Universidad, del co-gobierno a la co-administración
Si bien se declara defensor del sistema de co-gobierno de la Universidad, el ex catedrático de Derecho Administrativo, Juan Pablo Cajarville, dice que se ha transformado en co-administración. Cuando esto pasa "es inevitable que lo urgente postergue lo importante, lo de largo plazo", afirmó en relación a la imposibilidad que ve para resolver problemas de fondo como el bajo nivel de la enseñanza en esa institución. Esto lo llevó a renunciar a su actividad académica. "Un desgarro" necesario para no "barrer debajo de la alfombra". "La forma más segura de que un problema no se solucione es que quienes pueden solucionarlo no lo encaren, lo escondan", afirmó.
(Emitido a las 8.49)
EMILIANO COTELO
"El nivel de la enseñanza ha descendido hasta tal punto que, salvo contadísimas excepciones de algunos estudiantes que por ventura aparecen pero muy raramente, las clases deben necesariamente limitarse a una mecánica repetición de conceptos cada vez más elementales y los períodos de examen son ocasión de reiteradas, profundas decepciones".
A partir de este diagnóstico tan crudo, el doctor Juan Pablo Cajarville resolvió renunciar a su cargo como catedrático grado 5 de Derecho Administrativo y director del Instituto de Derecho Administrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República.
A los 69 años de edad, después de 35 años de docencia y 20 como catedrático, Cajarville entendió que no alcanzaba con alejarse sino que debía además exponer su frustración y sus preocupaciones para provocar un debate sobre el ambiente en el que se desarrolla hoy la educación en esa facultad y en otras instituciones de nuestro país.
Por eso redactó una larga carta de dimisión que, el 13 de febrero, remitió a la decana, escribana Dora Bagdassarián, y que a fines de febrero trascendió a través del semanario Búsqueda.
El pasado 6 de marzo la nota fue analizada por el Consejo de la Facultad. Al día siguiente, como ustedes recordarán, entrevistamos a la decana que explicó que se había aceptado la renuncia porque se trataba de una decisión personal de Cajarville. Según la decana, el ejercicio durante muchos años de la enseñanza de grado en cierta forma es desgastante.
(Audio)
"DORA BAGDASSARIÁN:
Después de 30, 40 años de docencia es muy positivo tomar quizá una resolución de este tipo para dedicarse a la investigación y al estudio y todo lo demás".
Sobre la carta de renuncia, sobre los comentarios de la decana y sobre el revuelo que generó esta situación en el ambiente académico y político, les propongo escuchar en los próximos minutos al propio doctor Juan Pablo Cajarville.
***
Doctor Cajarville...
JUAN PABLO CAJARVILLE:
Cotelo, gracias por darme este espacio aunque el tema sobre el cual vamos a conversar no es por cierto grato para mí ni para nadie. Particularmente no lo es para mí.
EC - Me imagino pero creo que es bueno que tengamos tiempo de charlar, más allá de lo que ya difundimos del contenido de su carta. Conversar directamente con usted y poder plantear una cantidad de preguntas, que incluso los oyentes nos han hecho llegar en estos días.
Empecemos por el principio, por la pregunta básica. ¿Por qué decidió renunciar como docente de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República?
JC - Yo podría haber expuesto lo mismo que dije en la carta de renuncia sin renunciar, porque es un fenómeno que conversamos todos los días los profesores cada vez que nos encontramos: el descenso del nivel de la enseñanza en la Facultad de Derecho.
Mi decisión de renunciar fue el propósito de acompañar la denuncia con un gesto que le diera cierta notoriedad, como veo que efectivamente se le ha dado. Pero quiero precisar el espíritu con el cual yo presenté esta carta que contiene, como bien se ha dicho, una denuncia.
Yo presenté esa nota desde la más profunda convicción de la importancia de la Universidad de la República. Tengo la convicción que no es personal, que es muy difundida y que creo que difícilmente sea discutible, de que ningún país pero el nuestro en especial, tiene futuro sin un sistema universitario de alto nivel. Y un sistema universitario de alto nivel en nuestro país requiere, imprescindiblemente, de una Universidad de la República de muy alto nivel.
