Entrevistas

Asociación Cristiana de Jóvenes: 100 años promoviendo valores a través del deporte

Asociación Cristiana de Jóvenes: 100 años promoviendo valores a través del deporte

En Perspectiva se trasladó hasta la sede central de la ACJ para conversar con su presidente, el doctor Manuel Díaz Romeu, quien relató la historia y los principios fundamentales de la institución, que en Uruguay cumple un siglo: "integración, búsqueda de valores en las personas, búsqueda de la elevación del ser humano", subrayó. En Uruguay, la ACJ también se ha destacado por inventar el fútbol sala, introducir el básquetbol y el voleibol y crear "el concepto de educación física para que formara parte de la educación general de niños, jóvenes y adultos".


(emitido a las 9.07 hs.)


EMILIANO COTELO:
Que una institución cumpla 100 años es, sin duda, un motivo legítimo de celebración para la comunidad que la rodea. Pero si quien cumple 100 años es una institución que, entre otras cosas, inventó el fútbol sala, introdujo en Uruguay el básquetbol y el vóleibol, y, sobre todo, creó el concepto de educación física para que formara parte de la educación general de niños, jóvenes y adultos, entonces la celebración ya es mucho más amplia y abarca a todo el país.

A lo largo de todo este año 2009, la Asociación Cristina de Jóvenes (ACJ) está festejando su centenario en Uruguay. Por eso hoy nos hemos acercado hasta su sede central, aquí en Colonia y Eduardo Acevedo.

Rosario, ¿dónde estamos exactamente?

ROSARIO CASTELLANOS:
Estamos en el hall de este edificio central de la ACJ, este enorme edificio del año 1960 y pico, de siete plantas altas, y por suerte nos han ubicado en la planta baja, perfectamente visibles desde el acceso por la calle Colonia, al fondo, en un espacio muy amplio, donde estamos al paso de todos los que van al vestuario masculino para realizar actividades. A las siete menos cuarto de la mañana ya había gente haciendo gimnasia, y a algunos de ellos ya los veo instalados en esta fonoplatea.

EC - Mirá qué cómodos que están los primeros que llegaron, porque esto no son sillas, son sillones, enormes sillones para los primeros que llegaron.

RC - Los que vengan después no tendrán ningún problema, porque tenemos permiso para retirar sillas de la sala donde están las mesas de juego.

EC - Aquí estamos, para repasar la historia de la ACJ, para destacar algunas de las contribuciones que ha hecho al desarrollo cultural de nuestro país, y para averiguar cómo se planta rumbo al futuro.

Vamos conversar con el doctor Manuel Díaz Romeu, presidente de la ACJ de Montevideo.

***

EC - ¿Cómo están con esto de las celebraciones?, ¿ahogados, cansados?

MANUEL DÍAZ ROMEU:
Todo el mes de abril fue de gran traqueteo, tuvimos una gran cantidad de reuniones, de actos. Nos halagan sobre todo la cantidad de gente y el fervor, pensar en el Salón de los Pasos Perdidos con 1.200 personas. Ese fue uno de los actos más lindos de todo el mes.

EC - La ACJ fue fundada en 1909 por un club de jóvenes protestantes que se disolvió luego de crearla. Fue un emprendimiento que tuvo origen en un movimiento que ya venía creciendo en el mundo y que se había iniciado en 1844 en Inglaterra.

MDR - En 1844, en el Londres industrial. En aquella época, por el desarrollo del ferrocarril, los jóvenes venían a las capitales, lo cual provocó una cantidad de jóvenes en Londres. Y hubo un grupo de jóvenes, cuyo líder fue George Williams, que a los efectos de mejorar la calidad de vida de esas personas, y aparte buscar formas de vida adecuadas en una Londres en la cual había gran hacinamiento –los trabajadores vivían en el mismo lugar de trabajo...

EC - Además tenían jornadas laborales muy duras, muy largas.

