Carta de una docente (decente)
Estimado Emiliano:
Soy docente de Enseñanza Secundaria en
liceos públicos y privados desde hace 25 años. Cursé el IPA en los
últimos años de Dictadura y estoy afiliada al sindicato de docentes
ADES desde su creación y durante muchos años participé activamente de
la vida sindical. Soy docente efectiva en mi asignatura, estoy en el 7°
del escalafón docente. Me efectivicé por concurso en mi cargo de
Ayudante de Laboratorio y el año pasado concursé ( y salvé sin copiar!)
para acceder a cargos de Dirección y subdirección en carácter efectivo.
Esta introducción viene al caso dado que mis reflexiones tienen que ver
con mi actividad laboral, en principio, pero también con mi calidad de
madre y ciudadana de este país, en definitiva.
Probablemente
lo que voy a decir aquí no es nada nuevo. He escuchado en innumerables
notas de radio y televisión hablar sobre educación, en general, desde
las autoridades de turno o desde las autoridades de los sindicatos,
incluso desde grupos de padres (por suerte!). Pero creo que nunca desde
los docentes de "a pie" , de los que estamos en la lucha día a día, de
los que como yo, no faltamos aunque estemos enfermos, no faltamos al
liceo público pero vamos a trabajar al liceo privado, cumplimos con
nuestra labor lo mejor que podemos, corregimos los trabajos de nuestro
alumnos lo más rápido posible, preguntamos en los exámenes sólo aquello
que desarrollamos durante el curso, en fin, hacemos aquello para lo
cual fuimos designados y para lo cual nos preparamos, y a pesar de los
pesares, lo seguimos haciendo con pasión y vocación.
Pero,
lamentablemente, nadie que sea autoridad en un sindicato docente se
animaría a plantear la otra realidad, la de los "chantas" que están en
la educación como "curro" (si se me permiten los términos), que piden
licencia por cualquier cosa, que abusan de los derechos que, por
Estatuto nos corresponden, como los famosos 5 días por artículo 45.
Por
ejemplo, un docente efectivo tiene derecho por Estatuto a solicitar 5
días durante el año lectivo por causas personales. Originalmente, se
pedían sólo en casos extremos y los Directores podían o no
autorizarlos. Hoy en día, la práctica de los "5 días" es moneda
corriente, es decir, se piden por cualquier razón, y no conozco
Director que los niegue.
Otro ejemplo, si un docente pide
licencia médica 15 días no se le pone suplente. Vuelve a los 15 días,
trabaja dos días y vuelve a pedir licencia 15 días más, y así
sucesivamente (dicho sea de paso, ¿cómo hace para que le den tanta
licencia médica sin chistar?).Es decir, no permite que otro docente
pueda tomar las horas y por supuesto, lo peor de todo, los alumnos no
tienen clase durante todo el año y no pasa nada.
Más ejemplos,
ya dentro del aula, un docente no da clase y se dedica a charlar con
los alumnos, hace escritos de vez en cuando pero nunca los corrige, no
tiene la Libreta al día o directamente nunca la abrió para escribir
nada (documento público, de carácter obligatorio, donde queda
registrado todo lo que el docente hace). Bien, es increíble,¿no? Bueno,
que el Director llame a un Inspector de asignatura! Se supone que va a
venir en algún día (si viene) y claro, tal vez para ese momento el
profe se avivó y completó de apuro la Libreta y el día que lo visita el
Inspector hasta da una buena clase! Conclusión, el Inspector le pone un
puntaje aceptable o más, e incluso no entiende por qué lo llamaron! Al
año siguiente, ese docente sigue estando en el mismo lugar del
escalafón docente y en su grado, elige nuevamente horas por encima de
todos los que están a continuación en el mencionado escalafón y sigue
como si tal cosa.
Y ya que estamos, también el régimen de
elección de horas y la estructura del escalafón docente creo,
humildemente, que terminan atentando contra los buenos docentes, y
favorecen, en muchos casos, a los "ñoquis". Paso a explicar: cuando el
docente es efectivo, pertenece a un escalafón de 7 grados. Para pasar
de un grado a otro, alcanza con haber permanecido 4 años en el grado.
