Entrevistas

Romani: proyecto sobre consumo de alcohol es un "golazo de media cancha"

Romani: proyecto sobre consumo de alcohol es un "golazo de media cancha"

El proyecto de ley que intenta regular la venta y el consumo de bebidas alcohólicas es "una señal de que el Estado se va a preocupar y ocupar" del tema, afirmó el secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani y enfatizó en que esto no es un decreto, sino un proyecto de ley, ya que se quiso marcar un punto de vista "pero con la intención de que sea debatible". Los efectos negativos del alcohol no son considerados como algo grave porque el Estado y el sistema educativo no han estado presentes, dijo, y valoró esta iniciativa como "un golazo de media cancha", aunque señaló que es claro que no se solucionará el problema solo con un proyecto.

(Emitido a las 8.55)

JOSÉ IRAZÁBAL:
Hace ya varios días que este tema está en la opinión pública y las opiniones están divididas. Algunos celebran la medida, otros la ven con temor y se preguntan hasta dónde se puede llegar en el tema de controles, pero lo cierto es que el asunto no pasa para nada inadvertido.

Nos referimos a la decisión del gobierno de limitar por ley el consumo y la venta de alcohol, una medida que fue defendida por el presidente Tabaré Vázquez y que apunta a la promoción de hábitos saludables, algo que la administración frenteamplista ha iniciado con un combate frontal, por ejemplo, al tabaquismo.

El 11 de agosto el Poder Ejecutivo remitió al Parlamento el proyecto de ley que fija limitaciones para la venta y consumo de alcohol, fija también pautas para la emisión publicitaria y habilita a la aplicación de multas y sanciones.

Nos proponemos conocer los alcances de esta iniciativa de la que tanto se está hablando y que fue presentada ayer por la Junta Nacional de la Droga en el edificio Libertad en una conferencia de prensa. Para eso vamos a conversar con el secretario general de la Junta Nacional de Drogas, el licenciado Milton Romani.

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¿Por qué pensar que esta ley se va a cumplir, cuando aspectos contenidos en la propia iniciativa ya existen y no parece respetarse en muchos casos? Por ejemplo, la prohibición de venta de alcohol a menores; en los hechos todo el mundo sabe que, de una forma u otra, hay menores que pueden llegar al alcohol

MILTON ROMANI:
La pretensión de este proyecto (que tiene una ingeniería interinstitucional muy dificultosa, ya que tuvimos que ponernos de acuerdo muchos actores públicos, empezando por todos los ministerios, siguiendo por la Junta Nacional de Drogas y por la coordinadora intersectorial de políticas de alcohol, donde intervienen legisladores de varios partidos), en primer lugar, es ser una señal de que el Estado se va a preocupar y ocupar unificando algunas normativas.

Es decir, no solamente el tema de los menores, sino también la normativa referente a la prohibición de venta de bebidas alcohólicas en el fútbol, que ya existe, pero creíamos que era muy importante hacer un proyecto de ley integral, como una herramienta más de la estrategia respecto a políticas públicas de alcohol y como una estrategia del tema drogas. Porque en el tema drogas Uruguay ha sido impulsor –en la OEA y en el Mercosur– de la debida integración del tema derechos humanos y segundo de las drogas legales e ilegales, que en general no son tomadas en cuenta.

Esto no ha sido un decreto, ha sido un proyecto de ley. Por tanto, lo que se hizo fue marcar un punto de vista pero con la intención de que sea debatible. Entonces estamos haciendo esfuerzos desde la Junta Nacional de Drogas por coordinar los distintos cuerpos de inspectores y de fiscalización.

JI – ¿Usted cree que la mejor manera de evitar el consumo de alcohol, por ejemplo en los jóvenes, es con la prohibición? Aunque además están previstas campañas educativas, pero ¿hasta qué punto cree que eso se pueda cumplir?

MR – Si usted me está preguntando por la prohibición para menores yo creo que sí, que hay que prohibirlo. La ley no vulnera el artículo 10 de la Constitución, es decir, que las acciones privadas de las personas no afecten a terceros...

JI – ...la pregunta apuntaba a que la prohibición ya está vigente...

MR - ...en publicidad no.

JI – Pero cuando usted maneja las cifras del consumo de alcohol, sobre todo en adolescentes, son realmente muy alarmantes, eso habla de otra realidad más allá de que la prohibición esté vigente.

MR – Por supuesto, el proyecto de ley no pretende resolver el problema, pero sí tiene un capítulo cuarto que instrumenta las obligaciones del Estado en cuanto a prevención, alguna de las cuales ya estamos realizando.