MDR - Llegaban a tener jornadas de trabajo de 15 horas.

EC - ¿Qué se buscó con la institución que se creó?

MDR - La institución buscó desde un primer momento fundamentalmente ayudar a los jóvenes obreros. Posteriormente se desarrolló en Londres y en 1955 llegó a la Primera Conferencia Internacional en París con más de 30.000 socios y extendida en siete países.

EC - Estamos hablando de una institución con origen cristiano, pero inspirada desde sus comienzos en el ecumenismo.

MDR - Si mira la insignia de la Asociación, va a ver en el medio un libro abierto, que son los evangelios, y dice "Juan 17,21. Para que todos seamos uno". La idea fundamental es la apertura a todos los grupos cristianos y su unión. Hay hechos fundamentales, ya en 1950 la Asociación tenía observadores en el Vaticano y tuvo muy buenas relaciones con la iglesia Católica, pese a las diferencias que podían tener, aunque estaba abierta a todas las formas de cristianismo, como también a las personas que no fueran cristianas o de otras religiones, como por ejemplo la judía. La Asociación buscó siempre la integración.

Hay un hecho que para mí pinta de cuerpo entero a la Asociación. En 1993 se creó una escuela en Jerusalén, que es la única escuela en el mundo en la cual estudian juntos niños árabes y niños israelíes, y se mantiene hasta el momento actual. Ese es el espíritu de la Asociación: integración, búsqueda de valores en las personas, búsqueda de la elevación del ser humano.

EC - Hablando de los orígenes de la ACJ y repasando la bibliografía que ustedes han elaborado a raíz de este centenario, veía que en Uruguay mismo, junto a los deportes y a las actividades culturales, casi desde el comienzo se promovió la formación de líderes juveniles, se promovió la labor social, se organizaron actividades dirigidas a niños canillitas y a inmigrantes, por ejemplo. ¿Qué era eso? ¿Por qué esos énfasis en aquel momento?

MDR - La Asociación en el mundo tiene una función educativa a través de la educación física y de la acción social.

EC - Es bueno hablar de esto de la acción social, que usted mencionaba a raíz del origen en Londres, porque quizás para la mayoría de la población la ACJ está más identificada con los deportes.

MDR - Las asociaciones del continente, de América Latina, vinieron a través del Comité Internacional de Asociaciones Cristianas de Estados Unidos, y en Estados Unidos ya en 1870 estaban haciendo una acción social en las estaciones de ferrocarriles. Llegó a tener 200 estaciones del ferrocarril en plena expansión de Estados Unidos, con una labor de acción social con todas las familias de los ferrocarrileros. Es decir que ya había la acción social como uno de los elementos fundamentales.

EC - ¿Y acá en Uruguay cómo fueron esos sectores a los que se eligió al principio?

MDR - Esos sectores fueron excelentes, fundamentalmente los canillitas, venían a las reuniones de la Asociación, venían al trabajo con deportes. La Asociación en un primer momento tuvo dos sedes, la primera fue en Rincón 20, y poco después consiguió un gimnasio en la calle Treinta y Tres, pero la actividad social la realizaba en otro en la calle 18 de Julio –los veteranos lo recordamos, cerca del Tupí Nambᖠentre Julio Herrera y Wilson Ferreira. Fue esa acción social la que trajo un gran sentido de la misión cristiana. Pero además todo el aspecto deportivo sirvió para tratar la personalidad humana en sus tres sentidos, el alma, el cuerpo y la mente, ese triángulo que fue creado en Estados Unidos en 1885, en Springfield College, que es una universidad que la Asociación tiene en Massachusetts hasta la actualidad y que forma a los directores profesionales del deporte de todas las asociaciones en Estados Unidos.

EC - ¿Qué es el triángulo rojo?

