Debemos volver a las bases del
funcionamiento de un banco
Primera intervención del economista René González,
gerente financiero del BROU.
EMILIANO COTELO:
Vamos a la segunda mesa, que apunta a discutir las diferentes alternativas
que se plantean sobre el rol del BROU después de la crisis
y las consecuencias que cada una de ellas tiene. En definitiva se
tratará de responder a la pregunta: ¿qué debería
hacer el BROU y qué no debería hacer?
Pretendemos que la dinámica sea la siguiente: primero la
intervención del representante del propio BROU, que en este
caso es el gerente financiero, economista René González,
y luego breves comentarios de los panelistas para dejar espacio
al debate hasta el final. Si el tiempo lo permite quizás
podamos incorporar preguntas provenientes de la sala.
Además del gerente financiero del BROU están con
nosotros en representación de la CIU el ingeniero Gregorio
Aznárez, en representación de la ARU el contador Héctor
Álvarez, en nombre de los ahorristas del BROU el arquitecto
Carlos Anchite y el doctor Carlos Maggi, hombre de la casa, con
una larga trayectoria tanto en el BROU, donde fue abogado asesor,
como en el BCU, donde fue presidente de la Sala de Abogados.
Damos comienzo dándole la palabra al economista René
González, gerente financiero del BROU.
RENÉ GONZÁLEZ:
Buenos días. Después del primer panel quizás
mi intervención sea más breve de lo que en principio
podría haber pensado. El tener a mi derecha a un ex empleado
del BROU, hombre conocido que uno escucha, espero que me ayude en
la intervención.
Voy a hacer una pequeña mención a algunos temas tratados
en la primera parte. Por un lado a veces tenemos la percepción
de que el pasado nos condena más de lo necesario. Es cierto
que hay cosas que han ocurrido en el pasado, pero a veces en las
mentes de muchos de nosotros quedan como si siguiera siendo así.
Mi impresión es que no. Al comienzo hablábamos de
intereses y subsidios cruzados, lo planteaba el economista Nelson
Noya. Me parece que si un auto va a 140 y el otro va a 90 en el
tránsito, no podemos multar al que va a 90 porque hace que
el que va a 140 vaya a una velocidad muy alta. En el pasado han
ocurrido estas cosas, han sido tema de discusión en el banco,
pero tanto por cuestiones de volumen como por niveles de precios
hoy, parece que algunas diferencias hay.
Otra cosa que podría ayudarnos a entender el momento actual:
muchas veces leemos con mucha atención, en particular los
días sábado, comentarios que aparecen en algunos prestigiosos
diarios, en los cuales no queda claro si quienes hacen las afirmaciones
tuvieron la posibilidad de evitar que pasaran algunas cosas -porque
nada empezó hoy-; sin embargo hay gente que parece que llegó
de otro planeta y un día se encontró con que esto
estaba así y lo analiza desde el abstracto. Cada uno de nosotros
ha vivido en este país y tiene que hacer un par de cosas.
Una es asumir la realidad de hoy y enterrar lo que haya que enterrar,
será doloroso, pero más que buscar consensos para
no decir lo que hay que decir, quizás lo mejor sea asumir
lo que haya que asumir para de esa manera empezar a ver que estamos
hablando de la verdad y de ese lado quizás sea más
fácil la salida que de alguna manera hay que encarar. Pero
el hecho de que no estén los escombros no debe impedirnos
ver que los efectos ocurrieron, si -como se ha dicho- tenemos efectos
parecidos a los de una guerra, tomemos lo bueno: están las
máquinas, está la tecnología, está la
gente, están los edificios. No puede ser que una noticia
espectacular, que estén, nos impida ver que eso ocurrió
y en definitiva que por eso no salgamos.
Me queda un punto sobre los privilegios. Los privilegios que hay,
como decía la gerente general, tienen un valor presente negativo,
cuando tenemos un privilegio tenemos que repartirlo, pero si logramos
un pedazo tenemos que repartir una torta, y por mucho tiempo. De
manera que personalmente con respecto a alguna modificación
legislativa reciente que me parece opinable, a veces pensamos que
sería mejor que no estuviera, en haras de la competencia.
Los puntos a plantear de alguna manera ya fueron tocados en la
primera parte, pero nos interesa conocer la opinión de quienes
nos acompañan en esta nueva ronda. El primer punto tiene
que ver con el BROU, vamos a discutir no las cuatro letras sino
sólo una, porque para ser Banco República y todo lo
que queramos agregar después, está el tema de la "B".