Enseñanza Primaria acaba de aprobar un manual de prevención que fue construido arduamente durante estos dos años desde un concepto de habilidades para la vida y de promoción de salud, donde se incluye esto. O sea, pensar que un proyecto de ley, per sé, evite un fenómeno cultural que se ha instalado en Uruguay y en el mundo, es peregrino. De lo que sí estoy convencido es de que el Estado tiene que estar presente respetando derechos y garantías, pero como defensor de la salud pública, porque lo peor que puede haber es el retiro del Estado de ese tipo de obligaciones.

JI – Por su experiencia, ¿por qué cree que no llega el mensaje lo suficientemente contundente a los jóvenes sobre los efectos negativos del alcohol?

MR – Entre otras cosas, porque el Estado no ha estado presente, porque el sistema educativo no ha estado presente, porque es una droga de carácter legal y porque existe un conjunto de potencias, como los medios de comunicación y los modelos de vida impulsados, que se instalan. Yo creo que la batalla fundamental es una batalla contracultural en este sentido, y eso no se gana con prohibiciones, pero sí con prevención y regulación del mercado de bebidas alcohólicas, de psicofármacos y de tabaco.

El Estado tiene obligación de marcar determinadas pautas y determinadas prohibiciones, "No se puede conducir a más de 80 kilómetros por hora en determinados lugares...". Hay controles del Estado que son necesarios, que ayudan a la prevención y reducen la oferta. El hecho de tener un permiso precario, que otorgan los gobiernos departamentales es un instrumento regulatorio y sirve para esto.

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JI – ¿En qué consistirá y cómo se va a elaborar ese registro de locales habilitados a vender alcohol que aparece en el proyecto?

MR – Por recomendación de parlamentarios y de juristas se ha pretendido que el proyecto de ley marque líneas principales y que haya un conjunto de aspectos que no estén en el proyecto de ley, porque la intención es discutirlos y luego serán reglamentados.

El concepto es que los gobiernos departamentales son los que están mejor habilitados para emitir un permiso de expendio de alcohol que habilite a comercios con determinadas características, que no tengan situaciones de riesgo para vender y expender alcohol. La ley sí marca algunos comercios que por vía de los hechos están vendiendo alcohol y que se consideran puntos comerciales riesgosos.

JI – ¿Cuáles no podrán vender más alcohol?

MR – Según la ley y según lo que proponemos nosotros: estaciones de servicio, quioscos, puestos ambulantes y comercios que giren en los entretenimientos de pool, video games, etcétera. Esos están taxativamente prohibidos.

Esto sigue algunas pautas que tiene la Organización Mundial de la Salud en este terreno.

JI – ¿Se va a contar con inspectores? y los comercios, ¿tendrán que tener una identificación especial sobre la habilitación para vender alcohol?

MR – Sí, por supuesto. Tiene que haber una habilitación y se lo hemos dado a las intendencias, que además van a tener un factor de recaudación. Y el texto de la ley dice que la recaudación de eso va con destino a programas de prevención.

JI – ¿La recaudación de qué concretamente?

MR – Recaudación de los permisos que se otorgan y de las multas que se realicen por infracción.

JI – ¿Eso ya está establecido?

MR – No, no. Hay un principio general y después se reglamentará debidamente.

JI – Pasemos al aspecto del proyecto que se refiere a las prohibiciones en espectáculos musicales o deportivos. ¿Por dónde va concretamente ese punto?

MR – Aquí recogemos algunas experiencias. Por ejemplo la del Pilsen Rock, que no sé por qué a alguien se le ocurrió que no podía seguir denominándose así, del texto de la ley no surge eso. Además, dentro del predio del Pilsen Rock no se vende alcohol, eso es un acuerdo de los organizadores y la Intendencia, que les ha dado buenos resultados.

En los espectáculos de fútbol tampoco se puede vender alcohol.

JI – ¿Desde cuándo existe eso? Yo recuerdo algunos espectáculos de fútbol donde se vendía cerveza.

MR – Pero existe una normativa sobre prohibición de venta de alcohol en esos eventos.

Y en algunos eventos de carácter musical o deportivo (como el carnaval, la fiesta del Olimar o la fiesta del mate), las intendencias, que son las más preparadas y conocedoras, otorgarán permisos especiales, con las debidas protecciones del caso. Por vía de la excepción aceptamos una flexibilidad que tiene que ver con este asunto, en el sentido de que el alcohol está muy integrado...

JI – ¿Usted está pensando en los tablados por ejemplo?

MR – En los tablados, claro, en las fiestas del interior donde también hay una preocupación de todas las intendencias. Mire que yo recorro el país y lo que me plantean en materia de drogas todos los intendentes es el problema alcohol, aunque siempre con cierta ambigüedad le voy a confesar...

JI – ¿Cómo se entiende que haya la idea de reglamentar esto y sin embargo haya excepciones? Porque el alcohol no deja de ser tan dañino si se toma en un tablado, como si se toma en cualquier otro espectáculo deportivo donde está prohibido.

¿Cómo se entiende esto?

