La Facultad de Derecho ante una renuncia crítica
Ayer, la Facultad de Derecho aceptó la renuncia del catedrático Juan Pablo Cajarville, que se fue de la institución -según sus palabras- a causa de la "frustración y de una profunda decepción por la caída del nivel de la enseñanza en la Facultad de Derecho". Esta mañana, la decana de la Dora Bagdassarián dio su visión sobre el tema. Entre otras cosas, dijo que hay muchos estudiantes valiosos y otros que no lo son, pero que se deben dar todas las herramientas para volver a buscar el rumbo. "Yo hago un análisis de ver la realidad en la que vivimos. Hoy por hoy todos los estudiantes trabajan, todos los estudiantes estudian no solo una carrera, quizás incluso más de una carrera, porque la solución de la vida va por muchos caminos", sostuvo.
(Emitido a las 7.40)
EMILIANO COTELO:
El Consejo de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República aceptó anoche la renuncia que presentó el catedrático y director del Instituto de Derecho Administrativo, Juan Pablo Cajarville. La decana de la Facultad de Derecho, Dora Bagdassarián, dijo al diario El País que la renuncia se aceptó porque es una decisión personal del docente.
Ha dado mucho que hablar en los últimos siete días esta carta de renuncia del doctor Cajarville. Se ha comentado especialmente en el ambiente académico y también en el político y en el periodístico.
La novedad tomó estado público el jueves de la semana pasada a través del semanario Búsqueda. Allí se anunciaba, en el título: "Catedrático de Derecho Administrativo renunció, frustrado por la caída del nivel educativo".
Antes de pasar a las novedades de las últimas horas, revisemos por dónde iba lo principal de la argumentación de Cajarville en su nota.
"Presa de la frustración y de una profunda decepción por la caída del nivel de la enseñanza en la Facultad de Derecho en la Universidad de la República, que se está reflejando en otros ámbitos de la actividad nacional estrechamente vinculados a ella, el catedrático y director del Instituto de Derecho Administrativo, Juan Carlos Cajarville, renunció a su cargo docente a través de una extensa nota que remitió el jueves 13 de febrero a la decana de esa casa de estudios.
Cajarville, que también se desempeña como consultor, en especial para el ámbito judicial, es uno de los tres catedráticos grado 5 de esa materia, junto a Carlos Delpiazzo y Augusto Durán Martínez."
En una nota de dos carillas y media, Cajarville relata que su decisión estuvo precedida de múltiples vacilaciones que ya llevan tres o cuatro años. Agregó que el texto lo redactó por entonces, y que ahora solo le introdujo ajustes numéricos y el nombre del destinatario, porque desde fecha relativamente reciente hay una nueva autoridad en la facultad, la doctora Bagdassarián, que asumió en junio de 2006 en sustitución de Alejandro Abal Oliú.
En su carta, Cajarville cuenta que al egresar de la facultad, hace 35 años, decidió iniciar la carrera docente impulsado por la convicción de que esa era la única manera, en el país de aquella época, de profundizar su formación académica. Asimismo, agradece desde lo más hondo a la facultad a la que, sostiene, entregó lo mejor de sus esfuerzos y capacidades. "Le debo todo lo que he sido y soy en todos los aspectos de mi vida académica, funcional y profesional", subraya.
Destaca también el contacto revitalizador, apasionante, con los estudiantes. "Fueron sus exigencias intelectuales las que me forzaron a tratar de pensar con cabeza propia tantas cuestiones que plantean nuestra disciplina y el derecho en general, precisamente mientras procuraba incitarlos a pensar con las suyas en esa dialéctica apasionante que puede ser la enseñanza".
Cajarville destaca que fueron los estudiantes quienes le hicieron ver nuevas ópticas, nuevos enfoques. "Muchas veces he dicho que el examen oral lo sigo pensando es aún el mejor método de evaluación. Pero además, puede ser una actividad enriquecedora para el examinador, porque en tantas oportunidades el diálogo con el examinado me ha aclarado mi propio pensamiento".
