras hay de gente acompañando este acto. Pese al mal tiempo calculamos que aproximadamente hay unos 7.000 metros cuadrados cubiertos de uruguayas y uruguayos cubriendo este acto. Y como están apretaditos, la televisión lo puede mostrar, si calculamos entre tres y cuatro ciudadanos por metro cuadrado vamos a tener más de 25.000 personas en este acto, esta noche de frío, lluvia y tormenta.

Este es un acto formal de festejo del 31 aniversario de nuestra fuerza política. Hace un año en el Velódromo Municipal decíamos: 'No somos mesiánicos, pero ¿se puede concebir al Uruguay de nuestros días sin nuestro Frente Amplio? ¿Cómo sería Uruguay si no existiera este Frente Amplio? Pensémoslo un solo momento'. ¿Verdad que de pensarlo mete miedo? El Uruguay sin este Frente Amplio defendiendo a su gente, al trabajo, a la producción, al patrimonio nacional. Y esta fuerza política, por suerte para Uruguay y los uruguayos, existe, tiene su recuerdo, su pasado, sus raíces, esas raíces que nos permiten estar fuertemente unidos en este presente y entre todos tejer, bordar, el futuro.

En estas circunstancias tan especiales, no hace muchas semanas, en la apertura del Congreso del Partido Socialista, decíamos en estas circunstancias tan particulares para el mundo, la región, el país, donde el siglo XX no terminó nada bien, y el siglo XXI no empezó mejor, es en esta oportunidad, en estas circunstancias, que esta fuerza política quiere hablar.

Queremos hablar, queremos decir cuál es nuestro pensamiento, cuál es nuestro diagnóstico, cuál es nuestro planteamiento, cuál es nuestro compromiso de acción presente y futura. Lo vamos a hacer y para poder explicarnos mejor analizaremos seis capítulos.

El primero de ellos, Uruguay cómo está en estos días. El segundo, cuáles son las causas por las cuales el Uruguay está como está. El tercer capítulo es qué actitud han desarrollado en estos últimos años los gobiernos nacionales, colorados, blancos, blanquicolorados. En cuarto lugar, qué actitud ha adoptado nuestra fuerza política. El quinto capítulo, qué es lo que quiere, qué es lo que reclama la gente; y el sexto capítulo, las propuestas de nuestra fuerza política. Comencemos con este primer capítulo, cómo está Uruguay de estos días. Quizá muchos de ustedes pueden decir con mucha fuerza como el compañero que 'no hay trabajo, que no hay laburo'. Tenés razón, no hay laburo. Entonces los invito a que hagamos un ejercicio de abstracción, que nos olvidemos por un momento que estamos en este país, que nos alejemos de los acontecimientos diarios y no pensemos que somos uruguayos y que tratemos de ver la realidad desde más lejos.

Remontémonos en el espacio y miremos el mundo, y observemos en él un país con tres millones de personas, donde el 24% de su población total vive por debajo de la línea de pobreza, vive en situación de pobreza. Donde el 47% de los niños nacen en hogares pobres e irremediablemente van a reciclar y repetir la pobreza en la que viene. Donde el 10% de los niños que nacen en los hospitales públicos tiene bajo peso al nacer, producto de que sus madres tienen importantes carencias nutricionales.

Donde una de cuatro adolescentes es madre precoz, y el 63% de ellas ni trabaja ni estudia, y el 37% no tiene pareja estable. Piensen uruguayos en un país donde 66 mil jóvenes, mujeres y hombres, no estudian ni trabajan, donde 500 mil personas tienen problemas con el trabajo, desocupación, ocupación precaria, inestabilidad laboral, informalismo, donde 150 mil personas viven en viviendas precarias e insalubres, piensen en un país cuya industria manufacturera cayó un 22% en 2001 comparado con el año 2000 y donde las exportaciones en ese mismo período cayeron un 9%. Nos preguntamos cómo vemos a ese país. Es un país que está devastado, que está en la lona, que está absolutamente quebrado. Y ese país no es ni Bangladesh, ni Sierra Leona, ni Haití. Ese país es Uruguay. Esos dramáticos números somos nosotros, y detrás de cada número, uruguayas y uruguayos, hay una persona, hay un ser humano, con sus grandezas y debilidades, con sus esperanzas y sueños, con sus derechos y obligaciones, pero más con sus derechos cercenados, que con las obligaciones que se les exige pese a estar en esa situación de marginación y exclusión social. Este es el Uruguay de nuestros días. ¿Y quién puede decir que no es así? ¿Quién puede decir que inventamos esos números? Esta es la realidad, la dramática realidad del Uruguay de nuestros días.

Pero analicemos en un segundo capítulo las causas por las que Uruguay está así. Hace doce años y poco, en 1989, cuando comenzábamos la campaña electoral para disputar al gobierno y la Intendencia de Montevideo, en aquel entonces decíamos qué ha pasado con la tacita de plata --se acuerdan que así le cantaba Romeo Gavioli a Montevideo--, que estaba en un deterioro y en una caída atroz. Aquel Montevideo, un Montevideo oscuro, más de 1.700 basurales en los barrios, las plazas públicas devastadas, vaya, cuántos de ustedes habrá visto jugar al fútbol en la Plaza del Entrevero al mediodía, en aquellos años. El transporte colectivo que se caía a pedazos, las playas contaminadas, los ciudadanos de Montevideo eran simplemente contribuyentes y no participaban de la vida real, de la construcción del Montevideo de aquel entonces. Por suerte la gente eligió al Frente Amplio en aquel momento para gobernar Montevideo. Y las cosas cambiaron, vaya si cambiaron. Basta recorrer Montevideo, no lo vamos a decir nosotros, para decir que las cosas cambiaron y cambiaron para bien. Pero hoy, doce años y medio después, nos preguntamos qué pasó con la Suiza de América, qué pasó con aquel Uruguay, con aquel Uruguay comparado con las cifras que acabamos de manejar. Yo sé que ustedes saben, que tienen la respuesta clara y precisa para esta pregunta. Pero lo que ha pasado en Uruguay, no es producto de un castigo divino, ni de un cataclismo cósmico, ni es culpa exclusiva de males ajenos. No hubo una guerra, no fue un accidente, no fue casual ni tampoco --y lamentablemente-- es transitorio.

