En Alemania, un estudio midió la presión arterial de más de 4.200 escolares de educación primaria, niños de ambos sexos con una media de edad de 5,7 años, resultando que aquellos cuyos padres fumaban tenían más probabilidades de tener la presión sanguínea más elevada en un 21%.

Dicho aumento en la tensión puede continuarse hasta la edad adulta y contribuir a la aparición de problemas asociados al sistema circulatorio, como ictus o infartos. El aumento de la presión es más significativo en el caso de la tensión arterial sistólica, la alta, la cual se incrementaba una media de 1,0 milímetros de mercurio (mm Hg), mientras que en el caso de la tensión diastólica, la baja, era 0,5 milímetros más de media.

"El tabaquismo de los padres no sólo es perjudicial para el funcionamiento pulmonar de los niños, sino que representa un riesgo para su futura salud cardiovascular", indicó a El Mundo de España Giacomo Simonetti, líder del estudio realizado en la Universidad de Heidelberg, Alemania y en el hospital pediátrico de Berna, Suiza.

En el caso de niños que presentan otros factores de riesgo además de la exposición al tabaco, los niveles de tensión son aún mayores. Simonetti sostuvo que "la media de la presión sanguínea aumentaba en proporción a la acumulación de factores".

El especialista además agregó que "la prevención de enfermedades adultas como el infarto cerebral o el ataque al corazón comienza durante la infancia", según manifestó en El Mundo.