MR – La excepción permite aunar criterios de prevención y focalizar algunas medidas de protección que son importantes. Por ejemplo, algo que sacamos como experiencia de lo que nosotros hacemos en carpas de achique en festivales de rock... porque no solo tenemos el proyecto de ley, sino que hemos instalado instrumentos de prevención flexible, entre ellos, que tiene que haber agua potable gratuita y accesible para calmar la sed.

Usted me dirá que se podría establecer igual, pero si tiene un permiso especial para determinados eventos, tiene la posibilidad además de otorgar el permiso pautar determinados aspectos de carácter preventivo.

JI – Usted dice que se hace la excepción, se les permite vender alcohol, pero tiene que haber determinadas pautas.

MR – Exactamente, esa es la idea.

En el tema alcohol, como en el tema drogas, es muy difícil el equilibrio. Obviamente en una visión ultra controladora y en las libertades y garantías...

JI – ¿Qué pasa con los casinos? Porque en el proyecto se habla de que en salas o locales donde hubiese pool o video juegos no se iba a permitir la venta.

MR – Es una buena pregunta, es un tema que tendríamos que analizar. Ese es uno de los temas que son perfectamente de recibo en la Comisión de Salud y en los debates parlamentarios, de la misma manera que las propuestas que me han hecho la Asociación de Agencias de Publicidad y la Cámara de Anunciantes sobre los códigos de auto regulación que por primera vez vienen a plantear, y son las incógnitas que hay en un aspecto inaugural de un tema que el país nunca había tocado.

JI – ¿Puede haber una diferencia entre este proyecto y el del tabaco? Seguramente usted diga que este recién ingresó al Parlamento y va a tener toda una discusión posterior, pero el del tabaco parece ser más severo, más delimitado y más claro en cuanto a las prohibiciones de los lugares donde se puede y no se puede fumar.

MR – En primer lugar, lo del tabaco no fue un proyecto de ley sino un decreto. En segundo lugar, Uruguay tenía compromisos con el acuerdo marco en materia de tabaco y había que cumplirlos.

El tema alcohol es necesariamente ambiguo y delicado; tenemos que actuar con un marco de flexibilidad que tiene que tener en cuenta los aspectos integrados a la cultura, a la fiesta e incluso a la religión, ya que la eucaristía se celebra con vino... pero esto no es ni una ley seca...

JI – El gobierno no corre el riesgo de hacer este planteo y generar una imagen... porque va a haber excepciones en algunos casos, se analizarán otros, pero que esto no va a ser una regla pareja para todos y puede terminar afectando a unos sectores y otros no. En definitiva, puede ser una muy buena idea que termine diluyéndose.

MR – Es un riesgo, pero preferimos caminar el riesgo de contemplar aspectos que son debatibles, como lo es todo el tema drogas; aquí no hay una regla general para todo el mundo.

En el tabaco optamos por este criterio y ha salido bien, en el tema alcohol planteamos cuáles son algunos aspectos de regulación que son inflexibles y hay una cantidad de aspectos que estamos dispuestos a discutir, por eso mandamos un proyecto de ley y no hicimos un decreto.

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JI – Hablemos un poquito sobre el tema de la publicidad y el alcohol. ¿Cree que la disminución o la prohibición de pautas publicitarias efectivamente tendrá efectos disuasivos en los jóvenes? Concretamente ¿se puede tener efectos disuasivos sobre los jóvenes?

MR – Sí, el Estado tiene que decir: en los programas específicamente dedicados a menores no puede haber publicidad de alcohol y en algunos principios –que a lo mejor no son regulables-  tenemos que decir que el Papá Noel bajando de la chimenea y tomando una cerveza, no nos parece un mensaje de recibo.

JI – ¿Y cómo puede ser que quien auspicia la selección uruguaya sea una fábrica de cerveza?

MR – Sí, es una contradicción, yo no estoy de acuerdo.

JI – ¿Y qué hacemos con ese tipo de cosas en este proyecto?

MR – El proyecto plantea líneas generales, los aspectos particulares y los aspectos que quedan fuera no son objeto de este proyecto. Estamos dando un primer paso.

¿Usted me pregunta si es efectivo? Yo creo que sí, porque está dentro de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, pero es un largo camino, se empieza con el primer paso. El hecho de que se esté debatiendo y se esté discutiendo es un golazo de media cancha, porque jamás habíamos discutido sobre este tema. Someter a debate este tema, con una tendencia garantista y a su vez reguladora del Estado, es positivo.

JI – Aquí hay una pregunta de las oyentes: "¿Cree que se justifica que desde el Estado se produzcan bebidas alcohólicas y luego se hable de una cultura de controlar el consumo de estas bebidas?".