Lo que Uruguay ha sufrido fue el desarrollo constante por los últimos gobiernos nacionales, de políticas económicas que han dado los resultados que hoy vimos. La aplicación obcecada y obsecuente de políticas económicas que privilegian los números en detrimento de las personas y esto no es casualidad. Esto no es casualidad.
Vamos a referirnos a alguno de estos aspectos para documentar lo que queremos decir.
Este país se define por una apertura indiscriminada al exterior, por una desregulación financiera, por privatizaciones, por un achicamiento del Estado y por un dejar todo librado a que el libre mercado asigne recursos y distribuya riquezas.

El desmantelamiento del aparato productivo que el país había logrado construir mediante el esfuerzo de varias generaciones de uruguayos no es un garrón, para utilizar la expresión no demasiado académica utilizada por el doctor Batlle hace pocos días, sino que es la consecuencia lógica de la aplicación obsecuente y obcecada de una política económica contraria a los intereses de la nación.

Obsecuente por su procedencia. Es cierto que el Uruguay no es un centro de poder, somos muy pequeñitos, pero no por ello sus gobierno se han de resignar a comprar todos los espejitos y vidrios de colores que vienen del norte. Pero lamentablemente lo han estado haciendo sin ni siquiera cuestionarse por qué quienes le dicen lo que tienen que hacer no aplican esas recetas en su propia casa.

Hace pocas horas, el gobierno anunció que para el próximo viaje del presidente de la República a EEUU, a entrevistarse con Bush, llevaba una valija cargada de propuestas. Ojalá le vaya muy bien. Ojalá podamos vender todo lo que hacemos a Estados Unidos, al Nafta, al mundo. Necesitamos empujar e impulsar nuevamente nuestra economía, pero más vale que en lugar de esa valija con tantas propuestas lleve dos preguntas, que si traen una respuesta franca y leal seguramente estaremos en condiciones de empezar a vivir mejor los uruguayos. Que le pregunte al presidente de EEUU por qué nos hace llevar adelante políticas económicas que en su país no practican. Por qué pone un cupo a las importaciones de los productos uruguayos a los Estados Unidos. Por qué hay trabas en la comercialización de nuestros productos al gigante del norte; y que le pregunte por qué si aplicamos la política que ellos aplican, intentan sancionarnos. Si viene la respuesta leal a esa pregunta entonces empezaremos a abrir los ojos para caminar por el sendero que el Uruguay debe seguir.

Además de una política obsecuente, por la ortodoxia con que la han aplicado, han sido más realistas que el rey. Los resultados de tanto fundamentalismo económico están a la vista. Primero, la tasa de desempleo más alta que conozcamos. Segundo, la mayor inseguridad laboral de que tengamos memoria: Recuerdan cuando hace algunos años el entonces presidente Sanguinetti proclamó que nunca había perdido un conflicto laboral. Tercero, el aparato productivo del país desmantelado. Un documento presentado el 13 de diciembre pasado por 18 gremiales empresariales que reclaman un acuerdo nacional para el crecimiento productivo del país expresa: 'La economía uruguaya está virtualmente paralizada'. Cuarto, tenemos un Estado gordo e ineficiente, pero así lo moldearon blancos y colorados a lo largo de la historia del país. Ellos lo hicieron, no lo hicimos nosotros, si no nos dejaron ni opinar. ¿O es que en el último presupuesto nacional nuestros compañeros legisladores pudieron siquiera introducir alguna propuesta?

Un Estado gordo e ineficiente que no recauda y que para gastar debe endeudarse más aún y esto va a ser una herencia maldita para el próximo gobierno nacional, cualquiera sea su signo.
Quinto, generalizada sensación de abatimiento y desesperanza de la población ante una situación que parece no tener salida, no tener fin.

Sexto, los únicos sectores que pueden tener ganancias son los que menos han arriesgado, los grandes importadores y los banqueros.

El semanario Búsqueda, en un artículo publicado en su edición 1.136 correspondiente al 31 de enero de este año, titula: 'Pese a la recesión, el sector financiero se mantuvo en expansión, con balances positivos y aumento de sucursales'. En ese artículo da cuenta que en enero-setiembre, la banca oficial perdió 172 millones de dólares, los 20 bancos privados dieron ganancias por 108.300.000 dólares y el resto de las casas financieras, cooperativas de off shore, ganaron 24 millones de dólares. Fueron los únicos que ganaron en este país pero aún estas ganancias son frágiles. En el caso de los importadores, están sustentadas más por la operación financiera del negocio que por la venta del producto importado, la que tiende a reducirse en el marco actual de depresión económica.
En el caso de los banqueros, la ganancia se sustenta en la cobrabilidad de sus créditos ligada a la capacidad de pago de los deudores que cada vez se achica más.

Esta es la situación que vive nuestro Uruguay. ¿Y qué actitud han tenido los sucesivos gobiernos ante este proceso de deterioro del país? Durante décadas han aplicado una política económica obsecuente y obsecada. Pero, ojo, ninguno de esos gobiernos actuó sin saber lo que hacía, ni desconociendo las consecuencias de sus actos. Sabían muy bien lo que estaban haciendo y sabían muy bien lo que iba a pasar. Como dicen los partes policiales, aquí se actuó con premeditación y alevosía aunque ahora, cuando el modelo se desploma, se cae en mil pedazos, algunos pongan cara de 'yo no fui' o pretendan deslindar responsabilidades hablando de factores externos o hablando de garrones.

