"El mundo me ocupa y me preocupa"
Republicana en un país monárquico; feminista en medio de una sociedad machista; antitaurina en una plaza de toros; catalana en España... pro israelí en una continente simpatizante de los palestinos. La periodista Pilar Rahola es indiferente a pocas cosas. Y nadie que la escuche puede quedar indiferente. "Yo no soy nada servil, por tanto soy incómoda", afirma.
(Emitido a las 9.09)
EMILIANO COTELO:
Periodista. Escritora. Política. Filóloga...
PILAR RAHOLA:
Ama de casa...
EC - Española. Catalana. Itinerante por antonomasia.
Esos son algunos rasgos, los más salientes, de nuestra entrevistada de hoy.
Para terminar de definir al personaje podríamos decir también "multifacética"...
PR - No sé...
EC - "Multipremiada"...
PR - A veces.
EC - "Archicomprometida"...
PR - Sí.
7
EC - Polémica...
PR - Sí.
EC - Incisiva...
PR - Sí.
EC - En fin, seguramente lo más conveniente sea escucharla. Por eso, en los próximos minutos el diálogo será con la periodista española Pilar Rahola, de visita por estas horas en Montevideo.
***
Pilar, supongo que te sentirás como en tu casa.
PR - Además me ha hecho mucha ilusión, porque sabes que soy catalana, y de golpe he visto un poeta aquí en la pared, que es Michel Marti Paul, que es uno de mis grandes poetas. Me ha hecho una ilusión extraordinaria. El lugar es bellísimo, pero bellísimo.
EC - Francamente muy cómodo para trabajar.
PR - Además cuentas con escritores en tu tertulia, lo cual dice mucho a favor de ti. No es tan normal eso.
EC - Hay varios, sí.
Según dice tu propia biografía, naciste en Barcelona en 1958.
PR - Ya está bien, ¿tú crees que por tener un micrófono tienes que decir mi edad?
EC - ¿Por qué no?
PR - No me están viendo, no saben que el cutis aún lo aguanto, nada fatal.
EC - Tú no les tienes miedo a las verdades, creo.
PR - Ni tengo miedo a la edad.
EC - Naciste "en el seno de una familia de fuertes convicciones republicanas y antifascistas". Estás casada, tienes tres hijos, eres amante de los animales, doctora en Filología Hispánica y también en Filología Catalana por la Universidad de Barcelona.
¿Cómo se vincula, en tu caso, la filología con el periodismo?
PR - En mi época estudiar periodismo prácticamente no era posible, tenías que estudiar otra carrera, filosofía y letras, humanidades, filología, y derivabas hacia allí. Porque después ya se tipificó como una carrera importante.
Pero muchos de nosotros nos formamos en el ámbito de la literatura, en el ámbito de la lengua, y luego derivamos hacia el periodismo. Yo formo parte de una familia que ha estado siempre muy implicada con la vida política en mi país, mi tío abuelo fue el primer condenado a muerte de Franco, la primera condena a muerte que firmó fue contra Carlo Rahola, que era un intelectual de la época. En mi familia ha habido ministros de la República, diputados. De manera que en el ADN tenía la convicción del compromiso con la realidad, y el periodismo se acerca tanto a ese compromiso... Me movía entre lo literario y lo periodístico, y al final acabé en la trinchera de la política, que es una trinchera compleja, de la cual huí y vuelvo a la trinchera del periodismo, que para mí es el ojo del mundo, es la mirada del mundo.
EC - Pero la filología, según una definición que uno puede encontrar por allí, es la ciencia que se ocupa de los textos escritos a través de los cuales pretende reconstruir, lo más fielmente posible, la cultura que dio lugar a esos textos y que subyace a los mismos.
PR - Pero la carrera fundamentalmente era el estudio de la literatura y del pensamiento.
EC - ¿Y cómo te sirve esa herramienta para hacer periodismo?
PR - Toda persona del mundo que quiera entender la realidad y proyectarse en el futuro tiene que tener una gran dimensión del pasado, y la literatura es la materia del pasado, es la memoria. El material con el que trabaja la literatura de ficción es la memoria, es la vida, uno puede entender mejor la historia rusa si lee a Tolstoi que un libro de historia. O, por supuesto, si lee a Proust reconstruye toda la memoria de Europa. De manera que desde mi punto de vista una buena formación literaria te implica con el mundo de una forma mucho más sutil. Además la literatura es el arte de la sutileza, del matiz, de la construcción de cosmos, de vidas, de universos. En fin, para mí es una pasión. Y además soy una lectora de clásicos, cuando estoy muy agobiada, cuando el mundo me cansa mucho...