De acuerdo con el relato de Cajarville, en los últimos años el nivel de los estudiantes descendió dramáticamente y él fue perdiendo el incentivo para enseñar. "Lamentablemente debo decir que desde hace unos años en gran medida todo ese interés se ha perdido. El nivel de la enseñanza ha descendido hasta tal punto que, salvo contadísimas excepciones de algunos estudiantes que por ventura aparecen, pero muy raramente, las clases deben necesariamente limitarse a una mecánica repetición de conceptos cada vez más elementales, y los períodos de examen son ocasión de reiteradas, profundas decepciones. Si esto ocurriera solo conmigo, pues entonces razón demás para renunciar, pero lamentablemente me consta que la misma comprobación la comparten muchos profesores de la casa".
Según el análisis de este catedrático, "el fenómeno del cual los alumnos no son ciertamente beneficiarios sino víctimas, no es un fenómeno exclusivo de nuestra facultad, ni siquiera de nuestro país". Sobre este aspecto cita un diálogo epistolar entre los juristas españoles Alejandro Nieto y Tomás Ramón Fernández, recogido en el libro El derecho y el revés. Señala, sin embargo, que "la generalidad, o aún la universalidad de la situación, no nos remedia ni justifica".
"Como consecuencia de la situación de la educación, ya no puede verse la docencia como una actividad intelectualmente estimulante y enriquecedora, sino al contrario, como un tiempo sustraído a tantos otros estudios que quisiera emprender, a algunos trabajos que quisiera escribir. Un distinguido ex catedrático me dijo una vez, poco después de presentar su renuncia: Cuando sienta que venir a dar clases es una carga y no una satisfacción, será que habrá llegado el momento de apartarse de la docencia".
El docente renunciante asegura que su decisión "no implica eludir responsabilidades, atribuyendo a otros la causa de la pérdida de nivel académico de la facultad que, como es inevitable, se está reflejando en otros ámbitos de la actividad nacional estrechamente vinculados a ella. Como miembro del cuerpo docente durante tanto tiempo, como director de nuestro instituto en varios períodos y actualmente, como integrante del Consejo durante más de ocho años, me siento también responsable de esa declinación. Esa decepción, esa frustración también motiva mi renuncia para dar paso a quienes puedan hacerlo mejor".
Sobre este último razonamiento, Cajarville recuerda que fue designado profesor titular a los 47 años de edad y que luego de 20 años de ocupar la cátedra siente que, continuando en ella, bloquea la carrera a otros profesores con sobrados méritos.
Finalmente, expresa que tiene otras razones menores para renunciar, de las cuales menciona la siguiente: "Los directores del instituto siguen atosigados por tareas burocráticas que insumen tiempo y esfuerzo que deberían dedicar a actividades académicas. Esta situación, fue analizada por el Consejo de la Facultad, con su participación, pero no se logró acordar ninguna solución.
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EC - La carta es muy removedora. Es muy interesante, para muchos preocupante, por el diagnóstico que plantea de la situación de la educación y del nivel de los estudiantes en el caso de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y, por lo visto, en otras instituciones.
Entonces, ¿cómo se analizó ayer esta nota de renuncia en el Consejo de la Facultad?
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EC - Estamos con la escribana Dora Bagdassarián, decana de la Facultad de Derecho.
¿Cómo fue el tratamiento de esta carta de renuncia?
DORA BAGDASSARIÁN:
Quiero aclarar que previamente tuve una conversación con el profesor Cajarville y que el Consejo de la Facultad aceptó la renuncia debido a que es una resolución personal. El Consejo también reconoció el nivel académico, los años de servicio en nuestra facultad. Es un profesor muy destacado dentro de nuestra casa de estudios. Además tuvo una participación muy importante como cogobernante en más de ocho años de consejero en nuestra facultad. Hemos tenido un gran reconocimiento hacia el doctor Cajarville.
EC - Usted hacía la precisión de que en el Consejo se entendió que se trataba de una decisión personal, por eso la aceptación de la dimisión. ¿Podemos profundizar en ese concepto?
