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El disestrés, un factor de riesgo cardiovascular

El disestrés es una condición que se presenta como respuesta fisiológica frente a determinados estímulos del entorno social, económico o laboral. Cambiando determinados hábitos de vida, es posible prevenir el desarrollo de este cuadro que compromete la salud. Los especialistas recomiendan un tratamiento que combina el abordaje fisiológico y psicológico.

El ámbito social, el afectivo, el laboral y el económico estimulan y condicionan la forma en que una persona vive y siente. Frente a esos estímulos, sensaciones o señales, el organismo se manifiesta elaborando mecanismos de preparación y defensa, informó Pro-Salud.

Cuando las respuestas de nuestro cuerpo son extremadamente intensas, se desencadena un proceso que recibe el nombre de disestrés. Este cuadro es capaz de aumentar el riesgo de padecer enfermedades físicas, desencadenarlas o modificar el curso de su desarrollo.

"Los estímulos ambientales, físicos y psicológicos que son percibidos por una persona como amenazantes desencadenan respuestas en su cuerpo que lo preparan para la defensa. No obstante, esta reacción depende de cómo el sujeto lea e interprete la situación adversa, ya que existen otros factores que intervienen, por ejemplo el momento social y cultural o la historia de vida", comentó María Cristina La Bruna, coordinadora del Servicio de Psicopatología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).

El estrés es siempre, y cualquiera sea la causa que lo provoque, una respuesta fisiológica frente a una determina situación. Sin embargo, en el cuadro denominado disestrés, cuando esa situación se prolonga en el tiempo aumentando la intensidad de la sensación, se está produciendo un daño constante en el organismo. Por el contrario, al patrón de respuestas que se desencadenan sin causar enfermedades, se lo denomina estrés.

En este sentido, la especialista indicó: "Si el estrés es intenso y permanente, las células del cuerpo segregan constantemente sustancias que producen daño, fundamentalmente a nivel cardiovascular. Esto se manifiesta a través del aumento de la presión arterial, la arritmia y el cambio en la composición de la sangre, factor que puede favorecer la acumulación de sustancias dentro de las arterias. Por eso el disestrés, muchas veces denominado ‘la enfermedad del aguante’, se caracteriza por ser una acumulación de condiciones y factores que en algún momento estallan".

En caso de que el paciente se encuentre siguiendo una dieta con alto contenido de grasas y azúcares, sea sedentario o fumador, las posibilidades de padecer afecciones cardiovasculares aumentan inevitablemente.

El primer paso
El contexto social, la incertidumbre laboral, la inseguridad y la violencia son condiciones determinantes para la aparición cada vez más frecuente de cuadros de disestrés. Este tipo de situaciones traumáticas y los acontecimientos de gran impacto emocional producen en el cuerpo respuestas que involucran fundamentalmente cambios nerviosos, hormonales, cardiovasculares y gastrointestinales.

Para poder tratar este cuadro, el primer paso es darse cuenta. Tal como lo explicó la doctora La Bruna, "lo primero y más importante es percibir la situación y los cambios que se están produciendo. Si una persona se da cuenta que no puede dormir, que está comiendo o tomando más, que tiene cambios de carácter, y empiezan a aparecer problemas en los vínculos sociales, dolores o molestias atípicas que antes no existían, es el momento de consultar a un especialista".

En cuanto al abordaje de la afección, la especialista señaló que "una vez detectadas las anormalidades y diagnosticado el cuadro, es importante realizar el tratamiento que sea necesario, que deberá contemplar dos aspectos: lo fisiológico y lo psicológico o social.

Actuar antes
En el campo de la prevención, existen determinadas herramientas que son de gran utilidad a la hora de evitar el desarrollo del cuadro conocido como disestrés.

Sobre la importancia de actuar de antemano, la especialista del ICBA consignó: "Conocer cómo la mente puede influir en la salud y la enfermedad permite a las persona abordar el problema desde un ángulo diferente e implementar estrategias para controlar y prevenir el disestrés".

Entre ellas, se encuentran la práctica de ejercicio físico; la planificación ordenada y anticipada del trabajo; la disminución del nivel de autoexigencia; la construcción de lazos familiares y sociales que permitan obtener un marco de contención frente a las dificultades y preocupaciones y, por supuesto, respetar las horas de sueño y de esparcimiento, buscando las oportunidades para disfrutar momentos de relax al aire libre.

No obstante, La Bruna concluyó: "Más allá del tratamiento, estos pequeños cambios de conducta son útiles para trabajar en la prevención secundaria, es decir, una vez que ya existió un episodio. En ese momento es importante comenzar a hacer ejercicio, retomar los vínculos sociales, hablar con un terapeuta y tener espacios de esparcimiento. También, cabe señalar la relevancia de mantener una actitud positiva frente a la situación, tener esperanza para poder tener otra expectativa de vida". 

(Fuente: Pro-Salud)