Fue con esa convicción que yo me sentí en el deber de renunciar a mi cargo exponiendo las razones. Lo sentí como un deber de lealtad a la Facultad de Derecho de la Universidad de la República y a la propia Universidad a la que tanto debo, como también lo digo en la nota. Le debo todo lo que he sido no sólo profesionalmente sino académicamente y hasta funcionalmente.
EC - Varios oyentes se preguntan si la causa de la renuncia no será simplemente que, a los 69 años de edad y con 35 años de docencia, usted está cansado de esa tarea y quiere dedicar su tiempo a otras actividades.
JC - Mire, yo no voy a discutir con la decana ni con nadie si soy viejo. Lo que sí yo le puedo asegurar es que para mí esto fue un desgarro. La actividad de dar clases, desde que empecé a cumplirla, fue de todas las que he desempeñado, la que más satisfacciones me ha dado. El nivel de satisfacción fue disminuyendo, es verdad, a medida que el nivel posible de la enseñanza también fue disminuyendo. Eso es lo que yo explico en mi carta. Todo esto no es un fenómeno repentino, no se produjo ni al asumir esta decana, por cierto, ni este Consejo, por cierto. Es un proceso que se viene dando a lo largo del tiempo.
Entonces, que fue un desgarro sí lo fue porque seguía siendo una actividad que a mí me apasionaba. Siempre me apasionó más la enseñanza de grado que la de posgrado, precisamente por ese contacto, si se quiere, rejuvenecedor con los estudiantes.
EC - Sí, usted dice en la carta que eligió la docencia, que se volcó a la docencia, entre otras cosas porque quería de esa forma continuar aprendiendo.
JC - Es verdad. Cuando yo me recibí en el año 71, a fines del 71, por invitación de uno de mis maestros que fue Daniel Hugo Martins, mi primer maestro de Derecho Administrativo justamente, me incorporé a la docencia porque en aquel momento no había otra forma de seguir estudiando sistemáticamente. Sí la había de seguir estudiando aisladamente y encerrado en un cuarto pero otra forma de hacerlo sistemáticamente, en aquel momento en este país, no existía. Había que incorporarse a la docencia por lo menos en nuestra área, en el derecho, y eso fue lo que me decidió a ingresar a la docencia. Primero lo hice como colaborador voluntario de Martins y después más sistemáticamente hasta hacer toda la carrera docente.
Realmente mi interés inicial, el punto de partida, no era la docencia. La afección a la docencia la adquirí ejerciéndola y ejerciéndola en esa forma a que yo me refiero en la carta. Yo siempre procuré que los estudiantes cuestionaran lo que leían, que no lo aceptaran como la palabra revelada, pensaran con su propia cabeza. Bueno, al procurar eso recibí como gratificante rebote que también los estudiantes me obligaran a pensar a mí con la mía.
EC - Usted dice: "Como consecuencia de la situación de la educación ya no puede verse la docencia como una actividad intelectualmente estimulante y enriquecedora, sino al contrario, como un tiempo sustraído a tantos otros estudios que quisiera emprender, algunos trabajos que quisiera escribir". Concretamente, ¿a qué se refiere cuando habla de la caída en el nivel de la enseñanza? Por ejemplo, ¿usted habla de la caída en la calidad de los docentes? ¿Habla de los problemas en el funcionamiento del sistema universitario? ¿Habla de la actitud de los estudiantes? ¿Habla de la carencia de recursos? ¿Cuáles son exactamente los puntos donde usted se concentra?
JC - Todo eso que usted ha enumerado, no lo enumera porque sí. Todas esas son posibles razones seguramente coadyuvan, todas son ingredientes de esta caída.
EC Pero, ¿dónde es que nota usted esa caída del nivel de la enseñanza?
JC - Lo noto en la preparación de los estudiantes. ¿Por qué el nivel de las clases tiene que bajar? Hay que dedicar las clases a explicar conceptos muy fundamentales.
De esta caída hay causas endógenas y causas exógenas. Yo digo ahí también que este no es un fenómeno exclusivo de nuestra Universidad y de nuestra Facultad. Yo nunca he actuado en otra universidad impartiendo cursos sistemáticamente, he actuado accidentalmente dictando alguna clase o alguna conferencia. Pero mi actividad sistemática se ha limitado a la Universidad de la República y a la Facultad de Derecho. Pero por las noticias que tengo de colegas que sí trabajan en otras facultades de nuestro medio, el nivel es más o menos el mismo de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República.