MDR - El triángulo rojo es una idea del decano de Springfield College en 1885, en cuanto veía en la persona humana un equilibrio entre los tres valores fundamentales que consideraba en aquel momento. Y lo pusieron rojo simplemente porque también estaba la Cruz Roja, y quedó ese triángulo que utilizan muchas asociaciones. Otras no lo utilizan, sino que utilizan el escudo de la Alianza Mundial de Asociaciones Cristianas de Jóvenes, en el que aparecen los cinco continentes y el Evangelio de Juan 17,21, "Para que todos sean uno".

EC - Usted ha destacado en estos días que la ACJ creó el concepto de educación física para que formara parte de la educación general de niños, jóvenes y adultos.

MDR - La idea fundamental era que formaba parte de la educación. En aquellos momentos el deporte y la educación física se hacían individualmente; a partir de entonces empezaron a hacerse en forma ordenada y adecuada para todas las edades. La Asociación fue la que impuso el examen médico antes de hacer cualquier actividad deportiva, que es totalmente necesario.

EC - ¿En qué año fue eso?

MDR - Eso fue alrededor de los años veinte, impuso como obligación sine qua non tener el examen médico. Y por esa época comenzó a utilizar una de las herramientas más importantes de su actividad educacional, que fueron los campamentos.

EC - ¿Los campamentos fueron otra creación de la ACJ?

MDR - Fueron una creación que surgió también en Estados Unidos en 1880.

EC - El campamento como herramienta pedagógica.

MDR - Como herramienta educativa, como herramienta para valerse de sí mismo, de conocer a sus amigos. Los amigos fundamentales que he tenido en la vida los conocí en los campamentos.
nas veces lo recuerda con tristeza porque algunos de aquellos amigos ya no están. El hecho de convivir las 24 horas del día en la juventud tiene un sabor especial, son relaciones que nunca se olvidan.

***

EC - ¿Qué edad tiene usted?

MDR - 79 años.

EC - Y viene a la ACJ desde 1947, según ha contado. Este es su segundo hogar.

MDR - Sin ninguna duda.

EC - Acá conoció a sus mejores amigos y conoció a su esposa. Y supongo que toda su familia ha tenido una actividad muy fuerte acá.

MDR - Está vinculada a la Asociación.

EC - Esta no es su primera presidencia.

MDR - No, ya tuve dos presidencias anteriores.


***

EC - Estamos ya con los integrantes de la Tertulia de los viernes, Carmen Tornaría, Mauricio Rosencof, Carlos Maggi y Alberto Volonté, que se han incorporado temprano a la mesa, porque varios de ellos conocen bastante también a la ACJ, la conocen de cerca.

Me interesaba incorporar en esta conversación algunos de los aportes de la ACJ que en esta semana se han mencionado.

Por ejemplo, a la ACJ le correspondió la introducción en Uruguay de algunos deportes que habían sido creados por la ACJ fuera de nuestro país. Es el caso del básquetbol, del vóleibol y del yudo. ¿Cómo es eso?

MDR - Por 1880, en Springfield College, que es la universidad de la Asociación, el decano les planteó a algunos de los instructores la posibilidad de crear juegos bajo techo. Pensemos que era en Massachussets, al norte de Estados Unidos, donde los inviernos son bastante crudos. Y uno de ellos, Naismith, después de estudiar la forma de hacer un deporte, creó, en 1875, el básquetbol, que fue prácticamente una explosión desde el primer momento.

Una anécdota de Naismith: dio charlas, explicó el juego en todo Estados Unidos y nunca cobró un peso. Una marca de cigarrillos quería ser el sponsor del básquetbol, y él se negó rotundamente porque dijo que había dado ese juego a la población, a la gente. Eran otras épocas.

Y cuatro años después, William Morgan creó el vóleibol a partir de subir la red de tenis una cabeza más de las personas más altas. Así se inició el vóleibol en Springfield College.

EC - Otros deportes fueron creados por la ACJ de Uruguay. Es el caso de lo que hoy se llama fútbol sala, que al principio fue fútbol de salón. Eso fue después del Mundial del 30.