MR – Pienso que lo peor que le puede pasar al país es la desregulación del mercado de alcoholes, como se produjo en el año 90, y le pido por favor que pida la opinión de gerencia de alcoholes sobre el tratamiento desigual que han tenido. La producción de alcohol por parte del Estado podría ser un mecanismo de regulación excelente en materia de prevención y de promoción, sin embargo la desregulación de carácter totalmente neoliberal ha introducido una cosa perniciosa en temas que son delicados, que están integrados a la cultura, pero si te pasás...

Yo quiero recordar por qué tomamos estas medidas y supongo que usted ya lo debe haber planteado: 40% de los accidentes de tránsito fatales son debidos al alcohol; la incidencia en la violencia doméstica, en el ausentismo laboral y en los accidentes de tránsito tiene una alta prevalencia de asociación con alcohol. Tenemos un consumo de alcohol que es el primero de todas las drogas, hay que incorporar eso, porque sino no entendemos por qué estamos tratando de velar por la salud pública.

JI – Otra consulta que llega de los oyentes: "El registro departamental para dar permiso, seguro termina en tráfico de influencias y coimas", dice Samuel desde Paso de los Toros. Eso dependerá de cómo lo reglamente cada Intendencia.

MR – Y de la supervisión de la Junta Nacional de Drogas, que ha demostrado en otros terrenos que no considera ningún tipo de impunidad y ningún tipo de intocables. Esa también es una señal que hemos dado en otros temas, por ejemplo en el tema del narcotráfico: "caiga quien caiga". Y sigue siendo la Junta Nacional de Drogas la rectora en políticas públicas de estas características.

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JI – Seguimos compartiendo algunos otros planteos que llegan desde la audiencia. Pregunta Isidoro desde Maroñas: "¿Qué va a pasar con los hipódromos y con las criollas con el consumo de alcohol?"

MR – Serán los casos de los permisos especiales otorgados por las intendencias.

JI – ¿Allí sí se dejaría consumir alcohol?

MR – Si hay un permiso de la Intendencia, seguramente se hará así.

JI – Puede darse la situación de que haya intendencias que sean muy benevolentes y otras que no, ¿cómo se controla eso?

MR – Aprobado el proyecto de ley, vamos a ponernos de acuerdo –por vía de la reglamentación– en un criterio de técnico-político común para todos los casos.

JI – Hay muchos planteos de diferente índole, incluso de comerciantes que se ven afectados. Daniel, por ejemplo, dice que él tiene una estación de servicio y vende vinos finos. ¿No van a poder vender más?

MR – No.

JI – ¿Ningún tipo de bebida alcohólica?

MR – No. Las estaciones de servicio no. Además, no todas, pero la gran mayoría de las estaciones siguen vendiendo alcohol fuera de la veda y a menores de edad. Eso lo tenemos certificado en las fiscalizaciones que hacemos con el INAU y con la Inspección General de Montevideo.

JI – ¿Y qué se hace en esos casos?

MR – Se sanciona.

JI – ¿Y cuál es la sanción?

MR – Según el caso, si es el primero o el segundo... Estamos saliendo con los cuerpos inspectivos, y los invito por si alguna vez nos quieren acompañar para ver cuál es la situación de la noche en materia de respeto de la actual normativa existente.

JI – Pero las sanciones entonces no son una limitante para estas personas, que lo siguen haciendo. No son lo suficientemente severas.

MR – Aparentemente no es una limitante, por eso queremos, desde un proyecto de ley, regularizar este tipo de cosas, penalizar de otra manera y fiscalizar de otra manera.

JI – ¿No cabría dar los nombres de esos lugares?

MR – Allí hay un delicado camino entre fiscalización y derechos y garantías. Le cuento una anécdota: hay una Junta Departamental que me mandó una carta pidiéndome que eliminara absolutamente toda la publicidad en materia de alcohol, y entre paréntesis decía "menos el vino".

Digo esto porque en el tema de control del vino, los uruguayos y los seres humanos somos necesariamente ambiguos. Nos quejamos por la seguridad ciudadana, pero si nos podemos hacer un mango con esto, nos hacemos un mango.

JI – Ángel, desde el Parque Batlle, dueño de un quisco, dice: "¿A nadie se le ocurre pensar en el perjuicio comercial que ocasiona esto a los alicaídos salones y quioscos? No se puede afrontar los enormes gastos vendiendo caramelos".

MR – Si yo saco los costos económicos que significa en pérdidas humanas los siniestros, los accidentes de trabajo, las riñas y los gastos en seguridad ciudadana (estudios de costos que no están hechos), le puedo asegurar que la sociedad está perdiendo mucho más con eso que con otro.

JI – "En muchos países no se vende más de una o dos botellas de alcohol en los supermercados. ¿Qué opina de eso?", dice Eduardo desde Pocitos.

MR – Bienvenidas sean las iniciativas y las inquietudes, estamos para eso. Yo he leído todos los comentarios que hay al respecto y puede ser.