DB - Como docente puedo aseverar que la docencia, cuando se ejerce durante muchos años la enseñanza de grado, en cierta forma es desgastante. Creemos que el doctor Cajarville en lo que tiene que ver con la enseñanza de posgrado o en alguna otra actividad siempre va a colaborar con la facultad porque lleva dentro de sí a la Universidad de la República. Es cierto que hay cambios en la sociedad que no son atribuidos a la Facultad de Derecho exclusivamente. La Universidad de la República no es una isla, vivimos en la comunidad. Él mismo, cuando da sus argumentos, entiende que el fenómeno, esa disminución de valores, por decirlo de alguna forma, no es ni siquiera algo exclusivo, sino mucho más generalizado.
EC - Sí, lo dice muy claramente en la carta. Puntualiza que no es un problema exclusivo de esa Facultad de Derecho. De todos modos, para él el problema es suficientemente fuerte como para quitarle los incentivos para permanecer en la docencia. La decisión que toma, el tipo de respuesta a que esa situación lleva al doctor Cajarville, ¿dio motivo a reflexiones ayer en el Consejo de la facultad?
DB - Las reflexiones las hacemos continuamente, respecto de la enseñanza, de los estudiantes, de cómo potenciarla y demás. Me refiero a que después de 30 o 40 años es muy positivo tomar una resolución de este tipo para dedicarse a la investigación, al estudio y todo lo demás. Yo lo analizo desde ese punto de vista.
EC - ¿De sus palabras se desprende que usted o los integrantes del Consejo creen que Cajarville reacciona así simplemente por el agotamiento de los años dedicados a la docencia?
DB - No, es todo un proceso. Hay una disminución de valores, tenemos que reconocerlo, pero pienso que todos tenemos que poner nuestro granito de arena para buscar lo mejor para nuestra facultad y para toda la comunidad. No es un problema exclusivo de la Facultad de Derecho. Es un problema general.
EC Sí. Pero el diagnóstico del doctor Cajarville es muy crudo. Dice: "El nivel de la enseñanza ha descendido hasta tal punto que, salvo contadísimas excepciones de algunos estudiantes que por ventura aparecen, pero muy raramente, las clases deben necesariamente limitarse a una mecánica repetición de conceptos cada vez más elementales y los períodos de examen son ocasión de reiteradas, profundas decepciones".
DB - Es el enfoque del doctor Cajarville. Hay muchos estudiantes valiosos y otros que no lo son, comparto con él, pero debemos seguir dando todas nuestras herramientas para volver a buscar el rumbo cuando corresponde.
EC - Noto en sus respuestas que usted, por lo menos, no hace un análisis tan severo como el de Cajarville sobre el nivel de los estudiantes.
DB - Yo hago un análisis de ver la realidad en la que vivimos. Hoy por hoy todos los estudiantes trabajan, todos los estudiantes estudian no solo una carrera, quizás incluso más de una carrera, porque la solución de la vida va por muchos caminos. Cuando nosotros estudiábamos era excepcional que un estudiante trabajara, entonces evidentemente el nivel de rendimiento del estudiante puede no ser igual que antes. Lo analizo desde ese punto de vista y creo que ese análisis lo hacemos en toda la sociedad. Lo veo generalizado. Pero por supuesto que seguimos luchando para ver qué herramientas tenemos que utilizar para buscar el punto al que debemos llegar.
EC - ¿Hay otros motivos? Puede pensarse que la formación con la que llega el estudiante de Educación Secundaria es más floja que en el pasado.
DB - Todo es diferente. En lo que tiene que ver con la educación debemos hacer el esfuerzo, y por eso el estudio y el análisis que está haciendo la Universidad.
EC - Pienso en otro factor posible: los estudiantes que llegan a la Universidad ahora tienen quizás menos propensión a leer, a profundizar en los temas.
DB - Quizás el fenómeno de la televisión, los medios informáticos y demás haga que a los jóvenes les cueste la lectura de libros. Son todos fenómenos que hay que tener en cuenta. No es muy sencillo. Es todo un proceso.
EC - Más allá de que quizás para ustedes el diagnóstico de Cajarville sea exagerado. El problema existe, usted misma lo señaló. Usted dice que preocupa, que están atentos. ¿Qué decisiones se pueden tomar para enfrentar esa situación?