Claro, no ignoramos la incidencia de la compleja realidad internacional y regional sobre nuestros país, ni desconocemos los efectos adversos de las sequías, las inundaciones o el brote de fiebre aftosa que ha padecido Uruguay pero no culpemos exclusivamente al clima de nuestros resfríos. Es evidente que si uno anda en julio en bermudas, camiseta y ojotas se va a resfriar. Pues bien, salvando las diferencias ante un mundo cada vez más complejo y competitivo, los sucesivos gobiernos blancos y colorados han dejado indefenso al país. Y para no ir demasiado lejos en el pasado, tomemos el caso del gobierno del doctor Lacalle de 1990 a 1995. En ese período se privilegió el objetivo de bajar la inflación para lo cual se procedió a controlar el valor del dólar, luego vendría el famoso atraso cambiario, y se recurrió al ajuste fiscal, inaugurando una cultura de ajuste permanente y siempre pagan los pobres, siempre pagan los que tienen menos.

Impuestos transitorios que aún perduran, como el Impuesto a las Retribuciones Personales, se ajustaron al alza, por supuesto, las tarifas públicas, no se le quitó el impuesto al gasoil para los productores rurales como se había prometido en la campaña electoral, se recordó la inversión estatal, se usaron reservas para pagar deuda externa, el llamado Plan Brady, y se recurrió a más endeudamiento para mitigar los efectos sociales del ajuste. Ciertos sectores aprovecharon que Argentina perdía competitividad para tener sus quince minutos de gloria. Pero la competitividad de las empresas uruguayas en otros mercados y el endeudamiento final del sector privado fueron quienes pagaron el costo de la ilusión de que 'con los blancos se vive mejor'.

Y si el costo no fue mayor se debió a que el pueblo frenó en el plebiscito sobre empresas públicas, realizado en 1992, la estampida privatizadora del gobierno y de otros que no estaban en el gobierno pero que apoyaban la singular manera de reformar el Estado dilapidándolo, por ejemplo, nuestro actual Presidente de la República, Jorge Batlle. Y las cosas no cambiaron demasiado con el retorno del doctor Sanguinetti a la Presidencia de la República. Su gobierno no quiso, no supo o no pudo poner al país en un camino de crecimiento económico. Prefirió seguir dolarizando la economía, engordando el Estado -alias contratos-, alentando el consumo suntuario y financiando el derroche con más impuestos a la producción y a los consumos básicos. Si sería así que el crecimiento del momento, del doctor Sanguinetti, lo medía en autos cero kilómetros uno atrás de otro, y en litros de Coca Cola que se consumían. ¿Cuántos autos cero kilómetro se venden hoy? Y todos ustedes saben lo que está pasando con la Coca Cola. Había que pasar de aquello de 'con los blancos se vive mejor' a qué 'con los colorados también se vive mejor'.
Y después Batlle con su "gobierno divertido", sus leyes de urgente consideración y sus presupuestos caóticos, aprobados en el Parlamento gracias a la mano de yeso de la bancada oficialista. Sus idas y venidas en materia de política exterior y económica: por ejemplo el lunes nos habla de reinstalar el Virreinato del Río de la Plata y enojarnos con Brasil, el martes dejamos Argentina y nos recostamos al Mercosur, el miércoles rompemos con el Mercosur y con la Comunidad Económica Europea y nos vamos con el Nafta, el jueves dejamos el Nafta, arreglamos con EEUU mano a mano y el viernes nos volvemos a región porque es mejor el Mercosur que andar por el mundo buscando respaldo. En política económica de repente nos van a bajar el IVA del 23 al 19%, pero de repente nos ponen IVA del 23% hasta al agua, a las bananas, los kiwis y los ananás, como si fuera un lujo.
Todas estas cosas desacomodan muchas veces hasta a sus propios ministros de esas carteras. Las piruetas para desmantelar lo que queda del Estado uruguayo olvidándose de aquel plebiscito de 1992, y su más reciente ocurrencia que tuvo el buen gusto de llamarlo "paquete de medidas de responsabilidad fiscal", a partir de lo cual uno puede suponer que hasta ahora se actuó con irresponsabilidad fiscal. Ahora van a cambiarla por la responsabilidad. Es cierto, reconocemos en Batlle un hombre inteligente y afable, es cierto que es así, a un político coherente con el dogma ultraliberal, tan ultraliberal que resulta ultraconservador y que lo inspira desde hace décadas, y a un gobernante con gran capacidad de trabajo. Pero aquí no están en juego las virtues del doctor Batlle, lo que está en juego es el futuro del país, es el destino de todos los uruguayos, incluso el suyo aunque él diga que está en la estación Carnelli. Es el destino de nuestros hijos y nuestros nietos, y de los hijos y nietos del doctor Batlle lo que hoy está en juego. Y para hacer frente al futuro del país, el contador Bensión apela a más de lo mismo, que nos ha llevado a la situación en la que estamos: más ajuste, más impuestos, más aumentos de tarifas públicas. Y como entre tantas subas algo tiene que bajar, reduce el número de los telefonos celulares y los vehículos oficiales del Estado. No está mal que lo haga pero se trata de una gota en el mar.

Y ante tal monótono recurso, tan repetido a lo largo de las décadas con medidas que van a aumentar la recesión sin dudas del país, la respuesta a nivel de la coalición de gobierno ha sido rutinaria. Como ya es costumbre, el Foro Batllista, que oscila entre la batucada oficialista y el silencio opositor según le convenga, ha optado en esta oportunidad por un silencio atronador.

También, como ya es habitual, legisladores del Partido Nacional han expresado públicamente sus reservas en algunos casos y rechazo en otros a las medidas de responsabilidad fiscal. Incluso fueron a hablar con el Presidente de la República iniciando un nuevo episodio de negociación que al día de hoy no sabemos qué resultado ha obtenido, si es que obtuvo alguno.

