Discurso
de Mariano Arana en el IV Congreso del Frente Amplio
Queridas compañeras y queridos compañeros frenteamplistas:
Queremos
extender un apretado abrazo a nuestros militantes de los Comités
de Base, de las coordinadoras y las departamentales, a los integrantes
de la totalidad de los sectores políticos, pertenecientes
a nuestra fuerza política que han llegado hasta aquí,
desde los más diversos rincones del país y desde el
extranjero.
En
el día de hoy queremos compartir con todos quienes participan
de este Congreso tan fundamental para el desarrollo de nuestra fuerza
política, (con todos los frenteamplistas y con todos los
uruguayos), algunas ideas relacionadas con temas que entendemos
medulares en la coyuntura presente.
En
primer lugar queremos realizar una reflexión acerca de los
hechos que han conmocionado y siguen conmocionando al mundo entero.
Al respecto, debemos expresar nuestra más absoluta condena
a la barbarie terrorista que ha golpeado en esta oportunidad a los
Estados Unidos, con salvajes e injustificables atentados, de trágicas
consecuencias.
Nuestra fuerza política se pronunció de inmediato,
de forma categórica y sin fisuras, condenando esta muestra
de desprecio de valores esenciales como el respeto a la vida, la
convivencia pacífica, la aceptación de la diversidad
y la tolerancia entre la multiplicidad de nacionalidades, comunidades
étnicas, tradiciones y creencias.
Así se ha pronunciado también todo el espectro político
nacional con una enérgica y unánime condena a semejantes
atrocidades.
Nada,
bajo ninguna circunstancia, justifica el terrorismo en cualquiera
de sus formas.
Nada justifica la violencia ejercida contra poblaciones indefensas.
Hemos defendido desde siempre el respeto absoluto del derecho a
la vida así como el absoluto respeto a las normas del Derecho
Internacional.
El pensamiento y la acción de las fuerzas progresistas apuesta
a la vida; a la libertad, a la justicia, a la convivencia pacífica;
defiende la vida en todo momento y en todo lugar; la defiende tanto
en los Estados Unidos como en Somalía, la defiende tanto
en Israel como en Palestina, la defiende en Irlanda frente a la
intolerancia religiosa que agrede a escolares indefensos o en el
País Vasco frente al terrorismo criminal de la ETA.
La ha defendido y la defiende en el Uruguay y en la Argentina, tanto
frente a los terribles atentados de la AMIA y la Embajada de Israel
como en tiempos del terrorismo de Estado, (una forma de terrorismo
tan condenable como las otras) cuya existencia no hemos dejado de
denunciar.
Precisamente
este Congreso rinde homenaje y tributo a una mujer inclaudicable,
a una luchadora social de toda la vida, a una madre que hasta su
último aliento no dejó de pelear en pro de la verdad,
de la justicia y a favor de la vida. Saludamos compañeros
la memoria de Tota Quinteros, una auténtica abanderada de
la justicia social, y los Derechos Humanos.
Nuestro
objetivo es la paz mundial y la vigencia del derecho internacional.
De allí nuestra concordancia absoluta y nuestra satisfacción
por la posición asumida por nuestra fuerza política,
y por el Presidente de la República, el Dr. Batlle, en coherencia
con una postura en materia de política internacional que
desde siempre ha distinguido a nuestro Uruguay.
Recordemos,
que aún bajo las más duras condiciones, el Frente
Amplio optó por la paz. Desde sus instancias fundacionales,
el General Seregni subrayaba que éramos una fuerza "pacífica
y pacificadora", concepto que retomó en marzo de 1984
a su salida de la prolongada prisión, a la que se lo sometió
por haber defendido la libertad, la Democracia, la Constitución
y la Ley.
Esa
vocación de paz, de pluralidad, de entendimiento, de inclusión,
y de transformación con justicia social, es la que preside
este Congreso, un Congreso que deberá ser la antesala de
la victoria en el 2004.