EC - Se nota en tus notas, en tus artículos.
PR - ...me vuelvo a los clásicos, que nunca te fallan. Los griegos son fantásticos.
EC - ¿Cómo te llevas con Uruguay? Parece que bastante bien, porque estaba mirando tu blog ayer y me encontré con varias fotos personales, algunas de ellas tomadas en Punta del Este, donde pasaste el último fin de año.
PR - La verdad es que en las fotos de mi blog faltan muchísimas y apenas cuelgo las últimas. Yo a Uruguay he viajado varias veces, mi primer encuentro con Uruguay fue fatal, hacía un frío terrible, yo venía con la piel de verano y de golpe me morí.
EC - Hoy te recibió un frío bastante importante.
PR - No, es fantástico. Y luego en Punta del Este tuve la ocasión de conocer a Sanguinetti en ese momento, que fue un honor. La verdad es que Uruguay es un país... si lo digo aquí me vais a decir que toca, pero lo digo fuera también, es un país muy amable, muy agradable de estar, donde todo, incluso las pasiones tienen sordina, son suaves. De manera que realmente es un país de aquellos que te dan siempre la bienvenida y es muy amable cuando te dice adiós. Es agradable de venir. Y luego, además, uno va finalmente conociendo conceptos, personas, mitos del propio país, eso crea complicidades, lógicamente. Además ustedes saben que son un poco una isla en esta zona del mundo. A mí el primero que me dijo "esto es distinto" fue Sanguinetti. Luego fui descubriendo que era cierto. Todo es distinto aquí, la política, la vida, el sentido de responsabilidad, es un país en este sentido muy europeo. Ustedes lo llaman la Suiza de la zona.
EC - En algún momento nos presentamos como "la Suiza de América".
PR - Pero, con perdón de los suizos, menos aburridos.
EC - Tú has sido durante varios años periodista de radio, televisión, prensa, y esa profesión te llevó a cubrir varios conflictos. Tengo un listado aquí que incluye la guerra entre Etiopía y Eritrea, la guerra de los Balcanes, la primera guerra del Golfo, la caída del muro de Berlín, el asalto al Parlamento Ruso, el proceso de independencia de los países bálticos. ¿Qué te dejan esas coberturas, además de poder poner los datos en el currículo y decir "estuve ahí y sobreviví para contarlo"?
PR - Nunca fui, no puedo considerarme, corresponsal de guerra, eso es un nivel de compromiso periodístico muy alto. Pero tuve la oportunidad, cuando estaba trabajando en televisión, de cubrir algunos conflictos desde una perspectiva más completa, más de programas largos. Eso me permitió mi primer muerto, en el sentido terrible del término bélico, en África, la muerte negra es terrible porque es una muerte que nadie ve, que nadie mira, que a nadie le interesa. Y además es una muerte blanca, es decir, la piel interior es blanca, la ves en las heridas. Recuerdo esa mirada, la muerte tiene otra dimensión, recuerdo una madre que tenía un niño en brazos que hacía tres horas que había muerto y aún lo acunaba...
En fin, realmente esa primera guerra me aterrizó con toda rotundidad en el compromiso, y también en el dolor, en el absurdo, en la fuerza de las mujeres, que mientras sus hombres estaban haciendo la guerra reconstruían la educación, la cultura, la comida. Los aspectos fundamentales de la vida, el vivir, el sobrevivir, era muy femenino. De manera que más que sobrevivir tú, porque mueren muchos periodistas en las guerras pero no es decente hablar del riesgo del periodista, el periodista va porque quiere, es su obligación poner la mirada. De hecho, en la mayoría de las guerras del mundo no ponemos ninguna mirada, pero cuando tú ves la muerte arbitraria, absurda, tan de cerca, los valores fundamentales de la vida adquieren mucho valor.
EC - Por otro lado, ¿no se corre el riesgo de "endurecerse", de perder sensibilidad para la comprensión, para el abordaje de temas más cotidianos?