Pero la coalición de gobierno no improvisa, el modelo que la inspira y la política económica que instrumenta, tiene objetivos precisos cuyos resultados están a la vista. Es necesario que muchos pierdan mucho, para que pocos ganen muchísimo más de lo que ganan.

Claro que en todas estas conversaciones, de reactivación económica y desarrollo humano, nada de nada. Hasta ahora no conocemos propuestas de ninguna medida que tienda a reactivar nuestra economía y a mejorar el desarrollo humano.

El desarrollo no puede delegarse en el liderazgo de actores trasnacionales ni en las fuerzas que operan en el orden global. No existe ninguna experiencia histórica significativa que pruebe lo contrario.

Salimos alegremente a decir que nos integrábamos, que abríamos nuestras puertas, que competíamos libremente, y salimos a pelear con un tenedor en la mano, y así nos fue, y así estamos.

Y en el cuarto capítulo de nuestro análisis queremos decir, queremos explicar cuál ha sido nuestra actitud ante ese mismo proceso. Oponerse a todo, dicen algunos, promover la cultura del No, acusan otros, criticar lo ajeno sin hacer propuesta alguna afirman ciertos opinólogos, proponer medidas inspiradas en buenas intenciones pero acientíficas, anacrónicas e inviables, expresan los más benévolos de nuestros críticos. Por suerte no somos perfectos y no nos molestan las críticas sensatas, por el contrario, aprendemos de ellas pero pongamos las cosas en su lugar.

Para que quede bien claro: es cierto que nos oponemos, somos oposición a este modelo de política económica. ¿Cómo no nos vamos a oponer a este modelo de país que hace agua por todos lados y está ahogando a los uruguayos? Y además somos oposición porque la ciudadanía así lo decidió en las pasadas elecciones nacionales. Pero no somos vocacionales de la oposición ni adictos a pasar la vida juntando firmas, pero no titubeamos en hacerlo cuando en la feria neoliberal se pretende poner en venta al patrimonio nacional, al patrimonio de todos los uruguayos. Por eso impulsamos el referéndum por Antel y por eso también haremos lo que tengamos que hacer para que Ancap siga siendo de los uruguayos, mejor pero nuestra, de los uruguayos.

Nuestra oposición se rige por criterios de lealtad institucional y responsabilidad política. Dentro de la Constitución todo, incluso los plebiscitos, las leyes de iniciativa popular, y el reclamo de actualizar la composición de la Corte Electoral y el Tribunal de Cuentas para que éstos además de leales sean legítimos, asunto que al parecer molesta a algunos. Fuera de la Constitución y de la ley, nada, dentro de la Constitución y de la ley, todo.

Segundo, también es cierto que proponemos, no sólo nos oponemos, proponemos. Y para no irnos demasiado lejos repasemos lo que hemos propuesto al actual gobierno desde el inicio del año 2000. La agenda social en agosto de 2000, medidas para la reactivación económica en setiembre del 2000, análisis preliminar sobre situación y perspectivas de Antel en enero de 2001. A estas propuestas, algunas de las cuales entregamos personalmente al Presidente de la República, hay que sumarle muchas otras que ha formulado nuestra bancada nacional y en el marco de sus competencias, el intendente municipal de Montevideo, arquitecto Mariano Arana. ¿Conocen ustedes alguna respuesta a las mismas? Nosotros tampoco. La única referencia que tenemos son declaraciones del ministro de Economía, que las ha descalificado por considerarlas acientíficas. El contador Bensión no es para nosotros, que al fin y al cabo representamos a más del 40% de la ciudadanía uruguaya, no es el más adecuado, no es el referente político más adecuado. No dudamos de su honorabilidad y reconocemos que es un buen portavoz del fundamentalismo neoliberal en el Uruguay. Pero nosotros nos manejamos políticamente y la política, sin la cual no hay democracia, ni crecimiento económico, ni desarrollo humano, no es el punto más fuerte del contador Bension.
A esas propuestas hay que sumarles las que hemos hecho a la sociedad uruguaya, entre ellas las medidas para la reactivación económica y plan de contingencia para la emergencia social, presentada en el encuentro con comunidades religiosas, cooperativismos, etcétera. Casi siete meses han transcurrido desde entonces. El diagnóstico que hicimos en esa oportunidad no solamente se ha confirmado sino que se ha agravado alarmantemente en siete meses. Pero la confirmación del diagnóstico, siendo importante, no es lo más importante. Lo importante es que sucesivos pronunciamientos de muchas de las instituciones participantes de aquella reunión del 18 de julio han reflejado su acuerdo con nuestras propuestas de entonces. Propuestas que ya no son nuestras exclusivamente sino que expresan los reclamos, los intereses, las esperanzas y el compromiso de vastos sectores de la sociedad uruguaya con un proyecto auténtico de crecimiento económico y desarrollo humano. Si hasta al propio Partido Nacional entre las 57 medidas que presentara el 11 de octubre pasado al Presidente de la República, se le coló alguna de las medidas que habíamos presentado en aquella oportunidad. Y nos alegra que haya sucedido pues le hace bien al Partido Nacional y sobre todo le hace bien al país.

En tercer lugar, no sólo proponemos sino que también hacemos. Hacemos en Montevideo, no nos olvidamos que somos el gobierno por tercera vez consecutiva del departamento que tiene la mitad de la población del país? Hacemos en Montevideo donde hace más de 10 años la ciudadanía nos viene confiando la responsabilidad del gobierno municipal. No vamos a enumerar todas las obras realizadas y los servicios desarrollados en este período, apenas mencionaremos los más recientes y los más dirigidos a amortiguar algunos de los efectos más nocivos de la política económica que pauta el gobierno nacional, ya que la situación que estamos viviendo en todo el país también afecta los recursos de la administración de la Intendencia de Montevideo.