Es decir que no es un fenómeno exclusivo de nuestro facultad. Ni siquiera es un fenómeno exclusivo de nuestro país. Yo cito en la carta dos eminentes profesores españoles que nos hablan nada menos que de España, que nosotros vemos como un faro de luz insuperable por lo menos en nuestra materia y en estos tiempos, y ahí estos dos profesores hacen un diagnóstico de la enseñanza de grado en las universidades españoles que bien lo podemos trasladar. Es lo mismo que nosotros decimos habitualmente de nuestra propia enseñanza. Es decir, es un fenómeno ni siquiera exclusivo de nuestro país, lo cual no nos puede llevar a resignarnos ni a justificarnos.
EC - Pero yo estaba preguntándole dónde es que usted lo nota de manera terminante, contundente. Parecería que usted se refiere especialmente a los estudiantes, a la formación con la que llegan los estudiantes a su clase, por ejemplo.
JC - El tema del nivel con que ingresan los estudiantes a la Universidad de la República también es un fenómeno, es notorio, que preocupa a la Universidad de la República. Yo no voy a ingresar a valorar la Enseñanza Secundaria ni su nivel, ni si ha bajado o no, creo que es un fenómeno más o menos generalmente reconocido. Ni voy a ingresar a las causas por las cuales el nivel de Secundaria ha bajado si es que ha bajado, porque yo no soy un especialista en eso.
Yo sí puedo decir que ha bajado en mi Facultad y le voy a explicar. En el curso de Derecho Administrativo, que es el que yo imparto, una de las primeras clases tienen que dedicarse a definir qué es la administración, qué es la función administrativa, en qué se distingue de la función jurisdiccional. Para eso hay que hablar de qué es "la cosa juzgada" y resulta que los estudiantes no saben qué es "la cosa juzgada". Entonces hay que dedicar la clase a explicar un concepto tan fundamental como es el de "cosa juzgada".
Otra parte muy importante del curso son los contratos que celebra la administración y sus singularidades. Buena parte de la enseñanza de cómo son los contratos que celebra el Estado consiste en compararlos con los contratos que celebramos todos, usted y yo y cada mortal que anda por nuestro país cuando actúa como persona física, los contratos regidos por el Derecho Civil. Pero, ¿qué sucede? Que los estudiantes no han estudiado los contratos del Derecho Civil.
EC Pero, concretamente, ¿por qué no han estudiado los contratos del Derecho Civil?
JC - ¿Por qué pasa esto? ¿Esto es culpa de los estudiantes? ¿Es responsabilidad de los estudiantes? No. Ocurre que en el Plan de Estudios que nos rige, Procesal -que es donde se estudia qué es la "cosa juzgada"-, Contratos Civiles -que es donde se estudia las características de los contratos regido por el Derecho Civil-, son simultáneas con Derecho Administrativo que se llama "Público II". En el Plan de Estudio aparecen simultáneamente, estudiados en el mismo año y en el mismo semestre. Entonces, los estudiantes no saben qué es "cosa juzgada" simplemente porque todavía no se les ha enseñado, todavía no han estudiado ese tema.
Ahí tocamos uno de los puntos neurálgicos, en mí opinión, de las dificultades que tiene la Facultad de Derecho hoy. Es un problema endógeno, responsabilidad exclusivamente de la Facultad de Derecho: el Plan de Estudio que nos rige.
EC - El Plan de Estudios está mal armado, en definitiva.
JC - El Plan de Estudio, en mi opinión, está mal armado, pero fíjese que se remonta al año 1971.
EC - Entonces esa no puede ser la única causa.
JC - No, déjeme seguir. Este Plan de Estudio tuvo una mínima modificación en el año 89. ¿En qué consistió esa mínima modificación? En colocar una materia jurídica en primer año. ¿Por qué? Porque los estudiantes ingresaban a Facultad de Derecho en el Plan 71 y se encontraban con cuatro materias que ninguna de ellas era jurídica, era Economía, era Ciencia Política, era Sociología y era creo- Historia de las Ideas. ¿Por qué ocurre esto? Ocurre por las concepciones que predominaban en aquella época. En el año 71, usted vincule los fenómenos próximos en materia universitaria y se encuentra con el año 68 en Francia, no tengo que recordar de qué se trata. En aquella época predominaron esas concepciones de que lo importante era conocer la realidad social subyacente y el derecho es un fenómeno superestructural, que no es más que una consecuencia y que no es lo fundamental que hay que aprender.