PR - No, no. Cuando vuelves de una guerra (estoy segura de que todos los que han cubierto guerras lo saben), estás unos cuantos meses en tu país absolutamente atontado, incluso pensando, tú ves los valores del consumo de tu país, que forman parte de lo cotidiano, donde gastas más de la cuenta, te preocupas por nimiedades, y de golpe, cuando vuelves de un país de estos, durante mucho tiempo te sientes muy mal contigo mismo, no quieres gastar en tonterías, piensas ¿qué hacemos en el mundo?
A mí desde luego no me sacó sensibilidad sino que me comprometió más, hasta el punto que me comprometió como madre y decidí adoptar dos hijos, primero uno y después otro, a raíz de estar en un orfanato en África donde había más de dos mil niños huérfanos de la guerra. Que no salvé nada, cuando uno hace un proceso de adopción no se apunta una ONG, hace de madre y de padre, nada más. Pero me comprometí ahí, y es un compromiso de por vida. Tenía una hija biológica y decidí entrar en el mundo de la adopción. A mí no me perdió sensibilidad.
Y luego, tocar la historia de cerca, estar en la caída del muro de Berlín esa noche, he tocado la historia, con muchos miles más. La ilusión, cómo caía el muro, cómo le pegábamos, cómo caían trocitos, la gente se abrazaba. Volver a mi país con una euforia, porque realmente tuve la impresión de que un momento de la historia me había pertenecido un poquito. Y aún tengo un trocito de muro en mi casa.
EC - Ahora una de tus líneas de trabajo más fuerte es la prensa.
PR - En televisión también.
EC - Aquí a lo que más tenemos acceso es a los artículos que escribes, por ejemplo en El Periódico de Catalunya, en El País de Madrid, en La Nación de Buenos Aires, entre otros. Y si miramos tus últimas columnas, podemos encontrar desde una reflexión sobre los trece años del atentado a la AMIA en Buenos Aires, de estos días, tu opinión en torno al conflicto en Medio Oriente, un comentario muy ácido sobre la familia Beckham, una crítica a los sanfermines, algo de ironía sobre la filmación en Barcelona de una película de Woody Allen. ¿Cómo abarcas temas tan variados? ¿Cómo se te meten asuntos tan dispersos y diferentes en tu cabeza?
PR - Porque el mundo me ocupa y me preocupa, y por tanto me apela como... no me atrevo a llamarme intelectual, pero como persona que tiene el lujo enorme de tener espacios abiertos al mundo, que hay gente que lee y a quien le interesa. Es un espacio de responsabilidad, es un lujo, un lujo que a mí me han otorgado aún no sé por qué, tengo que ser responsable con eso. Por tanto me interesa, por ejemplo, el sufrimiento de un toro absurdamente, en una cultura de muerte que no puedo aplaudir, en una fiesta en Navarra. Mi marido es de Navarra, la guerra la tengo en casa, pero yo no puedo entender la muerte arbitraria, tampoco de un animal, y no puedo entender el aplauso ante la tortura, ante la sangre, me repugna. Y no puedo callar, y sé que me gano antipatías, sé que cuando voy a Pamplona me dicen de todo, sé que los toreros se acuerdan de mi madre. Me es igual, me apela.
Y cuando veo que el mundo convierte a unos tipos, a un producto de la lada choluta que son los Beckham en un producto económico importante, me acuerdo de Nietzsche cuando hablaba de la caída de los dioses, de la muerte de Dios. Digo, pero los dioses nuevos son peores, porque como mínimo el nihilismo de algunos pensadores del siglo XX era constructivo, este es el nihilismo puro, es la lada choluta. Y también quiero escribir sobre eso.
Y por supuesto, si soy la oradora (también eso es un honor, más que un lujo es un honor inmerecido) el día del recuerdo de las 85 víctimas de la AMIA, ¿cómo no voy a escribir sobre eso, que me apela directamente, la muerte absurda, arbitraria? Alguien que en nombre de un dios, de una ideología mató a personas, eso forma parte del reto y del compromiso del mundo. De manera que en el fondo soy un poco hábil en una cosa: de lo que creo que no sé o no tengo opinión no hablo, entonces parece que hablo de todo, pero en realidad hay cosas de las que no hablo nada porque no sé nada. No me verás hablar de economía, por ejemplo, porque no es mi fuerte; no me verás hablar de deportes; puedo hablar desde una perspectiva civil de lo que ocurre en el mundo del deporte, pero no saldría de esto. Hay aspectos que me escapan, pero alguien que mira el mundo con un pensamiento crítico y con un compromiso moral, tiene opinión sobre las cosas que ocurren y las describe, y si alguien las lee, fantástico, ese es el compromiso.
