Entrevistas

Proponen sistema que elimine el uso de las bolsas de nylon

El diputado de Asamblea Uruguay, Jorge Patrone, que impulsa el proyecto de ley que fija que las bolsas solo puedan ser de material biodegradable, señaló que se intenta ir a un sistema en que la bolsa de nylon vaya desapareciendo y ejemplificó: uno compra un remedio en una farmacia, que ya viene en un blister y una caja, pero igual le ponen una bolsa. "Ese es un uso innecesario" y hay que intentar eliminarlo.

 
(Emitido a las 8.49)

JOSÉ IRAZÁBAL:
El 60% de la basura de los hogares corresponde a bolsas o envases plásticos que no son reciclables. Este es un problema de Uruguay, pero también del mundo y algunos países ya vienen adoptando medidas para mitigar el impacto ambiental.

Incluso aquí la Intendencia de Montevideo viene manejando una alternativa de la que ya hemos hablado, que es aplicar una especie de impuesto a la bolsa de nylon. Pero ahora desde el oficialismo se promueve una medida que abarque a todo el país. Se trata de un proyecto de ley por el cual se establece que las bolsas sólo pueden ser de materiales degradables o biodegradables.

Está previsto que este proyecto se vote en los primeros días del mes de setiembre en Diputados y que luego pase directamente al Senado. Para conocer en qué consiste esta iniciativa vamos a conversar con el diputado de Asamblea Uruguay Jorge Patrone, uno de los impulsores de esta propuesta.

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¿Cómo fue que se resolvió presentar un proyecto de este tipo?

JORGE PATRONE:
Como usted sabe, existe en nuestro país una ley que tiene que ver con el tema de los envases no retornables (ley número 17.849), que podría comprender también al tema de las bolsas plásticas. Pero eso se refleja en la reglamentación, ya que en el caso del decreto 260/007, artículo 18, donde se refiere al incumplimiento, sanciones e infracciones graves, en el literal C, habla de reunir las condiciones del establecimiento comercial de gran superficie que comercialice artículos alimenticios y de uso doméstico sin haber presentado para la aprobación el correspondiente plan de acción para minimizar el uso de bolsas plásticas.

Ahora, esto parecería muy escaso frente al gran problema, que es mundial. En marzo la ciudad de San Francisco, en Estados Unidos, prohibió definitivamente el uso de bolsas plásticas y Los Ángeles tiene prevista la prohibición total a partir del 1º de julio del 2010. Pero esto no es simplemente por un afán imitativo, hace años que este problema lo vemos en nuestros ríos, en nuestros campos, en las crecidas, en las playas, en las calles, en todos lados y si bien todavía no hemos sido tapados, en cualquier momento podemos –por la condición de no degradables– ser tapados por esta capa de plástico que atenta directamente con el medio ambiente.

JI – Usted hablaba de la ley 17.849, que refiere al uso de envases no retornables, aprobada en el gobierno anterior.

JP – Sí, fue aprobada en diciembre de 2005, y en realidad tiene una preocupación muy fuerte por el tema de los clasificadores, por los envases primarios y secundarios, y además de proteger el ambiente, establecer mecanismos de circuitos limpios para el tratamiento de la basura.

JI – Vamos a repasar los principales puntos de este proyecto. Se declara de interés general el cuidado medioambiental.

JP – Sí.

JI – Se impone que los comercios tengan la obligación de entregar la autorización de bolsas fabricadas con materiales biodegradables.

JP – En realidad, tal cual estaba en esa reglamentación del decreto 270 del 2007, en el artículo 7 lo que está previsto es un programa de sustitución y reemplazo, porque es obvio que tampoco en todos los casos podemos considerar que las bolsas no sean necesarias, especialmente cuando hablamos de productos húmedos o de elementos que realmente necesiten una condición particular.

JI – En la iniciativa aparece un plazo de 24 meses después de la comunicación.

