Entrevistas

Grünberg (ORT): "Uruguay precisa una visión estratégica que guíe sus acciones"

Grünberg (ORT): "Uruguay precisa una visión estratégica que guíe sus acciones"

"Una visión estratégica significa saber hacia dónde se va y asignar los recursos humanos, materiales, la energía, las ambiciones, las personas más talentosas a ese objetivo", explicó Jorge Grünberg, rector de la Universidad ORT. Entrevistado por En Perspectiva, señaló que dicha meta consiste en "producir bienes y servicios con un alto contenido de conocimiento", para lo cual es necesario un Estado que promueva la cultura del emprendimiento, que realice mejoras en el ámbito de las telecomunicaciones y que promueva inversiones que generen "transferencia tecnológica" que sitúen al país como un símbolo de "producción sofisticada" exportable. Asimismo, Grünberg consideró que el espíritu conservador de los uruguayos es responsable de su atraso con respecto a otros pueblos. "Con nuestro ritmo de cambios nos va a llevar 100 años salir adelante", sentenció.


(emitido a las 8.57 hs.)

EMILIANO COTELO:
"Nosotros, la sociedad uruguaya, somos en el fondo ambivalentes frente a la conveniencia de cambiar. No lo aceptamos como un imperativo sino como una opción, y además una opción que no requiere premura. Bailamos continuamente un tango con la historia, dos pasos adelante, dos atrás, uno al costado, vuelta a empezar".

Este diagnóstico pertenece al ingeniero Jorge Grünberg, rector de la Universidad ORT, y fue planteado a fines del mes pasado en una conferencia que dictó en Maldonado titulada "Uruguay potencia creativa: un modelo alternativo de desarrollo en el siglo XXI".

Según Grünberg, "actualmente, el destino de los países está determinado por la educación, la ambición y el espíritu emprendedor de su población".

En esa línea, le sugirió al presidente José Mujica "hacer otra reunión como la reciente en el hotel Conrad, pero dirigida a ingenieros y técnicos jóvenes, más que a magnates extranjeros, invitándolos, desafiándolos a quedarse y triunfar en el Uruguay".

Y paralelamente propuso "revisar nuestra obsesión por atraer inversiones extranjeras". Dijo que solo "deberíamos apuntar a atraer inversiones que promuevan capacitación avanzada, transferencias de tecnologías, producciones diferenciadas intensivas en conocimiento y un importante agregado de valor en nuestro país".

Son reflexiones y propuestas sobre las que vale la pena profundizar, y para eso vamos a conversar en los próximos minutos con el ingeniero Jorge Grünberg.

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EC - Jorge Grünberg es ingeniero de sistemas graduado en la Universidad de la República, y tiene un máster en Educación por la Universidad de Oxford, del año 1991, y un doctorado en Educación también de la Universidad de Oxford, del año 2000.

Cada tanto usted realiza un discurso como este, en el que se refiere a la educación o al rumbo del país, fija posición y lanza propuestas dirigidas a la sociedad y en particular al elenco político. ¿Por qué usted, el rector de una universidad privada, asume ese protagonismo público?

JORGE GRÜNBERG:
Creo que ese es el rol de los académicos, los académicos en el mundo entero tienen la responsabilidad de reflexionar sobre sus sociedades y contribuir con visiones alternativas a la verdad oficial y a las tradiciones, proponer visiones alternativas. La sociedad, al transformarnos en universidad a todos nosotros, nos brinda una importante responsabilidad y nos encarga deberes, uno de los cuales es pensar visiones alternativas para la sociedad.

EC - Otros colegas suyos –rectores de universidades– mantienen un perfil más discreto.

JG - Obviamente hay diferencias personales y quizás también de visión. A mi entender, el rol de una universidad, más allá de la formación de los jóvenes que allí concurren y más allá incluso de la producción de conocimiento, es hacer aportes a la visión nacional, al diálogo nacional, porque representamos a la sociedad civil. Nuestro país está muy fragmentado políticamente, todos los aportes vienen prácticamente del sistema político, y como el sistema político, en parte por su propia naturaleza, está muy dividido y enfrentado, entonces las propuestas se cancelan entre sí, porque todo el mundo las elimina o las descarta solamente porque vienen del otro partido.