El
segundo tema que queremos compartir con todos Ustedes es que este
Congreso, esta instancia democrática que nos enaltece como
fuerza política en el contexto del país, debe constituirse
en jalón fundamental en el camino del Frente Amplio y del
Encuentro Progresista hacia la conquista del gobierno y la transformación
del Uruguay.
Todos
conocemos las dramáticas circunstancias que padecen nuestros
compatriotas. Somos concientes de las dificultades derivadas de
la situación económica de la región. Somos
concientes que el Uruguay está atravesando uno de sus períodos
más difíciles y más complejos de los que tengamos
memoria.
Por lo mismo, debemos encontrar caminos de salida a la crítica
situación de estancamiento y recesión que está
castigando al país todo y fundamentalmente a los sectores
populares, a los pequeños y medianos empresarios, a los productores
rurales, a los asalariados, a los jubilados y pensionistas, a los
excluidos y a las víctimas del terrible flagelo de la desocupación.
Nuestra gente mira cada vez más al Frente Amplio y al Encuentro
Progresista como la esperanza de un cambio posible, capaz de diseñar,
de imaginar y de soñar con una expectativa de vida digna
en nuestro propio suelo, y no verse empujados a la emigración.
Nuestra gente está cansada de promesas incumplidas y propuestas
insustanciales.
Día
a día los uruguayos se están volcando, a esta gran
correntada cívica que le posibilita fundar una real esperanza
en el futuro, que ya está proponiendo soluciones de emergencia
para los sectores sociales más afectados, que en alguna medida,
está ya transformando el país y que lo va a seguir
transformando.
Desde
hace más de once años, cuando Tabaré asumió
la Intendencia Municipal de Montevideo, venimos desarrollando, en
la práctica, nuestra vocación transformadora y nuestra
coherencia entre los principios y el accionar transformador.
Desde hace más de once años venimos trabajando en
forma coherente y sostenida por la elevación de la calidad
de vida de nuestra gente, que venimos luchando contra la pobreza
y la exclusión social, que venimos transformado el espacio
urbano y el paisaje humano de Montevideo, de la mano de la descentralización
y la participación social.
Por
cierto que tenemos mucho aún por delante: mucho para hacer
y mucho para mejorar.
No estamos conformes: somos inconformistas porque aspiramos a superarnos
permanentemente.
Desde hace ya más de once años que la gente sabe que
cuenta con nosotros.
Y lo saben no sólo los vecinos de Montevideo, sino que lo
sabe el país todo.
Y lo saben los empresarios y el sector privado con los cuales hemos
realizado acuerdos para beneficio de la gente.
Y lo saben las cooperativas y los trabajadores organizados.
Y lo saben los jóvenes de los barrios periféricos
que realizan su primer experiencia laboral en un marco de respeto
y dignificación.
Y lo saben los estudiantes universitarios que realizan sus becas
y pasantías laborales en nuestros servicios.
Y lo saben nuestros viejos que se reúnen en los clubes de
abuelos y las madres que llevan a sus niños a las guarderías
y merenderos.
Lo saben los sin techo y los discapacitados. Pero esto es apenas
el inicio de un camino para un cambio más trascendente al
que el Frente Amplio y el Encuentro Progresista están convocados.
Este
Congreso, queridos compañeros, tiene que constituirse en
un jalón fundamental en el proceso que nos va a llevar de
ser la primer fuerza política del país (que lo somos
ya desde octubre de 1999) a ser gobierno nacional con el respaldo
mayoritario de la ciudadanía oriental.
Precisamente,
este Congreso, compañeras y compañeros, tiene que
apuntar a esa meta esencial para el próximo período.
Nada
hay más importante, nada más prioritario.
Ningún objetivo es más trascendente ni transformador.
El
país -lo vemos día a día- se nos cae a pedazos
y será el Frente Amplio, esta enorme columna cívica
que nació apelando a la mejor tradición de la gesta
artiguista, a quien le corresponda construir, desde nuevos y sólidos
fundamentos democráticos, la República perdida.