En la práctica se confrontan los dos proyectos de país, ya que las medidas que el gobierno municipal lleva adelante parten de premisas diametralmente opuestas a las que pretende adoptar el gobierno nacional.

Si no, veamos. En primer lugar, como ha sido desde 1990 a la fecha, el gobierno municipal no mira para el costado frente a la situación que vive nuestro pueblo y continúa con las políticas sociales que viene desarrollando y que procura incrementar. Hablábamos en 1999-2000 de un 27% de inversión en políticas sociales y ya en 2001 se aumentó a un 29% del presupuesto. Las cifras frías o los porcentajes no reflejan fielmente el significado y la importancia que tiene para los montevideanos las policlínicas municipales, que crecen en atención diaria y han aumentado su personal técnico. El fondo solidario de materiales, llevar la cultura a todos los rincones de este departamento, así como lo que significa brindar la primera oportunidad de empleo para cientos de jóvenes en situación de riesgo y exclusión, como lo está haciendo nuestro gobierno departamental.

Pero además de todo lo que los montevideanos ya conocen, el gobierno municipal reforzará el apoyo alimentario a la población y al empleo social e instrumentará un plan de mejora de las condiciones de vida en los asentamientos precarios.

Al mismo tiempo el gobierno decidió no incrementar los tributos y es más, a finales del año pasado se instrumentó la suspensión del cobro de deudas de contribución inmobiliaria y tasa general a familias de bajos ingresos.
A pesar de la disminución de los recursos financieros, los trabajadores municipales no se verán perjudicados, ya que acaban de definir un nuevo convenio con ellos. Convenio único en el país en las actuales circunstancias ratificado en un reciente plebiscito realizado por Adeom.

Se tratará además de afectar lo menos posible la obra pública ya que todos sabemos que la misma genera puestos de trabajo. Paralelamente, se realizarán los mayores esfuerzos para lograr la mejora de gestión, lo que permitirá optimizar los recursos existentes e incrementar los ingresos. La gestión y el gobierno municipal seguirá siendo transparente para los montevideanos, ya que el equipo de gobierno y los 18 gobiernos locales seguirán discutiendo con los vecinos la planificación del presupuesto y las necesidades prioritarias de la población del departamento. Y además, hemos tenido superávit en las cuentas de la intendencia del año 2001.

Llora el tiempo y el Uruguay en la noche del 5 de febrero pero seguramente, con el esfuerzo de todos los uruguayos, en un tiempo muy corto, estas lágrimas de tristeza por el Uruguay que tenemos se transformarán en lágrimas de alegría o de esperanza de un cambio en la vida de los uruguayos.

Comparen, uruguayos, comparen, comparen, los vecinos de Canelones, aquí cerquita, comparen los canarios lo que ha hecho el gobierno de Montevideo, comparen ellos que tienen enormes problemas con su gobierno departamental. Y comparen los uruguayos esta actitud del gobierno del Frente Amplio Encuentro Progresista de Montevideo, con las medidas que impulsa el gobienro nacional. Con aciertos y errores, de los que nos hacemos cargo, y pese a la grosera discriminación por parte del gobierno nacional de la cual éste debe hacerse cargo, hemos hecho y estamos haciendo mucho para que Montevideo y los montevideanos estén mejor. Pero no estamos satisfechos, sólo pueden estar satisfechos quienes se resignan a no mejorar más. Y nosotros no nos resignamos a decir hasta aquí llegamos y está todo bien. Queremos seguir trabajando para mejorar más aun a este entrañable paisaje urbano y humano que es Montevideo. Sólo triunfa quien nunca logra todo lo que se propone.

En quinto lugar, qué reclama y espera la gente en esta situación. Seguramente cada uno de ustedes puede contestar esta interrogante clara y brevemente. Tienen derecho a hacerlo. Pero digamos la respuesta a esa pregunta de un sector, especialmente importante, en la vida de cualquier país que quiere desarrollarse como nación pero es duramente postergado en el nuestro por el decadente modelo neoliberal.

Escuchemos a los jóvenes, pero antes, recuerden... En un país de población escasa y envejecida como el nuestro, casi la mitad de los niños uruguayos nace en hogares pobres. Uno de cada cuatro adolescentes es madre precoz; la mayoría de ellas son pobres, no estudian no trabajan y no tienen pareja estable. Apenas un tercio de los muchachos que inician estudios secundarios en liceos públicos terminan el ciclo. Tenemos casi 70 mil jóvenes, un estadio Centenario lleno, con muchachas y muchachos que pueden ser nuestros hijos, que no estudian ni trabajan. ¿Qué hijos le dejamos a nuestro país? ¿Qué país le dejaremos a nuestros hijos? Escuchemos a un grupo de jóvenes frenteamplistas que quiere expresarse ante todos ustedes.

Los gurises van al liceo y es poco lo que aprenden porque es poco lo que al gobierno le conviene que aprendan. Les alcanza con darles un oficio con el cual no piensen... Aquellos que tienen la suerte de conseguir empleo laburan en negro, soportando ser pisoteados por explotadores que les pagan dos pesos... A quienes no tienen la oportunidad de emigrar, no les queda otra que vivir en un asentamiento... Crece el descreimiento de los jóvenes hacia la política... Los jóvenes frenteamplistas nos movilizamos en defensa de las empresas públicas y nuestros derechos y llamamos a todos los jóvenes a movilizarse política, sindical y gremialmente... No puede haber ningún emprendimiento político que no se sustente sobre la base sólida del relacionamiento humano...

