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23.12.2002




























 


Debemos volver a las bases del funcionamiento de un banco

Primera intervención del economista René González, gerente financiero del BROU.

EMILIANO COTELO:
Vamos a la segunda mesa, que apunta a discutir las diferentes alternativas que se plantean sobre el rol del BROU después de la crisis y las consecuencias que cada una de ellas tiene. En definitiva se tratará de responder a la pregunta: ¿qué debería hacer el BROU y qué no debería hacer?

Pretendemos que la dinámica sea la siguiente: primero la intervención del representante del propio BROU, que en este caso es el gerente financiero, economista René González, y luego breves comentarios de los panelistas para dejar espacio al debate hasta el final. Si el tiempo lo permite quizás podamos incorporar preguntas provenientes de la sala.

Además del gerente financiero del BROU están con nosotros en representación de la CIU el ingeniero Gregorio Aznárez, en representación de la ARU el contador Héctor Álvarez, en nombre de los ahorristas del BROU el arquitecto Carlos Anchite y el doctor Carlos Maggi, hombre de la casa, con una larga trayectoria tanto en el BROU, donde fue abogado asesor, como en el BCU, donde fue presidente de la Sala de Abogados.

Damos comienzo dándole la palabra al economista René González, gerente financiero del BROU.

RENÉ GONZÁLEZ:
Buenos días. Después del primer panel quizás mi intervención sea más breve de lo que en principio podría haber pensado. El tener a mi derecha a un ex empleado del BROU, hombre conocido que uno escucha, espero que me ayude en la intervención.

Voy a hacer una pequeña mención a algunos temas tratados en la primera parte. Por un lado a veces tenemos la percepción de que el pasado nos condena más de lo necesario. Es cierto que hay cosas que han ocurrido en el pasado, pero a veces en las mentes de muchos de nosotros quedan como si siguiera siendo así. Mi impresión es que no. Al comienzo hablábamos de intereses y subsidios cruzados, lo planteaba el economista Nelson Noya. Me parece que si un auto va a 140 y el otro va a 90 en el tránsito, no podemos multar al que va a 90 porque hace que el que va a 140 vaya a una velocidad muy alta. En el pasado han ocurrido estas cosas, han sido tema de discusión en el banco, pero tanto por cuestiones de volumen como por niveles de precios hoy, parece que algunas diferencias hay.

Otra cosa que podría ayudarnos a entender el momento actual: muchas veces leemos con mucha atención, en particular los días sábado, comentarios que aparecen en algunos prestigiosos diarios, en los cuales no queda claro si quienes hacen las afirmaciones tuvieron la posibilidad de evitar que pasaran algunas cosas -porque nada empezó hoy-; sin embargo hay gente que parece que llegó de otro planeta y un día se encontró con que esto estaba así y lo analiza desde el abstracto. Cada uno de nosotros ha vivido en este país y tiene que hacer un par de cosas. Una es asumir la realidad de hoy y enterrar lo que haya que enterrar, será doloroso, pero más que buscar consensos para no decir lo que hay que decir, quizás lo mejor sea asumir lo que haya que asumir para de esa manera empezar a ver que estamos hablando de la verdad y de ese lado quizás sea más fácil la salida que de alguna manera hay que encarar. Pero el hecho de que no estén los escombros no debe impedirnos ver que los efectos ocurrieron, si -como se ha dicho- tenemos efectos parecidos a los de una guerra, tomemos lo bueno: están las máquinas, está la tecnología, está la gente, están los edificios. No puede ser que una noticia espectacular, que estén, nos impida ver que eso ocurrió y en definitiva que por eso no salgamos.

Me queda un punto sobre los privilegios. Los privilegios que hay, como decía la gerente general, tienen un valor presente negativo, cuando tenemos un privilegio tenemos que repartirlo, pero si logramos un pedazo tenemos que repartir una torta, y por mucho tiempo. De manera que personalmente con respecto a alguna modificación legislativa reciente que me parece opinable, a veces pensamos que sería mejor que no estuviera, en haras de la competencia.