JP – Así es, vamos a aplicar una reglamentación de programas de reemplazo gradual. Este programa, como en el caso de Los Ángeles, va a establecer un límite en el futuro para no seguir eternamente, que no sea un saludo a la bandera solo para quedarnos contentos de que el Uruguay tiene desde el punto de vista normativo una situación de avanzada –cosa que realmente es así en muchos aspectos- y que después no las verificamos en la práctica y con el extremo rigor con que debemos aplicarla.

Vemos a los costados de los contenedores el desparramo, que también tiene mucho que ver con el tema de la bolsa, porque si en vez de volcar bolsas al contenedor, volcáramos el producto, como se hacía antiguamente... si la gente tuviera lo que llamábamos "la lata de basura", donde se tiraban todos los restos y después se ponía en la puerta hasta que pasara el camión de la basura y volcaba el contenido, hoy no tendríamos el desparramo. Además, es muy simple extraer la bolsa hacia fuera para clasificar; no digo que lo hagan todos, pero donde se hace eso, perjudica.

Pero además ocupa más espacio. Si uno compactara más lo que vuelca dentro del contenedor, no sucedería como en este momento con el tema de la limpieza y sus paros distorsionantes, que tenemos una cantidad enorme de bolsas por fuera, ya que habrían entrado si hubiéramos utilizado otro sistema de deposición del residuo.

JI – Pero en este caso la propuesta no pasa por volver a los viejos baldes que se usaban antes, sino ir a un sistema donde la bolsa vaya desapareciendo. ¿Pero sustituirla por qué tipo de recipiente? ¿Eso ya está pensado?

JP – [La pregunta sería] ¿por qué tipo de bolsas?, porque estamos hablando casi de un envase terciario. Y le pongo un ejemplo: usted compra un perfume, que ya viene en un envase de vidrio o del material que fuere, y que a su vez viene en una caja. El vidrio es el envase primario y la caja el secundario, pero a usted además le dan una bolsita, que sería simplemente un envase terciario para transportar. Uno va a una farmacia y compra un blister de algún medicamento para el dolor de cabeza y le ponen una bolsita, cuando uno lo podría poner en el bolsillo.

JI – ¿Y la idea es que no se ponga esa bolsita o que se ponga en una bolsa, por ejemplo, de papel?

JP – Las dos cosas. Cuando no es necesario, tenemos que eliminar ese uso y cuando es necesario, ir tendiendo a que las bolsas sean absolutamente degradables; pueden ser de papel o de otro tipo. También aquí aparece la vieja discusión de que estamos deforestando para producir papel... siempre tenemos algún elemento que considerar, por lo que hay que manejarse con prudencia, mesura y equilibradamente.

Nosotros sabemos que tenemos un gravísimo problema con la bolsa plástica y que tenemos que atacarlo de frente y a fondo. ¿Qué significa eso? gradualmente entrar a limitar su uso, ir sustituyéndolo por otros y entrar en una cultura de comportamiento en la cual minimicemos los daños que, sin querer, hacemos.

Por día, en cada casa, uno recibe no menos de 5 bolsas de ese tipo y al cabo del año tiene que disponer de 1.500 o 2.000 bolsas de plástico. Entonces, uno dice "bueno, yo me la saqué de encima", pero en realidad no desaparecieron, están en otro lugar y ese otro lugar es la calle, las playas, los ríos, los arroyos, los parques, arriba de los árboles, provocando un daño que de cualquier manera hay que minimizar.

JI – Vayamos a lo que hipotéticamente va a tener que suceder en un supermercado si es que esta iniciativa es aprobada. ¿Qué se le va a plantear directamente a un comercio de grandes superficies en cuanto a las bolsas y cómo empieza a correr ese plazo de 24 meses?

JP – No son sólo los supermercados. Precisamente una de las diferencias que hay entre esta ley y el decreto reglamentario 260, es que lo hacemos extensivo a todos los comercios, al comercio en general, porque el almacén de barrio también reparte bolsas de plástico a diestra y siniestra, quizás en menor volumen, pero a los efectos de la unidad familiar sigue siendo la misma cantidad que uno recibe que si fuera un supermercado.

JI – ¿Y qué se le va a exigir a esos comercios?