EC - Esta vez, en cambio, tenemos un comienzo del período de gobierno en que parece haber otro ambiente, un ambiente más propenso a los acuerdos, sobre todo en torno a algunas políticas de Estado.

JG - Justamente eso me llevó a esta reflexión, cuando escuché el discurso que dijo nuestro nuevo presidente y vi las reacciones de los líderes de los partidos de oposición. Creo que tenemos una gran oportunidad entre manos, parecería haber un consenso mucho mayor que en otros momentos del pasado para hacer cambios, cambios fundamentales, que son los que necesitamos para salir adelante. Y no hay que perder esta oportunidad. Pero esto depende de que los cambios trasciendan el ámbito declarativo, porque ya hemos pasado por coincidencias declarativas; por ejemplo en 1985 existió la Concertación Nacional Programática (Conapro) en la cual todos los partidos, en el retorno a la democracia, querían ponerse de acuerdo sobre lo que serían políticas de Estado –como se les llama ahora– para el país, de modernización de Uruguay; esa era la palabra que se usaba en aquel momento, se hablaba de la modernización del Uruguay.

Pero lamentablemente una gran parte de esa energía que había en la Conapro se evaporó luego y quedó en tono declarativo. Esto no es subestimar lo hecho en aquel momento ni el valor de las palabras, lo declarativo también es importante. Pero 25 años después de la Conapro es el momento de hacer una segunda concertación, esta vez con efectos en la realidad, no solamente declaraciones.

EC - En su disertación en Maldonado, usted aparecía preocupado por la situación de la educación uruguaya, pero antes que eso, el foco de su ponencia estaba puesto en el modelo de desarrollo del país. Es más, se preguntaba si Uruguay tiene una visión estratégica. Le propongo detenernos en ese punto y arrancar por ahí.

JG - Como yo decía en esa conferencia, creo que hoy en Uruguay como nación carecemos de una visión estratégica que guíe nuestras acciones. Una visión estratégica significa saber hacia dónde se va y asignar los recursos humanos, materiales, la energía, las ambiciones, los talentos, las personas más talentosas a ese objetivo.

Pero si me permitís una digresión, yo quería hacer una cita, porque a veces parece que estas reflexiones aparecieran de la nada y ahora en el año 2010. Quiero citar lo expresado por una persona hace unos años, que se parece bastante a lo que yo dije. La cita dice: "El país tiene una estructura económica obsoleta, no ofrece posibilidades para la conquista del pan al margen de las actividades en el Estado. ¿Qué hacen los padres de los muchachos de 18 a 20 años que desean asegurar a sus hijos un destino frente a los angustiosos interrogantes del porvenir? No se ven hoy más que dos caminos: la profesión liberal o el empleo público. El cansado reclamo del empleo público que todos días se repite se vincula así a toda la estructura económica del país. Los jóvenes venden en la edad de los sueños un destino incierto por un presente cómodo. Hemos cerrado todos los caminos que conducen por el esfuerzo propio a un futuro útil".

Esto lo dijo el señor Carlos Quijano en Marcha el 16 de mayo de 1941. Es decir, que tenemos una larga, larga historia de reconocer que nuestro modelo productivo está anquilosado, que los jóvenes no tienen posibilidades reales si sus ambiciones los llevan más allá de determinados niveles de empleo. Por eso digo, no es que hoy me desperté y me empecé a preocupar por esto, esta preocupación tiene una larga y distinguida historia.

EC - Entonces, en particular su mensaje parte de una evaluación crítica, por no decir negativa, de los cambios que sí ha habido, porque algunos cambios ha habido, es notorio que ha habido, por ejemplo desde el regreso de la democracia a acá.

