Los doctores, dentistas y demás profesionales de la salud neoyorkinos ya no escribirán recetas en papel para entregar a sus pacientes, sino que las enviarán directo a las farmacias.

El mecanismo se encuentra regulado por ley, y en ella se prevén excepciones en caso de emergencias o situaciones atípicas.

La ley tiene como objetivo principal hacer frente al abuso de analgésicos al evitar la falsificación de las recetas, así como también dejar atrás el problema de la caligrafía difícil de entender.

Sin embargo, algunos líderes de la industria médica en Nueva York expresaron dudas sobre el requerimiento de recetas digitales para casi todas las situaciones, considerando el riesgo de sanciones legales como multas, la pérdida de licencias o incluso prisión.