JP – A todos los comercios, no tienen por qué ser de productos alimenticios pueden ser de productos de uso doméstico como dice la ley.

En otros países ya está implantado el hecho de que se utilizan bolsas de papel, que son descartables, u otro tipo de bolsos que son de fibras naturales y que tienen una mayor duración, que pueden tener un costo más alto que el de la bolsa de papel o de plástico, pero que son absolutamente reutilizables.

Cuando en forma graciosa se dice "volver a la chismosa", hay un poco de eso también, de que no sea el hecho de que yo llevo y tiro, sino de que yo llevo y vuelvo a llevar y vuelvo a usar. Entonces, de alguna manera estamos disminuyendo toda esta cantidad enorme.

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JI – En el proyecto de Rendición de Cuentas enviado a la Junta Departamental de Montevideo se propone que se cobre por parte de la Intendencia un impuesto por las bolsas de plástico. Vamos a recordar lo que nos decía aquí En Perspectiva Néstor Campal, director del Departamento de Desarrollo Ambiental de la comuna:

(Audio Campal)

"Pensemos así: ¿cuántas de esas bolsas de plástico que nosotros empleamos son realmente necesarias y cuántas no son necesarias? Cuando nosotros vamos a algún supermercado, muchas veces salimos con 8, 10 o 12 bolsas de plástico. Algunas veces, solo por ir a comprar un litro de algo que venga en botella de vidrio, salimos con 2 y 3 bolsas para el mismo objeto porque no resisten el peso. O sea que estamos agregando al envase de lo que ya compramos –sea de vidrio o de plástico- tres envases más o dos envases más, eso es un uso irracional.

Además esa bolsa normalmente no puede ser utilizada con eficiencia, ni siquiera para la basura, porque no tiene el tamaño adecuado para el recipiente".

(fin)

JI - ¿Comparte que hay un uso irracional en la entrega de bolsas en las grandes superficies?

JP – Sí, yo más que irracional lo llamaría desmedido, porque yo diría que cuando la cajera –que a su vez opera de empaquetadora en un supermercado– o el empaquetador le agrega bolsas porque las botellas las rompen –como decía Campa- es racional con relación al fin de que no se perjudique al cliente, pero es irracional –y ahí sí coincido con Campal– en cuanto al uso absolutamente innecesario.

JI – ¿Qué opina de esa idea de la Intendencia de cobrar por las bolsas? ¿No se está pisando con este proyecto?

JP – No, yo creo que lo de la Intendencia es abrir el camino. Nosotros en la exposición de motivos ya indicábamos que Irlanda fue la pionera en Europa, en el 2002 impuso un impuesto que para nosotros sería absolutamente loco, de 15 centavos de euros al consumidor por cada bolsa. Pero recaudaron 23 millones de euros para invertirlos en proyectos ambientales y lograron reducir un 90% el uso de estas bolsas con ese pequeño detalle.

Después la recaudación disminuyó, pero recaudar no es la finalidad en sí misma; aquí no se trata de una voracidad fiscal para sacar más dinero, sino precisamente el castigo. Es obligar a pensar en soluciones alternativas para no gastar dinero inútilmente.

JI – El tema es cómo se controla. Siempre que hay normativas de este tipo, uno piensa quién controla la cantidad de bolsas que se entregan en un supermercado o en un almacén de barrio.

JP – Eso está claro, esa es la dificultad y por eso no lo incluimos en esta etapa, porque requiere una precisión mucho mayor. Pero eso no es tan complicado si uno, por ejemplo, utiliza al proveedor como elemento de retención del impuesto. Uno recurre al que provee y entonces en función de las que distribuye, ya tiene el valor de lo que hay que cobrar.

JI – Y puede haber también allí mercados negros ¿no?

JP – Es obvio, pero utilizar un agente de retención que puede ser el proveedor sería uno de los mecanismos y después ya el mercado negro es imposible, porque si el agente de retención es el proveedor, él es responsable de eso.

JI – ¿Hay en Uruguay una importante industria en la fabricación de bolsas de nylon? ¿Está claramente identificada? ¿Con qué se han encontrado en ese terreno?

