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La neofobia, un factor que determina los hábitos alimentarios de los más chicos

Identificado como el miedo a las novedades y a la incorporación de nuevos elementos, este trastorno es muy frecuente entre los niños que se rehúsan a sumar alimentos sanos y nutritivos a su dieta.

Hay determinadas personas que disfrutan y se entusiasman con las novedades, mientras que otras experimentan hacia ellas resistencia patológica. Estas diferencias de criterio son observables tanto en situaciones frecuentes como cambiar el estilo de ropa o de peinado, pero también cuando se trata de innovaciones de mayor relevancia, por ejemplo, un cambio de trabajo, el casamiento o la alimentación, pues cuando se trata de transformar o incorporar determinados alimentos a la dieta de todos los días, comienza a manifestarse la neofobia, según publicó Pro-Salud.

Definido por el psicólogo estadounidense William James (1842-1910), este trastorno se caracteriza por "una tendencia a rechazar cualquier cosa nueva, un miedo anormal y persistente hacia casi cualquier novedad".

Desde su salida a la luz, esta fobia ha sido abordada y definida por profesionales de diversas disciplinas entre los cuales los especialistas en nutrición ocupan un lugar preponderante, dado que analizan la neofobia como un factor que influye y determina los hábitos alimentarios de los niños y los adolescentes.

"La neofobia es un trastorno que se ve mucho en nutrición, sobre todo en los niños. En los más chicos es una de las causas principales de inapetencia. Frente a esta situación, los padres deben procurar en primer lugar, no forzar al chico a que coma determinado alimento; en segundo término, probar la incorporación de éste progresivamente y cada tanto. Es decir: si la primera vez la comida no fue del agrado del chico, no hay que volver a dársela al día siguiente", señaló Valeria Hirschler, médica pediatra integrante del Servicio de Nutrición del Hospital Durand.

Además, la especialista indicó que es "muy importante que el niño no asocie un determinado alimento con alguna experiencia traumática, como vomitar, porque en ese caso, lo más probable es que lo rechace. También hay que cuidar la presentación de los alimentos, hacerlos atractivos y que estén a la temperatura adecuada".

En el mismo sentido, Alberto Cormillot, médico nutricionista, director del Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición (IANN) y de la Clínica de Nutrición y Salud, manifestó que "la neofobia suele verse en chicos, pero también en personas anoréxicas, ortoréxicas y restrictivas de cualquier tipo. En el caso de los niños, se da porque no han sido expuestos tempranamente a alimentos como las verduras, las frutas o el pescado. En los adultos la justificación es que los alimentos rechazados confieren alguna condición dañina para algún aspecto de su salud o estética. En ambos casos, no suelen excluirse otros alimentos".

Una pieza fundamental es la actitud de los padres
El rechazo de los chicos hacia determinados alimentos es, en muchos casos, una causa de preocupación para los padres. Sin embargo, de acuerdo con los especialistas, tanto la mamá como el papá deben estar especialmente atentos no sólo a los requerimientos nutricionales de sus hijos, sino también a sus propios hábitos alimentarios.

En este sentido, si los padres siguen una dieta monótona en la cual los platos son siempre los mismos, es muy probable que en algún momento de su infancia, el niño desarrolle neofobia.

"Si la familia se sienta a la mesa y no hay variedad de platos, o si por ejemplo, el padre come verdura y pone cara de disgusto, es casi seguro que ese alimento no va a resultar del agrado del chico. Los padres siempre deben ingerir lo que pretendemos que coman los niños", agregó Hischler.

"Entre los seis meses y el año del bebé, los padres comienzan a ofrecer a sus hijos toda clase de alimentos logrando, en general, buena aceptación. No obstante, con el correr de los años, los niños van desarrollando cierta selectividad hacia la comida. En ese momento, si los padres recortan la oferta, los chicos terminan alimentándose sólo con los platos ofrecidos", indicó Marcela Plaz, médica pediatra, coordinadora del Servicio de Alimentación del Área de Pediatría del Hospital Italiano de Buenos Aires.

Consultada sobre la diferencia en la incidencia de este trastorno en nenes o nenas, la doctora Paz reveló: "La neofobia en los niños en relación con la alimentación no tiene que ver con la cuestión de género, sino con las diferentes modalidades de crianza y con el rol que asuman los padres".

Cuando la neofobia se convierte en trastorno
En algún momento de la infancia, esta condición afecta a casi todos los niños. Su aparición suele darse, por primera vez, en el momento del destete cuando comienzan a introducirse alimentos sólidos o semisólidos a la dieta habitual. También es probable que la neofobia aparezca alrededor de los 3 años, cuando el niño comienza a marcar su personalidad haciendo valer sus preferencias.

"La ansiedad, fobia o resistencia frente a un cambio son componentes naturales de la vida del hombre. Sin embargo, en el caso de la negativa de los chicos a sumar alimentos a su dieta, no se puede catalogar como fobia, porque esta condición suele estar acompañada por otras reacciones como el pánico, que no es de aparición frecuente en los niños. No obstante, es natural que los chicos reaccionen frente a lo nuevo y vayan aprendiendo, a medida que crecen, mecanismos de control que les permiten ir haciendo elecciones", señaló Eduardo Kalina, medico psiquiatra, director médico del Brain Center.

De acuerdo con el doctor Kalina, ante este proceso de evolución, "los padres deben apoyar a los chicos sin presionarlos, para que los niños puedan empezar a vencer la angustia que les producen los cambios y las cosas nuevas".

Según señalaron los especialistas, es probable que, entre los tres o cuatro años, los chicos comiencen a sentirse "cansados" o aburridos de comer determinados alimentos. Esa situación sería totalmente normal, aunque según los dichos de la doctora Paz, los padres deben estar muy atentos para poder determinar cuándo el cansancio frente a determinada comida, o bien el miedo y la resistencia a los cambios, comienzan a convertirse en un trastorno.

"Tanto los papás como los profesionales sabemos que es normal que, al principio, los chicos se resistan a comer determinados platos, pero cuando la negativa se profundiza y se prolonga en el tiempo, hay que estar muy atentos porque en ese momento, la neofobia comienza a ser un trastorno de la alimentación", destacó la especialista.

Los alimentos más resistidos
Al tope del ranking de los alimentos rechazados se encuentran las verduras y las frutas. El pescado, por su parte, también integra la lista de los resistidos. En cuanto a los preferidos, los dulces ocupan, obviamente, el lugar preferencial. "Lo más difícil de incorporar son las verduras porque no tienen gusto dulce. Eso se da porque, en general, los chicos rechazan las comidas saladas", aseguró Hischler. Coincidentemente Paz expresó: "Los niños tienden a rechazar lo verde, es decir, las verduras, así como también las frutas, identificadas con el color rojo. Cuando esto sucede, los papás cometen el error de ofrecer a sus hijos aquellos alimentos que están seguros de que los chicos van a aceptar y entonces se cae en las carnes, la papa, los postrecitos, los lácteos, las patitas de pollo, las hamburguesas y las salchichas".

En cuanto a las estrategias para la incorporación de estos alimentos Cormillot señaló que "lo que pueden hacer los padres es insistir sin que los chicos lo noten, es decir ofrecer el alimento enmascarado y de manera progresiva. En general entre cinco y ocho intentos, son suficientes. De cualquier manera, es importante no presionar y no 'hacer marketing' de lo bueno que es un alimento porque eso a los chicos no les interesa. No hay que caer en discursos, amenazas, ni promesas. Sencillamente hay que darle el alimento al niño en distintas preparaciones".

(Fuente: Pro-Salud)