JG - Ha habido cambios en mi opinión importantes pero muy pocos, algunos de ellos además incompletos, algunos que se han revertido y otros que se quieren revertir; fíjese que constantemente hay llamados a revisar cambios como la reforma de la seguridad social. Se han hecho cambios importantes, la reforma de la seguridad social, la creación de universidades privadas, la reforma del puerto. Por supuesto, ha habido cambios importantes que han llevado a que el país no sea el mismo que hace 25 años. También ha habido cambios más recientes, como la creación de la Agencia Nacional para la Investigación y la Innovación (ANII), que ha sido un agente dinamizador, quizás el proyecto Ceibal pueda ser visto en perspectiva histórica dentro de unos años como un cambio positivo, y luego ha habido también cambios negativos. La Ley de Educación reciente en mi opinión profesional es un cambio negativo para la mejora de la educación, hay una ley de agencia de acreditación en el Parlamento que sería un cambio muy negativo, el Plan Cardales, que se suspendió, sería un cambio negativo.

Entonces hay cambios de un tipo y otro, pero el mensaje central es que si bien ha habido cambios, la cantidad de cambios que ha habido en Uruguay ha sido mucho menor que la que ha habido en otros países que han salido adelante. Tenemos que compararnos con países que tienen una población muy parecida a la nuestra en tamaño e incluso en la cantidad de problemas; por ejemplo Irlanda, Nueva Zelanda –que hoy está de moda–, Finlandia, Singapur, Israel, Taiwán son todos países que tienen tamaños de población no muy distintos del de Uruguay, que tenían problemas pavorosos hace unas pocas décadas y que salieron adelante, pero la cantidad, la calidad y la profundidad de los cambios que hicieron son mucho mayores que los nuestros. Con nuestro ritmo de cambios nos va a llevar 100 años salir adelante, ese es mi punto.

EC - Usted además hace una propuesta concreta de cuál tendría que ser la visión estratégica, que de algún modo está contenida en el título de la conferencia: "Uruguay: potencia creativa". ¿Qué quiere decir eso?

JG - Hoy la única manera de hacer próspero un país como el nuestro, que no tiene grandes masas de población ni recursos minerales como el petróleo en abundancia, o gas u oro o similar, ni una potencia militar que nos permita condicionar vecinos, es producir bienes y servicios con un alto contenido de conocimiento. Tenemos que tener producción sofisticada, muy diferenciada, tenemos que producir una marca Uruguay, tenemos que tener marcas propias, diseño propio, tenemos que competir en el mundo en la franja más alta de la producción de valor. Y esa no es la realidad hoy en día.

EC - Pero ¿no se habla permanentemente de ese objetivo? ¿Usted no escucha a los dirigentes políticos encaminarse en esa dirección?

JG - De ahí el título de alguna entrevista que me han hecho recientemente. Nosotros tenemos una disonancia cognitiva, como dicen los psicólogos, en el sentido de que los políticos, las elites políticas, mediáticas, culturales y educativas de Uruguay saben perfectamente lo que hay que hacer; la única manera de que en el futuro podamos pagar jubilaciones decentes, generar oportunidades para los jóvenes para que no se vayan, de tener ríos limpios, aire limpio –todo esto requiere inversiones–, la única manera de generar esta riqueza va a ser que nuestra producción, con los escasos tres millones de habitantes que tenemos, esté en la franja más sofisticada, donde se agrega más valor. Todo eso lo sabemos.

Tenemos que crear vacunas, tenemos que exportar muebles y no troncos, tenemos que exportar ropa de lana de alta calidad de micronaje fino y no tops. Y así sucesivamente, en cada una de las cadenas productivas tenemos que aspirar, porque es la única manera de generar prosperidad, a estar en la parte más sofisticada, donde se produce más valor. La carne se sigue exportando prácticamente como sale de la vaca, no hay el más mínimo agregado de valor, producción de carne congelada de marca uruguaya que se diferencie en el exterior. Eso se reproduce en todas las cadenas productivas uruguayas.

