Palacio Salvo, el ícono
de Montevideo a los 75 años
Fue
el edificio más alto de América de Sur. Una obra sólo
imaginable en el próspero Uruguay de comienzos del Siglo
XX. Deteriorado pero tratando de recuperar algo de su viejo esplendor,
el Palacio Salvo sigue definiendo el perfil de la ciudad desde un
rincón de la Plaza Independencia.
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Era
una época de esplendor económico en el mundo y en
el país, donde los grandes inventos estaban por descubrirse,
donde todo era posible. Era 1928.
En Londres, Alexander Fleming descubría la penicilina y
revolucionaba el campo médico.
En Estados Unidos, nacía el Ratón Mickey de la mano
de Walt Disney.
En Amsterdam, la selección uruguaya de fútbol era
campeona olímpica.
En
Uruguay, país próspero que estaba en pleno crecimiento,
abría el Frigorífico Nacional para exportar la carne
uruguaya al mundo. El peso uruguayo estaba casi a la par del dólar.
Pero también eran tiempos de efervescencia social, los anarquistas
estaban en Uruguay y se hacían notar, el atraco al Cambio
Messina fue el suceso policial más destacado.
Las
grandes obras arquitectónicas eran posibles. El Palacio Legislativo
en 1925 y el Estadio Centenario en 1930, son dos claros ejemplos.
Pero sería el Palacio Salvo, inaugurado en 1928, la construcción
que se robaría toda la atención y desataría
una fuerte polémica entre sus detractores y defensores.
El Palacio Salvo fue realizado por el arquitecto Mario Palanti
y decorado por el pintor Enrique Albertazzi, es un compuesto de
tendencias arquitectónicas en desuso, una especie de Frankenstein
de cemento y mamposterías.
El Intendente de Montevideo, arquitecto Mariano Arana, comenta
la importancia del edificio:
"Un
hombre como Mario Palanti de origen italiano, pero que prácticamente
parte de su obra esencial la hace en el Río de la Plata.
Desde luego en Buenos Aires, donde tiene el Palacio Barolo, que
viene a ser el hermano menor del Salvo. Pero (dejó) una cantidad
de otras edificaciones de primerísima importancia. (Tenía)
una modalidad relativamente retrasada en cuanto a las corrientes
de vanguardia que ya hacia 1920 y en adelante se estaban reflejando,
no solamente en Europa sino en la propia arquitectura uruguaya."
Durante dos años se perforó el suelo hasta llegar
a una profundidad de doce metros para levantar un edificio de 27
pisos, dos sótanos y 370 unidades habitacionales. Tiene una
altura de 95 metros.
Al construir el Palacio Salvo se estaba creando el edificio alto
de América del Sur, y por lo tanto había que asegurarse
de que los cimientos fueran lo suficientemente fuerte como para
soportar el peso.
"Y
esta sentado sobre basamento cristalino porque como era una experiencia
nueva tenían miedo que se fuera a mover, entonces primero
habían hecho los cimientos (....) por debajo del nivel de
la calle, y después decidieron para asegurarse llevarlo hasta
el basamento cristalino, esa roca dura que imposibilita el movimiento",
comentó Francisco Paco Grillo, propietario del Estudio de
grabación La Batuta, ubicado en el entrepiso del Palacio
Salvo.
Si complicada y delicada fue la construcción de un edificio
de las características del Salvo, no menor fue la historia
de la familia. Dr Juan Carlos Reyne, escritor y habitante del Salvo
y que acaba de editar un libro llamado: "Un dirigible sobre
el Palacio" dedicado a los 75 años del edificio comentó
que su trabajo contiene "toda una historia del Palacio Salvo
y de la familia Salvo desde los comienzos, desde la entrada de la
familia Salvo acá como inmigrantes."
Los
Salvo eran tres hermanos que compraron el predio en 650.000 pesos
para construir una obra similar al edificio Barolo de Buenos Aires.
Allí había una confitería llamada La Giralda,
en donde se escuchó por primera vez en 1917, los compases
de La Cumparsita.
Angel Salvo, uno de los tres propietarios del edificio murió
antes de que el Palacio estuviera terminado, y cinco años
después de la inauguración también murió
José, otro de los hermanos.