***
EC - Hablemos del periodismo y la política. De 1993 a 2000 fuiste diputada en el Parlamento español por Izquierda Republicana Catalana.
PR - El partido de mi familia.
EC - De 1994 a 2000 fuiste vicealcaldesa de la ciudad de Barcelona. ¿Cómo fue este pasaje de periodista a política?
PR - Traumático.
EC - Decías hace un rato que ya no más, nunca más, pero ¿cómo lo viviste?
PR - Fue una aventura extraordinaria, pero también potente, casi como una guerra. En la política viví lo mejor de la política, que es la adscripción directa a unas convicciones, yo fui diputada republicana en un país monárquico, tuve mis encuentros con el rey, le llamé "ciudadano Juan Carlos" y fue un escándalo en España, aunque me llevo bien con el personaje. Pero me gustaría dejarlo sin trabajo, por eso soy republicana. Cuando le dije esto al rey, me dijo "mi trabajo es que tú no lo consigas", el tipo también es listo. Feminista en un país que cuando yo empecé era muy machista, esto ha cambiado considerablemente, antitaurina en un país taurino, catalana en un país donde lo catalán es complicado, de un partido de izquierdas, etcétera.
De manera que era un reto, era un tsunami casi para mí, además la única diputada durante mucho tiempo. Eso fue lo grande de la política, luego la gestión directa de la ciudad de Barcelona, yo gobernaba Comercio, Consumo y Turismo, de manera que toqué la política real, allí donde cambias la vida de la gente. Eso fue para mí una experiencia muy bonita, pero también muy fuerte, la vida privada se te complica, si eres madres se te complica muchísimo, hay aspectos de tu vida que quedan muy tocados, muy choqueados. Al mismo tiempo viví lo mejor de la política, las guerras de partido, las guerras por el poder.
EC - Se dividió el partido, terminaste fundando otro.
PR - Nos fuimos, quedamos fatal, yo decidí que no volvía. A veces en la política lo más duro es tu compañero de partido, y eso no me gustó. Seguro que cometí errores, creo que también tuve aciertos, dejé una huella tan fuerte para bien y para mal que aún hay quien me hace en la política, yo me encuentro en la calle gente que me dice "te voté", y hace como siete años que no estoy, o sea que me votaste en el Jurásico. Pero no me quedaron ganas de volver, lo cual no significa que para mí la política no sea muy digna, pero creo que mi personalidad, que es muy heterodoxa, muy brava, muy apasionada, que me implico mucho en los temas, no casa bien con el dogmatismo de los partidos políticos, los intereses de partido, el voto callado, disciplinado, yo no soy nada servil, por tanto soy incómoda.
En su momento cuando dejé la política hubo un intento de que volviera, por parte del que entonces era candidato al gobierno catalán, que era Pascual Maragal, lo hablé mucho con él y dije "creo que no me sirve". Y cuando él me decía por qué, yo decía "no me sirve en la vida, no voy a ser feliz". Y llega un momento en la vida en que uno también quiere ser feliz. La política me daba pero me quitaba demasiado, el periodismo me da mucho y no me quita tanto, algo me quita, porque en el fondo uno lo que quiere es estar tumbado en la playa en algún lugar del mundo y ver cómo crecen sus hijos, y eso es más complicado. Pero creo que no voy a volver. Uno nunca puede decir eso, pero he puesto todas las trabas y he complicado mi camino suficientemente como para que realmente no vuelva.
EC - Hablemos de otra de las facetas incómodas de tu trayectoria periodística, vuelvo a la biografía que figura en tu blog, supongo que es autorizada...
PR - Sí, esa sí.
EC - Dice: "Desde hace años sigue de cerca la cuestión de Oriente Medio. Ha viajado más de veinte veces a la zona. Es una ferviente luchadora contra la distorsión informativa y contra la actual criminalización del Estado de Israel, y ha convertido la batalla contra el antisemitismo en una de sus causas. Batalla reflejada en decenas de conferencias y artículos". ¿Tú sostienes que existe antisemitismo en España, en Europa?
