Entrevistas

Policía fernandina apuesta al control directo y permanente en la costa

En verano habrá unos 800 policías efectivos en Maldonado, sumados a los que se anoten para cubrir servicios 222. El jefe de Policía del departamento, Eduardo Martínez, apostó a una comunicación directa entre agentes y vecinos. "La tranquilidad se puede lograr, somos 160.000 habitantes y no nos podemos permitir que un puñado de personas venga a complicarnos la vida y no nos deje hacer el gran negocio del país, que es el turismo".

(Emitido a las 9.12)

EMILIANO COTELO:
La preocupación por la seguridad pública está siempre en el tapete. Pero con los primeros calores y acercándose ya la próxima temporada vuelve un clásico de cada año: cómo se manejará la seguridad en los balnearios de la costa.

En particular, en Punta del Este, el buque insignia del turismo en nuestro país, los operadores y las autoridades ya están pensando cómo combatir el flagelo de la delincuencia, que a todas luces es la principal amenaza a la vigencia de ese balneario.

Ayer dimos cuenta, cuando entrevistamos a Luis Borsari, presidente de la Cámara Inmobiliaria de Maldonado, de una reunión que esa gremial mantuvo la semana pasada con el Ministerio del Interior (MI).

Borsari nos explicaba que la inquietud que llevaron trasciende a Punta del Este, decía que hay que saturar con presencia policial las regiones turísticas en general, y que hasta podría pensarse en proteger esos polos con "zonas de exclusión" como las que se arman a raíz de algunos partidos de fútbol...

(Audio)

"LUIS BORSARI:
El planteo fue y es que haya mayor contundencia en el accionar policial con respecto a la delincuencia. Ese es el planteo medular y eso es lo que reclamamos. Después, cómo hacerlo, si quieren implementar una zona de exclusión o no, no es nuestro tema, es un tema del MI y de la Policía. Reclamamos tolerancia cero, no debe haber tolerancia con la delincuencia".

(Fin.)

EC - ¿Qué acogida tuvieron estas ideas en el MI? ¿Cuáles son los planes de la Jefatura de Policía de Maldonado? Vamos a tratar de encontrar respuestas para esas preguntas en diálogo con el propio jefe de Policía fernandino, inspector mayor retirado Eduardo Martínez.

***

Inspector Martínez, para empezar vale señalar que usted asumió hace pocos meses su cargo. ¿Concretamente cuándo asumió?

EDUARDO MARTÍNEZ:
El 29 de junio, hace tres meses y 23 días.

EC - Martínez sustituyó a la inspectora Graciela López, que había tenido una gestión muy polémica que había caldeado los ánimos en la población de Maldonado. ¿Cómo se plantó usted frente a este cargo, en una zona del país tan sensible?

EM - Maldonado tiene particularidades especialísimas, es un departamento totalmente diferente de los demás, primero que nada porque la mayoría de su población no es del departamento. Somos casi todos de otros departamentos, sobre todo la gente que viene a trabajar, incluso los operadores turísticos. Estas cosas motivan a veces que olvidemos que este es nuestro departamento, eso me llamó la atención cuando vine aquí. Soy un viejo concurrente a este precioso departamento, pero como visitante, lo veía por sus bellezas naturales, por los servicios que presta, pero luego de estar en Jefatura había que mirarlo de otra manera. Por ejemplo, me llamaba la atención no oír hablar de "nuestro departamento", sino de "el departamento de Maldonado", no oía hablar de seguridad, hablábamos de inseguridad. Parecen bobadas, pero cuando uno toma las cosas como propias realmente les da una tónica diferente.

EC - A partir de esa constatación, ¿por dónde fueron sus principales decisiones en cuanto a su gestión en particular y a su perfil como jefe de Policía?

EM - Dos cosas han sido lo más importante. El 8 de junio la señora ministra me notificó que vendría a hacerme cargo de Maldonado, el 29 hicimos el relevo, por lo tanto tuve 20 días para hacer reuniones con distintos operadores en Maldonado, sin perjuicio de atender el despacho de Treinta y Tres, departamento al que también quiero mucho. En el trabajo de laboratorio dividí Maldonado en tres grandes espacios, en tres grandes zonas.

Una es la zona costera, de afluencia de muchísimo público. Obviamente por razones turísticas, a esos 122 kilómetros de costa por 15 kilómetros de ancho, en ese espacio en el que vivimos 160.000 personas, el año pasado se sumaron 650.000 turistas. Fíjese la explosión que existe desde el momento en que comienza la temporada, por la cantidad de personas, por el problema del tránsito –de por sí Maldonado tiene sus limitaciones, por los espacios propios para circular–, lo que significa aumentado no sé por cuánto, pero por una cantidad enorme de vehículos que transitan por nuestras calles. Es una preocupación, Maldonado vende servicios, sus bellezas para que los veraneantes vengan, para que la gente invierta y para que el país se vea beneficiado con la industria del turismo.

