Nuestra
Coalición
Por Condoleezza Rice
La coalición que participa al presente en la difícil
y peligrosa tarea de desarmar a Iraq es sólida, amplia y
diversa.
Alrededor de 50 naciones están comprometidas a quitarle
al régimen de Saddam Hussein sus armas mortíferas,
destructivas e ilegales. Para poner esto en perspectiva, la población
combinada de los países de la coalición es de casi
1.230 millones de personas, con un producto interno bruto de alrededor
de 22 billones de dólares. Esos países están
en cada continente del globo, y representan a todas las principales
razas, religiones y etnias del mundo .
Tan diversa como es la coalición, cada miembro comparte
una meta común. No
buscamos otra cosa que la seguridad de nuestro pueblo. Muchos miembros
han padecido el terror ellos mismos; todos comprenden el terrible
precio del
terrorismo y el peligro potencialmente catastrófico de las
armas de destrucción en masa.
Pero, lo que tiene importancia vital, todos tenemos la voluntad
de enfrentar la amenaza más grave de nuestro tiempo -- el
nexo entre los regímenes proscritos, las armas de destrucción
masiva y el terrorismo. El mundo ha visto lo que ocurre cuando los
países que reconocen las amenazas en surgimiento o presentes
carecen de la voluntad de enfrentarlas. Muchas veces, en el siglo
pasado -- y tan recientemente como la década pasada -- el
mundo no actuó oportunamente para evitar una crisis o enfrentar
una amenaza. Algunos de los miembros de la actual tuvieron que soportar
durante décadas las consecuencias mortíferas y terribles
de esa falla.
Algunos sólo recientemente han emergido de tiranías
impuestas -- y no en pequeña parte -- por causa de ese fracaso.
Hace meses el primer ministro de Estonia le dijo al presidente Bush
que él no necesitaba una explicación de la necesidad
de enfrentar a Iraq. Porque las grandes democracias dejaron de actuar
en la década de 1930, su pueblo vivió en la esclavitud
durante 50 años.
Los miembros de esta coalición no han rehusado actuar. Están
contribuyendo
con diferente personal, servicios y materiales, de acuerdos con
sus medios y pericias. La Primera División Blindada británica
enfrenta a unidades iraquíes bien equipadas en el sudeste
y salvaguarda el campo petrolífero del sur y la vital ciudad
portuaria de Umm Qasr, por donde pronto afluirán toneladas
de ayuda humanitaria. La armada australiana aporta apoyo de artillería
a las tropas de la coalición en el sur de Iraq, y despeja
de minas el puerto de Umm Qasr. Fuerzas especiales de Polonia protegen
una importante plataforma petrolera iraquí en el Golfo. Un
submarino danés vigila a la inteligencia iraquí y
provee advertencias anticipadas. Fuerzas especiales checas y eslovacas
de armas químicas y biológicas están en Kuwait,
listas para reaccionar a un posible ataque iraquí con ADM
en cualquier lugar del teatro de operaciones.
Muchos otros países proveen abastecimientos y apoyo logístico
y de inteligencia, otorgan derechos de sobrevuelo y de establecer
bases, y suministran ayuda humanitaria y para la reconstrucción.
Otras naciones están dispuestas a enfrentar el terrorismo,
aunque no los medios de participar en las operaciones. Cada instancia
de apoyo, de cada país -- no importa cuán pequeño
o grande -- ayuda a ganar esta guerra, y cada una es agradecida.
Al progresar la guerra y al evolucionar la situación en
tierra, aumentará el papel de muchos de los miembros de la
coalición. Cuanto más dentro en Iraq avancen las fuerzas
de la coalición, más necesidad habrá de diversos
equipos especializados. Y a medida que la seguridad mejora, las
tareas de ayuda y reconstrucción podrán proceder más
rápidamente en diversos lugares de Iraq, con más personal
de la coalición para prestar servicios esenciales.
Y al ampliarse la guerra contra el terrorismo y continuar la lucha
contra la proliferación de armas químicas, biológicas
y nucleares, todas las naciones necesitarán, más que
nunca, estar unidas para enfrentar las amenazas definitorias de
nuestra época. Como el fin de la Guerra Fría y de
la Segunda Guerra Mundial, el 11 de septiembre fue uno de esos relativamente
raros terremotos que provocan prolongados cambios tectónicos
en la política internacional. Se ponen a prueba alianzas
establecidas desde hace tiempo e instituciones venerables. La comunidad
internacional puede ponerse a la altura de este desafío,
como se ha puesto anteriormente a la altura de desafíos parecidos.
La coalición actualmente reunida para desarmar a Iraq señala
el camino.
Juntos, estamos decididos a hacer todo lo que podamos para evitar
que Saddam Hussein o los terroristas con las armas de Saddam, repitan
el 11 de septiembre en una escala más vasta. Al seguir trabajando
juntos -- y seguir trabajando para reclutar a tantos países
como sea posible -- podemos ayudar a evitar que ocurran desastres
similares o peores que broten de otra fuente en otro momento.
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