MDR - Después del Mundial del 30 todo uruguayo quería ser futbolista y patear una pelota, era notable cómo cuando los profesores no estaban en la cancha de básquetbol nosotros pateábamos una pelota, aunque fuera la de vóleibol, y los profesores se enojaban. Ahí surgió la idea del profesor Juan Carlos Ceriani de hacer un fútbol para gimnasio. En 1930, 1933, se fijaron las reglas generales del fútbol de salón, que fue creado en nuestra sede de la calle Colonia y Río Negro, en aquel momento, y en uno de los actos en los que estuvimos hace poco se denominó a una de las sendas del parque Batlle con el nombre de Juan Carlos Ceriani, y hay placas recordando toda la actividad de fútbol de salón de la ACJ y la Federación de Fútbol de Salón.

EC - Mauricio, te vi entusiasmado cuando escuchaste hablar del fútbol de salón. ¿Por qué?

MAURICIO ROSENCOF:
Porque lo practiqué. Hay otro deporte que quedó por ahí, porque cuando éramos botijas íbamos al Campamento Artigas de la ACJ y apareció un venezolano que se llamaba Romeo que no nos dejaba jugar al fútbol, quería béisbol no más; le hicimos una canción, que decía: "Ay, Romeo, Romeo, Romeo, tú tienes tu hobby que es el bateo, bateo los lunes, bateo los martes, bateo, bateo, y siempre bateo". No sé si te acordás.

MDR - Sí, me acuerdo de Romerito.

MR - Uno recuerda cosas formidables, recuerda a Volpi, un atleta que fue matado de una puñalada; su padre era profesor acá. Recuerdo a Heriberto Correi, con quien hice guante, anarco perdido. Recuerdo a Saetone, director del Campamento Artigas, que era además secretario de Finanzas del Partido Socialista. Recuerdo esas meditaciones en la puesta de sol, y recuerdo un montón de compañeros. Cada vez que nos reunimos los viejos, esos que llegamos a líderes porque te cambiabas el pantaloncito blanco por el pantaloncito azul, que costaba más, uno tiene cierta resistencia, porque en la lista siempre va cayendo alguno. Tú hablabas recién, fuera de micrófonos, del Chiqui Valezini; él también fue uno de los grandes profesores.

EC - ¿Desde qué edad estuviste en la ACJ?

MR - Desde los siete donde está el Juventus ahora, porque éramos muy desprendidos. El Juventus no tenía "allá fue".

EC - Es bueno ubicar ese antecedente de esta sede central de la ACJ, que fue la primera casa propia de la ACJ, el primer edificio construido especialmente para una institución cultural y deportiva, la casona de Colonia y Río Negro donde hoy está el Juventus.

ALBERTO VOLONTÉ:
El Juventus estaba cerca del obelisco, si miro 18 hacia allá, sobre la mano izquierda, tenía un lugar espléndido. A mí me tocó de niño, a los siete u ocho años, ir al Juventus.

EC - Tú eras del Juventus, no de la ACJ.

AV - Sí, yo era del Juventus. Pero hay una cosa que me parece muy destacable. En esos años, 1948, 1947, uno veía a esas dos instituciones si no enfrentadas, en clara competencia y tratando de captar la mayor cantidad de público posible, en este caso la mayor cantidad de muchachos posible. Se destacaban además por el deporte y por sus actividades culturales magníficas, sus coros; recuerdo muy claramente el coro del Juventus de Dante Magnone.

Un buen día los montevideanos, que estábamos acostumbrados a ver la emblemática sede donde tú jugabas paleta, Ruso, en Colonia y Río Negro, y la del Juventus, aquellas dos instituciones que parecían dentro de determinada organización social competentes o competitivas, se llevaban tan bien que hicieron un trueque, dijimos "acá está el Juventus", pero, era la Asociación, no el Juventus.