EC - Usted definió como una primera zona la costa. ¿Cuáles son las otras dos?

EM - A todo lo que decíamos se suma el tema de la seguridad, que es fundamental en el contexto mundial para el veraneante. Eso tiene que ser nuestra prioridad, la empresa Policía se suma a las demás empresas para atender al turismo.

Otra zona es la rural, donde también tenemos establecimientos turísticos, muchísimas vías de tránsito por dentro del departamento que terminan en la ruta 9, por ejemplo, o la 12, que son muy importantes.

Y la tercera zona es el establecimiento carcelario Las Rosas, que distrae gran parte de nuestra atención. Son 397 reclusos en un establecimiento con capacidad para muchísimos menos. Eso nos saca de nuestra concentración en los demás temas, y además nos cuesta muchísimo dinero.

Después de tener varias reuniones con la gente, de conversar mucho con la gente en la calle, sobre todo –soy muy caminador, me gusta conversar con todo el mundo, de manera de chequear permanentemente qué está sucediendo–, hubo que ponerle a esa parte de laboratorio, a esa parte técnica, otro contenido, algo más, que es sentimiento. Como decía una señora en una reunión en un club en San Carlos –una ciudad con 34.000 habitantes que en su momento tenía muchos problemas y hoy está bastante bien–, "a mí no me interesa la seguridad, me interesa la tranquilidad", y le di la razón, a partir de ese momento dejé de hablar de seguridad para hablar de tranquilidad, porque es lo que queremos todos.

Ahí venía el trabajo que podía hacer la Jefatura, decirle a la población que la tranquilidad se puede lograr, que somos 160.000 habitantes y que no nos podemos permitir que un puñado de personas venga a complicarnos la vida y no nos deje hacer el gran negocio del país, que es el turismo.

***

EC - Tomemos como base el planteo que hizo al MI la semana pasada la Cámara Uruguaya de Turismo, este pedido de mayor contundencia en el combate a la delincuencia por la Policía. ¿Cómo lo vio en términos generales?
 
EM - Bien, conozco muy bien al señor Borsari, es un hombre extraordinario, muy preocupado por el tema. Yo tuve una reunión con el subsecretario como consecuencia de esa conversación. Borsari hablaba de un control permanente en la ruta, de chequear coche por coche. Eso es una cuestión ideal, sería bárbaro hacerlo, pero es imposible.

EC - Borsari se preguntaba por qué no se puede aplicar un sistema como ese, algo parecido a lo que se llama habitualmente zona de exclusión, que se organiza cuando hay partidos de fútbol especialmente complicados o espectáculos deportivos.

EM - Yo estuve con Borsari después, tuvimos una cena juntos, tengo una muy buena amistad con él. Obviamente, tiene que ser así con todos los operadores. Él le planteó al señor subsecretario la posibilidad de que en la ruta 10, por ejemplo, en el peaje del Solís, se chequeara vehículo por vehículo al ingreso de Maldonado. Sería ideal, sería importantísimo hacerlo, pero si paráramos el tránsito en la ruta la cola llegaría a Montevideo, son miles y miles de coches que pasan por el peaje Solís. No descuidamos esa parte, hacemos un trabajo de observación permanente en la zona, incluso en el plan de operaciones para la temporada está previsto realizar una vigilancia, un control, una observación permanente de eso, pero es impracticable porque pararíamos absolutamente todo el tránsito, produciríamos muchísima molestia y todos sabemos que el que sale a veranear lo que quiere es llegar pronto y empezar a disfrutar.

Voy a hacer hincapié en algo que dijo la ministra, la maestra Daisy Tourné, en una reunión organizada por la Liga de Fomento de Punta del Este, que cayó muy bien entre los operadores y entre todos nosotros. Dijo que lo que había que prever, lo que había que tener en cuenta, es que así como los uruguayos cuando salen a veranear a otro lado deben ajustarse a la legislación del país y respetarla, también las personas que vengan a Uruguay tienen que hacerlo dentro de un determinado orden. Con eso está diciendo que el ser turista, el venir a pasar sus vacaciones no significa venir a promover desórdenes o a atentar contra la propiedad o la integridad física de las personas. Los operadores me decían que nunca habían escuchado hablar del tema y que les había caído muy bien.