DB - Las decisiones son muchas, pero no desde el punto de vista de la Facultad de Derecho sino de toda la Universidad. Estamos estudiando incentivar la carrera docente, dar una atención especial a las generaciones que entran. Ahora tenemos todo un Programa Generación 2008.
EC - ¿Qué quiere decir eso?
DB - La bienvenida a la generación 2008 y un seguimiento de los jóvenes que ingresan, una atención más personalizada, que llegue directamente, con mucha información. Estamos tratando de ver qué podemos hacer desde el punto de vista de la Universidad por reivindicar y llegar a lo que queremos llegar como Universidad.
EC - ¿En qué medida siguen siendo masivas las clases en la Facultad de Derecho? ¿Cómo está la cantidad de alumnos?
DB - En determinados cursos que son reglamentados el número de alumnos es limitado, entre 30 y 60. Algunos cursos libres son muy concurridos porque los estudiantes eligen al docente con el que quieren tomar sus clases. Eso hace que algunos cursos estén superpoblados. Estamos buscando medidas a esos efectos. El año pasado creamos 18 cursos nuevos. Tratamos de tener más docentes con menos alumnos. Tenemos problemas locativos, algunos importantes, y tenemos un ingreso de más de 2.000 estudiantes. Es una facultad que tiene alrededor de 16.000 estudiantes. Es muy trabajoso, pero estamos haciendo todo lo posible por hacer lo mejor por nuestros estudiantes.
EC - ¿Cuántos estudiantes entran este año?
DB - Ya hay más de 2.000 inscritos.
EC - Otro elemento que menciona el doctor Cajarville en su nota es que los directores de instituto siguen atosigados por tareas burocráticas que insumen tiempo y esfuerzos que deberían dedicar a actividades académicas. Supongo que es una vieja queja de los directores de instituto.
EC - Lo académico está dividido en áreas o institutos. Los institutos tienen toda una formación, tienen un director, un secretario, un ayudante... Y es cierto que realizan tareas administrativas, pero también realizan tareas académicas. Algunos institutos realizan más y otros menos, pero tienen la libertad de realizar actividades académicas. Se estudia modificar esas estructuras, es viable, es posible, pero también dentro de las estructuras que tenemos es posible realizar mucha actividad académica y algunos institutos la realizan. Hay tarea administrativa, es cierto, es una facultad muy grande, con 800 docentes, con muchas complejidades, pero algunos institutos han funcionado muy bien en lo que tiene que ver con lo académico. Estamos haciendo la memoria de la Facultad de Derecho del año pasado, de allí van a surgir todas las actividades que se realizaron.
EC - Desde la audiencia llegan comentarios en busca de explicaciones para esta situación que pone en debate el profesor Cajarville. Dice un oyente: "La Universidad en Uruguay es demasiado teórica, por lo tanto lenta y aburrida, falta vinculación con la realidad diaria". ¿Coincide con esa opinión?
DB - Para mí la Universidad de la República es la que reúne todo el conocimiento y muy especialmente se vincula con el medio y trata de vincularse cada vez más. En la Facultad de Derecho la vinculación con el medio es muy importante. Tenemos los consultorios jurídicos y la clínica notarial, donde trabajamos con los estudiantes y los docentes con la comunidad carenciada. Salimos al medio... Hace unos años regularizamos todo el pueblo Andresito, 60 viviendas. Eso hace que tengamos también una instancia práctica.
Es extensionismo, toda la Universidad está revisando y tratando de curricularizar la extensión. En la Facultad de Derecho ya tenemos en nuestro currículo una vinculación con la comunidad, a través del consultorio y de la clínica como asignaturas obligatorias. Podríamos hablar horas de la vinculación o de la aproximación a la comunidad. Es muy importante, porque es un dar y recibir, para los docentes, para los estudiantes y para la comunidad, y sobre todo para la comunidad que nos financia y nos ayuda a tener nuestra Universidad pública, laica, igualitaria para todos.
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Edición: María Eugenia Martínez