Uno lee los libros de Derecho Constitucional más prestigiosos de aquella época y son efectivamente libros de Ciencia Política, donde se estudia cómo funciona el sistema político en cada país y difícilmente usted encuentre una referencia a una disposición constitucional.
Todo eso, como tantas modas intelectuales, fue quedando un poco atrás. Hoy ya no es así ni siquiera en sus países de origen pero nosotros seguimos con el Plan 71, con una leve modificación hecha en el año 89, después de la intervención.
EC - No es esa la única causa parece bastante claro, ¿no?
JC - No es esa seguramente la única causa pero yo me refiero a ella en especial porque es una causa propia de nuestra Facultad de Derecho. ¿Causas exógenas? Las discuten los sociólogos, las discuten naturalmente los educacionistas pero yo prefiero hacer hincapié en las causas que la Facultad de Derecho puede remediar.
***
EC - Cuando a principios de marzo el Consejo de la Facultad de Derecho aceptó su renuncia, entrevistamos aquí En Perspectiva a la decana Dora Bagdassarián y en esa ocasión dijo que, en cierto modo, coincidía con su diagnóstico sobre la caída en el nivel de la enseñanza. Pero ella enfatizaba que había que trabajar para enfrentar ese problema y destacaba que la facultad no está de brazos cruzados ante esa situación:
(Audio)
"DB - Disminución también de valores lo hay y tenemos que reconocerlo pero también pienso que todos debemos de poner nuestro granito de arena para buscar lo mejor para nuestra Facultad y para toda la comunidad. Pero no es un problema exclusivo de la Facultad de Derecho, es un problema general..."
¿Qué dice usted sobre esa respuesta?
JC - Yo le entregué mi renuncia en propias manos a la decana y, como usted se puede imaginar, en esa oportunidad conversamos sobre el tema. La decana me pidió que yo postergara la decisión, yo le expliqué que era una decisión que no era de un día ni de una semana, que era de varios años.
Esto que dice la decana de que es un problema general, de que la Universidad ni la Facultad están aisladas de su medio social, por supuesto. Lo conversamos en aquel momento y a eso me refiero yo en mi carta. Y sobre eso hablamos también con usted recién. Hay problemas que son generales de la sociedad, hay problemas que son generales del sistema de enseñanza, por eso yo prefiero hacer hincapié en los problemas que son particulares de la Facultad de Derecho y cuya solución está al alcance de la Facultad de Derecho.
EC - Yo le preguntaba a la doctora Bagdassarián de qué manera se estaba estudiando este problema en la Facultad, de qué manera se lo estaba enfrentando. La decana decía: "las decisiones son muchas pero no desde el punto de vista de la Facultad sino de toda la Universidad. Estamos estudiando incentivar la carrera docente, dar una atención especial a las generaciones que entran. Ahora, por ejemplo, tenemos todo un programa Generación 2008, de bienvenida a la nueva generación, un seguimiento de los jóvenes que ingresan, una atención más personalizada que llegue directamente con mucha información".
¿Qué piensa usted de este tipo de acciones?
JC- Mire yo creo que todas son acciones loables, todas positivas. Pero en mi opinión ninguna de ellas va al fondo de la cuestión, a los problemas realmente de fondo. Este que yo le mencionaba del Plan de Estudio es un problema realmente de fondo y no es el único, hay otros. Hay problemas en la carrera docente, como dice la decana, la Facultad ha trabajado en eso. Fíjese que cuando yo entré en Facultad de Derecho en el año 57, éramos un grupo de 300 los que ingresábamos y en aquella época el Derecho Administrativo era un grupo solo, entraba en quinto año y lo daba nada menos que el profesor Solares Lazo. Hoy tenemos 16 grupos de Derecho Administrativo que además ya no están en quinto sino en tercer año.
Entonces, por supuesto que hay que incentivar y mejorar la carrera docente. Pero hay otros problemas que son de fondo que son los que no se tocan.