PR - Sin ninguna duda, pero no lo sostengo, es un hecho, no es una especulación. Pero no es lo mismo, es decir, estoy a favor del pensamiento crítico en todo, también con Israel, y lo he practicado. Ni todo lo que hace Israel me gusta, ni me gustaron todos sus gobernantes, ni me gustan todas sus actuaciones, y me parece pertinente y obligatorio que en el periodismo, en el mundo intelectual, en el mundo de la opinión haya crítica a Israel, sin ninguna duda. Eso es una cosa, y criminalizar al país es otra. He percibido, creo que con mucha rotundidad, en el mundo globalmente, porque también en América Latina, no ha sido una crítica severa pero balanceada y honesta a Israel, sino una criminalización. Israel tiene la culpa de todos los males de la zona, es el culpable de todas las muertes, incluso cuando los matan a ellos, es el país ocupante, es el país perverso, si no existiera sería fantástico.
En cambio no noto la crítica, por ejemplo, al terrorismo palestino, no noto en el mismo balanceo la crítica a los errores de los líderes palestino, hemos llevado a los altares a Arafat, que fue un líder violento, corrupto, que dejó una tristísima herencia en Palestina, que movía miles de millones de dólares y su pueblo se moría de hambre, que el pobre Mahmud Abas, que me parece un tipo importante e interesante no sabe cómo lidiar con esa herencia. ¿Por qué en el mundo, me paso la vida viendo las maldades de Israel y nunca he leído una sola maldad de Palestina? En un conflicto tan complejo, alguna culpa tiene el otro lado. Y lo que es peor, ¿por qué no hablamos de Siria cuando hablamos de Palestina?, ¿por qué no hablamos de Irán cuando hablamos de Palestina? Hamas es una organización que mata personas, y la financia Irán, y otro momento la financiaba Irak, y parece que esto no chista en el conflicto.
Desde mi mirada crítica, considero criminalización no a la crítica honesta a Israel, sino el maniqueísmo, buenos y malos, víctimas y verdugos, convertir un enorme y complejo conflicto en algo simple. Y luego el antisemitismo, que es socio fundador de la cosa.
En Europa existió un antisemitismo terrible, que masacró Europa y destruyó dos tercios de la población judía de Europa. Era de extrema derecha, bebía de las fuentes del cristianismo, que durante siglos criminalizó al pueblo judío. Pero finalmente fue, como es evidente, una expresión del horror fascista. Pero también existió, que nunca lo mentamos, un antisemitismo de izquierdas, que hoy tiene su cara más triste. Ese antisemitismo de izquierdas es el que criminaliza a Israel, el que ningunea al terrorismo y lo minimiza, el que banaliza la Shoa, el Holocausto, cualquier expresión del conflicto en Oriente Medio es un holocausto, cuando el Holocausto no es comparable a nada. Y sin embargo esa misma izquierda y ese mismo periodismo que se implica tan brutalmente con Palestina, no lo hace con Sudán. En Sudán llevamos un millón de muertos, ¿por qué no nos preocupa?
EC - Tienes uno de tus enfrentamientos con la propia izquierda a la que perteneces y con la que te identificas, "la izquierda europea es antiisraelí" has escrito más de una vez.
PR - Es algo más. No toda la izquierda, sin duda, yo me considero también de ese planeta ideológico, por tanto no todos somos iguales. Pero sí es cierto que hay un pensamiento políticamente correcto que te obliga a pensar dogmáticamente. Alguien escribió en mi país, la escritora Rosa Montero, que el pensamiento libre es un territorio inhóspito y solitario. De manera que cuando uno se hace preguntas más allá de los dogmas y las consignas a veces está muy solo. Y yo me siento sin ninguna duda implicada en la sensibilidad progresista por biografía, por compromiso, etcétera, pero no coincido en todo en la dogmática de izquierdas.
No puede ser que en nombre de la izquierda haya personas que me justifiquen que los niños de ocho y nueve años sean educados en el fanatismo que acabará convirtiéndolos en bombas. No puede ser que confundan eso con la liberación de los pueblos, porque eso no es liberación, es destrucción y muerte. No puede ser que el drama de millones de mujeres esclavizadas en el Islam no preocupe a nadie, porque eso es una traición al compromiso moral de la izquierda. No puede ser que en nombre de los valores de la libertad se justifiquen dictaduras. No puede ser que en nombre de los valores de la libertad se criminalice a esa pequeña democracia israelí, que con sus defectos se mantiene como democracia en una zona del mundo donde no hay ninguna. Entonces son demasiadas traiciones, ahí es cuando yo me enfrento, por supuesto me enfrento más a la derecha, cómo no, yo no voy a votar en mi vida al Partido Popular.