Los puntos a plantear de alguna manera ya fueron tocados en la primera parte, pero nos interesa conocer la opinión de quienes nos acompañan en esta nueva ronda. El primer punto tiene que ver con el BROU, vamos a discutir no las cuatro letras sino sólo una, porque para ser Banco República y todo lo que queramos agregar después, está el tema de la "B". La primera pregunta es si les parece que podemos ignorar que somos un banco. Aquí hay dos perspectivas y la única que quisiera aclarar es si podemos discutir es la conveniencia de que el BROU haga algunas cosas que están claramente reñidas con la actividad bancaria; la segunda es si es posible hacerlo. Les adelanto que como creo que no es posible, no importa si es conveniente o no, entonces lo único que hay que discutir es si es posible que nos planteemos eso. Queremos hacerlo de todas maneras; probablemente lo que cosechemos después no sea lo pensamos que estábamos sembrando. Resumiendo, el primer punto es la primera letra de las cuatro que nos acompañan.

El segundo avanza un poco más hacia lo que es el BROU hoy institucionalmente. En el país se discute cuestiones sobre empresas públicas, tenemos del lado constitucional un estatus parecido, pero primero no somos monopolio, segundo ya competimos hace 100 años con las grifas más importantes a nivel mundial, no con todas pero sí con algunas, entonces en el país ya hay experiencia sobre algunas cosas que parece que recién surgen. Lo habremos hecho bien o mal, seguramente ha habido de todo.

Otro punto es que la incidencia relativa del BROU es más grande que antes, porque si bien todos nos achicamos, como bien dijo la contadora Guerrieri, absorbimos parte de depósitos de otro lado y algún activo que también estaba previsto en la ley, de manera que el achique global no fue tanto en comparación con lo que fue el retiro general. De todas maneras la realidad ha cambiado y parecería que el modo de actuar del pasado no puede dejar de rendirle tributo a ello, en definitiva para que en el futuro no sea parte del problema sino parte de la solución.

Cuando queremos ignorar el sentido común e inventar cosas ingeniosas para las que a veces se usa el nombre de ingeniería financiera y parece que hay una manera mágica de solucionarlas, quiero decirles que hemos aprendido poco o decepcionarlos y decirles que eso no existe. Parecería que en épocas como ésta es muy claro que tenemos que volver a las básicas, y en ellas, en particular en un banco, nunca podemos apartarnos, y si nos apartamos, si el que se aparta es un banco grande, eso después termina en algo que -no pensaba hacer el comentario, pero voy a hacerlo-… mi tesis es que en Uruguay vivimos en una especie de capitalismo real. Es pero no es. Y para cambiar algunos comportamientos que básicamente tienen que ver con los incentivos que están detrás de cómo operan los bancos, el BROU, las empresas y lo demás, tengo la sensación de que aun aquello que creemos que quizás no sea la mejor manera, porque siempre pagan los que están peor; con el correr del tiempo aprendemos a manejarnos en ese ambiente, llega un momento en que nosotros mismos nos justificamos, aunque de entrada no estuviéramos de acuerdo. Y después, además, como es la única manera de sobrevivir -es obvio que no hay otra manera de hacerlo-, aunque estemos de acuerdo con la solución desde el punto de vista intelectual, siempre chocamos en lo que chocamos: en la implementación, porque ¿quién mueve primero?

En el fondo, en Uruguay se han quebrado algunas cosas: hace tiempo que perdimos la confianza en la moneda, importamos otra moneda, después perdimos la confianza en los bancos y retiramos esa moneda de los bancos y eso es fuga de capitales. Fuga de capitales no es sólo cuando un banco aprieta una tecla y hace un giro al exterior; cuando alguien se llevó dinero a su casa decidió financiar a tasa cero al gobierno de Estados Unidos, no importa cuál fue la razón por la cual lo hizo, quizás hubiera sobradas razones para hacerlo.