JP – Creemos que hay un importante desarrollo. Lo que se trata precisamente con estos sistemas graduales es no provocar impactos negativos desde el punto de vista de las fuentes laborales. Pero también tenemos que considerar un tipo de envase que para el Uruguay era fundamental, como el vidrio, y terminamos importando botellas de Brasil, de Argentina o de Chile para poder embotellas los vinos. Pero nos olvidamos de eso, se fomentó el envase PET y terminamos quedándonos sin industria del vidrio propia.

Sin embargo, nosotros planteamos también la convivencia en los que casos que se necesite y no la eliminación lisa y llana de la producción de este tipo de cosas; planteamos la racionalización, que es mucho más importante; saber para qué se usa y en qué casos se usa y no indiscriminadamente.

JI – ¿Es un proyecto que apunta más a una cuestión cultural que a una cuestión de actuar efectivamente en el mercado para sacar las bolsas de circulación?

JP – Apunta a los dos casos. Queremos que las bolsas desaparezcan de circulación en el sentido irracional que planteaba Campal. Y siendo Montevideo la ciudad que agrupa mayor cantidad de gente, es donde es más importante es esto. El sentido es darle otra vez un contenido racional al uso de las bolsas de plástico en el caso específico que se necesitan y en la cantidad necesaria, pero no que sea un reparto como los volantes que se reparten en 18 de Julio a todo transeúnte que pasa.

JI – En el proyecto se habla también de campañas educativas. ¿En qué se está pensando concretamente?

JP – En el Uruguay el tema ambiental y Primaria han sido compañeros. Ya desde hace un buen tiempo vemos que la conciencia ambiental donde más se refleja es en los niños.

Las campañas educativas arrancan desde la edad inicial, pero no tenemos que olvidarnos de que los que manejamos este mundo somos los adultos, desde el punto de vista de la generación de las demandas y qué es lo que queremos...

JI – A veces suena un poco paradójico y triste que se le inculque a los niños esta cultura que está muy buena del tema del cuidado del medio ambiente y que después vaya con su padre caminando y esa persona mayor termina tirando un papel en la calle, dejando una bolsa de basura fuera del contenedor o tirándola por la ventana del edificio.

No hay mejor ejemplo que el que se ve diariamente más allá de todas las campañas que se estén pensando, ¿no?

JP – Es precisamente eso lo que destruye años de enseñanza, entonces por eso mismo es que las campañas ahora tienen que ser más abarcativas e incluirnos a todos los que estamos siendo los responsables de dar el ejemplo; tiene que ser muy abarcativa, profunda y fundamentalmente de cambio de hábitos.

JI – ¿Quién tiene que elaborar esa campaña? ¿Quién se hace responsable de la campaña?

JP – Estamos previendo que esas cosas tienen que ser parte de la transversalización de la acción del Estado, o sea que no puede quedar en manos de un solo ministerio, como sería en este caso el de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, sino que debe incorporar también al ministerio de Educación y Cultura y también al Ministerio de Desarrollo Social. Además, con una importante acción que debe involucrar a los privados, porque también el ámbito laboral es muy fuerte de establecimiento de pautas y normas de conducta que colaboran en este tipo de cosas.

JI – Le hago esta pregunta porque quizá la intención es muy buena, pero al trasladarse esta iniciativa a los ministerios se pueden encontrar con que esa cartera diga que no hay fondos previstos, o que no tienen el dinero para hacer la campaña y se termina chocando con una barrera.

JP – Es lo que decía al principio en cuanto a que muchas veces tenemos normas espectaculares pero que la dificultad está en el efectivo cumplimiento, en la aplicación. No en el caso uruguayo, pero sí lo puedo decir a nivel latinoamericano ya que integro la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento latinoamericano, en donde se visualiza la mayor debilidad en este aspecto.

JI – ¿Este proyecto incluye algún análisis de costos económicos de este tipo de medidas, de llevar adelante todo lo que se plantea?