EC - Tú dices que eres capaz de analizar críticamente a Israel. ¿Por dónde encuentras los problemas? ¿Dónde están tus censuras a Israel?
PR - Por ejemplo, yo fui muy crítica con la guerra del Líbano. Perdóname, y ahora voy a comprometerme: no porque existiera esa guerra, yo me pregunto qué país del mundo aguantaría, país pequeñísimo, siete millones de personas, no llevan ni un solo día de tranquilidad, o guerras o terrorismo, que tiene que dedicar 60% de su presupuesto nacional a defensa, y con el 40% restante nos ha dado ya ocho premios Nóbel. Lo digo porque el petrodólar no ha dado un solo premio Nóbel al mundo, y es una riqueza ingente, eso también hay que tenerlo en cuenta.
De manera que ese pequeño país, que con sus miserias, sus responsabilidades, sus defectos, aguanta una democracia con una situación de terrorismo, de violencia, con un montón de países cercanos que lo quieren destruir, con un país miembro de la ONU que acaba de decir "ya llegó el tiempo de que el ente sionista desaparezca", que quiere tener la bomba nuclear, que ha hecho un congreso para negar el Holocausto, y nadie ha retirado un solo embajador en el mundo, porque el dinero puede más que la moral. Ese pequeño país, que tiene un ejército financiado por Siria y por Irán, que permanentemente bombardea sus ciudades del norte, que lo quiere destruir y que es más grande que el ejército del Líbano, que un día que después de secuestrarle unos soldados que han entrado en su territorio le han secuestrado unas personas que aún no han devuelto, que permanentemente lo quiere destruir, un día haga la guerra, oiga usted, ¿quién soy yo para decirle que no?
EC - ¿Pero qué es lo que le cuestionas a Israel?
PR - No me gustó cómo la hizo, no me gustaron los errores estratégicos, no me gustó la perspectiva política, no me gustaron algunos de los bombardeos. Yo tengo la obligación también de decirle a Ehud Olmert "usted no fue un buen presidente, no gestionó bien esa guerra". Una vez dicho esto, perdóname que corriendo diga: Irán es responsable de armar un ejército que quiere destruir a otro país; Siria es responsable de ayudar en la logística y en la ideología que finalmente esclaviza a miles de personas en un discurso fanático e intolerante que nos secuestra para decapitar la paz. Por tanto, más allá de los errores que cometa Israel, Israel lidia con algo que no sé qué pasaría en España, si Francia estuviera armando permanentemente un ejército que nos quiere destruir y nos ataca, ¿qué haríamos en España? No sé, ¿pondríamos flores en los fusiles? Es difícil. Le quiero recordar que Gandhi estuvo a favor de la guerra contra Hitler. A veces los caminos de la paz son complicados.
Pero en cualquier caso le voy a decir algo peor o más complejo: yo no soy una ciudadana israelí, no sé cómo me defendería, no sé cómo hay que hacerlo, lo que sí le digo es que como ciudadana del mundo me duele ese conflicto, y también le digo que en nombre de Palestina los hay que destruyen a Palestina, en nombre de Palestina los hay que educan a niños para la muerte, los hay que tienen campos de colonias donde los niños no tienen a Harry Potter en las escuelas, tienen a un suicida. Los hay que financian la muerte y financian el terrorismo, los hay que no financian las escuelas, no financian la cultura de la paz. Si Francia y Alemania después de la segunda guerra mundial hubieran continuado alimentando la confrontación hoy estaríamos a las puertas de una guerra, alimentaron la tolerancia, hoy son un eje estable. Ese es el problema que tiene Mahmud Abas, que creo que es un tipo interesante, que sus generaciones, sus jóvenes, han sido educados para odiar, y ahí nos encontramos con la famosa frase de Golda Meier: "habrá paz el día que ustedes amen más a sus hijos que lo que nos odian a nosotros".
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Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Guzmán Gordillo