La primera pregunta es si les parece que podemos ignorar que somos
un banco. Aquí hay dos perspectivas y la única que
quisiera aclarar es si podemos discutir es la conveniencia de que
el BROU haga algunas cosas que están claramente reñidas
con la actividad bancaria; la segunda es si es posible hacerlo.
Les adelanto que como creo que no es posible, no importa si es conveniente
o no, entonces lo único que hay que discutir es si es posible
que nos planteemos eso. Queremos hacerlo de todas maneras; probablemente
lo que cosechemos después no sea lo pensamos que estábamos
sembrando. Resumiendo, el primer punto es la primera letra de las
cuatro que nos acompañan.
El segundo avanza un poco más hacia lo que es el BROU hoy
institucionalmente. En el país se discute cuestiones sobre
empresas públicas, tenemos del lado constitucional un estatus
parecido, pero primero no somos monopolio, segundo ya competimos
hace 100 años con las grifas más importantes a nivel
mundial, no con todas pero sí con algunas, entonces en el
país ya hay experiencia sobre algunas cosas que parece que
recién surgen. Lo habremos hecho bien o mal, seguramente
ha habido de todo.
Otro punto es que la incidencia relativa del BROU es más
grande que antes, porque si bien todos nos achicamos, como bien
dijo la contadora Guerrieri, absorbimos parte de depósitos
de otro lado y algún activo que también estaba previsto
en la ley, de manera que el achique global no fue tanto en comparación
con lo que fue el retiro general. De todas maneras la realidad ha
cambiado y parecería que el modo de actuar del pasado no
puede dejar de rendirle tributo a ello, en definitiva para que en
el futuro no sea parte del problema sino parte de la solución.
Cuando queremos ignorar el sentido común e inventar cosas
ingeniosas para las que a veces se usa el nombre de ingeniería
financiera y parece que hay una manera mágica de solucionarlas,
quiero decirles que hemos aprendido poco o decepcionarlos y decirles
que eso no existe. Parecería que en épocas como ésta
es muy claro que tenemos que volver a las básicas, y en ellas,
en particular en un banco, nunca podemos apartarnos, y si nos apartamos,
si el que se aparta es un banco grande, eso después termina
en algo que -no pensaba hacer el comentario, pero voy a hacerlo-
mi tesis es que en Uruguay vivimos en una especie de capitalismo
real. Es pero no es. Y para cambiar algunos comportamientos que
básicamente tienen que ver con los incentivos que están
detrás de cómo operan los bancos, el BROU, las empresas
y lo demás, tengo la sensación de que aun aquello
que creemos que quizás no sea la mejor manera, porque siempre
pagan los que están peor; con el correr del tiempo aprendemos
a manejarnos en ese ambiente, llega un momento en que nosotros mismos
nos justificamos, aunque de entrada no estuviéramos de acuerdo.
Y después, además, como es la única manera
de sobrevivir -es obvio que no hay otra manera de hacerlo-, aunque
estemos de acuerdo con la solución desde el punto de vista
intelectual, siempre chocamos en lo que chocamos: en la implementación,
porque ¿quién mueve primero?
En el fondo, en Uruguay se han quebrado algunas cosas: hace tiempo
que perdimos la confianza en la moneda, importamos otra moneda,
después perdimos la confianza en los bancos y retiramos esa
moneda de los bancos y eso es fuga de capitales. Fuga de capitales
no es sólo cuando un banco aprieta una tecla y hace un giro
al exterior; cuando alguien se llevó dinero a su casa decidió
financiar a tasa cero al gobierno de Estados Unidos, no importa
cuál fue la razón por la cual lo hizo, quizás
hubiera sobradas razones para hacerlo.