JP – Eso fue parte del estudio previo, pero no lo incluye el proyecto de ley, en el cual el texto está más ajustado a lo que es una norma legal. De todas maneras, esto que estamos presentando con los compañeros de la bancada del Frente Amplio (y que fue una iniciativa del compañero Uberfil Hernández), es abrir un espacio de discusión, no pretendemos que en el texto actual esté agotado.

Algunas cosas que usted me ha preguntado pueden aparecer incorporadas en la discusión en el Senado -porque ahora pasaría una vez aprobado en Diputados al Senado-, o sea que pensamos que esto es un inicio, para empezar a tomar conciencia, porque todos sabemos que nos molesta algo, pero no hacemos nada para solucionarlo.

JI – Hablemos del tema de las sanciones que están previstas dentro de la norma. Se habla de apercibimientos ante un primer incumplimiento, multas cuando se verifique la no regularización ante el apercibimiento (no pudiendo superar esa multa el 25% de la recaudación correspondiente al día en ese comercio donde se verificó la infracción).

¿De qué infracción estamos hablando concretamente cuando se hace mención a esto en el proyecto?

JP – En este caso es que una vez establecido el plan o el programa de sustitución y reemplazo, el mismo no se cumpla. Cuando se hace un programa y se establece ese reemplazo gradual se fijan objetivos y metas y en ese caso (cuando hay un plan que tiene objetivos y metas y que todos estamos acordes y contestes en cumplirlo) el incumplimiento es lo que va a hacer la aplicación de este sistema que –vuelvo a insistir- no es por una cuestión fiscal o simplemente recaudatoria, sino que en este caso cumple como un acicate para el cumplimiento efectivo de lo las normas.

JI – Pero después de esos dos años que se prevén como período de prueba o período para que puedan adaptarse los comercios ¿va a ser una infracción encontrar una bolsa de nylon en un comercio?

JP – No, porque va a depender del destino y la verdadera necesidad. Si yo tengo una tienda de camisas y ropa interior, ahí no es necesario tener bolsas de nylon.

JI – ¿Y eso dónde va a estar, en la reglamentación? ¿Se va a detallar producto por producto?

JP – Sí, como ocurre con el caso del decreto 260 del 2007 en cuanto a los envases primarios y secundarios, donde se detalla producto por producto y el tipo de envase y qué destino tiene.

JI – Y qué va a pasar por ejemplo en los supermercados con el tema de las bolsas, ¿se van a autorizar en algunos casos?, ¿para qué casos sería?

JP – Sí claro, en los casos de productos húmedos. O por ejemplo si yo compro un producto congelado, al sacarlo del freezer se va a descongelar por el cambio de temperatura, eso provoca enseguida una humedad y no lo puedo mezclar con productos secos, por ejemplo.

JI – Se supone que en estos casos va a tener que haber una inspección. ¿De quién dependerán los cuerpos inspectivos?

JP – El mejor cuerpo inspectivo somos nosotros mismos, o sea que nosotros fijamos el cumplimiento de las normas para que ellas se apliquen. ¿Qué quiero decir con esto? Yo soy arquitecto e hice el viaje de estudios de arquitectura y, como siempre pasa, hay alguna dificultad cuando uno llega a Europa y ocurre que algún compañero, distraídamente, en la vieja costumbre oriental desenvuelve un chocolate y tira el papelito en la calle. Usted habrá escuchado 1.000 veces que se paran los autos o alguien que va caminando y lo encara y le dice "usted tire este papel, allá hay un recipiente, vaya y tírelo". Estas anécdotas todos las tenemos e incluso las hemos vivido.

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JI –  Vamos a ir a algunas de las opiniones de los oyentes que nos llegaron esta mañana. Hay muchísimas y muy interesantes. Por ejemplo: "En 1986 en Alemania en los supermercados cobraban las bolsas de nylon y miraban despectivamente si uno compraba una bolsa, los médicos llevábamos un canasto en el auto", nos dice un oyente.

"Usemos la chismosa", dice Mariano desde Lagomar. "Están muy bien las campañas educativas, pero sin fiscalización y sanciones. No funcionan", dice Fernando desde Colón. "Hay que parar la mano con los vasos, cubiertos y demás accesorios descartables de las plazas de comidas de los shoppings", dice Leo de El Pinar. "La intendencia debería hacer un concurso: "el barrio más limpio" y los vecinos del barrio que ganen, pagan menos impuestos ese año".