Creo que eso, que no se hizo para dar ningún mensaje, terminó siendo un magnífico mensaje muy montevideano y muy uruguayo. Al final no sabíamos dónde estábamos, quién competía con quién, porque eran dos instituciones magníficas. Obviamente, la ACJ tenía cierto predominio porque era un espacio muy importante y con una antigüedad mayor.

MR - Si será grande, que le damos espacio para que festeje el Juventus.

AV - Pero el que guarda la tradición es Juventus, que te sigue custodiando la sede de Colonia y Río Negro. Si no estuviera, te quedarías sin casa.

CARMEN TORNARÍA:
Anoche cuando pensaba en la ACJ, a la que concurrí, pero por los sesenta y pico, y a la que concurrieron mis hijos por los ochenta y pico, y a la que concurren ahora mis nietos en el siglo XXI, pensaba en cuatro personas, una mujer y tres hombres. Una mujer que es Mireille Gilles, un varón que tengo acá al lado, el doctor Díaz Romeu, otro que se llama Héctor Caselli, y otro que nos acompañó en la tertulia hasta hace poco, que fue José Claudio Williman. Estas cuatro personas muestran el espíritu, más allá de lo deportivo, de la ACJ, que es el pluralismo, que es la hombría de bien, la mujería de bien, que es que tres ciudadanos y una ciudadana uruguayos con su modo de vida, con su estilo de vida, su profesión, en la amistad –Manolo y su mujer Titina fueron amigos de mi padre y de mi madre, los conozco desde que era chiquita– contribuyeron a que este país sea lo que es en su lado claro.

EC - Carlos, ¿cuál es tu relación con la ACJ?

CM - Yo fui socio de la ACJ durante toda mi adolescencia, y le debo tanto como a la enseñanza curricular la formación que tengo. En estos días leí con cuidado la información previa que nos manda la producción del programa, y oí ahora al presidente de la ACJ, a quien estimo tanto, y me causa una gran sorpresa, porque la verdad es que la ACJ se parece muy poco a la que yo conocí, se parece más a un club deportivo. Cuando empecé en la ACJ, por el año 34, tenía unos 12 años, estuve de los 12 a los 20, mucho, todas las semanas tres o cuatro veces por semana. Y lo que recuerdo de la Asociación es una cosa muy parecida a un campus universitario. No era un club deportivo; mi gran compañero, mi gran amigo de toda la vida, que era Maneco Flores, era un flaco que era imposible que hiciera deportes porque no le gustaba, y con un físico inadecuado para cualquier deporte. Yo practiqué muchos deportes mal, era un gordo difícil y petiso, jugaba al básquetbol y ahí estuve; después jugué en Atenas.

EC - Aclaremos que no era tan gordo. Tenemos que rescatar algún día una foto maravillosa tuya en traje de baño, musculoso, elegante y avasallante. En esa foto no estabas demasiado gordo.

CM - Esa foto es fruto de la ACJ, cuando vine era un gordito. Pero lo que quiero destacar es que Maneco Flores venía conmigo a la ACJ y empleaba todo su tiempo sin hacer deporte, porque lo que hacíamos era apasionante y tenía que ver mucho que ver con el deporte, pero tenía muchísimo que ver con lo que nos importaba a Maneco y a mí, que era la cultura. Se hacían unas competencias de 10 o 15 actividades diferentes, de las que la mitad correspondían a la cabecita, había debates, había una biblioteca fantástica, había crítica de arte, había diarios murales, había tests de velocidad mental. Todo esto metido en las competencias, nadábamos, hacíamos equipos de 10, 15 muchachos y había que nadar, había que jugar al básquetbol, había que jugar al fútbol de salón, había que jugar al vóleibol y había que tener la misma cantidad de competencias en cosas culturales, que eran tan apasionantes como las otras. Entonces yo me llevé una sorpresa cuando vi esto, porque vi la ACJ como en sus huesos, la encontré mucho menos enriquecida por otras actividades laterales que se han ido enflaqueciendo.