Finalmente, en el último capítulo diremos la respuesta que tenemos nosotros a esta demanda. Los jóvenes no por ser jóvenes pueden esperar toda la vida para realizarse individual y colectivamente. En cierto sentido, el futuro de ellos se define de nuestro presente. ¿Cómo podemos desde nuestro presente ayudarlos a construir su futuro?
Los documentos aprobados por el Cuarto Congreso del FA, esa apuesta a circo romano que algunos hicieron y perdieron ante la madurez con que los frenteamplistas procesamos una actualización ideológica y un desarrollo programático que aún continúa, son excelentes instrumentos de navegación. Pero todo navegante sabe que la travesía tiene dirección y sentido, rumbo y objetivos, horizonte y cercanía. La grave situación que atraviesa el país determina que en esta oportunidad hagamos referencia a esa cercanía que es imprescindible resolver para seguir adelante.

Digámoslo en pocas palabras. El modelo neoliberal que inspiró la política económica de los gobiernos anteriores y el actual está agotado. Hay que cambiarlo. Ese cambio tiene que ser inmediato, de lo contrario será demasiado tarde.
Y tiene que ser ante todo en clave política. ¿Y por qué decimos que el modelo está agotado y que hay que cambiarlo de inmediato? Primero porque es un modelo asimétrico y contrario a los intereses nacionales. El modelo no es otra cosa que una estrategia económica para favorecer la integración acrítica e indefensa del país en una realidad mundial y regional harto compleja. Nos abrimos indiscriminadamente a los capitales financieros y a la importación pero no logramos abrir nuevos mercados a los productos uruguayos. Por ejemplo, compramos autos de procedencia japonesa ¿y qué nos compra Japón?

Segundo, está agotado porque es un modelo concentrador y excluyente. El modelo se orienta a favorecer prioritariamente la utilidad del capital, a concentrar los eventuales beneficios en los sectores más poderosos de la población y vincularlos a los círculos internacionales de riqueza en detrimento de los sectores menos dotados de capital. No es necesario estudiar estadísticas para detectar las consecuencias de esta política económica.
Basta salir a la calle, basta recorrer los barrios de Montevideo, de las ciudades del interior o recorrer el campo para percibirlo en todo lo que ellas tienen de de doloroso. Modelo limitador de la democracia por la exclusión social que conlleva. Es, pues, un modelo contrario a las bases de nuestra identidad nacional republicana, sustentada en las bases de democracia e integración social.

Tercero, porque ya no hay dinero para financiarlo. El déficit fiscal del que tanto se habla no es un problema en sí mismo, lo es cuando no puede financiarse. Un déficit del 2% cuando se crece a razón de un 4% o 5% no representa un drama.

El drama viene cuando como sucede en nuestro país desde hace tres años no hay crecimiento y no hay cómo financiar ese déficit fiscal más que endeudándose y endeudándose y eso lo vamos a tener que pagar con el tiempo todos los uruguayos.

Hay que reducir el déficit fiscal pero pretender reducirlo por la vía del continuo recorte del gasto del Estado y el aumento de impuestos a la producción y consumos básicos es un ¡engañapichangas! Se trata de medidas que al reducir la demanda interna y aumentar el costo de las empresas deteriorando su competitividad empeoran la situación. Es peor la medicina que la enfermedad.

Y cuarto, este modelo está agotado porque la aplicación del mismo ha generado nefastas consecuencias en otros países. El caso más cercano y reciente es el de la hermana República Argentina pero antes estuvieron Brasil, México, etcétera, y en estas situaciones no hay corralito que valga.

¿Qué hacemos? ¿Cómo evitar en Uruguay las amargas experiencias que han vivido o están viviendo países hermanos?

Uruguay reclama y merece una nueva estrategia económica cuyo eje sea la reactivación económica de la producción para generar empleos productivos y permanentes y de esa forma recuperar y elevar los niveles de vida de la gente.

Esto es lo que quieren los urugayos: trabajo, salario digno y defensa de nuestro patrimonio y nuestra riqueza.
Es cierto, claro que es cierto que ninguna economía se reactiva por decreto pero también es cierto que una economía puede ser hundida a decretos. Ejemplos sobran. Ya ha quedado suficientemente demostrado que la estabilidad de precios, tan cara para el actual equipo económico de gobierno, siendo importante no es suficiente para generar inversión, ni empleo, ni crecimiento económico, ni desarrollo humano. Continuar con la cultura del ajuste esperando que amaine el temporal y el viento infle las velas de la prosperidad nacional es, para decirlo con palabras del ministro de Economía, utópico y acientífico. Puede ser muy placentero navegar a vela pero también puede ser muy peligroso.

Y en estas circunstancias no hay que arriesgarse. Encendamos el motor de la reactivación económica. El gobierno en un vehículo, en un camión, está intentando subir un difícil repecho. Se le ha apagado el motor, que es el crecimiento económico, se ha quedado sin frenos y ha puesto punto muerto a esperar que de ese repecho, en punto muerto y sin motor, el camión retroceda y se estrelle en la parte más baja. Hay que reactivar el motor de la economía para salvar al país.

¿Y cuáles serían las claves más inmediatas de esa estrategia económica basada en la reactivación productiva del Uruguay?

Analizaremos tres capítulos, dos de propuestas y uno de respuestas, pero que están fuertemente ligados entre sí.
Capítulo primero: el aumento vigoroso de su demanda interna y externa. Recordemos la cita de Aldo Ferrer: "El desarrollo no se importa".

En lo que se refiere a la demanda externa, exportaciones, la política cambiaria debe dar mayor certidumbre a los exportadores sobre un tipo de cambio realista, lo que no se logra con una banda del 12%, ni con flotación, ni con dolarización. El gobierno debe desarrollar una política agresiva de apoyo al sector privado en la apertura de nuevos mercados utilizando para ello todos los instrumentos disponibles. En lo que se refiere a la demanda interna la inversión pública, directa o por concesión de obra es la principal palanca, junto con medidas como las contenidas en nuestra propuesta de Plan de Contingencia Social, especialmente las dirigidas a la implementación de un programa de empleo inmediato, que atiende un problema social y que además vuelca dinero en el mercado interno.
En segundo lugar, hay que buscar la desdolarización de la economía. La dolarización de la economía trae profundos problemas, vaya si los uruguayos lo saben, si hasta las planchas nos han vendido en cuotas y en dólares. Cosa más ridícula no se puede pensar.