Pero por un lado las elites uruguayas, en particular las elites políticas, conocen perfectamente que este es el único camino de prosperidad, pero también conocen los costos que eso tiene, porque para producir con inteligencia, para utilizar productivamente la inteligencia uruguaya, hay que hacer una cantidad de cosas: hay que reformar el sistema educativo, hay que crear infraestructura, en particular hay que tener una infraestructura de telecomunicaciones de clase mundial, hay que crear un ecosistema de apoyo a emprendedores, es decir, un sistema nacional que lleve a los jóvenes a crear emprendimientos, a crear pequeñas empresas que luego puedan ser grandes, en lugar de aspirar a empleos públicos, como sigue sucediendo. Obviamente, como decía en el discurso, no quiero que la política uruguaya apunte a que los que hoy tienen un millón de dólares tengan un segundo millón, quiero crear la nueva generación de millonarios, la nueva generación de gente próspera, y la única manera para lograr eso es crear un ecosistema o un sistema amigable con el emprendimiento.

EC - En un momento de la conferencia usted dijo: "Actualmente el destino de los países está determinado por la educación –eso más o menos lo decimos todos, se habla y figuró con destaque en el discurso del presidente el 1 de marzo–, la ambición y el espíritu emprendedor de su población"; de esto último no se habla tanto.

JG - Todos sabemos que hoy la riqueza se genera en los pequeños emprendimientos que se crean en los países y que tienen que tener un perfil y una visión exportadora, porque nuestro país no tiene la base suficiente, no tiene mercado para ningún emprendimiento importante. Esos son los verdaderos creadores de empleo, hoy en día en el mundo entero los empleos de calidad en gran número se crean a partir de nuevos emprendimientos. Para eso hay que tener un sistema educativo que lleve a las personas a crear emprendimientos, un sistema financiero que apoye esos emprendimientos con capital de riesgo y una infraestructura pública –y aquí es donde el gobierno tiene que operar– que provea lo que necesitan los emprendedores –esto es mucho más importante que lo impositivo.

No estamos hablando de abstracciones, queremos que los estudiantes de nuestra universidad, por ejemplo, cuando terminen sus carreras utilicen las tesis que hicieron para terminar la carrera para crear empresas. Tenemos un graduado de 27 años en Maldonado que acaba de vender una empresa de software a una empresa canadiense en un millón de euros. Ese es el futuro que espero para los uruguayos que son talentosos, que quieren trabajar, que son ambiciosos, que son inteligentes, que invierten en su formación.

EC - Usted mencionó ese ejemplo cuando venía explicando lo que el Estado tiene que aportar para que ese ambiente emprendedor y propenso al riesgo sea factible. ¿De qué manera tiene que jugar el Estado?

JG - En una etapa de desarrollo en la cual la economía se basa en la innovación y la inteligencia, el Estado tiene un rol muy importante para cumplir, contrariamente a lo que alguna gente pueda decir. No es un laissez-faire continuo, sino muy por el contrario. Sin embargo el rol del Estado es muy distinto del que conocemos en Uruguay tradicionalmente. Por ejemplo, para generar emprendimientos el Estado tiene que diseñar el sistema educativo para que las personas desde muy jóvenes sean sensibles a la importancia de emprender, estén menos condicionadas a la búsqueda de empleo, tengan una modalidad de enseñanza que las lleve a tomar riesgos, a tomar opciones. Actualmente tenemos un sistema educativo en el que no hay materias electivas, que son una de las formas en que la gente aprende que hay que tomar opciones en la vida, que cada uno puede tener su camino personalizado. Hay que tener la posibilidad de hacer pequeñas tesis en la secundaria para que la gente empiece a aprender lo que es hacer emprendimientos personales. Hay que tener un sistema terciario en el cual los programas doctorales unidos con empresas después se transformen en nuevas empresas.

Esto en materia de sistema educativo. En materia de infraestructura, las telecomunicaciones hoy en día en el mundo entero no son una industria más, hay abundante evidencia científica y económica, incontrovertida, de que la conectividad de un país está directamente relacionada con el PBI. Por ejemplo, la penetración de la telefonía celular es un indicador de desarrollo, y en particular la penetración de la banda ancha.