El segundo punto, además de la "B", es la preocupación de que de nuevo venimos corriéndola de atrás. Nos pasó durante la crisis, nunca se puede anticipar todo, pero hoy que ya sabemos parte del resultado y nos parece que si bien es lógico que haya que atender alguna situación que arrastramos, también hay que atender a los vivos. Tenemos un problema de infección en un dedo, si lo vamos viendo por falange un día nos va a afectar el brazo, hay que dar un paso y ponerse adelante. En ese sentido lo que quiero intercambiar con ustedes es que me parece que el rol del BROU no puede estar ausente, porque puede que mientras tanto pasemos por arriba a los contratos y cuando vayamos a ese problema tal vez sea demasiado tarde. No es por defender al BROU como tal, el tema es que para que una sociedad compleja funcione y que la cadena de ahorro funcione de un lado al otro, se requiere -hoy se hacía alusión al contrato social, yo voy a mencionarlo en un sentido distinto- una especie de contrato social a nivel público. Aunque son contratos individuales, es la manera en que nosotros, a través de los bancos, hacemos esa canalización. Cuando eso se quiebra es porque hay una especie de desconfianza entre nosotros, la confianza se ha roto y eso la va a reconstituir. El hecho de pasarle por arriba a los contratos ayuda bien poco.

En otras palabras, nuestra preocupación por los depositantes reprogramados es porque queremos tener crédito, y cuando queremos tener crédito lo que tenemos que hacer es cumplir, porque queremos que nos sigan prestando. Así funciona. Nos parece que esto a lo cual hoy nos vemos enfrentados es lo mismo que vemos del otro lado, nos sorprende de una manera poco esperable cómo quien necesita crédito hable sólo de problemas de endeudamiento. Me pregunto, entonces, si no queremos que haya más endeudamiento, ¿vamos a decir que no haya más deuda, vamos a decir que haremos una especie de capitalismo popular en Uruguay, donde todos vamos a ser accionistas de las empresas y no va a haber más préstamos bancarios? Para eso se requiere un par de soluciones: que las empresas abran el capital y que nosotros, como uruguayos, en lugar de ir a los bancos vayamos a comprar acciones o empresas. Parecería que ése no será un proceso sencillo, lo normal en todas partes es que una empresa se financie en parte con deuda y en parte con capital, por lo tanto la deuda no siempre es un problema, es algo que uno busca si quien tiene la idea genera una tasa de retorno más alta que lo que está pagando. Ése es el secreto, ésa es la delegación que los depositantes hacen en los bancos y eso es lo que los bancos tienen que manejar, pero es para preservar, entre otras cosas, el crédito, y detrás del crédito está el manejo de la tecnología y las máquinas, detrás de eso hay gente trabajando y cosas produciéndose. No es otra cosa.

El punto final es el problema del riesgo moral. Todos sabemos que quien logra una ventaja individualmente está mejor, pero si somos muchos los que logramos ventajas estamos todos peor. Por supuesto, si no se logra revertir ese estado de cosas uno puede luchar contra eso hasta que llega un momento en que se rinde y dice: bueno, si éstas son las reglas de juego… Pero quiero aclarar: de juego tienen poco esas reglas, porque el resultado es que hay perdedores, que quizás no están en esta sala, estoy seguro de que no están en esta sala y muchos de ellos no tienen ni siquiera para comprarse una radio para escucharnos, existen perdedores de ese juego. Porque hay menos inversión, hay menos créditos para el agro, hay más incertidumbre, la calidad de la inversión y el empleo baja y terminamos de esta manera.

Quería plantearles cómo posicionarse ante esto del incumplimiento que en algún libro de texto que todos conocen llamamos riesgo moral. El otro riesgo es hacia adentro del banco. La forma como el banco funciona, trasmitimos incentivos en la cartera de acuerdo a cómo tratemos a los deudores y a los depositantes o clientes, pero también hacia adentro. Tenemos un estatus jurídico, somos una empresa no monopólica, multinacional, de capital público, regida por derecho público. Son todas cosas distintas y están todas en un mismo lugar. Eso da lugar a incentivos hacia dentro también, que tenemos que ver, que también implican… llamémosles problemas de agencia o como quieran, esto es cómo logramos una clara conceptualización del banco, de cuál es su rol para que a partir del mismo surja clarito qué es lo que hay que hacer, a partir de ahí nos alineemos y cuando nos desalineamos los interesados, que están en esta mesa también, nos lo hagan saber. Una de las cosas que nos llaman la atención es que últimamente hemos tenido poca presión en ese sentido. Nada más.


Transcripción: María Lila Ltaif
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Gentileza de Rúbrica



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