José Salvo era un importante empresario. Tenía dos
hijas y una de ellas estaba casada con un joven de origen humilde
llamado, Ricardo Bonapelch. La noche del 29 de abril, Salvo fue
atropellado por un auto y murió a consecuencia de las múltiples
heridas.
Las investigaciones llevaron a la detención del conductor
que había sido contratado por Bonapelch para matar a su suegro
y quedarse con parte de la fortuna. Bonapelch murió años
más tarde en la cárcel cumpliendo su condena.
Ha
sido imposible conocer la cantidad de obreros, técnicos y
artesanos que trabajaron durante los años en que se levantó
toda la estructura. Para su edificación se emplearon materiales
tan valiosos como mármoles de Carrara, granito de Alemania
para los arcos de La Pasiva y roble del Cáucaso para sus
puertas.
Grillo, aportó un dato poco conocido sobre la construcción.
"En cuanto a la masa del edificio desde la planta baja hasta
piso séptimo todo lo que serían muros exteriores en
realidad no son muros son vigas, como si fuera hormigón armado
pero ni si quiera armado a la manera tradicional con arena, sino
con granito molido".
Los
salones del primer piso con ornamentación Art Decó
fueron realizados por el pintor italiano Enrique Albertazzi, quien
también trabajó en los vitrales del Palacio Legislativo.
Actualmente sólo conserva el techo original la oficina del
estudio de grabación La Batuta. Y ese no es el único
patrimonio de ese estudio, también los artistas que pasaron
por allí: "Zitarrosa grabó acá, grabó
Abel Carlevaro, grabó Jaime Roos", recuerda su propietario.
En la década del 60, la familia Salvo vendió la propiedad
en condominio y varios intelectuales de la época adquirieron
algunos apartamentos. Desde el suyo, la poetista Armonía
Sommers incendiaba Montevideo con los versos eróticos de
sus cuentos. No es casualidad que hubiera en el Salvo un café
Sorocabana, lugar elegido por los intelectuales de la época.
De
la ornamentación original con detalles vegetales y zoomórficos
que presentaban sus fachadas, sólo perduran algunas partes
del friso en bronce de la planta baja.
A principio de los 80, comenzó a caerse la mampostería
aplastando algunos autos que estaban estacionados allí.
En los últimos años la administración del
Palacio Salvo ha tratado de mejorar las condiciones del edificio.
Leonardo Otero, uno de los encargados de las refacciones del Salvo,
explció los arreglos que se están realizando para
el 75 aniversario. "Se está refaccionando todo el edificio,
pero en realidad a cero se trató del piso 11 hasta el 25
inclusive. Para el total de la obra estuvimos 70 días, también
diseñamos este mirador y lo ejecutamos. Las aberturas de
madera, la parte del medio punto esta todo original. Y también
inclusive se dejó una abertura para acceso al balcón,
es el último ventanal que tiene una puerta blindex para poder
acceder al balcón o limpiarlo y también se puede ver
desde el balcón".
Cabe agregar que aunque se están realizando esfuerzos importantes
en el acondicionamiento del edificio, los primeros pisos muestran
un deterioro importante.
La
gama de habitantes y actividades del Palacio Salvo desde su inauguración,
ha sido y es muy heterogénea.
En la década de los 80, en el primer piso del Salvo se realizaban
los famosos bailes "del Coco Bentacur". El propietario
del quiosco Italia desde hace 45 años, los recordó.
"Me acuerdo de los famosos bailes del primer piso, en un momento
estaba Danger, (risas) yo venía a bailar en aquellos años.
Después estaban los bailes de Cumbia, que ahí no me
gustaban mucho, después los bailes de tango. Y este edificio
tiene toda una historia han vivido personas célebres, conocí
muchísima gente. Tuve oportunidad de conocer a Naná,
entre otras personas.."
Durante la dictadura militar de los 70 y principios de los 80,
también fue emblemática la presencia de CX 30, Radio
Nacional que transmitía de el edificio.
En los pasajes laterales del edificio continúan inalterables
al paso del tiempo los quioscos de diarios y revistas.