Yo quiero insistir en estos problemas que son de fondo porque es un problema general de la Universidad. Felizmente -subrayo- felizmente nuestra Constitución consagra que el gobierno de la Universidad se realizará por los tres órdenes, es el cogobierno de la Universidad: docentes, estudiantes y egresados. Es un sistema que yo defiendo, que creo que es el que debe regir a la Universidad de la República y quiero que esto quede muy claro. Pero, ¿qué es lo que pasa? El sistema de cogobierno se ha transformado en un sistema de co-administración. ¿A qué distinción apelo yo con esto? Una cosa es el gobierno de una institución, es la actividad que fija sus grandes lineamientos, los fines que debe perseguir y en sus líneas generales -pero sólo en sus líneas generales- los medios que deben utilizarse para lograr esos fines. Mientras que la administración es la decisión de todos los días, es la decisión de comprar una impresora para la biblioteca, es la decisión de otorgar licencia a un funcionario, es la decisión de adjudicar una licitación... Esa es la administración de todos los días. Es una distinción del dominio común entre gobierno y administración.
¿Qué es lo que ha pasado con el cogobierno? El cogobierno se ha transformado en una co-administración. Una co-administración no es necesariamente mala pero es muy probable que lo sea y eso es lo que pasa en la Universidad de la República y en la Facultad de Derecho.
Mire yo recién le mencioné la compra de una impresora y no es una mención gratuita. Yo integré el Consejo de la Facultad ocho años. Un día llegó en el orden del día de ese Consejo de la Facultad, integrado por 12 personas de los tres órdenes, un asunto que consistía en: "hay que comprar una impresora para la biblioteca". Nada más. No había un informe técnico, no había una presupuestación, no había una exposición de las necesidades. Había un renglón que decía "hay que comprar una impresora para la biblioteca". Y los 12 integrantes del Consejo, o los 11, se pusieron a discutir qué impresora había que comprar, si de puntitos, si de láser, si de chorro de tinta. Yo pedí la palabra y cuando me tocó hacer uso de ella dije: "yo me niego a discutir este asunto en esta forma. Nosotros no podemos discutir este tema con estos elementos, tiene que venir informado de otra manera". Mi oposición a considerarlo de esa manera tuvo éxito y se resolvió no resolverlo en ese momento. Pero, ¿sabe qué se resolvió? Se resolvió formar un grupo de trabajo o una comisión de cogobierno, quiere decir un grupo integrado por los tres órdenes, para ver qué impresora se compraba. Esto es algo así como el paradigma de la deformación que ha tenido el cogobierno en la Universidad.
Esto yo no lo digo ahora como una crítica al cogobierno que, repito, defiendo. Y no lo digo por los medios, y por uno con tanta difusión como el suyo... Lo dije hace muchos años cuando la Universidad de la República -creo que era en el rectorado de Brovetto, para que vea cuantos años hace-, se formó lo que se llamó "El proyecto de mejora de gestión". Y yo tuve el honor y la tarea de integrar ese grupo de trabajo en representación de la Facultad de Derecho. En aquel momento, hace tantos años, yo expuse esto que ahora estoy diciendo.
Cuando el cogobierno se transforma en co-administración es inevitable que lo urgente, lo de todos los días, postergue lo importante, lo de largo plazo, lo de la elección de fines, lo de la elección de grandes medios para lograrlo. Entonces los órganos que deberían ser de cogobierno se pasan discutiendo lo cotidiano y no estudian los problemas de fondo. No los estudian no porque no quieran sino porque no pueden. Están absorbidos por la tarea de todos los días, la tarea burocrática cotidiana, llamémosle así sin ánimo despectivo porque también tienen su importancia.
EC- Concretamente, yendo a su experiencia en el Consejo de la Facultad de Derecho, ¿usted expuso estas preocupaciones que ahora después vuelca en la carta y motivan su renuncia? ¿Hubo a partir de esa exposición suya espacio para tratar el tema, para estudiar y discutir sobre eventuales medidas? ¿Cuál es la experiencia suya en esto concretamente sobre cómo funcionó el Consejo de la Facultad?