EC - En Uruguay hemos avanzado mucho en esos dos terrenos, tanto en la telefonía celular como en la penetración de la banda ancha. ¿Qué es lo que usted dice que falta?

JG - En la telefonía celular ha habido progresos, de todas maneras no comparados con el mundo internacional. Hoy la telefonía celular en el mundo significa usar 3G, navegar por internet. Cualquier oyente que tenga un teléfono capaz de usar 3G e intente navegar por internet y hacer trabajos reales que requieran ancho de banda se va a encontrar con lo que quiero decir. Hoy tenemos una telefonía celular difundida, que permite hablar por teléfono y mandar textos, pero las plataformas móviles requieren algo más potente. Y especialmente en materia de banda ancha Uruguay está muy atrasado, la banda ancha es muy cara para los pequeños emprendimientos que producen una pieza publicitaria para exportar a Nueva York, o una animación digital, o una simulación de diseño de una molécula. En Uruguay crear un medicamento es muy difícil porque las inversiones son muy grandes, los diseñadores uruguayos biólogos tienen que trabajar en el diseño de moléculas y vender sus prototipos y diseños al exterior, pero eso requiere anchos de banda muy grandes, ningún emprendimiento puede pagar ese tipo de ancho de de banda que hace falta para hacer video de alta calidad, para simulación molecular, para mandar grandes películas al exterior de una hora o dos horas, son miles y miles de dólares. El problema hoy de Uruguay es que la banda ancha es muy escasa y muy cara.

Justamente, en una publicación del gobierno del Gabinete Productivo que leí con mucho interés uno de los objetivos que se planteaba el gobierno uruguayo que acaba de terminar era "no ser más del doble de caros que el país que ofrezca en América Latina el precio más competitivo". Esto da la pauta, dicho por el propio gobierno, de dónde están los problemas. Tenemos una infraestructura de telecomunicaciones que no es acorde con un país que quiere basarse en una economía de la innovación.

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EC - Los oyentes siguen la entrevista y mandan mensajes con preguntas o comentarios. Por ejemplo, José Luis quiere saber: "Esos emprendedores, que usted dice que hay que fomentar, ¿qué le devuelven al Estado?". Y pregunta Leo: "¿Qué opina del uso del satélite venezolano? Tenemos una parte nuestra que estamos en condiciones de emplear".

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EC - El ingeniero Grünberg sostiene que Uruguay tiene que ir hacia la producción creativa basada en la innovación, con desarrollos tecnológicos, diseños y marcas propias. Para eso tiene que darse una serie de requisitos, el Estado tiene que jugar su papel, por ejemplo en cuanto a infraestructura en el tema de las telecomunicaciones, por ejemplo en cuanto al perfil de la educación, en cuanto a cómo se incentivan o no las inversiones, con qué criterios. Usted hace un planteo que probablemente sorprenda a más de uno, dice que debemos "revisar nuestra obsesión por atraer inversiones extranjeras". ¿A qué se refiere? Porque en estos meses del verano ha habido una satisfacción generalizada por la respuesta que el entonces presidente electo, José Mujica, obtuvo en el evento que tuvo lugar en el hotel Conrad, al que vinieron potenciales inversores no solo de la región sino incluso de Estados Unidos y de Europa. ¿De qué está hablando usted?

JG - Me refiero al valor que aportan las inversiones. No estoy en contra de ninguna de las inversiones que se hacen si son por la vía legal y hacen una transferencia de aprendizaje. Pero en general la mayoría de las inversiones que se han realizado en Uruguay en los últimos años, incluso con incentivos fiscales, ha consistido o en comprar empresas uruguayas –en lo que no hay nada de malo pero no creo que sea el tipo de inversión que tenemos que promocionar con más energía– o en permisos de explotación de recursos naturales como los madereros, los forestales y de otro tipo. Yo no estoy en contra de ninguna de estas inversiones, pero digo que la energía de nuestro país, el diseño del marketing de búsqueda de inversiones, el diseño de la política de búsqueda de inversiones tendrían que ir en busca de inversiones de otro tipo, de un perfil que genere mucha más transferencia tecnológica, que genere una demanda de profesionales altamente calificados, que genere un nombre para Uruguay por el cual queramos ser conocidos.