Edificio
sociedad anónima
En un edificio tan grande es imposible no encontrar excentricidades,
rarezas o historias prohibidas.
De estas últimas, guarda muchas entre sus cuatro paredes:
por ejemplo un apartamento totalmente decorado de rojo y con cama
redonda al tono, que supo albergar "romances" de importantes
empresarios uruguayos.
Realmente, el Salvo albergó casi todo lo imaginable. Una
vecina describió que había muchos apartamentos utilizados
por adivinadores de futuros inciertos. Y casas de masajes para presentes
placenteros... La vecina dijo que ya fueron erradicadas. Hoy se
encuentran, entre otras cosas, principalmente oficinas de inmobiliarias
y hasta un club de billar.
Hasta hace poco, en uno de los apartamentos vivían personas
en comunidad y criaban hamsters.
Beatriz Quiroga, presidenta del Palacio Salvo S.A, destaca como
algo positivo que en los últimos años la administración
del Salvo logró sacar del edificio varios negocios de dudosa
reputación que estaban instalados allí. Actualmente
se puede encontrar personajes como el Pato Celeste, músicos,
escritores, empresarios y otras personalidades destacadas de la
sociedad rioplatense.
Según
Quiroga el edificio alberga a una gran diversidad de personas: "Hay
mucha gente que vive desde cantidad de años, que pertenecen
a la historia del Palacio Salvo. Es tan ecléctico lo que
ocurre sociológicamente con esta gente, como ecléctico
es el edificio. Porque hay personas que hace 50 años que
vive, gente que vive hace 30, que vive hace 20. Y hay gente que
vive hace cinco o seis meses"
El Salvo no fue pensado en sus orígenes como edificio de
apartamentos sino como un complejo hotelero y comercial. Y esto
se nota más allá de las mejoras que ha logrado la
administración en los últimos años. Pero como
el Palacio Salvo es una Sociedad Anónima, manejarlo resulta
muy complejo.
Las acciones son otorgadas de acuerdo a la cantidad de metros cuadrados:
cuánto más metraje tiene un apartamento más
acciones tiene la persona. Los propietarios no tienen títulos
de sus apartamentos sino acciones.
Un
tema difícil y que no se ha logrado resolver es el de la
ropa colgada en el fachada del Salvo. Este problema existe porque
el edificio no se ideó para albergar viviendas de apartamentos
y por lo tanto, no tiene la infraestructura adecuada. Quiroga explicó
que hay muchas dificultadespara regular esto. Pero aunque la ropa
colgada en una fachada puede ser algo natural en muchos edificios
es un déficit en el Salvo que es Patrimonio Histórico
Nacional. Quiroga dijo que "desgraciadamente algo, algo degrada.
Mi esfuerzo sería el tratar de impulsar y alentar a sus propios
propietarios para que las vayan mejorar en la medida que las posibilidades
económicas del país lo permitan".
Pero
el Salvo no es un edificio convencional, ni en su tamaño,
ni en la cantidad de gente que vive en él. Y por lo tanto,
la seguridad es extremadamente cuidada. Lo confirma una inquilina
del edificio. "Me ha pasado hasta ahora que vienen primas mías
y bueno, tienen que dar el número. Saben que vienen para
mi casa pero igual dan el número de cédula. Como que
te molesta un poquito pero tiene que hacerlo por la cantidad de
gente que entra. Claro, queda incómodo para la persona que
le piden,. Pero en parte está bien, porque hay veces que
entra gente que no conocés. Me ha pasado de querer subirme
al ascensor y ver gente que no conozco y no me sube. Claro,
son muchas personas, son muchos apartamentos. Según tengo
entendido acá son 45 apartamentos, sólo este piso,
según lo que me dijo una señora. Ahí fue como
que me asusté un poco, y digo: bueno somos muchos."
El Salvo es un eterno gigante que fue testigo del apogeo del país,
así como también de las épocas oscuras y de
las actuales. Siempre está ahí, enorme, controversial....
Es una imagen de Montevideo.
Informe: Lucila Carbal, Virginia Morales y Fiorella Galeotti
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