JC - El Consejo de la Facultad en los ocho años en que yo lo integré funcionó de esta manera que yo le digo. Por supuesto que hay gente que se preocupa. Por supuesto que hay gente que dice hay que estudiar lo de largo plazo, hay que estudiar los problemas de fondo. Yo lo dije. Seguramente lo dijeron otros consejeros, seguramente era preocupación de los ilustres decanos con los cuales yo tuve el honor de colaborar, seguramente era preocupación de ellos. Pero hay un aparato, hay un mecanismo que absorbe a los integrantes de los órganos de cogobierno universitario.
A nivel central se ha tomado alguna medida. Se creó el Consejo Ejecutivo Delegado del Consejo Directivo Central, en cuya creación yo tuve alguna participación. La cuestión de la transformación del cogobierno en una co-administración estaba en el informe de aquel grupo de trabajo de mejora de gestión de la Universidad de la República. Hace muy poco dos universitarios muy destacados, muy distinguidos, en este Rectorado, me invitaron a trabajar encarando todo este tipo de problemas en la Universidad. Trabajar un poco informalmente no integrando ningún órgano porque los órganos se eligen por los órdenes por los procedimientos debidos. Yo le dije a este universitario que me llamaba que estaba siempre al servicio de la Universidad. Le dije: "mirá te voy a mandar un informe que yo redacté hace muchos años sobre este problema". Era más o menos el problema que se me estaba planteando. Este universitario distinguido, que integró órganos de dirección de la Universidad, integró el Consejo Directivo Central, fue decano, cuando leyó mi informe se sorprendió. Me dijo: "esto es lo que yo pienso, esto que tú decís en este informe es lo que yo pienso". Yo le dije: "eso está en un informe formal en la Universidad de la República, en algún cajón estará, en algún archivo tiene que obrar". ¿Qué pasó? Pasó que lo cotidiano absorbe lo importante. Absorbe y posterga lo importante.
Yo creo que ese es el problema de funcionamiento de la Universidad que impide en la Facultad de Derecho que el problema del nivel de enseñanza se aborde con soluciones de fondo. Con soluciones de fondo, repito. Yo escuché las soluciones que invocó la decana, las conozco porque estuve ahí hasta que aceptó mi renuncia pero no son esos los problemas de fondo.
El déficit con que los estudiantes van a rendir examen, que repito no es responsabilidad de ellos, ellos son víctimas también de un sistema, y por los cuales hay el porcentaje de reprobación que existe, no se soluciona con cursillos de 15 días de preparación de exámenes. Es obvio que si el estudiante llega a la proximidad del examen con un nivel insuficiente, eso no se puede solucionar dándole un cursillo de 15 días. Los problemas de fondo ahí siguen. El Plan de Estudios es un problema de fondo, es un problema de fondo, es un problema grave, es un problema que no es responsabilidad de los alumnos como tales, ellos encuentran un Plan de Estudio y a él tienen que ajustarse y a él se ajustan los profesores que tienen.
***
EC - Yo lo escuchaba atentamente recién mientras desarrollaba sus últimas respuestas. Lo que pensaba es que en su diagnóstico los problemas intrínsecos de la Facultad de Derecho y la Universidad de la República pesan mucho en la caída del nivel de la enseñanza. Por otro lado, está claro que hay que agregar otros factores que no son propios de la Facultad de Derecho. Podemos hablar de lo que la propia decana mencionaba sobre la cantidad de estudiantes que trabajan, los déficits de formación con los que llegan de Enseñanza Secundaria e incluso la propia actitud de buena parte de los estudiantes que es otro tema, ¿no? Viene por ejemplo en algunos mensajes de los oyentes. Mary de Punta Carretas dice: "los jóvenes llegan sin comprensión lectora, cero iniciativa, no saben estudiar, exigen que se les dé todo digerido". Si agregamos además estos otros elementos, estas otras causas a la caída del nivel de la enseñanza y en particular de los estudiantes, la conclusión es que estamos ante un problema muy serio.
JC - Estamos ante un problema muy serio, no cabe duda. Yo creo que existe conciencia generalizada de que el problema es serio. Yo empecé diciéndole que creo que este país no tiene futuro sin una universidad de alto nivel, sin un sistema universitario de alto nivel y una Universidad de la República de alto nivel. Yo creo que los universitarios tenemos la responsabilidad de trasmitir esa convicción a la población en general, al gobierno en particular, pero tenemos además que interiorizar esa convicción. Tenemos que tener la convicción de que es nuestra responsabilidad lograr el nivel más alto que nos sea posible. Tenemos que crear, entre comillas, una especie de "mística" del alto nivel universitario. Si no logramos esto, estaremos como universitarios fallándole al país todo.