EC - ¿Por ejemplo? ¿En qué casos está pensando?

JG - Un centro de desarrollo de software para Google; Google es una empresa que todos usamos todos los días que estuvo pensando dónde instalarse en América Latina –yo atendí personalmente, porque recorrieron universales, a los que venían a decidir– y se terminó instalando en Argentina. Después un centro de investigación para Microsoft recorrió y terminó instalándose en Chile. Y un centro de Motorola se instaló en Costa Rica, por no hablar de otra cantidad de industrias. Tenemos que aspirar, en lo que es la especialización productiva regional y mundial, a que se instalen acá inversiones que generen ese tipo de demanda intelectual, centros de investigación.

EC - Hemos tenido ejemplos: el Instituto Pasteur, que ya está funcionando desde hace algunos años; el Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (CUDIM), que está por abrirse en las próximas semanas, e incluso el Instituto Weizmann de Israel, cuya llegada fue anunciada por el gobierno a mediados del año pasado.

JG - Pueden ser buenos ejemplos. Pero el CUDIM, que yo sepa, no va a producir nada para la exportación; el Pasteur puede ser, el Pasteur es una linda iniciativa, con una fuerte participación pública, por supuesto es una buena idea. Yo estoy hablando de instalar aquí emprendimientos que generen producción exportable para que en el mediano y largo plazo Uruguay se transforme en un símbolo de alta calidad de producción, en un símbolo de producción sofisticada, diferenciada. Un laboratorio de investigación de Google, un centro de investigación para un laboratorio, un centro gerencial, un taller de diseño. Me gustaría que en vez de producir telas para Hermenegildo Zegna en Europa trajéramos a Benetton a Uruguay para que nuestros diseñadores, que están muy bien capacitados, hagan diseño textil, diseño de telas, de colores, generen colecciones de moda. En ese sector de la cadena es que me quiero instalar.

EC - ¿Cómo se hace para atraer esas inversiones?

JG - Por un lado el Estado tiene que preparar suficientes uruguayos, ese tipo de empresas no se instala en los países por las exoneraciones fiscales, hay estudios bastante completos sobre multinacionales a las que se les pregunta por qué se instalan, por qué instalan sus centros de diseño, de investigación, gerenciales, de desarrollo en unos países y no en otros, y sistemáticamente dicen que las exoneraciones fiscales son el último de sus intereses, lo que les importa es tener una población altamente educada y altamente productiva, y que haya buenas universidades en el lugar donde se instalan para tener continuamente socios con los cuales trabajar en la producción de conocimiento.

EC - Entonces no estamos en condiciones de atraer esas inversiones ahora, en el corto plazo vamos a tener que conformarnos con seguir atrayendo el tipo de inversiones que a usted no le parecen las adecuadas, las ideales.

JG - Ya hoy podemos hacer un esfuerzo, tenemos ejemplos como el de Tata Consulting que produce software en Uruguay, tenemos alguna empresa que produce vacunas veterinarias, hay algunos ejemplos, y tenemos que profundizar. Pero más que nada, como yo decía en la conferencia, tenemos que tener una visión estratégica, si queremos atraer ese tipo de inversiones a Uruguay dentro de siete u ocho años hoy tenemos que diseñar el sistema educativo, brindar acceso al sistema educativo a muchos más uruguayos. Esto no requiere tanto tiempo como algunos dicen, no hay que esperar 25 años para tener los resultados en educación, hay países que los han modernizado mucho más rápido y nosotros tenemos la posibilidad de hacerlo.