Nuestra Ley Orgánica, que es del año 71, en el artículo 3 establece que la Policía "podrá mantener el control sobre los delincuentes". Parece una cosa menor, pero nos habilita a identificarlos, a chequearlos. La Noche de la Nostalgia hicimos un operativo con 122 hombres desde las 22 horas hasta las 7.30 de la mañana, y con gran movimiento de gente, con bailes por todos lados, tuvimos cero problema en toda la noche –le puedo mostrar documentos–. ¿Sabe qué hicimos? Entre otras cosas, identificamos a 44 personas que andaban deambulando por ahí, de las cuales 22 –el 50%– tenían antecedentes penales muy importantes, la mayoría no era de Maldonado. La prevención no se puede medir, pero no sucedieron hechos, porque no tenían que suceder o porque la actividad policial –y de la gente, que ha tenido una gran participación aquí en estos tres meses– permitió neutralizar cualquier hecho.

EC - Justamente, más allá de las formas, el planteo de Borsari iba a algo de eso, a detectar en las zonas balnearias –señalaba que no se refería solo a Punta del Este– a quienes no están allí como turistas ni trabajando, a quienes van en busca de una oportunidad para delinquir, para robar, para hacer un arrebato o alguna otra forma de delincuencia. Usted dice que hay instrumentos para localizar a esa gente.

EM - Absolutamente.

EC - El ángulo delicado es en qué medida están en juego o no los derechos humanos con esas acciones policiales.

EM - La Policía no hace la cuestión al azar, el milico tiene esa intuición, el mismo trabajo operativo permanente le da eso. Yo llevo 40 años y algunos meses en la Policía y voy por la calle y parece mentira, a pesar de que trato de concentrarme en lo que voy pensando, no puedo evitar observar el movimiento de la gente, eso ya es un hábito.

EC - Está el riesgo de incurrir en discriminación. Levantó mucha polvareda escucharle decir a Borsari en algunas declaraciones que "los planchas no deberían tener acceso a un balneario como Punta del Este".

EM - Es una opinión del señor Borsari, que respeto. En reuniones con la gente de Punta del Este y de otros centros, de las cuales hemos tenido muchísimas, por ejemplo con los rotarios, que se han preocupado mucho por el tema, he hecho mucho hincapié en dejar bien claro que no podemos, ni aquí ni en ninguna parte del país, hacer una acción policial contra alguien por su apariencia o por su manera de conducirse, mientras no roce con lo que la ley nos permite llevar a cabo en nuestra convivencia. Como tampoco permitimos que se lleve a cabo ese otro tipo de acciones que sí rompen la convivencia.

Permítame decirle cuál ha sido la acción de la Policía en estos tres meses y a qué apuntamos en este ensayo para entrar en lo que queremos para el verano.

EC - ¿Qué instrumentos han usado?

EM - Apuntamos muy fuerte a controlar las faltas. Es muy común –seguramente mi compañero de tanda y amigo el inspector García Caballero, el jefe de Montevideo, me va a entender– que salgan esas barritas que patean tarros de basura, que quiebran botellas en la calle, que conducen con un fuerte aliento alcohólico. En Maldonado estamos tratando de controlar este tipo de cosas. El Código Penal se divide en dos grandes partes, los delitos y las faltas. Estamos convencidos –lo hemos estado haciendo y pensamos que vamos por buen camino– de que si controlamos las faltas vamos a evitar muchísimos delitos, y sobre todo vamos a evitarle muchísimas molestias a la gente que vive o que está en tránsito en Maldonado.

EC - Eso por un lado. ¿Qué más?

EM - Eso es fundamental. Luego el control de la delincuencia, el control de la población flotante. Todo es importante, pero además de eso, una de las cosas interesantísimas es el involucramiento de la gente en los temas de seguridad. Recibimos información desde hace un par de meses casi en forma permanente.

Le cuento una anécdota cortita. En un chalet ubicado en Punta del Este que estaba con un cartel de venta aparece a las 15 horas un fletero, entra por la puerta lateral y carga las cosas. Una vecina, a poco más de media cuadra, se alegra de que su vecino haya vendido el chalet, pero por las dudas, como siempre se recomienda controlar un poco las cosas, tomó su celular y sacó una serie de fotos muy importantes. Cuando dio una vuelta por allí para ver se dio cuenta de que faltaban las aberturas del fondo. En realidad habían robado absolutamente todo, hasta el sommier. Inmediatamente llamó al 911 y dijo: "Tengo algo interesante para ustedes". Me reservo el nombre de la señora por razones de seguridad, pero es cierto lo que estoy contando. Nos dio una serie de fotos y a los cuatro días –se nos complicó porque la camioneta era una Ford del año 80 empadronada en Rocha, con matrícula vieja y tuvimos que hacer todo un rastreo– nos incautamos de las cosas y una de las personas involucradas estaba procesada en la cárcel.