El segundo punto, además de la "B", es la preocupación
de que de nuevo venimos corriéndola de atrás. Nos
pasó durante la crisis, nunca se puede anticipar todo, pero
hoy que ya sabemos parte del resultado y nos parece que si bien
es lógico que haya que atender alguna situación que
arrastramos, también hay que atender a los vivos. Tenemos
un problema de infección en un dedo, si lo vamos viendo por
falange un día nos va a afectar el brazo, hay que dar un
paso y ponerse adelante. En ese sentido lo que quiero intercambiar
con ustedes es que me parece que el rol del BROU no puede estar
ausente, porque puede que mientras tanto pasemos por arriba a los
contratos y cuando vayamos a ese problema tal vez sea demasiado
tarde. No es por defender al BROU como tal, el tema es que para
que una sociedad compleja funcione y que la cadena de ahorro funcione
de un lado al otro, se requiere -hoy se hacía alusión
al contrato social, yo voy a mencionarlo en un sentido distinto-
una especie de contrato social a nivel público. Aunque son
contratos individuales, es la manera en que nosotros, a través
de los bancos, hacemos esa canalización. Cuando eso se quiebra
es porque hay una especie de desconfianza entre nosotros, la confianza
se ha roto y eso la va a reconstituir. El hecho de pasarle por arriba
a los contratos ayuda bien poco.
En otras palabras, nuestra preocupación por los depositantes
reprogramados es porque queremos tener crédito, y cuando
queremos tener crédito lo que tenemos que hacer es cumplir,
porque queremos que nos sigan prestando. Así funciona. Nos
parece que esto a lo cual hoy nos vemos enfrentados es lo mismo
que vemos del otro lado, nos sorprende de una manera poco esperable
cómo quien necesita crédito hable sólo de problemas
de endeudamiento. Me pregunto, entonces, si no queremos que haya
más endeudamiento, ¿vamos a decir que no haya más
deuda, vamos a decir que haremos una especie de capitalismo popular
en Uruguay, donde todos vamos a ser accionistas de las empresas
y no va a haber más préstamos bancarios? Para eso
se requiere un par de soluciones: que las empresas abran el capital
y que nosotros, como uruguayos, en lugar de ir a los bancos vayamos
a comprar acciones o empresas. Parecería que ése no
será un proceso sencillo, lo normal en todas partes es que
una empresa se financie en parte con deuda y en parte con capital,
por lo tanto la deuda no siempre es un problema, es algo que uno
busca si quien tiene la idea genera una tasa de retorno más
alta que lo que está pagando. Ése es el secreto, ésa
es la delegación que los depositantes hacen en los bancos
y eso es lo que los bancos tienen que manejar, pero es para preservar,
entre otras cosas, el crédito, y detrás del crédito
está el manejo de la tecnología y las máquinas,
detrás de eso hay gente trabajando y cosas produciéndose.
No es otra cosa.
El punto final es el problema del riesgo moral. Todos sabemos que
quien logra una ventaja individualmente está mejor, pero
si somos muchos los que logramos ventajas estamos todos peor. Por
supuesto, si no se logra revertir ese estado de cosas uno puede
luchar contra eso hasta que llega un momento en que se rinde y dice:
bueno, si éstas son las reglas de juego
Pero quiero
aclarar: de juego tienen poco esas reglas, porque el resultado es
que hay perdedores, que quizás no están en esta sala,
estoy seguro de que no están en esta sala y muchos de ellos
no tienen ni siquiera para comprarse una radio para escucharnos,
existen perdedores de ese juego. Porque hay menos inversión,
hay menos créditos para el agro, hay más incertidumbre,
la calidad de la inversión y el empleo baja y terminamos
de esta manera.
Quería plantearles cómo posicionarse ante esto del
incumplimiento que en algún libro de texto que todos conocen
llamamos riesgo moral. El otro riesgo es hacia adentro del banco.
La forma como el banco funciona, trasmitimos incentivos en la cartera
de acuerdo a cómo tratemos a los deudores y a los depositantes
o clientes, pero también hacia adentro. Tenemos un estatus
jurídico, somos una empresa no monopólica, multinacional,
de capital público, regida por derecho público. Son
todas cosas distintas y están todas en un mismo lugar. Eso
da lugar a incentivos hacia dentro también, que tenemos que
ver, que también implican
llamémosles problemas
de agencia o como quieran, esto es cómo logramos una clara
conceptualización del banco, de cuál es su rol para
que a partir del mismo surja clarito qué es lo que hay que
hacer, a partir de ahí nos alineemos y cuando nos desalineamos
los interesados, que están en esta mesa también, nos
lo hagan saber. Una de las cosas que nos llaman la atención
es que últimamente hemos tenido poca presión en ese
sentido. Nada más.
Transcripción: María Lila Ltaif
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Gentileza de Rúbrica
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