EC - Está hablando de educación, y por lo menos hay dos frentes en los cuales hay que atacar, la educación secundaria y la terciaria, es en esos dos capítulos que hoy radican los cuellos de botella para un proyecto como este.

JG - No solamente, no es conveniente recortar la educación en sectores estancos, no hay por un lado la secundaria y por otro lado lo terciario, hay que recordar que también existe la educación permanente a lo largo de toda la vida, los obreros y técnicos y profesionales necesitan capacitarse. Por ejemplo, en Estados Unidos los profesionales universitarios, por ejemplo los médicos, cada cinco años tienen que acumular créditos de formación permanente, si no, no pueden trabajar más, les retiran el título, les prohíben ejercer la medicina. La formación permanente es parte de la educación. Y no olvidemos que uno no puede tener universidades de clase mundial sin una buena secundaria, las universidades no pueden corregir los déficits educativos que vienen de atrás. La educación hay que verla en su totalidad.

Pero si vamos a focalizar, hoy tenemos una educación técnica que sufre un problema de prestigio social muy importante, y por tanto estamos perdiendo una gran oportunidad de que muchos uruguayos que desertan del bachillerato tradicional completen bachilleratos técnicos. Tenemos en este momento en la UTU una situación muy contradictoria, porque por un lado tenemos una cantidad de cursos de baja calidad que nadie quiere hacer y unos pocos cursos de alta calidad que tienen demasiada demanda y dejan gente fuera.

El sistema de educación secundaria tiene resultados de aprendizaje según PISA muy malos, hay que corregirlo, hay deserción. Además, un sociólogo de la Universidad de la República que se llama Tabaré Fernández hizo una investigación con resultados muy preocupantes, tomó todos los alumnos uruguayos que en el año 2003 tomaron la prueba internacional PISA, miró qué había pasado con ellos en el año 2009, dónde estaban, y encontró que los alumnos con mejores resultados en la prueba PISA habían ido a las universidades privadas, los de resultados intermedios a la Universidad de la República y los peores –esto es lo más grave– al Instituto de Profesores. Quiere decir que los institutos de formación docente están recibiendo a los peores alumnos, a los alumnos de peor rendimiento en secundaria. Entonces no solamente tenemos un rendimiento muy malo en el sistema educativo secundario, sino que ¿qué nos espera en el futuro si los peores alumnos son los que ingresan a la carrera docente?

EC - Desde la audiencia comentan que en Uruguay las posibilidades de educación terciaria en el interior son muy limitadas, incluso se menciona que se ha cerrado uno, el Instituto Universitario de Punta del Este. Otros mencionan que la educación universitaria cuesta tanto para quienes van a la Universidad de la República –que, si bien es gratuita, implica un esfuerzo económico para las familias– como para quienes optan por las universidades privadas. ¿Qué contesta sobre este tipo de limitaciones?

JG - Con respecto a lo primero que decía el oyente, yo hablé de eso en Maldonado, que es la boca del lobo en ese tema. En mi opinión –esto es controversial y controvertible– no hay en Uruguay un stock de talento suficiente como para abrir más universidades, especialmente fuera de Montevideo. No es porque no haya alumnos, alumnos hay que quieren hacer esos cursos, pero no hay suficientes académicos, no hay profesores suficientes como para abrir universidades en otros departamentos. Cuando uno aspira a tener cuerpos académicos competitivos internacionalmente, que tengan doctorados, que tengan una alta dedicación a la universidad, que investiguen, que publiquen, que formen posgraduados, que tiendan a los alumnos fuera de clase –porque eso es un cuerpo académico, no puede estar formado por profesores que viven en Montevideo, van, dan la clase y vuelven a Montevideo– se encuentra con que no hay suficientes. No olvidemos que por muchas décadas despreciamos los posgrados, cuando yo estudiaba ingeniería escuchaba la leyenda de que el ingeniero uruguayo, como cursaba una carrera de seis años, estaba tan bien formado que era como tener un máster incorporado o un doctorado. Era toda una leyenda.