Será
el Frente Amplio el que convoque a esta empresa patriótica,
a todo el espectro político y social del país: a los
sectores político partidarios, al empresariado, a los productores
rurales, a los sectores de la cultura y de la ciencia, a los estudiantes,
los intelectuales y académicos, a los trabajadores y sus
sindicatos, para encarar, entre todos, la empresa de salvar al país.
Será
el Frente Amplio y el Encuentro Progresista, los que sigan convocando,
a través de su programa de transformación, de su programa
nacional, popular y democrático, a cerrar filas para re -
encauzar nuestro propio destino como nación y a iniciar una
era de progreso y esperanza.
Será
el Frente Amplio y el Encuentro Progresista, los que sinteticen
las más generosas tradiciones políticas del país;
aquellas que provienen del ideario Artiguista, pasando por las mejores
posturas nacionalistas expresadas en la defensa del sufragio y la
representación proporcional, en el anti imperialismo y la
soberanía nacional, y la lucha por una auténtica descentralización
que alcance a todo el país; a las mejores opciones del batllismo
de principios de siglo encauzadas a la defensa del obrero y de la
legislación social de avanzada; a las mejores tradiciones
cristianas, fundadas en el mensaje evangélico y su potencial
liberador; a las mejores tradiciones del movimiento obrero y de
las corrientes libertarias y socialistas con una larga historia
de organización unificadora y solidaria.
Será
el Frente Amplio el que conjugue, en coincidencia con el Encuentro
Progresista, el anhelo de paz, de armonía y de superación
que hoy es clamor de parte de nuestros viejos y de nuestros jóvenes
que enfrentan el fantasma de la emigración, de los niños
que nacen y crecen en situación de pobreza, de las madres
adolescentes, de los desocupados y los subocupados, de los que tienen
hambre, de los que no tienen techo, de los que no tienen ni esperanza
ni expectativas.
Es
en ese entendimiento, y apelando a los mejores referentes de nuestros
momentos fundacionales, que deberemos convocar, desde este Congreso,
a todos los orientales honestos, vengan de donde vengan y piensen
lo que piensen, a acordar un programa patriótico de soluciones,
para salvar al país.
No
podemos bajar los brazos ni dejarnos ganar por el desánimo.
Debemos expresar contundentemente nuestra voluntad de implementar
soluciones de emergencia y, para impedir que nuestros jóvenes
se sigan yendo y que nuestros viejos y nuestros niños sigan
pasando privaciones.
Y
a la vez, tenemos que preparar, desde ahora, el gobierno que nos
va a tocar ejercer.
Con sensibilidad social y con capacidad política y técnica.
Sin el facilismo de los burócratas.
Sin la soberbia tecnocráctica.
Sin el sectarismo reduccionista.
Rechazando de plano toda forma de inconducta e irregularidad individual
o grupal, como las que desgraciadamente han llevado al descrédito
de buena parte del sistema político.
Apostando a la apertura mental y al análisis sereno y responsable.
Apostando a la congruencia entre lo que se piensa y lo que se dice.
Apostando a la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Apostando a la decencia y la cristalinidad en el manejo de la cosa
pública.
Ciertamente
podremos alcanzar tales metas, si esta formidable columna cívica,
si esta fuerza política sabe ajustar sus formas organizativas
y sus formas de actuación en consonancia con tal altos objetivos.
Será cierto todo esto, si esta formidable columna cívica
sabe afinar y ajustar sus definiciones políticas y programáticas
a las graves circunstancias de la hora y se prepara, con entusiasmo
y con responsabilidad, para asumir, en breve plazo, los grandes
desafíos que habrá de confiarle el pueblo uruguayo.
ESTO
ES POSIBLE COMPAÑEROS, esto es posible compatriotas.
¡¡¡¡Viva el Frente Amplio!!!!
Viva
el Uruguay del Futuro.
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