Los grandes problemas de la dolarización: primero, impide tener política monetaria propia. Segundo: traslada el riesgo cambiario al sector productivo y a las familias, haciendo vulnerable al sistema financiero y generando la amenaza de socialización de las pérdidas como sucedió en 1982. La pesificación, otro término que ha surgido, expresión que no existe en el diccionario de la lengua castellana pero que la crisis argentina ha puesto de moda, no se justifica en Uruguay y además, no es políticamente conveniente. No se justifica técnicamente pues como única medida para atender el riesgo cambiario de los deudores en las condiciones actuales, llevaría a que el costo del crédito para éstos podría aumentar considerablemente al pasar a moneda nacional las deudas.
Quienes hoy están endeudados en dólares han venido pagando intereses menores, aun teniendo en cuenta la devaluación, que si se hubieran endeudado en pesos. El problema ocurriría si se diera un salto devaluatorio importante, mayor al 12% de la banda, lo cual, por el momento, no parece estar en el horizonte. Sería además, políticamente inconveniente porque sugeriría la posibilidad de que se estuvieran favoreciendo medidas tipo corralito. Es necesario aventar toda duda al respecto. La desdolarización de nuestra economía no puede ser repentina. Ha de encararse como un proceso evolutivo y gradual y encierra en su seno el revalorizar el concepto del valor del peso uruguayo por parte de nosotros, los uruguayos mismos, con medidas que esta fuerza política está estudiando y que en su oportunidad daremos a conocer.

En tercer lugar, bajar el llamado costo Uruguay. Eso implica entre otras cosas reformar el Estado pero eso no es como cree la coalición de gobierno: fustigarlo o venderlo al mejor postor. Se equivocan quienes creen que puede aplicarse al Estado aquello de 'muerto el perro, se acabó la rabia'. Ignoran que muerto el perro, no hay más perro pero puede seguir habiendo rabia. Estas claves no son exclusivas ni novedosas. Vienen siendo planteadas no sólo por el EP-FA sino por otros sectores de la sociedad vinculados a la producción y al trabajo pero son válidas y por eso las reivindicamos. Tampoco son exclusivas ni novedosas algunas medidas concretas que pueden instrumentarse desde ya, ahora, en función de estas claves.

Repasemos algunas de ellas. Primero, atender la emergencia social, destinando fondos de la reducción del gasto de funcionamiento del Estado --principalmente Ministerio de Relaciones Exteriores y de Defensa, Presidencia de la República y Poder Legislativo-- para subsidios especiales de desempleo, vinculándolos a planes alimentarios y otros gastos familiares de sobrevivencia. Extensión del beneficio del seguro de paro a los trabajadores rurales y programas de creación de puestos de trabajo temporales en convenio con el sector privado y con las intendencias del país. Llevemos adelante un plan de obras públicas en infraestructura utilizando los recursos asignados por la ley de presupuesto nacional al MTOP y las concesiones de obra pública. Abogamos por la construcción de diez mil viviendas asignadas al uso de sectores de bajos recursos bajo la responsabilidad del Mvotma e intendencias municipales con participación de cooperativas de ayuda mutua. Protección de la producción nacional en el mercado interno mediante la elevación de la tasa estadística que cobra el BROU. La propuesta del Mercosur de elevar al 35% final el arancel externo común a los bienes provenientes de extrazona y la licitación para la importación de productos finales de extrazona competitivos con nuestra industria nacional. Apoyo activo al sector exportador mediante el fortalecimiento de su competitividad y obtención de mercados. Para ello se debe aumentar la tasa de devolución de impuestos indirectos y mejorar las condiciones para el crédito de refinanciación de exportaciones, hoy afectado por una reciente decisión gubernamental.

Pero además, uruguayas y uruguayos, compañeras y compañeros, por sobre todo, que pague más el que tiene más y que pague menos el que tiene menos. Ante la monótona insistencia del gobierno con mayores o nuevos impuestos sobre los sectores populares, reiteramos nuestra propuesta de establecer el Impuesto a la Renta a los altos ingresos personales hoy no gravados o gravados insuficientemente por el Impuesto a las Retribuciones Personales, un impuesto a la concentración de la riqueza, al patrimonio de las entidades financieras y otras alícuotas de impuestos menores tales como a las famosas Sociedades Anónimas Financieras de Inversión (SAFI).

Estas medidas no resuelven las imperiosas necesidades que padecen vastos sectores de la población pero al menos las atenúan y generan lo que todo ser humano necesita para vivir y cualquier país necesita para progresar: confianza en sí mismo, voluntad de superación, esperanza, objetivos, compromisos ante sí y ante los demás.

Y muchos ya se estarán haciendo la pregunta del millón: ¿Cuánto cuestan estas medidas? Seguramente lo primero
que nos van a preguntar cuando nos bajemos de este escenario. Ya lo han hecho otras veces y respondemos ¿cuánto le cuesta al pueblo uruguayo no instrumentarlas? ¿Es que acaso nuestro país y nuestra gente tiene un precio? ¿Acaso la vida de los uruguayos es una mercancía que se ofrece en el mercado? Por supuesto que ninguna de estas medidas es gratis, pero ¿saben cuánto gastó el BPS por concepto de pago de seguros de paro el año pasado? Ochenta millones de dólares.

Mucho más habría valido que se hubieran destinado 80 millones de dólares para generar puestos de trabajo y no para pagar seguros de paro.