EC - ¿Entonces? Con ese panorama, ¿qué pasa con las posibilidades de educación terciaria en el interior?

JG - Hay que cambiar la concepción, los alumnos que viven fuera de Montevideo lógicamente quieren tener oportunidades en sus departamentos, y hay que fomentar y proveer un acceso a la educación superior, que no significa lo mismo que acceso a la universidad. En esa conferencia en Maldonado, delante de las personas que habían vivido de primera mano lo que pasó allí con el cierre de una institución, yo decía que creía factible seguir el ejemplo del colegio comunitario norteamericano, el community college, que es una forma universitaria que no tiene aspiraciones de investigar, no tiene otra aspiración que formar al ciudadano técnicamente y para que pueda expresarse correctamente, leer, escribir, tener una formación superior inicial. Las personas estudian ahí dos años. Eso lo podríamos hacer en red prácticamente en todo el país, tener politécnicos terciarios. La persona al terminar los dos años se queda ahí, tiene un título que es reconocido en el mercado laboral, y además puede, después de trabajar dos o tres años y asentarse económicamente, ir a una universidad y seguir los años tres y cuatro, y eventualmente hacer una maestría. Está todo muy bien diseñado, los estudios realizados en el ámbito terciario tecnológico se revalidan rápidamente, sin ningún tipo de problema, para el estudio universitario.

Eso es factible en Uruguay, sería muy conveniente porque crearía un mercado laboral mucho más dinámico, proveería a las empresas que hoy necesitan técnicos mucho más rápido y los jóvenes en lugar de irse de su departamento a los 18 años se irían a los 21, 22. Yo hablaba con los padres en Maldonado, y me decían "tiene razón, para mí que un hijo se vaya a los 17 años y medio es muy duro". Cuando se van a los 21 o 22 uno los ve más maduros, pueden ir a Montevideo con mucha menos preocupación de los padres, y además ya se asentaron lo suficiente en su departamento como para pensar que van a ir a Montevideo, van a cursar dos años, terminar la carrera y volver. Me parece una propuesta factible.

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EC - Para terminar, ¿por qué dice que el presidente Mujica debería hacer una reunión como la que se hizo en el Conrad en febrero pero con otro tipo de invitados?

JG - Como decía hoy, creo que el país tiene que apostar a los emprendimientos, y los emprendimientos los hacen las personas, especialmente los jóvenes que tienen ese conocimiento, esas ganas de arriesgarse, el talento. Estos jóvenes hoy en día o se rinden y buscan empleo, o se van del país. Esa es nuestra gran pérdida, estamos teniendo una pérdida demográfica, eso contribuye al envejecimiento de la población, y además estamos exportando, estamos dándoles asistencia financiera a los países ricos, porque formamos a las personas acá y las mandamos, tenemos una política de ayuda al exterior, es absurdo para nuestro país.

Estos jóvenes necesitan tener una visión y pensar que el país se va a organizar en los próximos años de manera que sus emprendimientos sean viables, que va a haber un mercado de capitales, que van a poder acceder a capital, que van a tener acceso a educación de posgrado, que van a tener la posibilidad de instalarse con beneficios fiscales iguales a los que reciben las grandes empresas internacionales. Un mensaje importante sería que nuestro nuevo presidente, en vez de invitar a los grandes empresarios del exterior, que igual van a venir a Uruguay si les damos el permiso de explotación de puertos, aeropuertos, vías férreas, forestación, van a venir en la medida en que continuemos con nuestra importante estabilidad política, invitara a los jóvenes. Lo importante es que se queden los que hoy no se quedan, que inviertan. Convencer a una familia de Maldonado que tiene 25.000 dólares ahorrados y es todo su ahorro de que los ponga para apoyar un emprendimiento del hijo, que de repente les da un futuro mejor, es mucho más difícil que pedirle a una gran empresa que ponga un millón. Tenemos que movilizar esos capitales uruguayos, tanto los humanos como los que están debajo del colchón, para generar emprendimientos.

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Transcripción: María Lila Ltaif