EC- ¿Cómo juegan en este cuadro las universidades privadas que son un elemento relativamente nuevo en nuestro país? ¿Qué influencia ejercen en esta situación? ¿Son un desafío para la Universidad de la República, son una competencia, padecen los mismos problemas? ¿Cuál es su visión sobre ese punto?
JC - Yo empecé diciéndole que yo soy un hombre de la Universidad de la República y que nunca había actuado en universidades privadas. Tengo por supuesto información sobre el nivel, no tanto de las universidades privadas como de las facultades de derecho de las universidades privadas. Las hay mejores, las hay peores pero en general colegas que trabajan en las mejores me han dicho que el nivel de la enseñanza no difiere del de la Universidad de la República.
Todos estos problemas que yo le decía que tiene la propia Universidad de la República por supuesto que no son la única causa, por supuesto que hay otras causas externas, por supuesto que no es por los problemas de la Universidad de la República Oriental del Uruguay que la enseñanza de grado en España del Derecho tiene un bajísimo nivel que los profesores de allá denuncian. Es decir, hay obviamente causas externas, hay causas de toda la civilización en que vivimos, hay causas de todos nuestros problemas particulares. A mí me interesa hacer hincapié en los problemas que están a nuestro alcance y que nosotros podemos resolver.
[...] La posibilidad de existencia de universidades privadas resulta de la Constitución de la República, cuando consagra la libertad de enseñanza. Yo creo que la existencia de universidades privadas ha sido positiva, incluso para la propia Universidad de la República. Para la Universidad de la República es un desafío, es un incentivo, es un punto de comparación. De manera que creo que es beneficioso para la Universidad de la República que existan otras universidades en el país.
Creo que es bueno también para el país que exista un sistema universitario integrado fundamentalmente por la Universidad de la República pero también por otras universidades. Lo que sí hay que asegurar es que el sistema como tal no se deteriore como ha ocurrido en otros países. En otros países no lejos de nosotros han surgido, cuando se liberalizó esto de las universidades privadas, las que se han dado en llamar "universidad de garage", que se dedican incluso en los peores de los casos a vender títulos y no a enseñar. Es de interés del país pero es fundamentalmente de interés de las universidades privadas serias, que el nivel del sistema universitario como tal se mantenga y no se deteriore con malos integrantes.
Esto es lo que yo quería decir a propósito del sistema universitario como tal y de la existencia de universidades privadas en el país.
EC - ¿Qué impresión tiene a propósito del impacto que ha logrado con su carta de renuncia? ¿Qué cosas generó? ¿Qué movimientos entiende o percibe que se han dado a partir del mes de febrero cuando se conoció esta carta suya?
JC - Mire ha tenido una notoriedad pública que yo francamente no esperaba ni era la que procuraba. Lo que yo procuraba era plantear el tema dentro de la Facultad de Derecho y dentro de la Universidad de la República. Posiblemente la trascendencia exterior que ha tenido sea positiva para precisamente para generar un debate interno que es lo que yo creo que se necesita.
EC - ¿Y ese debate se está abriendo a nivel interno en la Facultad, en la Universidad? ¿Usted ha recibido ecos?
JC - He recibido por supuesto opiniones de mis compañeros de cátedra. El único eco formal que yo conozco ha sido el reportaje a la decana que usted mismo le hizo y trasmitió por este programa.
Yo creo que lo peor sería que todo esto terminara en que "bueno, esta es una actitud personal de Cajarville y Cajarville tiene sus dificultades, está viejo y cansado..." La forma más segura de que un problema no se solucione es que quienes pueden solucionarlo no lo encaren, lo escondan, como se suele decir lo barran bajo la alfombra.
Si eso ocurriera mi gesto quedaría en la nada, yo no pierdo la esperanza de que en algún momento la Facultad encare los temas de fondo y este fenómeno en cuanto depende de factores internos se encarrile a una solución.
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Edición: Mauricio Erramuspe