Eso es involucrar a la gente, sin adoptar ningún tipo de responsabilidad. Pero también depende de la actitud de nuestros policías que puedan tener esa respuesta rápida que permita dar esa tranquilidad.

EC - Ustedes están trabajando en la actitud del funcionario policial, también.

EM - Por supuesto, es el gran tema. Si nuestros policías no tienen una buena actitud es imposible, porque son hombres y mujeres que están por distintos lados trabajando sobre la base de su iniciativa, de su experiencia, de esa actitud de hacer por lo menos las cosas que les corresponde hacer.

EC - Pensando en la temporada que se viene, ¿con cuántos efectivos policiales contará la Jefatura de Maldonado?

EM - Vamos a apostar toda nuestra fuerza efectiva, 800 hombres y mujeres policía van a trabajar en todo el departamento.

EC - Esos 800 policías, ¿son todos de Maldonado?

EM - Esos son nuestros, sí, de Maldonado, pero además la Intendencia va a hacer un aporte muy importante para que estos mismos policías que hacen ocho horas hagan cuatro horas más, les va a abonar esas cuatro horas. Sin perjuicio de eso, con policías que vienen de distintos puntos del país a hacer servicio 222, porque nosotros no damos abasto, y eso nos permite tener más policías uniformados, se va a incrementar esa presencia. Y seguramente también con cadetes de la Escuela Nacional de Policía, que según los operadores turísticos han dado un resultado extraordinario.

EC - ¿Cuántos habrá entonces?

EM - Efectivamente son 800, pero súmeles las cuatro horas que van a hacer 800 hombres, un 50% más de tiempo en la calle. No tengo idea de la cantidad que se va a anotar para venir, en uso de licencia, para hacer su temporada trabajando. Estamos haciendo una gestión frente al ministerio para que nos autorice a aumentarle las horas extra a ese personal policial que viene a hacer horas extra. En este momento la autorización está en unas 200 horas mensuales, y se le permitiría hacer más de 300.

EC - En cuanto a la forma de actuar de ese equipo de policías, ¿qué diferencias habrá con relación a otras temporadas?

EM - En principio el Estado Mayor ha dividido en zonas esos 122 kilómetros de costa, que es donde está el cúmulo más importante de veraneantes. Mañana vamos a terminar la preparación de 60 policías, hombres y mujeres –insisto porque es muy importante--, fusionamos la Policía Comunitaria y la Policía Turística, que tienen funciones muy similares, las pusimos bajo un mismo mando, agregamos más gente y en este momento tenemos 60 policías. Hay una experiencia de unos cuantos años atrás, que está muy buena, la pulimos un poquito y aumentamos la zona. Una pareja de policías se va a hacer cargo de una zona de una determinada cantidad de manzanas en moto. Los vecinos van a tener un contacto directo con los policías, van a tener su número de celular por si precisan algo, y los policías van a tener el número de celular de los vecinos. De esa manera va a haber un contacto permanente. El policía sabe a qué hora se va el vecino a trabajar, a qué hora van los hijos a estudiar, si hay un movimiento extraño en la casa. Esos policías se suman al vecindario. La gente nos cuenta anécdotas, de repente le suena el celular y le dicen: "Fulano, dejó el portón abierto", algún detalle así. Es un control más permanente y más directo en las distintas zonas.

EC - Usted habla de un control permanente y directo, de un trato muy personalizado de la Policía con los vecinos, ¿también con los vecinos transitorios, con los turistas que alquilen casas, por ejemplo?

EM - Por supuesto. Nuestra Policía es confiable, aquí somos más de 1.000 con los administrativos y el personal de apoyo. No sé qué porcentaje hay de gente no confiable, pero me llevé la grata sorpresa de que el máximo de hombres son gente bien, gente que trabaja mucho. Ese es uno de los grandes temas, el comando ministerial lo entiende muy bien, como el costo de vida aquí es más elevado, alquilar un apartamento para vivir durante el año no baja de 4.000 pesos, y el policía gana 7.000, con la luz, el agua, el cable, el teléfono, se le van. Entonces tiene que buscar por otro lado, hace ocho horas, hace 222, cuida un chalet. Son hombres y mujeres que realmente andan cansados, pero son gente de trabajo. Eso es lo importante, el tener esa actitud frente a la vida, el estar compenetrados en mejorar su futuro los lleva a ser gente de entrega, que procura mejorar y mantener una buena relación con los vecinos.

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Edición: Mauricio Erramuspe