EC - ¿Es tan así, doctor Díaz Romeu? ¿Cómo se siente con ese análisis?

MDR - Lo que dice Maggi es un gran desafío para la Asociación. Coincido con él en que debemos enfatizar nuestro trabajo en las labores de educación en valores y fundamentalmente en la parte cultural. Le estaba comentando a Carmen que muchas veces los debates se hacían en juveniles con más de 100, 120 personas escuchando.

EC - ¿De qué año estamos hablando?

MDR - Estamos hablando de los años cincuenta. Recuerdo un tema, que además se sorteaba, no era que vos querías una cosa, sino que tenías que usar tu mente para defender cosas que muchas veces no creías. Por ejemplo, una de ellas que recuerdo en este momento era: ¿puede existir la amistad entre el hombre y la mujer? Otro de los temas que recuerdo era toda aquella época en que China comunista no era aceptaba por las Naciones Unidas, entonces había un debate entre los que estaban a favor de la entrada en las Naciones Unidas de China y los que no. Es decir, había también temas de política internacional, no solamente la parte cultural. Recordemos que en la vieja Asociación estaba el taller de Torres García, que Hugo Balzo era uno de los principales en toda la actividad musical de la Asociación.

CM - Yo intervine en muchísimos debates. Además, como se sorteaba, te podía tocar uno en contra de lo que pensabas, pero había que hacer el alegato igual, así que a mí me tocó defender el servicio militar obligatorio, y como no se me ocurría nada a favor, con Maneco hicimos una cosa que era normal, que estaba como establecida cuando nos daban el tema del debate, que era llamar por teléfono a un profesor, a Jiménez de Aréchaga, a Quijano, al que tuviéramos cerca en el teléfono. Esto era antes de haber entrado a la Facultad de Derecho.

EC - Qué asesores.

CM - Íbamos y nos recibían en el estudio: "Dígame una cosa, ¿cómo se defiende la instrucción militar en el país?". Estábamos en la guerra, en 1945, y él nos daba argumentos y nos mostraba ejemplos internacionales. Tenía una formación que nosotros no teníamos. Íbamos a beber ahí, unos y otros le preguntábamos; después nos peleábamos, a veces íbamos los dos, teníamos que hacer el debate en contra y sabíamos lo que el otro iba a decir, así que era como un show. Pero el asunto era ganar, porque tenía puntaje para la competencia.

Yo participé en muchísima actividad teatral, me importaba el teatro, que es lo único que sé hacer, escribir teatro, y en la ACJ tuve uno de los primeros grupos, donde estaba Lila Freso, que era muy buena actriz, donde dirigía Denis Molina, donde estaba Brenda Trillo, y ponían cosas tan dispares como "Prohibido suicidarse en primavera", de Casona, que es una especie de sainete, una cosa interesante, graciosa, sin ninguna trascendencia, o Pirandello. Y se estrenaban en los teatros, "La vida que te di", de Pirandello, se estrenó en el viejo teatro del SODRE en Mercedes y Andes.

EC - Pero se originaban acá.

CM - Acá, con gente de acá, con directores de acá, había un grupo de teatro independiente que estrenaba. Recuerdo muy bien "La vida que te di", de Brenda Trillo, fue un éxito.

MDR - Había grupos que se reunían diariamente en la biblioteca para discutir sobre teatro. En el libro de los 100 años de la Asociación hay fotos de cursos de China Zorrilla y Estela Medina que se hacían aquí.

CM - Sí, pero había un teatro independiente propio de la Asociación. Esas eran actrices que se habían formado en la escuela, y eran como institucionales, pero había muchachas como estas que nombré, para las que era simplemente un hobby, no eran profesionales; aunque después algunas actuaron. Había mucha actividad.

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Transcripción: María Lila Ltaif