¿Cuánto le costó al país desmantelar la dirección de Sanidad Animal del MGAP en un país que pretende ser productivo en el campo de la producción de alimentos agrícola ganaderos? Claro que el gobierno ahorró unos pesos desmantelando este servicio, dejando pocos funcionarios en él. ¿Pero cuánto le costó a Uruguay no estar preparado ante una epidemia de fiebre aftosa como tuvimos en el último tiempo? ¿Cuánto le costó no tomar medidas para desarrollar un correcto servicio de sanidad animal en un país ganadero?

¿Saben, uruguayas y uruguayos, cuánto le costó al país las medidas cambiarias tomadas hace algunas semanas para contrarrestar algunos efectos de la crisis financiera argentina? Le costó 150 millones de dólares, algo así como el 5% del total de las reservas económicas del país. ¿Cómo no va a haber plata para tomar las medidas que proponemos, para reactivar económicamente al país, para sacar al país de donde estamos? Y después salen alegremente a decir que nuestras propuestas son utópicas y acientíficas.

El capítulo dos de las propuestas. El modelo que inspira la política económica del gobierno se agotó. Hay que cambiarlo y es posible hacerlo. El tiempo no sobra pero existen alternativas. Hacer lo que hay que hacer requiere eso que se llama voluntad política y que no es otra cosa más que coraje político. Cambiar la política económica es, como la expresión lo indica, una decisión política que le reclamamos al señor Presidente de la República con todo respeto. Tiene que ser resuelta en y por las instancias políticas competentes en tan importante materia. No estamos diciendo nada nuevo. Históricamente y en todas partes del mundo, cada vez que la economía se ha metido en problemas, y se ha metido muchas veces, ha sido la política quien la ha rescatado.

¿Significa esto excluir de las decisiones a otras expresiones de la sociedad? No. Precisamente es lo contrario. La política es diversidad, tolerancia, encuentro, diálogo, negociación, integración, resolución y acción a favor del bien común. En una palabra, la política es democracia. Eso es lo que no entiende el contador Bensión. Para ser ministro de Economía, especialmente en circunstancias como las actuales, por supuesto hay que ser buena persona y buen técnico pero también hay que tener dimensión política o por lo menos respetar a la política de los políticos o por lo menos respetar a esta fuerza política, la primera fuerza política electoral del país. No se nos puede 'ningunear', no se nos puede ignorar, no hay derecho a ridiculizarnos. Hemos hecho propuestas concretas, precisas, serias, responsables, creíbles, posibles.

Un cambio de rumbo en la política económica implica necesariamente un relevo en el equipo económico. Hay que cambiar también al equipo económico y no se trata de tirar un ministro para darnos el gusto de ganarle una al gobierno. Se trata de evitar la incómoda situación para el país, para el gobierno y para el propio jerarca involucrado de que un ministro de gobierno tenga que conducir una política que no comparte. Sabemos que ese tipo de jerarcas versátiles existen pero sabemos también que el contador Bensión no entra en esa penosa categoría.

Pero más importante que la salida del actual equipo económico es que el país salga de la crisis económica que lo agobia desde hace varios años. Y como de esa grave crisis salimos en clave política o no salimos, nosotros retomamos nuestra propuesta de convocar al Consejo de Economía Nacional previsto en el artículo 206 de la Constitución de la República en tanto instancia de concertación entre quienes queremos un país productivo y además, de asesoramiento al gobierno en materia económica. Que el gobierno llame a los productores, a los comerciantes, a los trabajadores, a los industriales, a los exportadores y junto con ellos, participativamente desarrolle una nueva política económica que reactive la economía del país. En tal sentido nuestra bancada parlamentaria está promoviendo un proyecto de ley que reglamente la convocatoria, integración y funcionamiento de dicho consejo.
Y en tercer lugar, nuestra propuesta y nuestra respuesta. Llamamos a un diálogo a los distintos sectores de la sociedad comprometidos con un proyecto de auténtico crecimiento económico y desarrollo humano en Uruguay. En tal sentido es compromiso ético y tarea militante de todo frenteamplista trabajar para la concurrencia, para conformar un espacio común de todos los uruguayos, de todas las expresiones de la vida del país que estén en desacuerdo con el actual modelo económico e impulsar un proyecto alternativo creíble y de desarrollo económico y social profundamente humano.

Mientras tanto, compañeras y compañeros, el tiempo que viene para los frenteamplistas y los encuentristas --como nos ha sucedido a lo largo de nuestros 31 años de historia-- nos encuentra con mucho para hacer. En nuestra propia casa, el FA, optimizar su funcionamiento, sanear finanzas, mejorar nuestra comunicación, instrumentar resoluciones del Cuarto Congreso, desarrollarnos programáticamente, llevar adelante las próximas elecciones internas. En el EP consolidarlo, ampliarlo, seguir llevándolo barrio a barrio y pueblo a pueblo por todo el país. En el gobierno departamental de Montevideo, encabezado por nuestro compañero Mariano Arana. En el Parlamento Nacional, cuya Cámara de Representantes presidirá en el año 2002 nuestro compañero Guillermo Alvarez. En las Juntas Departamentales y Locales de todo el país. Continuar el pueblo a pueblo, el barrio a barrio, para dialogar con la gente, para aprender con ellos, para tejer juntos nuestro futuro.

¿Qué mejor manera de celebrar nuestro aniversario que encarando el futuro?

Dice la Biblia en otro de sus libros, el Eclesiastés, en el Capítulo III, versículos I y II: 'Todo tiene su tiempo y todo
lo que se quiere debajo del cielo, tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir. Tiempo de plantar y tiempo de recoger lo plantado'. Para nosotros es tiempo de hacer, es tiempo de trabajar, es tiempo de redoblar nuestro esfuerzo. Con ganas, con fuerza. Vamos todos juntos frenteamplistas, vamos que podemos, vamos a cambiar a este Uruguay para el bien de todos los uruguayos. Gracias por escucharnos y hasta la victoria, compañeros. Hasta la victoria, siempre".

 





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