Sobre la violencia en los liceos
Las opiniones de los oyentes recibas a través del teléfono el jueves 22 de abril.
Gustavo de Shangrilá dice que trabajó muchos años en el Liceo de Shangrilá, un liceo de alto riesgo. Dice que en 1995 la Revista Posdata le hizo una entrevista sobre la violencia en el liceo y por eso Secundaria le inició un sumario. En ese momento esas cosas no se hablaban. Dice que a las autoridades nuca le interesó nada porque a la gente nunca le interesó los jóvenes. Dice que no hay especialización ni jerarquización de los profesores. Solo el 30% de los profesors pasó por el IPA. Cualquiera puede ser profesor. Además los padres no le prestan atención a sus hijos.
Una oyente dice que hay que hablar de la responsabilidad de los padres. Ella es hija de policías y recuerda cuando su padre llegaba de trabajar y dejaba su arma enfundada, arriba de un ropero y atada, para que nadie la toque. Le indigna que las familias no tengan responsabilidades cuando sus hijos cometen actos como este.
Una señora dice que ella con otro grupo de padres concurrieron todos los años que fueron necesarios a las charlas en los liceos, pero reconoce que en general siempre era el mismo grupo pequeño de padres el que concurría. Eso habla de un problema grave en la sociedad.
Una señora dice que hay experiencias en algunos liceos privados que vale la pena difundir. Una de ellas es la "educación por el Yoga". Dice que un ratito antes de la clase una profesora los hace mantener silencio, relajarse, concentrarse en ellos mismos, respirar y otra serie de cosas durante un rato, en el cual al chico se le habla y se le hace entender cosas importantes. Dice que se debería tener en cuenta para imitar en otros lugares.
Graciela de Pocitos, docente, dice que lo fundamental en la formación pedagócica es la relación de la institución con la comunidad. Dice que eso casi no se fomenta en secundaria porque el desplazamiento de los profesores de un liceo a otro, en zonas y barrios diferentes, impide que se realice efectivamente.
Isabel cree que mientras sigamos poniendo dinero para los bancos y no para la educación, vamos a seguir teniendo problemas de este tipo.
Sandra vive en Solymar, cerca de un liceo público. Sus hijos, que van a un privado, tienen que tomar un camino alternativo porque si pasan por la puerta del liceo público les gritan y los patotean porque van con uniforme de privados. Con esto quiere decir que no es sólo un problema de los barrios carenciados, es un problema de la sociedad en su conjunto.
Marta, de La Blanqueda, dice que la violencia no se paga con violencia, pero si el chiquilín no llevaba un arma ¿cómo se defendía?. Si lo hubieran apoyado no habría sucedido esto.
Marcos dice que el primer síntoma de violencia es que nunca se oyen las opiniones de los adolescentes. Ellos son los que padecen la violencia pero no se los escucha.
Amparo, que es docente, dice que es injusto que ahora se les pida a los profesores que lleven la pesada carga de todas las problemáticas de hogar y del entorno. Los profesores no pueden con eso. No están preparados para hacerlos y además están muy mal pagos.
Alicia cree que no está bien echarle todas las culpas a los profesores de la educación pública.
¿Acaso los docentes de privados y de públicos no se forman en los mismos lugares? No se puede responsabilizar a los docentes por cosas que los superan ampliamente.
Luis, en línea con lo que decía Casilda, afirma que lo mejor sería instrumentar una materia específica (o talleres de formación) que eduque en valores, en ser buenas personas. En todo caso se podrían retirar aquellas materias que no son tan útiles.
Emiliano de Malvín considera que no es Secundaria la que se debería encargar de esto. Deberían incluir asistentes sociales o sociólogos porque este es un problema de la familia y no de la institución liceal.
Susana de Las Piedras, docente, piensa que todo se resume en un problema de presupuesto. Ella trabaja 40 horas en matemáticas. En los liceos no hay funcionarios suficientes y los profesores no tienen tiempo de contener porque viven corriendo de un liceo para el otro.
Rosario, de Punta Carretas, se muestra sorprendida de que nadie habló del entorno social en el que estamos viviendo. Las cosas no suceden porque sí. Y agrega que no se puede culpar a las instituciones de los accidentes que ocurren en los liceos.