"Lo importante es reutilizar y no reciclar. Si se usa papel, debe ser fabricado sin cloro", dice otro oyente y Roberto consulta "qué pasa con el nylon strech que se usa en el paletizado de mercadería". "Hay que cobrar 10 pesos por bolsa y van a ver cómo aprendemos a ser limpios", asegura otro oyente.

"¿Se puede alcanzar un acuerdo con las papeleras por el tema de las bolsas?", se pregunta un oyente. "Yo soy anticuado, voy a hacer las compras con la chismosa y en lo posible no acepto bolsas. ¡Y como me miran!", dice Oscar que nos envía el mensaje desde Dolores.

"En San Gregorio de Polanco se fabrican bolsas de compras cociendo bolsas de leche y yogur, es una manera de reutilizar", dice Juan Pablo, mientras que Leo, desde Carrasco, propone: "Bolsas de género para transportar con el logo del barrio o de la ciudad. Esto se hace en Europa y hay que comprarla".

"En el barrio La Coronilla algunos vecinos trabajamos para minimizar el uso de las bolsas mediante el uso de chismosas", dice Lucho. "Me parece perfecto que desaparezcan las bolsas de nylon, pero la espina es que los uruguayos somos un poquito sucios", dice Tito desde Las Piedras. "Todo esto es lo que fomenta el marketing, agregar al producto elementos inútiles que lo hagan atractivo", dice otra oyente. "Hoy tendríamos la basura suelta por las veredas, la idea es cobrar más impuestos y nuevos puestos de inspectores para poder controlar esto", nos trasmite otra oyente.

Un montón de ideas que llegan desde la audiencia sobre esta iniciativa.

JP – Te podría decir que si todos fuéramos como los oyentes que han enviado estas cosas, no tendríamos ningún problema. He escuchado todo absolutamente compartible.

La única discrepancia que podría tener es con incrementar el número de inspectores; yo soy de la teoría de que los inspectores tenemos que ser cada uno de los ciudadanos, que es la línea de todos los que han llamado, la de un ciudadano activo y comprometido con el ambiente, que tiene que tener una actitud francamente decidida en cuanto a la profesión, y que pasa por todos los actos en la vida. Entonces con mucho gusto he escuchado estas opiniones, porque realmente las comparto en absoluto.

JI – ¿No es bueno también que haya una señal fuerte en cuanto al control? Porque está muy bien el proyecto, está muy bien lo que anuncia la Intendencia, pero después si en la práctica no se nota que eso esté funcionando, la gente dice que en Uruguay se plantean 1.000 normas y después en realidad nadie las controla y si las cumplo o no las cumplo no pasa nada.

JP – Yo estoy de acuerdo con eso, porque en definitiva muchas veces el voluntarismo no alcanza en nuestro país. Es el famoso asunto –que uno puede compartir o no- de la bolsa naranja, que es una bolsa de plástico y por tanto era también inapropiada, pero el intentar volcar materiales secos a las bolsas naranjas, yo diría, como dice el "Ñato" Fernández Huidobro, que fue "un fracaso con total éxito", no funcionó.

Esperemos que ahora el contenedor diferenciado para este tipo de productos que está propuesto por la propia Intendencia Municipal de Montevideo funcione. Hay experiencias en el interior, las de Nueva Helvecia, por ejemplo, aunque claro que es una localidad más chica y es otro tipo de relación con el ambiente; estar en lugares más naturales y no en una gran ciudad contribuye a que los vecinos sean muy conscientes, pero la clasificación diferencial ya la aplican desde hace añares.

Eso es lo que debiéramos tomar como ejemplo y hacer el esfuerzo cada uno de nosotros para poder lograr avanzar. Yo me acuerdo siempre de un dibujo de Quino en el cual una familia tiraba la basura por la ventana y al final la ventana era tapada literalmente por esa misma basura que ellos tiraban, y así es la ciudad.