Sí, no importa cómo, sólo permanecer. Dentro de cada grado, estamos
ordenados por puntajes que son elaborados todos los años por una junta
calificadora. Este puntaje reúne el puntaje de Inspección (claro, si
hace 20 años que no tenés inspección, imaginate el puntaje), el puntaje
del informe de la Dirección del liceo y de la Actividad Computada
(asistencia, en definitiva).No importan para ese puntaje, por ejemplo,
si el docente ha hecho cursos de actualización, si tienen una maestría,
si ha publicado trabajos, si está comprometido con su comunidad
educativa, etc. El máximo puntaje es 140. Pero claro, cuando se hace la
elección de horas, se dan cosas como que un profesor de 5° grado con
135 puntos elige mucho después que un profesor de 7° grado con 75
puntos. Es más, aunque el puntaje en el grado sea muy bajo, no existe
la posibilidad de "bajar de grado" (salvo, claro, que el docente robe a
mano armada o asesine a un alumno dentro del aula...).
Por eso,
cuando el año pasado el Consejo de Enseñanza Secundaria planteó, casi
sin aviso, el día de la elección de horas y sin derecho al pataleo que
esa elección era "una elección para siempre para garantizar la
permanencia en los liceos de un determinado grupo de docentes",
realmente yo no sabía si reírme o llorar. Una vez más, pensé, se
termina favoreciendo a los que no se debe favorecer. No hay duda de que
es fundamental la permanencia de los docentes en una institución, y esa
es una de las tantas razones por la cuales los Colegios privados
funcionan mejor. Pero no es así que se debe hacer, pasando por arriba
de las carreras funcionales de mucha gente que sí merece la estabilidad
y de esta forma nunca la va a lograr. En todo caso, sería más justo
articular un sistema de Concursos similares a los de los maestros, con
la salvedad de que la realidad de Secundaria es mucho más compleja. Sé
que muchos colegas se me tirarían en contra por lo que estoy diciendo,
pero seguramente serían aquellos que no deberían estar ocupando un
lugar para el cual no tienen la estatura moral y ética.
Por
último, no es válido el argumento de que estamos sobrecargados de
trabajo, de que cobramos poco, etc. Personalmente, trabajo 60 horas
semanales con todo lo que implica de trabajo extra en domicilio, así
que hablo con propiedad. Y gano más, en este momento, en la enseñanza
pública que en la privada. Por supuesto, sería genial que pudiera ganar
lo mismo trabajando la mitad, que es un derecho laboral, etc. Pero por
favor, eso no tiene nada que ver con robarle la plata al Estado, en
definitiva, a nuestros conciudadanos. Y lo que es peor, no tenemos
derecho a negarles a los alumnos de los liceos públicos una educación
tan buena como la que reciben los alumnos de los liceos privados sólo
porque no pasa nada si faltamos, si no cumplimos, etc.
Estas
reflexiones sólo pretenden ser un aporte para una posible discusión más
profunda. No pretenden ser exhaustivas ni mucho menos; sólo quiero
dejar planteados otros elementos que en general no se consideran.
Estaría bueno que, además de hablar de los derechos de los docentes
(que desde ya, defiendo a muerte), de la ley de Educación, etc.
pensáramos alguna vez pero de verdad en los derechos de los alumnos, y
sobre todo de los más desfavorecidos, de los que no pueden pagar un
liceo privado o un profesor particular, de los que no se pueden
defender.
Podrán decirme que los docentes no somos
responsables directos del deterioro de la educación pública, de los
problemas de violencia, del deterioro social. Con ese criterio, no
somos responsables de nada, y al mejor estilo uruguayo, la culpa
siempre la tiene otro. Yo propongo que nos dejemos de doble discurso, y
hagamos nuestra parte de la mejor forma posible, es decir, dentro del
aula apoyando y ayudando a los alumnos. Lo demás "no vendrá por
añadidura" como dice el evangelio, pero mi experiencia de tantos años
me dice que siempre se logra algo y a veces es maravilloso cómo uno
puede, desde su modesto lugar, cambiar la vida de otro ser humano.